ANÁLISIS: EL GENERALATO ALEMÁN.

Todos los personajes de la Segunda Guerra Mundial

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ANÁLISIS: EL GENERALATO ALEMÁN.

Mensaje por EL TIPO » Sab Ene 07, 2006 11:59 am

Saludos, Foristas!

No estando muy seguro sobre en qué Topic postear este análisis, decidí por hacerlo acá. Ya me dirán si corresponde o no.

A continuación expongo, a vuestra crítica, un análisis de este tan polémico grupo de militares...

Para una evaluación general del estándar del generalato alemán entre 1939 y 1945 es necesario captar el hecho de que hasta otoño de 1941 los hombres del ejército alemán y sus comandantes estaban aprendiendo la técnica de la moderna guerra mecanizada. Este considerable período –desde la invasión de Polonia hasta el comienzo del gigantesco movimiento de pinza de Kiev- enseñó muchas lecciones que no podían ser aprendidas de otra manera por los generales en el campo de batalla.
La pregunta :”¿quién fue el mejor general alemán de la Segunda Guerra Mundial?” carece de significado, y la única respuesta posible es :”¿Mejor en qué?” El bloque de construcción básico del ejército alemán, como con cualquier otro, fue la división. Por encima de él estaba el cuerpo, por encima el ejército, y por encima el grupo de ejército. Todos estos niveles eran mandados por generales, y es preciso hacer otra distinción básica entre la infantería y las tropas acorazadas, el mando de las cuales requería cualidades muy diferentes.
Las tácticas panzer, tal como fueron llevadas a la perfección por el ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial, fueron el ingrediente vital el éxito. Dos nombres surgen automáticamente como brillantes comandantes panzer de división: Rommel, por su soberbia actuación con la 7ª división Panzer en la Campaña Occidental de 1940; y el general Hermann Balck, un veterano general Panzer que sirvió en todos los frentes aparte el del norte de África y el de Italia , ascendiendo finalmente al mando del Grupo de Ejército “G” en el Oeste. Quizás el momento más espléndido de Balck fue su contraataque con la 11ª división Panzer en el invierno de 1942-43, después del cerco soviético al 6to ejército en Stalingrado, cuando su división frenó el avance soviético hacia Rostov.
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Mensaje por EL TIPO » Sab Ene 07, 2006 12:00 pm

COMANDANTES DE CUERPO

Ascendiendo por la cadena de mando hasta el nivel de comandante de cuerpo panzer, resulta fácil destacar a Guderian, Kleist, Reinhardt y Hoepner, todos los cuales ascendieron a altos mandos. Puede afirmarse casi con toda seguridad que el auténtico “techo” operativo de Rommel fue el de comandante de un cuerpo panzer, un papel en el cual podía ejercer sus brillantes cualidades como líder en la línea del frente. Además, Rommel fue bien servido en África por una serie de capaces comandantes para el Afrika Korps , el más famoso cuerpo panzer de la Segunda Guerra. Estos incluyeron a Cruewell, Nehring y Bayerlein.
En los primeros dos años de la guerra, las divisiones Panzer entraron en acción como Panzergruppen (grupos panzer), ascendidas al status de Panzerarmee (ejército panzer) en el invierno de 1941. Como comandante de un Panzergruppe, el récord de Rommel fue irregular. Resultó derrotado en su primera batalla en la lucha “Cruzado” en noviembre-diciembre de 1941, retrocedió brillantemente para recuperar Bengazi en enero de 1942, y obtuvo su mayor victoria en Gazala y Tobruk en mayo. Luego no consiguió mantener la iniciativa en El Alamein, y se vio obligado a luchar alli con todas las posibilidades en contra en octubre y noviembre. Su retirada de los supervivientes del Panzerarmee Afrika a Mareth fue maestra, como también lo fue la estrategia tras su ataque a Kasserine en febrero de 1943. Estas dos últimas operaciones, sin embargo, fueron libradas con unas fuerzas considerablemente reducidas y se resolvieron con su resonante derrota en Médenine el 6 de marzo del 43 .
Como contraste, hubo un genuino brillar tras la asociación de Hoth y Guderian durante la invasión de Rusia, con Hoth yendo de fuerza en fuerza con el 4 Panzerarmee mientras Guderian caía en el eclipse de la desgracia temporal. También Kleist se las arregló bien con el 1er Panzerarmee, sobre todo en los espectaculares avances a través de la estepa del Kubán, en 1942.
La infantería fueron los héroes no cantados del ejército alemán, y su historia queda resumida por el general Heinrici, un discreto maestro de las tácticas defensivas de infantería que ascendió al mando de un ejército y a quien se le confió la poca agradecida tarea de defender el frente del Oder en marzo-abril de 1945. Los principales generales de infantería al final de la guerra tenían una cosa en común: habían pasado años intentando hacer lo imposible en Rusia, manteniéndose contra lo imposible cuando cualquier defensa parecía utópica. Una de las más notables gestas defensivas ocurrió durante la ofensiva de invierno soviética de 1941-1942, cuando 100.000 hombres del III cuerpo del 16º ejército, mandados por el generla Graf von Brockdorff-Ahlefeldt, sobrevivieron a un cerco completo desde el 8 de febrero hasta el 12 de abril. Más al sur, un grupo de combate al mando del general de división Scherer, de unos 5000 hombres, resistió desde el 28 de enero hasta el 5 de mayo, en cuya fecha las fuerzas efectivas de combate de Scherer se habían reducido a 1200 hombres.
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Mensaje por EL TIPO » Sab Ene 07, 2006 12:01 pm

