Adolf Eichmann
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Adolf Eichmann
El texto más conocido sobre el caso Eichmann es, naturalmente, "Eichmann en Jerusalen", de la filósofa judioalemana, Hanna Arendt, que a veces se subtitula "Ensayo sobre la banalidad del mal", explotando la afilada frase de la autora, una especie de conclusión ética sobre el asunto.
Eichmann fue uno de los principales organizadores del Holocausto, fue secretario de Heydrich en la famosa "Conferencia de Wannsee" y el mayor burócrata que jamás ha existido dedicado al asesinato de masas.
Su caso tuvo una relevancia especial porque al ser juzgado en 1961, en Jerusalen, mucho después de todos los procesos de posguerra, pudo estudiarse su personalidad y sus actos con una mayor atención y perspectiva, y con la perspectiva de los juicios anteriores.
Eichmann nació en 1906 en la industrial Renania, hijo de un alto empleado de una empresa de electricidad. De entre sus hermanos, fue el único en no alcanzar el bachillerato superior y tampoco obtuvo el título de mecánico (aunque más tarde pretendería ser ingeniero). Su padre le encontró un empleo como vendedor de maquinaria. Harto de este trabajo ingresó en el partido nazi y en la SS, en 1932 a sugerencia de Ernst Kaltenbrunner, con quien le vinculaban relaciones familiares (sus padres respectivos eran grandes amigos). Tras ser despedido de su trabajo como vendedor, en 1933 comenzó a recibir adiestramiento militar (tenía entonces 27 años). En 1934, tras llegar a la graduación de cabo, solicita y obtiene ingresar en la SD.
Destinado en el departamento de información sobre los enemigos del Estado. Comenzando con la información sobre la francmasonería, pasaría después al nuevo departamento de asuntos judíos. Según la señora Arendt, en pocos meses fue considerado el mayor experto nazi en asuntos judíos. Leyó libros sobre el sionismo, sobre Theordor Herzl (primer promotor del Estado de Israel) e incluso aprendió a leer los caracteres hebreos. También viajó a Jerusalén en cierta ocasión (entonces bajo protectorado británico) y trabó ciertas relaciones personales con dirigentes menores del movimiento sionista.
Hasta el comienzo de la guerra, la oficina de Eichmann trabajó en la línea de fomentar la emigración de los judíos de Alemania, incluso considerando la posibilidad de crear una patria para ellos en algún lugar lejano lejos de Europa (la famosa idea de Madagascar, no muy diferente a una opción por Uganda postulada por algunos dirigentes sionistas años atrás).
Sus mayores éxitos fueron obtener los medios que facilitaran la emigración judía. Esto se lograba, principalmente, extorsionando a los judíos ricos para que financiaran la emigración de los judíos pobres.
Sin embargo, el comienzo de la guerra significó, lógicamente, el fin de emigración. La oficina de Eichmann quedó prácticamente sin trabajo, lo cual supuso para él una gran frustración en sus deseos de ascenso en la carrera.
Poco después de la invasión de Rusia, en el verano de 1941, Eichmann es convocado por su superior, Heydrich, que le comunica la decisión de Hitler de exterminar a todos los judíos. Aunque más tarde en su juicio asegurará haberse sentido anonadado, en ningún momento se planteó renunciar a su cargo. Es enviado a Polonia, donde se le muestran los preparativos de los futuros campos de exterminio, lo que asegura que también fue una experiencia traumática para él. En enero de 1942 será el secretario de Heydrich en la famosa conferencia de Wannsee en la que se coordinarán los distintos departamentos administrativos del Reich para la solución final.
Hasta que a finales de 1944 Himmler paraliza la matanza, la tarea de Eichmann será transportar a todos los judíos hacia los campos de exterminio. Una tarea administrativa muy compleja, que implica relaciones internacionales con los estados aliados, conflicto con otras autoridades alemanas, problemas de transporte y financiación. Llegará al grado de teniente coronel y dispondrá en ocasiones de un alto rango de representación. El mismo reconocerá su participación decisiva en el asesinato de unos cinco millones de seres humanos.
