Bueno empezamos con algunas supersticiones relativas a la aviación: Ahí va:
“Debe ser “cosa del aire”, pero hay mucha gente que se lo toma muy en serio. Entre otras, las personas que toman las principales decisiones en materia de aviación. En EEUU, por ejemplo, no se ha bautizado nunca a ningún avión de combate con la designación “F-13”, en atención a las supersticiones de los pilotos (y de las propias empresas fabricantes). En España, MIRLO no ha encontrado un solo caza, en toda la historia de su aviación, designado con el número “13”, es posible que por esa misma razón.
Sin embargo, en su momento, la oficina soviética de diseño aeronáutico Mikoyan Gurevich sí construyó un MiG-13. Y puede que haya una explicación en que la cultura rusa no considere al trece como un imán para las desgracias (extremo a confirmar), o que la ideología soviética hiciese una especial apuesta por superar las limitaciones del ser humano alienado, o que, sin más, el avión fuese finalmente rechazado por todo el mundo y que nadie lo volase, por mucho que Stalin mandase. En todo caso, se trataría de una de las pocas concesiones a la superstición y las manías, en el mundo aeronáutico.
Algo parecido sucedió con el caza alemán de la II Guerra Mundial Heinkel-113, al que, después de diseñado y construido, su fabricante Ernst Heinkel tuvo que redesignar “118”, porque fue rechazado por todos los pilotos. No le sirvió de mucho la redesignación, porque aquella copia del Me-109 no tuvo mucha “suerte”. ¿Fracasó, víctima del mal fario?
Otro tanto pasó con el caza nazi desarrollado tras el He-112 fue designado He-100 para evitar la designación He-113, la cual se consideraba desafortunada. Adolf Hitler era triscaidecafóbico.
En los Estados Unidos, nunca ha existido un caza denominado F-13 dado que muchos pilotos son supersticiosos.
Otros elementos actúan directamente como amuletos en los aviones. Los pilotos de la II Guerra Mundial llegaron al paroxismo, en esta materia. Las proas de los aviones estaban decoradas con figuras (a veces, muy elaboradas y de composición muy barroca), cuya función era conjurar las balas y proyectiles enemigos.
Emblemáticos mentores de la buena suerte fueron diseños como el “boomerang” (una imagen muy utilizada por los pilotos del Pacífico en sus aviones, porque rememoraba la capacidad parar volver siempre al lugar de origen), decoraciones que pretendían tener muy presentes a quienes “supuestamente” anhelaban su llegada (como la muy famosa “the bad penny” ), referencias cabalísticas (como “lucky eleven”, también muy utilizada) o la reconstrucción de las tradiciones mitológicas (magos que venían a recordar antiguas leyendas sajonas, como “Superstitious Aloysius”, remedo del mago Merlín que contó con su propio registro de marca).
![Imagen](http://img399.imageshack.us/img399/2717/supersticiones1so0.jpg)
Durante la última conflagración mundial, los miembros de las tripulaciones de aviones y barcos se esmeraban en “humanizar su material de vuelo o navegación, de manera que se pudieran identificar personalmente con él. Cuando hacían frente a situaciones de peligro, querían otorgar a sus aviones y barcos cualidades que les protegieran o, cuando menos, les devolvieran a salvo a la base”.
Los pilotos norteamericanos de la II Guerra Mundial a quienes se concedió la condecoración “As de ases” suponían que todos compartían un idéntico destino. Que ese destino fuese bueno o malo sólo es una cuestión de suerte.
Una de las anéctodas más interesante, fue la del gran piloto alemán Manfred Albrecht Freiherr Von Richthofen, aunque ocurrió en la primera guerra mundial, viene a pelo contarla aquí.
Los pilotos alemanes de la Primera Guerra Mundial evitaban siempre ser fotografiados, antes de una misión, porque creían que traía mala suerte. El 21 de abril de 19 18, rompiendo con esa costumbre, el barón Manfred Albrecht Freiherr Von Richthofen se hizo una foto previa a una misión de combate. Un as del aire como el Barón Rojo no podía verse afectado por supercherías. Eso era para otros. Ese día de primavera, se acabó con el mito de los colosos del aire, mientras que la superchería se elevó a la categoría de mito. Un desconocido e inexperto capitán canadiense, un tal Roy Brown, abatió al piloto del fokker triplano rojo sobre la vertical de Sailly-le-Sec, en el valle francés del Somme. Desde entonces, todos los pilotos pusieron sus barbas a remojar.
El piloto alemán Walter Nowotny, se presentó voluntario para la Luftwaffe exactamente un mes después de la invasión a Polonia por parte del Reich en el verano de 1941, el entonces alférez Nowotny se apuntó sus tres primeras victorias: tres biplanos Polikarpov I-153a su vez se vio obligado a amerizar en forzoso y estuvo tres días en su balsa neumática antes de poder desembarcar en las costas de Estonia, con muchas dificultades. Como muchos pilotos de caza, Walter era supersticioso y a partir de ese incidente su talismán fueron los pantalones que llevaba durante aquella hazaña. Remendados y limpios, los "pantalones de la suerte" Nowotny debían estar a punto antes de cada salida.
Otra anécdota:
En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, los pilotos de los B-29 que volaban durante la noche desde las Islas Marianas en el Océano Pacífico para bombardear el Japón informaron de que eran seguidos por una misteriosa "bola de fuego" que sus cañones intentaron, infructuosamente, abatir. Algunos oficiales de inteligencia de Cuerpos del Ejército del Aire sospecharon que el objeto era una aeronave japonesa de largo alcance equipada con un potente reflector que iluminaría los B-29 para que fueran atacados por los cazas, pero dichos ataques nunca se materializaron. Finalmente, el misterioso objeto incandescente que parecía perseguir a los B-29 fue dentificado. Se trataba de Venus, que en aquel tiempo era particularmente brillante.
Fuentes: http://www.aeromagazines.com
http://hablemosderelojes.com
http://www.arp-sapc.org
![Imagen](http://i38.tinypic.com/r04j1u.jpg)