LOS MEJORES Y LOS PEORES

Los nombres que siempre llegaban a las cabeceras de los periódicos eran los de los comandantes de los grupos de ejército, y de éstos es justo decir que los más capaces llegaron a la cima al final. Fueron los hoscos y duros profesionales sin los cuales Hiter nunca hubiera podido llegar a hacer nada, hombres como Bock, Leeb y Rundstedt, Busch y Huechler, Weichs y List. Por pura longevidad –sin mencionar el número de veces que Hitler lo depuso y volvió a reponer- el premio debe de corresponder a Rundstedt. Pero dos comandantes de grupos de ejército destacan por encima del resto: Manstein y Kesselring.
Manstein, un recio comandante de cuerpo panzer por derecho propio, como demostró con el grupo de Ejército “Norte” durante los estadios iniciales de “Barbarroja”, fue el hombre que originó el revolucionario plan “Guadaña”, que abrió en canal el frente Aliado en el Oeste. Como comandante de un ejército en Crimen, se ganó el bastón de mariscal de Campo tomando Sebastopol en julio del 42. Pero su principal mérito para la fama fue el descubrimiento de la única forma de estrategia que dio al ejército alemán una posibilidad en Rusia: ceder la iniciativa al Ejército Rojo y luego cortar con decisión los tentáculos que penetraban en el frente alemán. Su momento más esplendido fue ciertamente la recuperación de la casi catastrófica situación creada por la penetración en Stalingrado en el invierno de 1942-43, cuando no solo detuvo la retirada alemana, sino que lanzó una contraofensiva imponente que sólo fue detenida por el barro de la primavera. Todo lo ganado se vio entonces comprometido, pese a sus súplicas, por la mal aconsejada ofensiva contra el saliente de Kursk en julio del 43. En 1940 la adopción de las ideas de Manstein había conducido a una de las mayores victorias en la historia alemana. Si su estrategia para el Frente Oriental hubiera sido capaz casi con toda seguridad de retener lo ganado en Rusia al oeste del río Dnieper.
Kesselring fue único en el sentido que fue el único general de la Luftwaffe a quien se le confiaron extensas operaciones en tierra. Hasta finales de 1941 había estado mandando su Luftflotte (flota Aérea) en apoyo de los grupos de ejército. Su papel en el mediterráneo empezó como comandante del aire y oficial jefe de aprovisionamiento para apoyar a Rommel en Africa. En este cometido pudo asegurar Tunicia para la retirada de Rommel, y formar un ejército completo allí en el invierno de 1943. Se negó a desperdiciar tropas alemanas en una fútil defensa de Sicilia; y sus éxitos en defender el sur y el centro de Italia mantuvieron a los Aliados fuera del valle del Po durante 19 meses. La guerra terminó en un caos para Kesselring: Hitler lo sacó de Italia y lo nombró comandante en jefe del Oeste, cuando los Aliados ya se habían lanzado a través de Alemania Occidental. Pero ciertamente se ganó todo el respeto por su iniciativa y flexibilidad en situaciones aparentemente desesperadas.
Model fue otro notable comandante de grupo de ejército en el sentido de que fue uno de los pocos en los que Hitler confiaba. Su apodo era “el bombero del Führer” debido al número de consternantes situaciones, desde la Batalla de Moscú en adelante, que había conseguido sofocar. Un caso típico fue la velocidad con la cual reaccionó a la Operación “Huerto de Legumbres”, o Market Garden, el ataque aerotransportado contra Arnhem en setiembre de 1944. El final de Model fue triste: atrapado en la enorme bolsa del Ruhr en abril del 45, se disparó un tiro antes que rendirse.

