La situación no parece tan descabellada si se realiza un pequeño análisis a rasgos generales de las razones, o excusas que hicieron justificar tan inesperada reacción.
La figura de Stalin.
Ante ellas estaba el mesianismo aureólico que emanaba Stalin en todo el entorno comunista y en parte del socialista, donde ordenaba saltar y todos preguntaban “¿cuánto de alto?”. Así, Santiago Carrillo diría unos años más tarde del pacto: <<Incluso los militantes menos desarrollados políticamente, los menos preparados, se hacían este razonamiento sencillo y profundo: lo ha hecho Stalin, lo ha hecho el Partido Bolchevique, bien hecho está. Por fuerza tiene que ser favorable a nuestra causa>>. También señalaría que entre las filas de su partido el encaje de del pacto germano-soviético <<no causó problemas>>, tan sólo acarreó algunas deserciones individuales.
El recelo anglo-francófono.
Era evidente, sobretodo por parte de Gran Bretaña, la reticencia, temor del empuje y extensión a través de sus fronteras del bolchevismo. En este sentido el pacto germano-soviético -aunque no con pocos tintes de ingenuidad para quienes así lo asumían- representaba cierto reconocimiento internacional o incluso algo más allá de un pacto comercial. Vicente Carrión, comandante del Ejército Republicano, afirmaba: <<En aquel momento éramos incondicionales de Stalin y aceptábamos la explicación oficial del desprecio hecho por los franceses e ingleses a la URSS, mientras que los alemanes querían ser amigos. Todo lo justificábamos [...] Hubo cierta polémica entre los españoles. Los más críticos fueron los que habían ido a la URSS para seguir cursos de aviadores o eran marineros de los barcos que se quedaron allí al final de la guerra española y no eran comunistas sino, simplemente antifascistas.>>
Occidente contra occidente.
Los contactos bilaterales por un lado de Gran Bretaña y Francia y por otro la URSS para lograr un acuerdo similar al Lend & Lease no se cristalizaron, momento en el que llegó el ofrecimiento de Von Ribbentrop del pacto de no agresión, al cual se suscribió la URSS. De esta manera las previsiones de los franco-británicos de que Alemania invadiría la URSS perdían enteros y la agresión hitleriana tendría más posibilidades de materializarse en Occidente. En fin, la táctica de Stalin de que alemanes y capitalistas se desgasten.
Ganar tiempo.
Quizá el pretexto que menos se atragantaría a la confusa colonia española, puesto que algunos tenían la certidumbre de que tarde o temprano habría guerra. Los indicios en que se basaban para esta convicción era el aumento de la producción bélica. José García Branda, comisario de batallón reflejaba el cambio de jornada de trabajo de siete horas diarias durante cinco días seguidos y uno de descanso a, después de la firma del pacto, ocho horas diarias durante seis días seguidos y uno de descanso. Manuel Comorera, sobrino del entonces secretario general del PSUC, precisó que <<en la fábrica de tractores en la que yo trabajaba, en Jarkov, empezamos a fabricar tanques al poco tiempo.>>
Fuentes:Los españoles de Stalin Daniel Arasa. PP.19-22 .Belacqua 2005.