Nazismo y comunismo

Acontecimientos políticos, económicos y militares relevantes entre noviembre de 1918 y septiembre de 1939

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Leo-17
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Re: Nazismo y comunismo

Mensaje por Leo-17 » Sab Abr 25, 2020 11:40 pm

José Luis escribió:
Lun Abr 15, 2019 9:17 am
¡Hola a todos!
Garisded escribió: (...) Si un tirano quisiera hacerse ahora mismo con cualquier país europeo, implantando una dictadura al viejo estilo, contaría con cámaras en las calles que ya están colocadas, todos esos datos que se nos espían en móviles, tablets, etc., posibilidades inmensas de manipulación y engaño, con una población que se graba y se espía y se delata ya entre sí, y una cantidad de recursos tal que prefiero no pensarlo. El sueño de Hitler, el sueño de Stalin.
Este capitalismo salvaje que implica el neoliberalismo actual no necesita de tiranos visibles que se entronen como un Hitler o un Stalin; sus tiranos se llaman mercados bursátiles que no conocen fronteras y cuya dominación es planetaria. No necesita campos de concentración y exterminio ni gulags para reformar, neutralizar o asesinar a millones de enemigos y víctimas, pues los cientos de millones de muertes que deja a su paso son víctimas de los demonios que engendra: miseria, pobreza, desigualdad, desesperación, guerra y muerte. Así como Hitler veía en los judíos a su mayor enemigo racial, los tiranos del capitalismo salvaje -los mercados- veían en la democracia a su mayor enemigo, y por ello la combatieron y la vencieron. Lo que hoy se llaman democracias liberales no son más que patéticos simulacros de derechos y libertades cuyos tenedores viven sometidos a la implacable dictadura económica y financiera del imperio bursátil.

Y en esas está cada vez con más éxito. Ni las nefastas consecuencias de la Gran Estafa Financiera de 2008 sirvieron para poner coto, como se dijo entonces, a este capitalismo salvaje que va devorando a sus hijos al igual que en la mitología griega el rey de los Titanes, Cronos, lo hacía con los suyos.

Así como el comunismo soviético y el nazismo tuvieron sus millones de seguidores y adeptos, no lo es menos el capitalismo salvaje que hoy gobierna el mundo con mano criminal, y que cuenta con muchísimos más defensores, seguidores y adeptos.

Saludos cordiales
JL
¿Puedes recomendar alguna obra academica que profundice en lo que dices sobre el actual sistema de capitalismo salvaje? Se me hizo muy interesante

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José Luis
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Re: Nazismo y comunismo

Mensaje por José Luis » Dom Abr 26, 2020 12:09 am

Por ejemplo:

David L. Blaney, Savage Economics: Wealth, Poverty and the Temporal Walls of Capitalism (2010).
Guy Standing, Plunder Of The Commons: A Manifesto for Sharing Public Wealth (2019).

Y un libreto fuera del campo académico que resume verdades como templos: Ismael Leandry-Vega, El capitalismo salvaje y la esclavitud sin cadenas (2016).

Y recuerda que este tema anecdótico no se puede convertir en una deriva permanente.

Saludos cordiales
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motorsalva
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Re: Nazismo y comunismo

Mensaje por motorsalva » Vie Jul 10, 2020 9:13 pm

Hola a todos/as.

Muy interesantes todos los aportes.
Solo una cuestión. Veo que en la mayoría de comentarios se compara el régimen de Hitler con el régimen de Stalin.
Así pues ¿No sería mejor abrir un tema con el título "Nazismo y Stalinismo"?
Con ello quiero llamar la atención al hecho de que el comunismo soviético es una cosa, y el comunismo en general (con todas sus variantes), es otra, innegablemente relacionadas, pero creo que hay muchas diferencias a tener en cuenta. No así con el Nazismo, que fue elaborado por Hitler y su partido (o eso es lo que yo creo y tengo entendido).

Nada más, simplemente esa reflexión.
Cuidense!!!
"Ese cabrón de Halsey -escupió- nos ha dejado con el culo al aire". Clifton Sprague, comandante de Taffy 3 en la batalla del Golfo de Leyte

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Re: Nazismo y comunismo

Mensaje por José Luis » Sab Jul 11, 2020 7:23 am

¡Hola a todos!
motorsalva escribió: Así pues ¿No sería mejor abrir un tema con el título "Nazismo y Stalinismo"?
Cierto, aunque bastaría con cambiar el título de hilo. La mayoría de las obras académicas al respecto suelen titular stalinismo y nazismo. Y no faltan razones para ello. Veamos la que creo fundamental.

El comunismo es la aspiración o meta última de una teoría política (socialismo marxista) que busca la democracia social plena en su máxima expresión: el igualitarismo. El stalinismo fue una aberrante perversión política del socialismo marxista que no tuvo absolutamente nada que ver con el ansiado comunismo de dicha teoría política. Y aunque el régimen político soviético cambió drásticamente tras la muerte de Stalin en cuanto al grado y extensión del terror de estado se refiere, siguió siendo una perversión horrenda del socialismo marxista. Por tanto, hablar de comunismo en la historia de la extinta Unión Soviética es como hablar de democracia en el extinto Tercer Reich: es hablar de algo inexistente. Así que es más propio comparar diferencias y semejanzas entre Stalin y Hitler y sus dictaduras criminales que entre comunismo (inexistente históricamente, salvo la breve e incompleta experiencia de la Comuna de París de 1871), que es un ideal político noble sobre la democracia y el igualitarismo, y el nazismo del Tercer Reich, que se basó e hizo todo lo contrario al comunismo.

