Pío XII

Todos los personajes de la Segunda Guerra Mundial

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ignasi
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Pío XII

Mensaje por ignasi » Mié Nov 23, 2005 12:33 am

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Pío XII, nacido Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli (2 de marzo de 1876 – 9 de octubre de 1958), reinó como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica y Soberano de la Ciudad del Vaticano desde el 2 de marzo de 1939.
Pacelli fue ordenado sacerdote católico en abril de 1899. Entre 1904 y hasta 1916 fue asistente del Cardenal Gasparri en su codificación del Código de Derecho Canónico. El Papa Benedicto XV lo nombró en abril de 1917 Nuncio Apostólico (embajador) en Baviera, consagrándole obispo el 13 de mayo de 1917. Aquel fue el día de la primera aparición de la Virgen (por quien Pacelli sentía una devoción especial) en Fátima. En junio de 1920 fue nombrado Nuncio Apostólico ante la República Alemana de Weimar. Desde esa nunciatura, en una carta de 1923 al Secretario de Estado del Vaticano denunció el movimiento nacional-socialista como anti-católico y anti-hebreo. También remarcaba que el obispo de Munich había condenado actos de persecución contra los judíos bávaros.
El 16 de diciembre de 1929 fue nombrado Cardenal por Pío XI, y el 7 de febrero de 1930 pasa a ocuparse de la diplomacia vaticana al ser nombrado Cardenal Secretario de Estado, y en 1935 fue nombrado Camarlengo de la Santa Sede. Durante la década de los 30, el Cardenal Pacelli negoció con éxito los concordatos con Austria, Baviera, Prusia y Baden; asimismo realizó bastantes visitas diplomáticas en Europa y América, incluyendo una extensa visita a los Estados Unidos en 1936.
En junio de 1933, Hitler firmó un acuerdo de paz con la mayor parte de Europa, llamado el Pacto de las 4 Potencias. En julio, el Secretario de Estado de Pío XI, Eugenio Pacelli, firmaba el concordato con Alemania, mientras que por Alemania lo firmaba el Ministro de Exteriores, von Papen. Poco después, Alemania firmaría acuerdos similares con la Iglesia Protestante de Alemania. La firma del Reischskokordat fue una controversia, puesto que le daba una importante aceptación internacional al régimen hitleriano. En la encíclica publicada el 3 de Junio, Dilectissima Nobis, Pío XI protestaba contra la política anti-eclesial de la española, señalando que la Iglesia no había tenido problemas en relacionarse con instituciones civiles de todo tipo. Los defensores del concordato afirman que era un intento de proteger la Iglesia de las políticas anti-eclesiales del nuevo gobierno, mientras que los críticos afirman que situaba la Iglesia Católica demasiado cerca del nazismo. Tanto Hitler como Pacceli lo vieron como una victoria (Hitler afirmó ante el Reichstag que se había creado una esfera de infliencia especialmente significativa en la urgente lucha ante la judería internacional; Pacceli respondió en L’Osservatore Romano que en absoluto representaba una aprobación del nacionalsocialismo, y mucho menos una aprobación moral, tratándose solo de una protección de la legislación de la Iglesia) A este, siguieron los concordatos con Yugoslavia (1935) y Portugal (1940).
Pese al Concordato alemán firmado 1933, entre 1937 y 1939 el Papa Pío XI hizo 3 docenas de reclamaciones oficiales al gobierno nazi, que fueron esbozadas por Pacelli, que muestran cómo gradualmente observaban la gravedad de la amenaza nazi y el uso partidista que hacían del concordato; hasta llegar a la cúspide de la condenación de la ideología hitleriana y la política eclesial fue la encíclica Mit Brennender Sorge de 1937 (compuesta por el Cardenal Pacelli)
Tras la muerte de Pío XI, el Cardenal Pacelli fue elegido Papa el 2 de marzo de 1939, el primer día del cónclave. Su pontificado empezó en vigilias de la II Guerra Mundial. Al igual que su predecesor veía como el enemigo público nº 1 al comunismo soviético, y no al nazismo o al fascismo (estuvo en Munich durante el alzamiento comunista de 1919, siendo amenazado por un grupo de revolucionarios. Salió airoso, pero la experiencia le marcó para siempre con un profundo temor al socialismo en todas sus formas). Asumiendo el papel del Papado como líder espiritual de todas las naciones, consagró sus primeros meses en el cargo a un esfuerzo inútil en pro de la paz (“Nada se pierde con la paz, pero todo puede perderse en la guerra”) pero durante la guerra, siguió una política de neutralidad, del mismo modo que la del Papa Benedicto XV durante la Gran Guerra (si bien esta era una guerra muy distinta a la guerra del 14-18).
Anhelando una paz negociada, y reconociendo la imposibilidad mientras Hitler siguiera con vida, actuó personalmente como intermediario en 1940 entre los aliados y un grupo de conspiradores de la Werhmatch que planeaban asesinar al Führer; ocultando sus acciones incluso a sus asesores más próximos por la posible inmoralidad de todo ello.
Cuando Secretario de Estado escribió al embajador británico en la Santa Sede sobre su disgusto con los nazis y su persecución a los judíos, sus procedimientos contra los oponentes políticos y del reino del terror que instauraban al tomar un país. Ya como Papa, fue su mayor dificultad. Si bien la trayectoria de la Iglesia Católica no había sido demasiado buena respecto a los judíos, sobre todo en la Europa central y oriental, la doctrina oficial de la Iglesia descartaba las teorías racistas en las que se apoyaba la política nazi.
