Contubernio Speer-Laval

¿Qué pasaría si…?

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maximus

Contubernio Speer-Laval

Mensaje por maximus » Jue Jun 11, 2009 9:56 am

Una vez más, los malos han ganado la segunda guerra mundial

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En junio de 1944, ante una guerra de desgaste inganable para los Estados Unidos, el aislacionista Joseph Kennedy es designado vicepresidente de Estados Unidos en lugar del dimitido Henry Wallace. Churchill es forzado también a dimitir, siendo sustituido por Eden como primer ministro. A partir de ese momento se instaura un cese el fuego tácito entre nazis y angloamericanos. En Septiembre, se firma en Dublin el armisticio formal por parte de Kennedy y Goering. En noviembre, el “ticket” Roosevelt-Kennedy es elegido para la presidencia y vicepresidencia de los Estados Unidos. Unas semanas más tarde, Stalin acepta las draconianas condiciones de paz impuestas por Hitler. Japón acepta un armisticio duro por mediación alemana. El mundo está en paz...

Pero ¿qué tipo de paz?

Al régimen nazi le quedan por llevar a cabo algunos ajustes: por ejemplo, terminar la anexión de los estados germánicos de Europa, lo que incluye la monarquía democrática de Suecia, hueso duro de pelar, que exige que el 70 % del ejército alemán continúe movilizado unos meses más. Hay, por supuesto, que reconstruir el país después de 2 años de duros bombardeos aéreos aliados, y Hitler quiere iniciar ya su grandioso proyecto urbanístico. Quedan guerrillas comunistas en Rusia, los aliados musulmanes de los nazis están a punto de enzarzarse en guerras fraticidas y, sobre todo, comienza una “guerra fría” contra los Norteamericanos. El final de la guerra ha sido simultáneo a la aparición de nuevas armas y la tecnología de vanguardia ha cobrado un temible protagonismo. En los últimos meses, ha dejado de ser secreto el proyecto de un arma definitiva que parece que los norteamericanos están a punto de conseguir y que no puede ser otra cosa que una bomba atómica.

Pero para Albert Speer el problema no está ahí. Hitler está enfermo y un poco aburrido de la guerra y la política. Su gran victoria satisface sus más delirantes sueños, el futuro de una Alemania en paz no le preocupa. El mundo en su conjunto nunca le preocupó mucho.

Albert Speer se considera el artífice de la victoria. Él consiguió reconducir la economía de guerra en una tesitura inesperada, y logró que Hitler plegase a esta necesidad toda la estrategia. Speer consiguió incorporar Francia al Eje forzando a Hitler a ser generoso. Ahora, Speer sigue teniendo la responsabilidad máxima de la economía y de la reconstrucción de las ciudades bombardeadas. Su posición es, en la práctica, la del Número Dos, y es el favorito de los moderados alemanes, sobre todo, de los industriales y financieros, pero también de la Iglesia. Pero sobre él se cierne un grave peligro: Himmler y las SS quieren nazificar Alemania por completo. En opinión de Speer, los SS quieren convertir al III Reich en una especie de nueva Unión Soviética dirigida por los cuadros del Partido y dando los puestos claves de la administración, el gobierno y la economía a veteranos del Partido en base a consideraciones raciales y méritos de guerra.

Sin embargo, los gloriosos generales y mariscales del Reich, que han obtenido la victoria militar más espectacular de la historia mundial, tienen aún mucho poder y, durante algún tiempo, aún pueden inclinar la balanza a uno y a otro lado.