Saludos cordiales
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Re: Nazismo y comunismo

Mensaje por José Luis » Lun Ago 10, 2020 8:33 am

¡Hola a todos!
Leo-17 escribió: Pero la mayoria de esas muertes fueron involuntarias, ademas Marx estaba en contra de la pena de muerte con lo que es dificil llamar marxista a gobiernos como el de Stalin, Mao,Castro etc. No es lo mismo, el marxismo no desprecia la vida humana, esa es una invencion tuya.
El socialismo, tal como lo conceptuó y desarrolló Marx (que muchas veces se etiqueta como "socialismo científico" en contraposición con el "socialismo utópico" de Saint-Simon), no tenía en su desarrollo más violencia que la derivada de su propia revolución. Como teoría política, social y económica, el socialismo marxista buscaba la justicia social a través, fundamentalmente, de la propiedad estatal primero, y social después, de los medios de producción. Aspiraba a un sistema socioeconómico inmensamente más justo que el propugnado y finalmente impuesto por el sistema capitalista (liberal y neoliberal), y como tal la violencia socialista, que es la violencia implícita en la revolución para la ejecución de sus fines, es anecdótica en comparación con la violencia económica e injusticia social implícitas en el sistema capitalista. Pero como ya dije, ninguna revolución socialista triunfante habida en la historia fue capaz de pasar de la dictadura de partido, y como tal todos los sistemas derivados de esas revoluciones se convirtieron en algo diametralmente opuesto al socialismo del que originalmente derivaron. El socialismo era totalmente contrario a las guerras del capitalismo imperialista y colonialista, y para comprender esto es necesario remontarse, al menos, a la segunda década del siglo XX.

El la II Internacional celebrada en el Congreso de Basilea en 1912 se había fijado la posición que debían tomar partidos y movimientos obreros en caso de que estallase la guerra. En síntesis, debían evitar por todos sus esfuerzos que la guerra estallase, pero si estallaba de todos modos, entonces “su deber es luchar activamente por un rápido fin al combate, y hacer todo esfuerzo para usar la crisis política y económica que causa la guerra para levantar a la gente, y acelerar de esta forma la abolición del dominio de la clase capitalista”. En este congreso, visto el desarrollo político de los acontecimientos europeos, los participantes entendieron que todo apuntaba a la guerra, una guerra que ellos veían como el resultado de la confrontación de intereses contrapuestos de las potencias imperialistas y sus clases dominantes. En esa prevista guerra no se iban a confrontar los intereses generales de las clases trabajadoras, sino los intereses espurios del poder. De ahí la declaración final del congreso.

Sin embargo, cuando estalló la guerra en el verano de 1914, todos los participantes de aquel congreso de Basilea de 1912 traicionaron su resolución, apoyando la guerra. ¿Por qué? Los motivos fueron varios, pero esencialmente dos. En el caso alemán, donde todos los parlamentarios del SPD votaron a favor de los créditos de guerra (aunque en su discusión y votación interna, hubo 13 o 14 miembros que se posicionaron en contra de la guerra y un par de abstenciones) en la primera sesión del Reichstag de 4 de agosto, esos dos motivos esenciales fueron el temor del liderazgo del partido y sus parlamentarios a perder sus posiciones de poder, y el impacto de la propaganda nacionalista del gobierno y demás instituciones del estado sobre el pueblo y los trabajadores en general. Esto ocurrió así, con sus particularidades de rigor, en todo el socialismo europeo, que fue ganado por la causa nacionalista y la propaganda de una guerra defensiva (Alemania defendiéndose contra la autocracia de Rusia, Francia contra la tiranía prusiana, etc.).

Durante la guerra comenzaron a dividirse los partidos socialistas europeos, fundamentalmente en dos facciones: los que pretendían llegar a un entendimiento con el poder dominante y los que querían aprovechar las calamidades e injusticias de la guerra para llevar a cabo la revolución socialista. Aparte del caso ruso, cuya revolución estalló en febrero de 1917 (con un inmenso impacto en todos los movimientos obreros y partidos socialistas europeos) sin ser un país que reuniera en absoluto las condiciones socioeconómicas para llevar a cabo una revolución socialista según los postulados de Marx, y que finalmente derivaría, por una serie de circunstancias internas y externas que no tengo tiempo ni espacio aquí para resumir, en un estado dictatorial y criminal, el mejor ejemplo de una revolución socialista, finalmente fracasada, lo tenemos en Alemania en 1918-19. No sólo por lo que sucedió en la propia Alemania con el socialismo, sino también por lo que sucedió con el socialismo en el resto de países europeos, aun sin revolución.

La política de “tregua de partidos” (Burgfrieden) que se impuso en el Reichstag en agosto de 1914 venía a significar que el SPD, el principal partido de la oposición, dejaba a un margen su oposición y críticas al gobierno hasta el final de la guerra, y apoyaba los créditos de guerra que tenían que ser aprobados por el Reichstag. La férrea organización y disciplina del SPD no impidió, sin embargo, que en la segunda sesión del Reichstag de 2 de diciembre de 1914, Liebknecht votase en contra de los créditos de guerra. Fue el único parlamentario del SPD (y del Reichstag) en hacerlo (aunque Firtz Kurnet, de Halle, que se oponía a aprobarlos, se ausentó del Reichstag durante la sesión, y por tanto no votó). Liebknecht había reconocido poco tiempo antes ante sindicatos y trabajadores que la Burgfrieden de agosto había sido un error injustificable, y de ahí su actitud coherente en diciembre.