Al final de la guerra, fue apresado por los norteamericanos, que no descubrieron su verdadera identidad. En 1946 escapó y vivió escondido en Alemania hasta 1950. Gracias a la ayuda, entre otros, de religiosos católicos, logró llegar a Argentina ese año, y en 1952 se reunieron con él su esposa y sus hijos.
En 1955, concedió una serie de entrevistas grabadas en cinta magnetofónica al periodista nazi holandés Willem Sassen. En estas declaraciones, entre otras cosas, lamentaba que el exterminio de los judíos hubiese quedado a medio hacer. No habiendo tomado especiales precauciones para no ser identificado, en 1960 fue capturado por agentes israelíes, trasladado a Jerusalén para ser sometido a juicio en 1961, juicio durante el cual cooperará con sus interrogadores (policías, jueces, psiquiatras) y será finalmente ahorcado por sus crímenes en 1962.
Para la doctora Arendt, Eichmann viene a ser un ejemplo del "hombre mediocre" captado por el fascismo que a través de su violencia le permite encumbrarse en una gran empresa que, en tanto que extremadamente violenta, comprende también como extremadamente gloriosa. En las abundantes declaraciones del acusado durante el juicio se capta el lado grotesco de la situación. Por un lado, no puede negar el carácter criminal de sus actos y reconoce que merece la muerte (incluso llega a decir que prefiere ser juzgado en Israel que en Alemania), pero, por el otro, no reniega de su obediencia al Estado, de su fidelidad a sus juramentos nazis, e incluso el honor de ser un SS.
Todo en él es grotesco, incluso risible de no tratarse de crímenes monstruosos. Por ejemplo, lo que contesta cuando se le pregunta si se arrepiente de sus crímenes: "El arrepentimiento es cosa de niños".
La moraleja del caso es propia de una mujer intelectual, como es Arendt, y propia de un Sócrates: al crimen no lleva sólo la naturaleza violenta, sino también la simple ignorancia y estupidez; luego la sabiduría y el conocimiento son, per se, el camino a la virtud.
El cine nos ha inventado a Hannibal el Canibal, el asesino intelectual, pero no hay tales casos reflejados en la Historia. Hitler era un gran inculto, pese a sus pretensiones de artista y visionario, Stalin un brutal montañés y Mussolini poco más que un charlatán sin escrúpulos. Eichmann era simplemente un imbécil que vio en la sucia tarea de organizar asesinatos masivos (que ,evidentemente, poca gente en la SS quería llevar a cabo) su única oportunidad de ascender en su carrera.
Eichmann fue uno de los principales organizadores del Holocausto, fue secretario de Heydrich en la famosa "Conferencia de Wannsee" y el mayor burócrata que jamás ha existido dedicado al asesinato de masas.
Su caso tuvo una relevancia especial porque al ser juzgado en 1961, en Jerusalen, mucho después de todos los procesos de posguerra, pudo estudiarse su personalidad y sus actos con una mayor atención y perspectiva, y con la perspectiva de los juicios anteriores.
Eichmann nació en 1906 en la industrial Renania, hijo de un alto empleado de una empresa de electricidad. De entre sus hermanos, fue el único en no alcanzar el bachillerato superior y tampoco obtuvo el título de mecánico (aunque más tarde pretendería ser ingeniero). Su padre le encontró un empleo como vendedor de maquinaria. Harto de este trabajo ingresó en el partido nazi y en la SS, en 1932 a sugerencia de Ernst Kaltenbrunner, con quien le vinculaban relaciones familiares (sus padres respectivos eran grandes amigos). Tras ser despedido de su trabajo como vendedor, en 1933 comenzó a recibir adiestramiento militar (tenía entonces 27 años). En 1934, tras llegar a la graduación de cabo, solicita y obtiene ingresar en la SD.