Frente a todo este profesionalismo, sin embargo, hubo muchos casos donde los nombramientos clave fueron puestos desastrosamente en las manos equivocadas. Quizás el más notable fue el de Paulus, el comandante del 6º ejército, que se rindió en Stalingrado. Paulus había demostrado ser un oficial de estado Mayor ccapaz, y su nombramiento para el 6º ejército en la ofensiva de Stalingrado le proporcionó el mando más fuerte de todo el Frente Oriental, que utilizó absolutamente mal. Paulus no fue en absoluto el único general en la guerra moderna que vio su historial manchado por el problema de tener que tomar una ciudad calle por calle, pero tuvo un buen número de subordinados capaces que le dijeron qué era lo que estaba haciendo mal. Puede excusársele por haber tomado al pie de la letra la promesa de que su cercado ejército sería adecuadamente aprovisionado. Pero nada puede excusar sus titubeos, su negativa a aceptar que el 6ºEjército no iba a recibir los suministros tan generosamente prometidos, y no tomar la decisión de abrirse camino luchando antes de que fuera demasiado tarde. Desesperadamente, Hitler nombró a Paulus Mariscal de Campo, aferrándose al hecho histórico de que ningún Mariscal de Campo alemán se había rendido nunca; pero Paulus firmó su inevitable capitulación 48 horas después de su ascenso.
La corte política nazi fue la responsable del más desastroso –por no decir ridículo- nombramiento de la guerra: el del ReichsFührer SS Heinrich Himmler, para mandar el optimísticamente denominado Grupo de Ejército “Vístula” que debía retener el frente del Oder en marzo del 45. Himmler carecía totalmente de aptitudes para el mando militar en todos sentidos, y su mal manejo del frente sólo fue remediado en los últimos momentos por Heinrici, con una valerosa pero condenada defensa sobre el Oder cuando Zhukov y Koniev atacaron el 16 de Abil.
Debe mencionarse tambien al mas joven y más especializado ejército de la Wehrmacht: las fuerzas aerotransportadas. Estas fuerzas, ya fueran transportadas por aviones de transporte o por planeadores, o dejadas caer en paracaídas, terminaron la guerra con un impresionante récord de agresivo valor. En el general Kart Student (que colaboró tambien con Model para ganar la batalla de Arnhem), el brazo aerotransportado del ejército alemán tuvo un decisivo y enérgico lider que comprendió su tarea y la hizo bien. A destacar entre los comandantes de división del brazo aerotransportado hay que citar al general Heidrich, cuyos paracaidistas tuvieron una espléndida actuación en la larga defensa de Montecassino. Y otro general del más alto calibre fue el principal especialista en guerra de montaña del ejército, el coronel general Dietl, vencedor en Narvik, en 1940. Dietl pasó la guerra muy apartado de los focos, mandando las tropas alemanas en el lejano Norte. El suyo fue un decidido olvido por parte del OKW. Los talentos de Dietl hubieran tenido un mucho mejor uso en el Cáucaso o en Tunicia, mientras que Kesselring lo hubiera hallado valiosísimo en Italia.
Se dice que Napoleón se quejaba de que, una vez había elevado a sus mariscales a la cumbre de su profesión, éstos se mostraban más preocupados por sus recién halladas riquezas que por servir al Imperio Francés. En general, Hitler no hubiera podido plantear estas acusaciones contra sus generales en la S.G.M., pero hubo ciertamente una llamativa excepción: el mariscal Von Kluge, un recio comandante de ejército que ascendió a comandante de grupo de ejército. Kluge, un hombre pomposo y susceptible, no estuvo por encima de aceptar sustanciosas recompensas monetarias de Hitler, un hecho que los miembros de los conspiradores anti-Hitler en su estado mayor usaron para sacudir su conciencia mientras intentaban sin éxito que Kluge les ayudara. Tras el fracaso del “complot de julio” de 1944, Kluge se suicidó tras redactar una nota en la que afirmaba su lealtad a Hitler. Por aquel entonces, ya había perdido el favor de éste, debido a su incapacidad de controlar la penetración Aliada de Normandía, y sabía muy bien que la GESTAPO estaría tras su rastro una vez empezaran a acorralar a los demás miembros de la conspiración. Kluge, un hombre extraño y complejo, permanece aparte de los demás generales que favorecieron en secreto la idea de librarse de Hitler, pero se negaron a actuar en contra de el.
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Mensaje por EL TIPO » Sab Ene 07, 2006 12:02 pm