Sindicatos y trabajadores, por su parte, estaban en una difícil situación. Las manifestaciones pacifistas y las huelgas estaban prohibidas, así como la libertad de prensa; y cualquier manifestación o crítica contra el gobierno o la guerra podían llevar a prisión o al frente. No obstante, a medida que las consecuencias de la guerra se hicieron notar en las condiciones laborales, salarios y división del trabajo, y en general en la escasez y carestía de los alimentos, los movimientos de trabajadores, sus sindicatos, delegados y líderes comenzaron una lenta evolución hacia las manifestaciones y huelgas masivas, al principio de carácter laboral, pero ya a partir de 1917 de carácter político. En esta evolución iban a jugar un papel trascendental los sindicatos de las grandes compañías de la industria metalúrgica (aquellas que superaban los 1.500 trabajadores y que constituían la industria pesada alemana), especialmente en Berlín.

En el otro lado de la moneda, el político, la oposición de Liebknecht abrió pronto el camino a la suma de otros socialistas opuestos a la línea oficial del SPD. Esta oposición se distinguió en dos grupos principales opuestos a la guerra: los moderados liderados por Hugo Haase y Georg Ledebour, y los radicales liderados por Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg. Ambos grupos se integrarían en 1917 en el nuevo Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania (Unabhängige Sozialdemokratische Partei Deutschlands o USPD), al que se uniría también en 1918 los Revolutionären Obleute, delegados sindicales elegidos por los trabajadores, principalmente de la industria metalúrgica, que eran independientes de los sindicatos oficiales.

La división dentro del SPD también tuvo su contraparte en los sindicatos de los trabajadores. Aquí la división se produjo principalmente entre el liderazgo oficial de los sindicatos, que favorecía la línea a favor de la guerra del aparato del SPD, y los delegados independientes de los trabajadores que, pertenecientes a los sindicatos oficiales y sujetos en teoría a la disciplina de su liderazgo, se mostraron cada vez más como representantes independientes de los comités de empresa, hasta convertirse finalmente en revolucionarios. Las clases trabajadoras alemanas, en general, no se opusieron a la guerra en agosto de 1914, pero tampoco mostraron el entusiasmo hacia la guerra que muestra sin fundamento la historiografía clásica.

Básicamente, las discrepancias principales que había entre los miembros del SPD y los líderes y delegados sindicales giraban en torno a la guerra y la huelga masiva. La Mayoría Socialdemócrata (que fue como se denominó oficialmente el SPD tras su escisión, oficialmente Mehrheitssozialdemokratische Partei Deutschlands) y los sindicatos oficiales (cuyos líderes eran nominados por el aparato del SPD) estaban a favor de la guerra y en contra de la huelga. Los socialistas del USPD, los de la Liga Espartaquista y los Obleute mantenían, lo hicieron paulatinamente, la posición contraria. Los más moderados de este grupo eran los del USPD, y los más radicales los Espartaquistas. Los Obleute comenzaron a entrar en el campo político a partir de 1916 con el liderazgo de las huelgas, radicalizándose a partir de 1918. Esto es en síntesis, pues luego estaba toda la prensa del SPD, inicialmente siguiendo la línea del aparato, pero luego también dividiéndose.

Cuando estalló la revolución de noviembre de 1918 en Alemania, las facciones socialista tomaron posiciones bien diferenciadas. La Mayoría Socialista, que se hizo con el gobierno junto con miembros del USPD, perfiló el camino de la contrarrevolución (en complicidad con el ejército), mientras la mayoría del USPD basculó inicialmente hacia la revolución socialista, aunque luego se pasó al bando del gobierno. Los Espartaquistas de Liebknecht y Luxemburg, sin control sobre los movimientos obreros, intentaron liderar la revolución siguiendo el modelo soviético (aunque con discrepancias entre sus líderes), mientras que los Obleute, que inicialmente eran quienes controlaban las masas obreras, carecían casi por completo en su liderazgo de experiencia política, y sucumbieron finalmente, junto con los Espartaquistas (luego Partido Comunista Alemán), a las maniobras políticas y la represión brutal de la Mayoría Socialista y su alianza con el ejército (a través de los Freikorps), y el centro y la derecha conservadora moderada.

En resumidas cuentas, el aparato del SPD (Mayoría Socialista) en el poder político y los socialistas independientes moderados (USPD) se aliaron con las clases dominantes (el establishment del antiguo régimen) para neutralizar, primero, y erradicar, después, la revolución socialista (en sus diferentes vertientes, fundamentalmente la de los Espartaquistas-Comunistas y la de los Revolutionären Obleute), para establecer finalmente una democracia liberal en 1919, la República de Weimar (contraria a la República Socialista de Alemania proclamada por los Obleute en noviembre de 1918).

