Intersantísima mujer que fue condecorada con la Orden del Imperio Británico y la Cruz de Guerra francesa. Hago unas pequeñas contribuciones sobre esta heroina:
Aqui aparece en el Cuadro de Honor del SOE:
http://www.specialforcesroh.com/browse. ... ardid=2414
Aquí va otra foto sacada de la Wiki:
Este es el cementerio donde está enterrada, cerca de Londres, por si alguien quiere ir a llevar flores a su tumba:
http://www.findagrave.com/cgi-bin/fg.cg ... d=1963391&
Entresaco algunos párrafos del libro "Mujeres Espias",de Laura Manzanera, sobre Christine ( Fuente:
http://www.elpais.com/articulo/reportaj ... grep_6/Tes)
"La mujer que más tiempo sirvió en el SOE [Special Operations Executive], convirtiéndose en agente secreta meses antes de que éste se crease, fue para muchos la mejor representante de los servicios secretos británicos durante la II Guerra Mundial: Christine Granville. Entre sus hazañas, saltó en paracaídas en numerosas ocasiones, atravesó los montes Tatra esquiando para infiltrarse en Polonia, organizó grupos de resistencia por toda Francia y combatió codo con codo con los maquis; no dudó en sobornar a militares, lideró equipos de sabotaje y de fugas, y burló varias veces a la temida Gestapo, arrebatando de las mismísimas fauces de la muerte a algunos de sus camaradas.
Una de sus mayores proezas tuvo lugar en agosto de 1944. Un día de dicho mes, el comandante alemán Fritz Harlan, jefe de prisiones, se sentía satisfecho porque habían dado caza a tres destacados espías: el coronel Cammaerts, de Scotland Yard; el capitán Sorensen, del servicio secreto estadounidense, y el comandante Zane Fielding, detenidos en un control cuando viajaban camuflados en un vehículo de la Cruz Roja. Iban a ser fusilados a las 6.30 del día siguiente y la Resistencia no tenía tiempo de montar un operativo de rescate.
Harlan estaba sumido en sus pensamientos cuando sonó el teléfono y le comunicaron que una extranjera insistía en verle. Se trataba de una guapa muchacha morena que, en un perfecto alemán, dijo venir de Londres y ser sobrina nada menos que del mariscal Bernard Montgomey, que había derrotado a Rommel en El Alamein (Egipto). Ante la estupefacción de Harlen, a quien aquella situación había provocado la risa, la joven, muy seria, le exigió la inmediata entrega de los tres prisioneros británicos, citando sus respectivos nombres. Si aceptaba, su vida sería respetada cuando las tropas aliadas llegasen, afirmando que no tardarían demasiado en hacerlo. ¡Aquello era demasiado! Como única respuesta, el comandante le dijo que estaba loca, pero ella, fría como el hielo, siguió insistiendo y se atrevió incluso a amenazarle: "Si los tres mencionados prisioneros o yo sufrimos el menor daño, todos los alemanes de esta prisión, con usted al frente, serán irremisiblemente ahorcados tan pronto sea ocupado este país". Su interlocutor no aguantó más la incertidumbre y le preguntó quién era: "Soy una espía inglesa", fue la escueta contestación. Él entonces empezó a encolerizarse, pero ella continuaba hablando en el mismo tono severo, con una seguridad pasmosa. Para convencerle de que no mentía, le dio detalles sobre la situación en que se hallaba la guerra en los distintos frentes y que Montgomery estaba ya muy cerca de donde ellos se encontraban. Para acabar, repitió una vez más su ultimátum.
Harlan empezó a mostrarse preocupado, incluso algo asustado. Alemania no estaba en aquellos momentos en una situación fácil, y Hitler ya no hablaba de triunfo, sino, simplemente, de resistir. Finalmente, tras once horas reunidos, decidió acompañar a la muchacha a la celda donde se hallaban los tres prisioneros, que fueron liberados enseguida.
Aquella mujer tan decidida que había logrado engañar a uno de los gerifaltes nazis era la condesa polaca Kristina Skarbek, más conocida por su nombre de guerra, Christine Granville, cuya probada sangre fría y sus conocimientos de diez idiomas la convirtieron en una de las piezas más valiosas de los Servicios Especiales. (...)
Además de actuar en Francia, Christine también estuvo destinada en Italia, donde un buen día se topó con una patrulla alemana. Cuando le ordenaron levantar las manos, obedeció, pero lo hizo sosteniendo en una de ellas una granada: "¡No se muevan o saltamos todos hechos pedazos!". Gracias a su capacidad de improvisación, ella y su compañero pudieron escapar. Y fue en una misión en Budapest donde se encontró con el héroe polaco Andrzej Kowerski, conocido en el SOE como Kennedy, que se convertiría en el gran amor de su vida y con quien se dedicó a organizar vías de escape de Polonia.
Cuando los alemanes firmaron la capitulación, en mayo de 1945, Christine se encontraba en Londres y no se alegró en absoluto con la noticia. "¿Qué clase de paz es ésta? Mi patria se halla bajo la bota rusa. ¡Para Polonia no ha habido liberación, sino sólo un cambio de opresores!". (...)"
Desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena. La felicidad la hace solamente uno mismo con la buena conducta. ( Atribuida a Socrates)