LA FURIA DE HITLER.

Todos los hombres mencionados arriba, y cualquier otro general en activo hasta nivel de división, sabían que tenían una cosa en común. Ninguno de ellos estaba exento de los insultos que ponían los nervios de punta y con los que Hitler atosigaba constantemente al cuerpo de oficiales. Esto podía tomar la forma de una sesión de gritos cara a cara, una despectiva reprimenda, o incluso un cese por telegrama. No había excepciones.
Otra arma devastadora que usaba Hitler sin el menor escrúpulo contra sus generales era su fantástica memoria. Este don se extendía hasta los más remotos niveles. Si un general protestaba de que una tarea determinada era imposible, Hitler podía responderle preguntándole cuáles eran sus stocks de proyectiles o sus reservas de combustible…., un detalle que cualquier general dejaba normalmente a manos de su estado mayor. Hitler enumeraba entonces la cifra exacta de memoria, y normalmente, con la implicación de que el general no estaba por su tarea, conseguía lo que quería.
En general , los generales de Hitler intentaron al máximo de sus fueras servir bien a su país, y lealmente. Esto causó constantes problemas a los conspiradores anti-Hitler, que sabían que no tenían ninguna oportunidad sin el respaldo de los comandantes de campo. La mayoría de los generales creían genuinamente que sería desleal actuar contra Hitler, no tanto debido al juramento de lealtad de 1934, sino porque los enemigos de Alemania estaban todavía en armas, y, tras la conferencia de Casablanca en enero del 43, esperando una “rendición incondicional”. Así, las burlas y despectivas insinuaciones de Hitler de que el ejército no deseaba luchar, y que los generales eran un hatajo de despreciables cobardes, eran particularmente infundadas. La “total lealtad” de los generales a Hitler era un hecho incontrovertido; pero el destino de Rommel muestra cómo incluso un general que era un héroe podía ser empujado a la muerte por el Führer.
Rommel no era nazi; antes de la guerra tuvo que renunciar al trabajo de supervisar el entrenamiento militar de las juventudes Hitlerianas, debido a su incapacidad de trabajar con el líder de las Juventudes, el arrogante y estúpido Baldur von Schirach. Pero cuando llegó la guerra sirvió bien a su país. Durante la campaña polaca mandó la guardia personal de Hitler, y luego se trasladó al mando de la 7º división Panzer (un interesante comentario, incidentalmente, sobre los nombramientos panzer en los primeros meses de la guerra, puesto que la experiencia de Rommel en la Primera Guerra Mundial había sido con la Infantería). En julio de 1942, recién promovido a Mariscal de Campo, no pudo actuar mal frente a Hitler. Es decir, no hasta que intentó llamar la atención sobre el desesperado caso del Panzerarmee en El Alamein. Hitler envió a Rommel una orden de “resistir a toda costa”, que concluía :”En cuanto a sus tropas, no puede mostrarles usted otro camino más que la victoria….o la muerte”. Tras el shock inicial de este insensible golpe, Rommel experimentó 18 meses de creciente desilusión, que no le impidió dar todo lo que tenía de sí, y sufrir una herida casi fatal en la infructuosa defensa de Normandia. Implicado en el “complot de julio”, Rommel recibió la oferta de Hitler de un suicidio honorable y un funeral con todos los honores en vez de un juicio público presidido por dos generales compañeros, Burgdorf y Maisl. Eligió tomar el veneno. Se anunció que había muerto a causa de las heridas sufridas en Normandía.
Un famoso axioma del generalato dice que “ningún comandante puede ser considerado un gran general a menos que haya conducido una peligrosa retirada”. El cambio de la marea dio a todas luces a los generales de Hitler muchas oportunidades de exhibir sus habilidades en esa dirección después de 1942. La retirada de Rommel de El Alamein a Mareth sigue siendo un clásico; lo mismo que la firme retirada de Kesselring península italiana arriba. Pero Hitler tendía a dar a sus generales poca o ninguna oportunidad de actuar correctamente frente a situaciones desesperadas. Impulsado por el éxito de su orden de “resistir” durante la Batalla de Moscú, que fue lo que mantuvo en existencia el Frente del Este, tendió cada vez más hacia la histérica creencia de que la panacea para evitar la derrota era no retirarse nunca. Así, en noviembre del 41, cesó a Rundstedt por retirarse de Rostov a la línea del río Mius, y lo reemplazó por Bock, pero no tardó en completar la retirada. Las 18 divisiones supervivientes del grupo de Ejército “Norte”, retirándose a través de los estados del Báltico en su larga retirada de Leningrado, eran terriblemente necesarias en el frente del Oder; Hitler se negó a sacarlas por mar cuando quedaron aisladas en Curlandia. Lo máximo que permitió jamás lo hizo a unos pocos favorecidos como Model o Manstein en sus repentinos nombramientos a “frentes de desastre”, sectores que nunca se hubieran visto en una situación tan seria si Hitler hubiera permitido a los comandantes iniciales usar su iniciativa. Cientos de miles de tropas irremplazables fueron desperdiciadas entre el verano de 1943 y el fin de la guerra, aisladas irremediablemente en bolsas rodeadas o lo que Hitler gustaba en llamar “posiciones fortaleza” (estas últimas, ciudades que Hitler no podía soportar perder sin lucha).
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Mensaje por EL TIPO » Sab Ene 07, 2006 12:04 pm