En los países europeos que no vivieron una revolución socialista, la influencia de la revolución soviética de 1917 y la revolución alemana de 1918-19 en los partidos socialistas existentes llevó a la escisión, con la formación de los partidos comunistas. Para entenderlo en términos más sencillos, hubo una división socialista, siguiendo el caso alemán, entre revisionistas (reformistas que buscaron asociarse al poder bajo un nuevo marco político de democracia burguesa) y radicales (rupturistas que pretendieron romper el orden existente para transitar hacia el comunismo final). El fracaso político de los socialistas rupturistas (con revolución o sin ella) fue estrepitoso en toda Europa, mientras que el triunfo inicial de los socialistas reformistas (allí donde se dio total o parcialmente, con revolución o sin ella) fue efímero y colapsó rápidamente ante el auge de los fascismos. La única revolución triunfante fue la soviética, pero lamentablemente no devino en un proceso político hacia el comunismo, sino en una dictadura de partido único que traicionó todos los postulados socialistas. En su descargo, que no justificación, ha de subrayarse que tuvo en su contra toda la violencia implícita en el capitalismo de las democracias burguesas, materializada ya desde la Guerra Civil Rusa, y lo que es peor, unos líderes que se pasaron por el arco del triunfo todos los postulados y condiciones marxistas para la ejecución de una revolución socialista.

En todo caso y a fin de cuentas, ni el mal llamado comunismo de la antigua Unión Soviética ni el capitalismo salvaje de las mal llamadas democracias liberales trajeron consigo una democracia real, tal como estaba concebida en el auténtico ideario comunista.

Comparar comunismo y nazismo en términos de filosofía política, social o económica es, en mi opinión, una auténtica aberración. No lo es comparar el mal llamado "comunismo" de la URSS bajo Stalin con el nazismo de la Alemania de Hitler, no sólo por sus similitudes funcionales, sino también por sus diferencias ideológicas y doctrinales.

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Re: Nazismo y comunismo

Mensaje por Leo-17 » Lun Ago 10, 2020 10:05 pm

José Luis escribió:
Lun Ago 10, 2020 8:33 am
ninguna revolución socialista triunfante habida en la historia fue capaz de pasar de la dictadura de partido, y como tal todos los sistemas derivados de esas revoluciones se convirtieron en algo diametralmente opuesto al socialismo del que originalmente derivaron.


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¿A que crees que se deba ese "estancamiento" en la dictadura del proletariado que han sufrido los paises que trataron de llegar al comunismo?

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Re: Nazismo y comunismo

Mensaje por José Luis » Mar Ago 11, 2020 10:05 am

¡Hola a todos!
Leo-17 escribió: ¿A que crees que se deba ese "estancamiento" en la dictadura del proletariado que han sufrido los paises que trataron de llegar al comunismo?
Te puedo intentar responder ciñéndome al caso de la Revolución Rusa de 1917. Pero antes ha de tenerse en cuenta que Rusia no poseía un sistema socio-económico similar al postulado por Marx para poder acometer con éxito una revolución socialista. La Rusia de preguerra y pese a la introducción de un sistema constitucional llevado a cabo, a desgana y sin fe, por el gobierno zarista en abril de 1906 como consecuencia de la revolución de 1905, era un país eminentemente agrícola con una muy minoritaria clase trabajadora (proletariado) que había surgido tras la ligera modernización industrial del país iniciada en la década de 1890. Esta clase trabajadora, temida por la autocracia rusa, fue maltratada en este sistema constitucional de 1906, que introducía una doble cámara legislativa. La cámara baja o Duma se elegía sobre la base de un sufragio patrimonial, lo que significaba que un puñado de terratenientes elegía al 31% de los delegados, mientras que la la gran mayoría ciudadana, el campesinado, elegía al 42%. El proletariado, esto es los trabajadores pobres de las ciudades, sólo elegía al 2% de los delegados. En cuanto a la cámara alta, la mitad de sus delegados era nombrada por el zar, mientras la otra mitad eran elegida por varias instituciones del estado (entre ellas, la Iglesia). Este parlamento bicameral no podía remover al gobierno ni tampoco rechazar la capacidad de veto del zar. El analfabetismo en Rusia en vísperas de la Revolución de Febrero de 1917 era sobrecogedor, afectando a cerca del 40% en la población masculina y cerca del 90% en la femenina. En términos socio-económicos, Rusia estaba muy por detrás de la mayoría de los países de la Europa occidental. No era, pues, un país maduro para una revolución socialista según postuló Marx. En cambio, sí lo era Alemania, que reunía una economía avanzada, una fuerte base industrial y un poderoso proletariado bien organizado. Irónicamente, la revolución fracasó en Alemania y triunfó en Rusia.

La Gran Guerra de 1914-1918 posibilitó el estallido de una revolución (febrero de 1917) que de otra forma sería improbable que condujera al éxito, pues la mayoría del campesinado y el proletariado quería abandonar una guerra que prácticamente sólo había traído derrotas militares, muertes y grandes penurias sociales. El ejército ruso estaba, pues, maduro para amotinarse, y las huelgas y manifestaciones en San Petersburgo hicieron el resto, llevando a la abdicación del zar en marzo y el establecimiento de un gobierno provisional que pronto fue desafiado por los consejos de trabajadores y soldados, lo que en última instancia provocó la revolución de octubre y la consiguiente guerra civil que terminó con el triunfo bolchevique en 1923, y unas bajas que se estiman entre 7 y 12 millones, mayormente civiles. Los bolcheviques no sólo triunfaron militarmente en esta guerra contra sus antagonistas internos, sino también contra los antagonistas externos que intervinieron y apoyaron al Ejército Blanco durante la guerra civil.