Para Albert Speer, su modelo y su gran aliado es el primer ministro francés Pierre Laval. En 1944, el nuevo régimen se ha dado una constitución parlamentaria, bien entendido de que se trata de un parlamentarismo “controlado”. Laval sabe que los franceses no pueden renunciar del todo a sus tradiciones republicanas y un fascismo francés no tiene sentido. El ejército francés, después de todo lo pasado, tiene poco prestigio y poco poder. Los industriales y financieros sí que lo tienen (y la Iglesia). Laval, favoreciéndolos, se ha convertido, de paso, en el hombre más rico de Francia. El anciano mariscal Petain no es problema alguno. Sí puede serlo el hecho de que Laval no es un hombre popular entre el pueblo. Por eso, Laval necesita consolidar su poder con un buen tratado de alianza con Alemania... y con los Estados Unidos.

Albert Speer tiene una visión grandiosa del futuro del mundo. Admira a los británicos y, sobre todo, a la sociedad industrial norteamericana. No quiere una “guerra fría” contra estos. Por el contrario, Laval le da el modelo: un sistema político semidemocrático, que permita la pluralidad entendida como competitividad económica, que respete los sentimientos populares (la religión) y, sobre todo, que permita el avance industrial y tecnológico. Speer es un nazi, y conoce la fuerza del nazismo como ideología marcial, que considera que ha permitido la victoria alemana en la guerra. Lo que no quiere es un nazismo pujante en tiempo de paz que anule el dinamismo social.

Por supuesto, cuando Speer piensa en “sociedad”, lo hace en términos de élite dirigente, y no desea que estas élites estén limitadas por controles políticos y doctrinales por el estilo de los de Himmler.

Speer y Laval comienzan a conspirar en secreto. Por una parte, tienen que ofrecer un tratado de coexistencia a los norteamericanos, y Francia puede ser el puente entre el Reich y los Estados Unidos. Es preciso convencer a Roosevelt de que detenga la difusión de esas historias horripilantes que se cuentan sobre los judíos y el frente ruso, ¿en qué ayuda eso al futuro y a la coexistencia? Es preciso hacer aliados en Estados Unidos. La derrota (algunos norteamericanos se empeñan en llamarlo “empate”) debe hacer reflexionar a hombres poderosos de que norteamérica necesita aprender de sus vencedores, tanto como estos necesitan aprender de ellos. Parlamentarismo, incluso pluralismo hasta ciertos límites, está bien, pero siempre sometidos a la funcionalidad y los intereses de las élites mejor preparadas. El mundo futuro debe ser el de aquellos que dominen los intrincados procedimientos económicos y tecnológicos de la sociedad moderna. Speer piensa en una confederación planetaria de ingenieros, industriales, economistas, eruditos, artistas. Los militares y los demagogos ya han cumplido. Las masas disponen ya de paz y trabajo. Religiones y nacionalismo cumplen su misión de propaganda proporcionando la cohesión social imprescindible. Speer piensa en una utopía futurista digna de HG Wells que aune la solidez del Estado nazi con el dinamismo de la plutocracia norteamericana.

Laval, por su parte, piensa en mantenerse en el poder y seguir siendo el hombre más rico de Francia. Para ello, necesita que el Reich no decida destruir a los franceses, que vea la utilidad que puede proporcionarles este país republicano, burgués y económicamente desarrollado como puente que una ambos lados del Atlántico. Himmler y las SS pueden tener ese objetivo. Pueden, por ejemplo, promover una revuelta musulmana antifrancesa en Argelia, o incluso provocar a España e Italia a una guerra local. Por eso Laval necesita de amigos en Alemania.

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Mensaje por Eriol » Mié Jun 24, 2009 10:46 pm

Maximus seria mui interesante que pusieras toda la historia en un mismo hilo post.Desde luego que te las curras!!Mis mas sinceras felicitaciones
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Sgt.Steiner
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Mensaje por Sgt.Steiner » Mié Jun 24, 2009 11:04 pm

Hay algo con lo que no estoy de acuerdo, dudo mucho que tras la guerra Hitler este aburrido y vea realizado su sueño. La guerra era el primer paso, tenía infinidad de planes para la posguerra. También la paz con la unión soviética me parece imposible en el imposible que has planteado. Hitler no permitiría a Stalin o al partido comunista ruso en general seguir gobernando rusia. Estoy de acuerdo en que Speer ganaría enteros en la política alemana frente a Himler.
Lo demás es más o menos coherente sí las circunstancias históricas hubiesen sido propicias.