¿CÓMO TRABAJARON LOS GENERALES DE HITLER, DOTADOS COMO ESTABAN DE SUS ESTILOS INDIVIDUALES, EN EQUIPO?

La personalidad tuvo mucho que ver en ello. Se crearon duraderas enemistades debido a la fricción de las primeras campañas entre los generales panzer, que odiaban verse atados a la infantería, y los generales de infantería, que se resentían de tener que librar toda la pesada lucha mientras los panzers se lanzaban a la carrera allá adelante. La enemistad entre Guderian y Kluge es un clásico. La abrasiva personalidad de Kluge ofendió también a Rommel, en el verano del 44, cuando éste se hizo cargo como comandante en jefe del Oeste, freso de Rusia, y penetró en el cuartel general del último en medio de la batalla de Normandía diciendo que ahora Rommel tendría que acostrumbrarse a recibir órdenes. Pero Kluge fue, como hemos visto, un carácter excepcionalmente complejo. En general, el sistema funcionó bastante bien. Los principales generales –Manstein, Model, Rundstedt y Kesselring- nunca tuvieron ningún problema en conseguir el respeto profesional y la lealtad de sus subordinados. Y todos los comandantes de campo tuvieron un vínculo común de lealtad hacia los aduladores del OKW, lo cual también ayudó.
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Mensaje por EL TIPO » Sab Ene 07, 2006 12:06 pm

En último análisis resulta seguro decir que los ejércitos combinados de Gran Bretaña, los dominios y el Imperio Británico, los Estados Unidos y la Unión Soviética, puestos juntos, fracasaron en producir una cosecha tan inmensa de generales de gran talento como de la que alardeó el ejército alemán. Los logros de los generales de Hitler en campaña fueron formidables. El que consiguieran algo frente a la megalomanía de Hitler fue positivamente sorprendente.

DANKE UND TSCHÜSS!
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