¿En qué devino esta victoria bolchevique? ¿Cómo podía superar el nuevo gobierno bolchevique los desastres de la guerra y el atraso de su país, de una parte, y el rechazo y enemistad del mundo capitalista, que no dejó de combatirlo, de la otra? Curiosamente, el mundo capitalista de las democracias liberales había recibido con satisfacción la revolución rusa de febrero, el fin de la autocracia y la creación del gobierno provisional, que recibió su apoyo económico, pues no se debe olvidar que había una guerra mundial de por medio. Pero tan pronto los bolcheviques se hicieron con el poder político y el nuevo gobierno anunció que no tenía intención alguna de satisfacer el pago de los créditos que habían recibido el gobierno zarista y el gobierno provisional, que se nacionalizaban los medios de producción privados y las inversiones extrajeras, y que se preparaba para llevar la revolución al resto del mundo, la inicial ilusión capitalista se desvaneció de repente y dio paso a la confrontación en todos los ámbitos hasta que el gobierno de la nueva URSS cambió drásticamente sus objetivos de revolución mundial por una coexistencia pacífica con el mundo capitalista a mediados de la década de 1920.

La dictadura del proletariado -según habían postulado Marx y, más tarde, el propio Lenin- nunca fue tal, y jamás el clamor revolucionario de “Todo el poder a los consejos (soviets)” se materializó en la etapa de reconstrucción que siguió al triunfo de la guerra civil. En cambio, se impuso una dictadura de partido que no era en modo alguna representativa de las mayorías de los consejos de soldados, trabajadores y campesinos, sino que devino en todo aquello contra lo que se había luchado: la represión y el terror, especialmente tras la muerte de Lenin y la batalla intestina del partido que vio a Stalin encumbrado finalmente a la cúspide de un poder casi absoluto. La Unión Soviética seguía arrastrando el atraso industrial de la Rusia zarista, junto con todas sus otras carencias socio-económicas, y el reto de modernizar e industrializar al país, bajo un contexto internacional adverso y amenazante, era un objetivo que a medio plazo sólo se podía conseguir mediante decisiones políticas que en la gran mayoría de las ocasiones producían consecuencias desastrosas, y aun criminales, para las mayorías socio-laborales. Porque este objetivo sólo se podía conseguir mediante el terror del estado contra el proletariado, el campesinado y los soldados, previa y/o simultánea eliminación de las facciones del partido que, de forma real o imaginaria, se mostraban contrarias a la dictadura stalinista.

Rusia, como país, no estaba capacitada en términos marxistas para una revolución socialista, y pese al triunfo de la revolución, ésta no devino sino en algo mucho peor de todo aquello que la suscitó, aunque en su desarrollo, sobre todo tras la muerte de Stalin, hubo notables y sustanciales avances en términos sociales (sobre todo en sanidad y educación) y tecnológicos. La Alemania de 1918 sí estaba preparada para una revolución socialista, sobre todo en un contexto de guerra fracasada y descrédito popular de la monarquía, la casta militar y las clases dominantes. Puesto a especular, si hubiese triunfado la revolución socialista de 1918-19 en Alemania es muy improbable que ésta hubiera seguido los pasos de la soviética. ¿Quién sabe?

Sin embargo, hay algo que sí consiguió, aunque de forma indirecta, la revolución soviética y su papel y ganancias territoriales tras la IIGM, al igual que la resistencia comunista en los países y territorios subyugados por los nazis. Forzó al capitalismo de las democracias liberales victoriosas, especialmente a Estados Unidos, a introducir en la Europa occidental de posguerra el llamado “estado de bienestar” de la socialdemocracia, un dique de contención contra el comunismo que había destapado las vergüenzas y miserias del capitalismo, durante la época de la llamada “Guerra Fría”. Una época dorada, en general, para las sociedades de las democracias liberales que duró lo que duró la existencia de la URSS y la supuesta amenaza del comunismo. Disuelta la URSS, comenzó a disolverse también la socialdemocracia, cuyo “estado de bienestar” ya no interesaba al capitalismo triunfante de la “Guerra Fría”. Y con ello comenzó también la laminación de las democracias liberales hasta el imperio actual de la dictadura de los llamados mercados.

Es una historia desoladora, y lo que he escrito no son más que reflexiones sobre la marcha, objetivas y subjetivas, de una persona que ha acabado descreyendo de toda esperanza de evolución y progreso humanista.

Saludos cordiales
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Re: Nazismo y comunismo

Mensaje por Leo-17 » Mié Ago 12, 2020 5:05 am

José Luis escribió:
Mar Ago 11, 2020 10:05 am

En cambio, sí lo era Alemania, que reunía una economía avanzada, una fuerte base industrial y un poderoso proletariado bien organizado. Irónicamente, la revolución fracasó en Alemania y triunfó en Rusia.

Saludos cordiales
JL
Respecto a la Alemania oriental de posguerra, la república democrática alemana tampoco estaba madura ya que en ese caso fue un sistema autoritario impuesto desde el inicio, (por los sovieticos) sin una revolucion genuina y en una region con una economia destruida ¿Estoy en lo correcto? Lo pregunto porque es el unico pais "socialista" decente que se me viene a la mente a diferencia de los shithole countries arruinados y llenos de campesinos analfabetas como Rusia, Vietnam,Corea del Norte etc

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Re: Nazismo y comunismo

Mensaje por José Luis » Mié Ago 12, 2020 9:21 am

¡Hola a todos!