El papel de Pío XII durante la guerra ha sido siempre una fuente de controversias: los críticos le acusan de permanecer silencioso hacia el Holocausto y otros crímenes nazis. Por contra, sus defensores argumentan que el Papa sí habló, pero que se concentró en medidas más prácticas, como esconder judíos en conventos, o establecer rutas seguras de huida, como la de Monseñor Hugo O’Flaherty (que actuaba bajo la aprobación tácita, si no implícita, de Pío XII). El 16 de agosto de 1943, la Time Magazine afirmó que Pío XII y la Iglesia Católica luchaban contra los totalitarismos de manera más conocedora, devota, autoritaria y duradera que ningún otro poder organizado”. El Vaticano dedicó grandes sumas a medidas de rescate para los judíos, e hizo cuanto pudo para proteger a los hebreos romanos (llegando a ofrecer entregar 15 de los 50kg de oro exigidos por el jefe de policía alemán en Roma como rescate de los judíos de la ciudad). Tras la apertura de las casas religiosas romanas (y el propio Vaticano) como lugar de refugio, se calcula que se cobijaron unos 5.000 judíos (una vez finalizada la guerra, el rabino principal de Roma se convirtió al catolicismo, adoptando el nombre de bautismo de Eugenio en honor al Papa)
Según publicó el diario italiano Avvenire, Hitler planeó secuestrar a Pío XII y reemplazarlo por un Papa títere que no le diera problemas (el responsable debería ser el General de las SS Karl Wolf, un veterano oficial destinado a Italia). Hitler afirmaba que “Pío XIII es el único ser humano que siempre me ha contradicho y que nunca me ha obedecido”. Pero con todo, el Papa (como buen diplomático)opinaba que una denuncia de los crímenes nazis no contribuiría en nada a ayudar a los judíos, sino que serviría para ampliar la persecución nazi a un número mayor de católicos de la Europa ocupada (además que, dado su terror al comunismo, ¿cómo denunciar los crímenes nazis y permanecer silencioso con los crímenes estalinistas?) Pero finalmente, cedió a las crecientes presiones, y en el mensaje de Navidad de 1942 incluyó lo que a él le parecía una condena clara y tajante del genocidio: pedía a los hombres que volvieran a poner la sociedad bajo el gobierno de Dios, puesto que era un deber contraído hacia los muertos de guerra, sus viudas y huérfanos, los exiliados y los cientos de miles de personas vivas o muertas o condenadas a una lenta extinción, algunas veces solo por razón de su raza o sus ancestros”. Dicha declaración provocó la cólera de Mussolini y de Ribbentrop, afirmando que el Papado había abandonado cualquier pretensión de neutralidad. A los aliados les pareció un mensaje débil, oblicuo y encriptado, cuando la horripilante realidad exigía algo mucho más directo y contundente”
En marzo de 1942, Pío XII estableció relaciones diplomáticas con el Imperio Japonés. Mientras que la guerra se acercaba a su final, el Papa abogó por una política de conciliación de los líderes aliados para prevenir los errores cometidos al final de la I Guerra Mundial. Intentó negociar la rendición alemana y japonesa, pero sus iniciativas fallaron.
Pararelamente, en el plano espiritual, durante los años de la guerra y los primeros años de posguerra, se hizo algún movimiento para la renovación de la litúrgia católica para hacerla más participativa, encaminado a una renovación del catolicismo, pero en el fondo, Pío XII era un hombre profundamente conservador, que empezó a temer que se pusieran en peligro los funamentos de la fe.
Los últimos años fueron cada vez más represivos, cortándose las alas a las nuevas iniciativas en campos como la teología y la labor pastoral, y católicos ultra-derechistas de todo el mundo (como el senador americano Joe McCarthy) se lanzaron a la lucha contra el enemigo universal: el comunismo. Los católicos de la Europa Oriental vivían bajo un régimen comunista, y las denuncias papales solo podían servir para que la vida se les hiciese más dura; pero esa lucha parecia ser más urgente en la Italia de posguerra, donde los comunistas italianos estaban cosechando haber encabezado la resistencia antifascista. Ante esta situación, el Vaticano financió ampliamente el Partido Democristiano, favoreció el estrechamiento de lazos entre Italia y los Estados Unidos y llegó al extremo de excomulgar a quien ingresara en el Partido Comunista o apoyara a los comunistas. En 1952 se llegó a favorecer una alianza anticomunista entre los cristiano-demócratas y los neofascistas (lo cual provocó una persecución a los católicos que vivian en la europa bajo influencia sovietica)
Todo ello llevó a que en Vaticano floreciera una atmósfera de sospecha y denuncia del mundo moderno, fruto de un siglo de denúncia y sospecha de la modernidad. En 1950, el Papa usó por vez primera desde su proclamación (en 1870) de su infabilidad para proclamar la docrina de la Asunción de María (si bien no entraba en las Escrituras y entraba en choque directo con las relaciones con las otras iglesias cristianas); y en 1954 canonizó al paladín de la antimodernidad, su predecesor Pio X.