Lo que si me parece inaceptable es la paz de los EEUU, una vez empezada la guerra ningún militar americano se rendiría en esas condiciones, sin el territorio nacional amenazado y con posibilidades por el potencial económico de continuar la guerra con opciones a ganarla. Los políticos no podrían hacer nada con la presión de todo el estado mayor americano indicándoles lo contrario.
"Nunca daría comienzo a una guerra injusta, pero tampoco daría por finalizada una legítima, excepto derrotando a mis enemigos." Carlos XII de Suecia.

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Mensaje por Eriol » Mié Jun 24, 2009 11:09 pm

Stalin estaba tentado de aceptar una paz incluso en la primavera del 43.Por lo que por que no aceptarla en las condiciones aqui narradas.
Y sobre el tema de la poblacion americana siempre esta el tema de que las elecciones presidenciales eran,por asi llamarlas,las que marcaban el destino del pais,puesto que dependiendo de los resultados de la la guerra(malos en este caso) votarian a un aislacionista,o sea paz o si eran buenos,como en la realidad,segurian en ella.
Saludos!
Una vision; un propósito;un sueño...Siempre.

maximus

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Mensaje por maximus » Vie Jun 26, 2009 9:07 am

dudo mucho que tras la guerra Hitler este aburrido y vea realizado su sueño. La guerra era el primer paso, tenía infinidad de planes para la posguerra
Confieso que especular sobre cuál sería la actitud de Hitler una vez alcanzada la victoria es desde luego gratuito. La psicología de Hitler sigue confundiendo a los estudiosos. Yo, personalmente, elijo la opción de ver a Hitler como una especie de "maniaco-depresivo" (no en el sentido clínico). Recordemos cómo se va de vacaciones después de su victoria en Francia y su crisis de desánimo en Agosto de 1941, en plena invasión de Rusia. También está el dato sorprendente de que no se interesa realmente por la política hasta cumplir los 30 años y en buena parte es por azar, porque necesita quedarse en el ejército para poder comer y unos oficiales le ofrecen trabajar como agente de información y propaganda. Recomiendo a todo el mundo la peli "Max" de Menno Meyjes, en la que se especula qué hubiera pasado si entonces un mecenas de las artes hubiera visto talento en él y lo hubiera alentado a convertirse realmente en pintor. Nada que ver con Napoleón.

Yo personalmente no sé mucho de los planes de Hitler para la posguerra. Él no había planeado una guerra mundial. Su plan era unir los pueblos germánicos (Alemania, Austria, Suiza, Paises Bajos, Escandinavia), someter Europa del Este, imponer la supremacía alemana en toda Europa y, tal vez, tras eliminar a los judíos, erradicar también el cristianismo. Si alguien sabe más, por favor que lo ponga aquí, pues es tema de "Historias alternativas".

Sobre el papel de Speer, se ha dicho de todo, desde que era el amor secreto de Hitler (creo que esta idea la desarrolló Joachim Fest) o desde que los mismos jerarcas nazis respetaban en él la brillantez y eficiencia arquetípicamente alemanas de las que ellos, pobres frikis, carecían. También depende de cómo se hubiera conseguido la victoria. Como yo especulo que finalmente Alemania puede ganar la guerra de desgaste (capturando el Mediterráneo y evitando en el último momento el desastre de Stalingrado), su protagonismo, como organizador de la industria militar, se hubiera sumado a sus otros atractivos, sobre todo a su importancia en los planes de reconstrucción urbanística tras los bombardeos aliados.