Poco a poco este hilo se está convirtiendo en una especie de cajón de sastre, pero vivimos tiempos extraños y época de desolación, así que seguiré el consejo que dicen dijo San Ignacio y no haré mudanzas.
Leo-17 escribió: Respecto a la Alemania oriental de posguerra, la república democrática alemana tampoco estaba madura ya que en ese caso fue un sistema autoritario impuesto desde el inicio, (por los sovieticos) sin una revolucion genuina y en una region con una economia destruida ¿Estoy en lo correcto?
El final de la IIGM en Europa no trajo consigo ninguna revolución socialista, sino más bien una reorganización política y territorial (entre otras cosas) más o menos acordada por las potencias vencedoras en conferencias previas varias, especialmente en la Conferencia de Yalta. La Unión Soviética impuso “gobiernos comunistas” en los países que quedaron sometidos a su “influencia”, los que vinieron a ser comprendidos en el “bloque oriental”, esto es las repúblicas populares de Polonia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Albania y la República Socialista de Checoslovaquia. La Alemania ocupada por los soviéticos se convirtió en la República Democrática Alemana en 1949. Todos estos países quedaron sometidos a los designios dictatoriales de la Unión Soviética, al igual que el resto de territorios que la URSS había anexionado durante la guerra.

Lo democrático, tras la guerra, hubiera sido dejar que cada país, al margen del látigo de las potencias vencedoras, hubiera decidido libremente en unas elecciones democráticas su forma de gobierno y estado, pero ni los soviéticos ni los aliados occidentales lo permitieron. Hubo elecciones en uno y otro “bloque”, pero no fueron elecciones realmente democráticas. De serlo, es muy probable que en no pocos países (incluidos Francia e Italia en el bloque occidental) ganasen las elecciones los partidos comunistas por el papel principal que jugaron en la resistencia al nazismo.
Leo-17 escribió: Lo pregunto porque es el unico pais "socialista" decente que se me viene a la mente a diferencia de los shithole countries arruinados y llenos de campesinos analfabetas como Rusia, Vietnam,Corea del Norte etc
Yo no podría estar más en desacuerdo con, y rechazo de, esa frase. La expresión “Shithole country” (por cierto, utilizada hace un par de años por el energúmeno que preside Estados Unidos al referirse a los lugares de origen de los inmigrantes) significa literalmente “país de mierda”, y no creo que haya ningún país del planeta que merezca semejante insulto. Uno puede criticar al gobierno de un país por sus acciones o por sus políticas -aunque yo nunca le llamaría “gobierno de mierda” (aun si pudiera llegar a pensarlo)-, pero me parece bastante ruin y mezquino hablar de un “país de mierda”. La expresión “Shithole country” alude popularmente a un país dotado de grandes recursos naturales que, debido a un mal gobierno y a una corrupción sistémica, es incapaz de proporcionar las necesidades económicas, educativas, sanitarias y laborales más elementales a su ciudadanía, de la cual una gran parte, por tanto, se ve forzada a emigrar. Esto demuestra una forma muy cínica de consideración, teniendo en cuenta que la mayoría de las veces, por no decir la totalidad de las mismas, tales incapacidad y corrupción son la consecuencia directa o indirecta de las injerencias políticas y explotación económica de gobiernos y empresas extranjeras, que son quienes realmente se benefician de esa enormidad de recursos naturales a cambio de permitir el enriquecimiento de unas élites corruptas que gobiernan gracias a su apoyo. Creo que por razones de nacionalidad, Leo, y el continente al que perteneces, deberías conocer un poco esa historia para que yo me atreva a exponerla aquí, cosa que además escapa a la temática del periodo histórico que tratamos.

Por otra parte, parece que estás muy equivocado en cuanto a suponer “arruinados y llenos de campesinos analfabetos” a los países que has citado y dejado a la incógnita del etcétera. Si algo ha distinguido positivamente a los mal llamados países comunistas, en general, ha sido sus altos niveles de educación y sanidad, muy superiores a los de las democracias liberales, en general, por su universalidad. Los gobiernos de la antigua Unión Soviética originaron -de más a menos, cronológicamente hablando- terribles crímenes y privaciones democráticas a su ciudadanía, pero entre esas privaciones no estuvieron una educación y sanidad envidiables, y ese es un activo, mayor o menor, en todos los países que estuvieron bajo la bota soviética, la República Democrática Alemana incluida (de lo que se benefició inmensamente la República Federal Alemana y la Alemania unificada actual). El “comunismo” produjo muchas calamidades por su confrontación contra el capitalismo, incluso el colapso económico, pero jamás analfabetismo, todo lo contrario.

Y en cuanto a China, ya que la has citado, ¿Qué quieres que te diga? Probablemente sea la economía más poderosa del planeta, y pese a las notables carencias democráticas -comunes a todo régimen político autoritario- hasta los mayores exponentes del neoliberalismo actual la han puesto como modelo de gobernanza eficiente y eficaz en esta pesadilla de pandemia Covid-19 que todos padecemos.