Poco a poco, fue recluyéndose a un aislamiento cada vez más remoto. Rodeado cada vez más de asesores ultraconservadores y con una vida privada celosamente guardada por su ama de llaves, y rodeado de curanderos y charlatanes, se retiró a una atmósfera sofocante de exaltada piedad, exacerbada por la hipocondría. El Papa llegó a creerse que tenía algo valioso que decir sobre cualquier tema, por especializado que fuera, desquiciando la idea del Papa como maestro universal.
Murió el 9 de octubre de 1958. Uno de los últimos charlatanes que lo cuidó se encargó de su embalsamamiento. En lugar de retardar la descomposición del cuerpo, provocó el efecto contrario: el cuerpo empezó un rápido proceso de descomposición, tornádose violaceo y llegando al extremo de que le caía la nariz al cadáver, y que los olores que desprendía el eran tan fuerte, que los soldados que lo velaban debían ser relevados cada 15 minutos, ante la amenaza de que pudieran desmayarse.
El 28 de octubre de 1958 fue coronado su sucesor, Angelo Roncalli, que adoptó el nombre de Juan XXIII.

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Mensaje por Audie Murphy » Mié Nov 23, 2005 7:48 am

fue un Papa muy incapaz e indeciso en responder a las barbaries nazis, en esa época la Iglesia tuvo una actitud muy cobarde y sospechosa por la que Juan Pablo II tuvo que pedir perdón décadas más tarde; sólo movió un dedo cuando se atacó a los judíos romanos.

Es interesante para el tema visionar la reciente cinta francesa titulada "Amen"

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Mensaje por David L » Mié Nov 30, 2005 2:25 pm

La Iglesia Católica después de la IGM siempre se vió inmersa en un miedo patológico al comunismo y a su posible expansión por el mundo y en especial en Europa, para ello la política del Vaticano siempre fue acercarse mediante acuerdos a cualquier gobierno que pusiera un mínimo de freno a los revolucionarios bolcheviques, sin querer decir con esto que no tuviera relaciones, más o menos cordiales, con gobiernos que se situaran en la socialdemocracia o en el republicanismo, como fue el caso de España durante la II República de 1931 a 1936. Para dejar patente esta política del Vaticano la Iglesia Católica firmó durante los años 30 acuerdos con paises en dónde la democrácia había dejado de existir, así fue el caso de la España de Franco, la Italia de Musolinni, la Austria de Dollfuss, y por supuesto la Alemania de Hitler.

Un saludo.
Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y tendréis la guerra.

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Mensaje por ignasi » Mié Nov 30, 2005 4:33 pm

Ese miedo vaticanicio al que te refieres hacia el comunismo no nace tras la IGM, sino que es anterior. Si bien Leon XIII defendió lanzó una encíclica de contenido social (Rerum Novarum), lo cierto es que siempre se vio como una amenaza al socialismo por su supuesto ateismo, llegando al extremo de amenazar con la excomunión a los que manifestaran ideas socialistas (no estoy seguro, pero creo que fue S. Pío X).
Y comentar que se instituyó la fiesta de S.José Obrero para cristianizar la fiesta del 1 de Mayo (y como que en España durante la dictadura quedaba mal lo de "Obrero", se le llamaba "S. José Artesano") :x

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Mensaje por David L » Jue Dic 01, 2005 5:12 am

Seguramente sus orígenes son anteriores a la IGM, pero hay un hecho que marcará la política exterior vaticana, ésta no es otra que la revolución rusa de 1917.

Un saludo.
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Re: Pío XII

Mensaje por Paulaner » Vie Ene 28, 2011 5:42 pm

Poneos en su pellejo, sois el Papa, las tropas nazis están en el Vaticano, ¿qué hariaís?

Es cierto que existe bueno y malo en este Papa. En mi opinión, debió haberse "movido" más por las víctimas (de las q tenía conocimiento) que por los cimientos del Vaticano.

Pero, claro, tras la guerra estuvo el "Pasillo Vaticano". Y eso me hace recordar una escena de la película "Amén", en la cual un cardenal, en una comida, le comenta al cura protagonista (no recuerdo el nombre) que el Vaticano lleva milenios en vigor gracias a dar "pasos muy cortos y medidos". La película es muy muy clara. Os la recomiendo.

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