Espero no haberme dejado influir por la imagen que el mismo Speer trató de dejar de sí mismo tras la guerra. Yo veo a Speer como el tecnócrata por antonomasia y, en 1944, con las bombas volantes, los aviones a reacción y la bomba atómica en camino, todo parecería favorecer una opción tecnocrática para el nazismo, tema al que Hitler quizá fuese, como mínimo, indiferente. Otra cosa es que lo hubiese conseguido, ya que el Partido Único, el NSDAP, no querría renunciar al poder. Por eso pienso que al final la cosa la tendrían que decidir el mismo Hitler y el poderoso ejército.

maximus

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Mensaje por maximus » Vie Jun 26, 2009 9:26 am

Sobre Estados Unidos, yo pinto un renacimiento del "aislacionismo" tras su lógico hundimiento junto con los buques de la bahía de Pearl Harbour. La guerra de Vietnam nos demostró que los norteamericanos tenían un límite de la resistencia determinado en cuanto a soportar sangrías de jóvenes soldados. De hecho, hasta finales de 1944 los norteamericanos no tuvieron que padecer muchas bajas y para entonces, con la victoria a punto, no era momento para volver al aislacionismo.

Yo especulo que los alemanes derrotarían a los americanos primero en Torch (finales 1942, principios 1943) gracias a enviar al estrecho de Gibraltar el ejército que tenían preparado para invadir la Francia de Vichy. Después los volverían a derrotar (siempre junto a los británicos) en Egipto, en el verano de 1943, cerrando el mediterráneo. Y otra vez unos meses después, expulsándolos del último reducto del mediterráneo (Palestina y Siria). Para cuando los volviesen a derrotar en Irak (cruzando el desierto sirio y adentrándose en Asia) estaríamos en la primavera de 1944, serían ya cuatro derrotas seguidas, con bastantes decenas de miles de bajas y siempre retrocediendo. La opinión pública norteamericana no soportaría eso y 1944 era año electoral. Sería inevitable que el aislacionismo renaciera y probablemente Joseph P Kennedy sería, dentro del Partido Demócrata, la figura prominente de estos. Recordemos que Papi Kennedy perdió su carrera política cuando, siendo embajador de Estados Unidos en Gran Bretaña, abogó por un acuerdo mundial entre Esrtados Unidos y el Reich, incluso pasando por encima de los británicos. Y perdió mucho en la apuesta, porque hacia 1938 se barajaba su nombre como candidato a la vicepresidencia.

Ahora bien, ¿el armisticio ("Paz con Honor") hubiera implicado una amistad de los aislacionistas norteamericanos con los nazis? No necesariamente. Igual que Francia siempre seguiría siendo republicana, norteamérica nunca dejaría de ser demócrata. Imagino las elecciones presidenciales de noviembre de 1944 como de las más tensas de la historia del país, con opciones "aislacionistas" y "antinazis" enfrentadas y el fantasma incluso de una guerra civil como la de 1861 (cuyo origen también estuvo en las elecciones presidenciales que ganó Lincoln). Así que es probable que un Kennedy victorioso (porque la mayoría querría la paz), vicepresidente que querría ser heredero del enfermo Roosevelt, trataría de compensar a los antinazis con una política favorable a las libertades y a las minorías raciales. Apoyar a la vencida Gran Bretaña y rearmarse frente al monstruo de la Europa continental. O sea, una guerra fría. De ahí se me ocurre que Laval y Speer quisieran corregir eso, porque no convendría a su opción de autoritarismo pragmático.

Eso sí, en esta historia, el comunismo habría sido borrado del mapa. En lo que quedase de Rusia, avasallada a los nazis, imperarían formas autoritarias "tradicionales".

En cuanto a los militares norteamericanos, puesto que no habrían podido lograr la victoria, también hubiesen carecido de poder político. Quizá Mac Arthur, que sí habría logrado vencer a los japoneses (imagino que las condiciones de paz para Japón habrían sido por el estilo de las de Versalles para Alemania en 1919).

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