Finalmente, y en mi opinión, el tiempo de las revoluciones socialistas y su ansiado comunismo -jamás materializado ni de cerca- ha pasado a la historia. Hoy vivimos tiempos extraños caminando hacia no se sabe dónde, y pareciera que el mundo está del revés. Las democracias liberales (burguesas en el argot del socialismo genuino) del capitalismo han sucumbido a su dueño y han dado paso a gobiernos títeres que no responden a los intereses de las mayorías de sus votantes, sino a los del poder financiero y económico global que las somete. La gente, en general, vive desinformada por la propaganda ideológica, política, económica y cultural vertida por los grandes medios de comunicación y las llamadas redes sociales. Las clases trabajadoras siguen siendo explotadas, a la vez que se consolida el trabajo precario y los salarios de pobreza. Lo público -allí donde lo público dominaba- ha sido o está siendo engullido por lo privado, donde el beneficio máximo está muy por encima del servicio prestado. La inmigración, que formó el pilar nuclear de nuestra historia en la construcción y desarrollo de las naciones, está siendo demonizada y castigada por los cínicos o ignorantes que utilizan expresiones tales como “Shithole countries” para referirse a sus lugares de procedencia. Habría que preguntarle a esos energúmenos cuáles fueron los “países de mierda” de los que procedían sus antepasados inmigrantes, y qué hicieron con los pueblos autóctonos de las tierras colonizadas. Si hasta en mi propio país, inundado por la ignorancia de su propia historia reciente, se considera al “comunismo” y los “comunistas” como los engendros del mal (siguiendo la leyenda franquista), desvirtuando por completo el papel imprescindible del comunismo español para posibilitar la llegada de algo parecido a la democracia en España. Y si no conocen la historia del comunismo español en la lucha contra el franquismo, mal conocerán el papel fundamental del comunismo europeo en la lucha contra los fascismos durante la IIGM.

La Real (que podía ser muy bien Republicana) Academia Española define “posverdad” como "Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales". Y en esas estamos.

Saludos cordiales
JL
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sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

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José Luis
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Re: Nazismo y comunismo

Mensaje por José Luis » Sab Ago 15, 2020 11:06 am

¡Hola a todos!

Retomando un poco el hilo en su exposición inicial, es fácil, como indiqué en su momento, descartar por absurda una comparación entre comunismo y nazismo en términos doctrinales. Lo que se ha comparado, y se compara, en el ámbito académico, son los regímenes políticos de la Unión Soviética y la Alemania Nacionalsocialista, que es cuestión diametralmente diferente en lo tocante al comunismo. El nazismo vio su expresión completa en el Tecer Reich; la Unión Soviética bajo Stalin no se pareció en nada a los postulados y objetivo último del socialismo marxista, el comunismo. Muchos medios -realmente demagogos- abordan el comunismo como algo extraño al socialismo porque identifican comunismo con la revolución rusa y la resultante, guerra civil por medio, Unión Soviética. Esta identificación podría ser perfectamente válida a finales de la década de 1910 y principios de la de 1920, porque entonces era legítimo esperar que la tan ansiada revolución socialista diera sus frutos en la Unión Soviética, pero muy pronto se vio que en lo que devino finalmente la Unión Soviética fue una dictadura de partido, terrorífica y criminal en su mayor parte y duración.

A finales de la década de 1890, el socialismo era un movimiento político imparable en la mayor parte de Europa. No ha de olvidarse que por esa época, la monarquía constitucional era la forma de estado dominante en Europa (las únicas excepciones que yo recuerde ahora eran las repúblicas de Francia y Portugal, y la federación suiza), y en menor grado la monarquía parlamentaria (hoy en día es al revés, la forma dominante en Europa es la república). El socialismo, tanto en su vertiente sindicalista como política, surgió como la respuesta organizada de las clases trabajadoras contra los excesos y abusos de un capitalismo industrial que contaba con el apoyo (legislativo, ejecutivo y coercitivo) de los regímenes políticos imperantes. En Gran Bretaña, la primera nación que tuvo una revolución industrial, los sindicatos de trabajadores contaban con 674.000 miembros en 1887, más de millón y medio en 1892, y cerca de los dos millones (1.997.000) en 1905. En Francia, que vio una industrialización mucho más lenta y un predominio del campesinado, los sindicatos agrupaban a 139.000 miembros en 1890, cerca de 300.000 en 1892, y 402.000 al año siguiente. En 1903 la cifra había ascendido a 614.000. En Alemania el crecimiento fue espectacular: de 95.000 miembros en 1887 se pasó a 887.000 en 1903. (Esto en William A. Pelz, A People's History of Modern Europe. Pluto Press, 2016).

Aunque al principio los sindicatos obreros estaban concentrados en resolver los problemas laborales y las condiciones de vida, pronto pasaron a la acción política (de cara a la conquista del poder) una vez comprobaron que sus aspiraciones en las mejoras laborales, salariales y sociales no sólo tenían que superar la oposición de sus empleadores, sino también la del poder político que los apoyaba. La lucha obrera contra los “ricos” y la “plutocracia” se había intensificado a partir de 1871, y la mayoría de los sindicatos de trabajadores apoyaron, se unieron o identificaron con los partidos socialistas o socialdemócratas. El más grande y poderoso de todos fue el Partido Socialista Obrero Alemán, fundado en 1875 (y desde 1891 Partido Socialdemócrata Alemán, SPD). En vísperas de la IGM, el SPD contaba con 1.085.905 miembros,  y los sindicatos que había creado y cuyo liderazgo proporcionaba, tenían unos dos millones de miembros. La cantidad de organizaciones levantadas por sus activistas era enorme: asociaciones de mujeres, movimiento juvenil, universidades populares, bibliotecas y sociedades de lectura, organizaciones de ocio y movimientos al aire libre, editoriales, periódicos, diarios y revistas. “Este edificio”, dice Broué en su The German Revolution, 1917-1923 (2006, publicado originalmente en francés en 1971), “descansaba sobre el sólido marco de un aparato técnico y administrativo competente y eficiente, experimentado en modernos métodos de gestión y propaganda. En sus 90 diarios, el partido empleaba 267 periodistas a tiempo completo, y 3.000 trabajadores manuales y administrativos, gestores, directores comerciales y representantes. La mayoría de los miembros dirigentes, especialmente el Ejecutivo (el Parteivorstand), y las oficinas centrales, toda la gente responsable de los diferentes estados, y la mayoría de los secretarios de las organizaciones locales, eran funcionarios del Partido a tiempo completo, profesionales nombrados por el partido, al que dedicaban todo su tiempo, al igual que la mayoría de sus representantes electos, sus 110 diputados del Reichstag, los 220 diputados que tenía en los diferentes Landtags, y sus 2.886 consejeros municipales electos. Los líderes de las federaciones de sindicatos, los sindicatos de artesanos o los grupos locales, que se hicieron profesionales en el transcurso de los años, eran abrumadoramente miembros del partido”.

En España se fundó en Partido Socialista Obrero Español en 1879, y en Francia el Partido Obrero en 1882 (que derivaría en la Sección Francesa de la Internacional Obrera en 1905). En Noruega en 1887 se fundo el Partido Socialdemócrata, y en 1888 se fundaron partidos socialistas en Suiza y el Imperio Austro-Húngaro, al igual que en Austria, Suecia y Países Bajos en 1889, y en Italia el Partido Socialista Italiano en 1892. No todos los partidos socialistas alcanzaron el éxito electoral alemán, pero algunos fueron sustancialmente importantes, como Francia, Austria, Italia, Bélgica e incluso Finlandia. Ni todos estos partidos socialistas tenían la influencia marxista del partido alemán o austriaco. Al margen de sus diferencias (fundamentalmente entre moderados y radicales), todos ellos buscaban implantar una sociedad socialista basada en la democracia y la igualdad. En contra de los moderados, los radicales creían en la democracia e igualdad económicas, lo que significaba la socialización de los medios de producción. Según esta corriente, la democracia política tenía que ir acompañada de la igualdad social para asegurar que nadie careciese de las necesidades básicas (como comida, hogar y sanidad) para el desarrollo vital. Pese a las diferencias entre moderados y conservadores, todos tenían por cierto que sus objetivos comunes no se podrían alcanzar mediante procesos revolucionarios en un solo país, sino que debían coordinar sus esfuerzos hacia una revolución general, y de ahí la creación de la Internacional Socialista en 1889 en París en una fecha carismática: 14 de julio, cien años después de la toma de la Bastilla durante la Revolución Francesa.

Los antecedentes históricos inmediatos de lo que sería años más tarde el nacionalsocialismo alemán los podemos localizar en el nacionalismo völkisch y en el antisemitismo racial en el Imperio Alemán durante esos mismos años. Unos movimientos ideológicos, políticos y culturales que fueron muy minoritarios en términos cuantitativos, y que sólo adquirirían preponderancia social y política tras la derrota alemana en la guerra. Básicamente eran contrarios a los cambios que produjo la modernización industrial, a la democracia, a los partidos políticos, a la igualdad social y a lo extranjero, en su vertiente racial, como contaminación y destrucción del ethos ario.

La guerra imperialista de 1914-18 cambió bruscamente el panorama político y sindical en Europa (todos los partidos socialistas, sin excepción, apoyaron inicialmente la guerra, traicionando los acuerdos de los congresos de la Internacional Socialista), dando paso a un nacionalismo ciego que los poderes políticos reinantes se encargaron de exacerbar. También dio paso a las revoluciones europeas de 1917-23 y a la escisión dentro de los partidos socialistas entre los moderados (socialdemócratas) y radicales (comunistas). Salvo en Rusia (dejando al margen los breves triunfos revolucionarios en algunos países o en partes de países de la Europa centro-oriental), todas las revoluciones socialistas fracasaron, y en Alemania se estableció -mediante la alianza de los socialdemócratas, centro-conservadores moderados y, fundamentalmente, el cuerpo de oficiales del ejército- una democracia liberal, en forma de república, que nació virtualmente herida de muerte por muchos de los que la apoyaron y todos los que la denostaron desde el inicio. El partido nazi, intrascendente a nivel estatal, se convirtió de la noche a la mañana en un movimiento masivo gracias a los estragos económicos y sociales causados en todas partes por la bancarrota bursátil neoyorquina de 1929. Fue esta “crisis” del capitalismo lo que posibilitó la emergencia estatal del partido nazi y, apoyado por las élites industriales y políticas del país, su fulgurante ascenso electoral que lo llevó finalmente a las riendas del poder en 1933.

Bueno, quizás otro día siga con este asunto. Por hoy, he tenido suficiente.

Saludos cordiales
JL
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