Destinado en el departamento de información sobre los enemigos del Estado. Comenzando con la información sobre la francmasonería, pasaría después al nuevo departamento de asuntos judíos. Según la señora Arendt, en pocos meses fue considerado el mayor experto nazi en asuntos judíos. Leyó libros sobre el sionismo, sobre Theordor Herzl (primer promotor del Estado de Israel) e incluso aprendió a leer los caracteres hebreos. También viajó a Jerusalén en cierta ocasión (entonces bajo protectorado británico) y trabó ciertas relaciones personales con dirigentes menores del movimiento sionista.
Hasta el comienzo de la guerra, la oficina de Eichmann trabajó en la línea de fomentar la emigración de los judíos de Alemania, incluso considerando la posibilidad de crear una patria para ellos en algún lugar lejano lejos de Europa (la famosa idea de Madagascar, no muy diferente a una opción por Uganda postulada por algunos dirigentes sionistas años atrás).
Sus mayores éxitos fueron obtener los medios que facilitaran la emigración judía. Esto se lograba, principalmente, extorsionando a los judíos ricos para que financiaran la emigración de los judíos pobres.
Sin embargo, el comienzo de la guerra significó, lógicamente, el fin de emigración. La oficina de Eichmann quedó prácticamente sin trabajo, lo cual supuso para él una gran frustración en sus deseos de ascenso en la carrera.
Poco después de la invasión de Rusia, en el verano de 1941, Eichmann es convocado por su superior, Heydrich, que le comunica la decisión de Hitler de exterminar a todos los judíos. Aunque más tarde en su juicio asegurará haberse sentido anonadado, en ningún momento se planteó renunciar a su cargo. Es enviado a Polonia, donde se le muestran los preparativos de los futuros campos de exterminio, lo que asegura que también fue una experiencia traumática para él. En enero de 1942 será el secretario de Heydrich en la famosa conferencia de Wannsee en la que se coordinarán los distintos departamentos administrativos del Reich para la solución final.
Hasta que a finales de 1944 Himmler paraliza la matanza, la tarea de Eichmann será transportar a todos los judíos hacia los campos de exterminio. Una tarea administrativa muy compleja, que implica relaciones internacionales con los estados aliados, conflicto con otras autoridades alemanas, problemas de transporte y financiación. Llegará al grado de teniente coronel y dispondrá en ocasiones de un alto rango de representación. El mismo reconocerá su participación decisiva en el asesinato de unos cinco millones de seres humanos.
Al final de la guerra, fue apresado por los norteamericanos, que no descubrieron su verdadera identidad. En 1946 escapó y vivió escondido en Alemania hasta 1950. Gracias a la ayuda, entre otros, de religiosos católicos, logró llegar a Argentina ese año, y en 1952 se reunieron con él su esposa y sus hijos.
En 1955, concedió una serie de entrevistas grabadas en cinta magnetofónica al periodista nazi holandés Willem Sassen. En estas declaraciones, entre otras cosas, lamentaba que el exterminio de los judíos hubiese quedado a medio hacer. No habiendo tomado especiales precauciones para no ser identificado, en 1960 fue capturado por agentes israelíes, trasladado a Jerusalén para ser sometido a juicio en 1961, juicio durante el cual cooperará con sus interrogadores (policías, jueces, psiquiatras) y será finalmente ahorcado por sus crímenes en 1962.
Para la doctora Arendt, Eichmann viene a ser un ejemplo del "hombre mediocre" captado por el fascismo que a través de su violencia le permite encumbrarse en una gran empresa que, en tanto que extremadamente violenta, comprende también como extremadamente gloriosa. En las abundantes declaraciones del acusado durante el juicio se capta el lado grotesco de la situación. Por un lado, no puede negar el carácter criminal de sus actos y reconoce que merece la muerte (incluso llega a decir que prefiere ser juzgado en Israel que en Alemania), pero, por el otro, no reniega de su obediencia al Estado, de su fidelidad a sus juramentos nazis, e incluso el honor de ser un SS.
Todo en él es grotesco, incluso risible de no tratarse de crímenes monstruosos. Por ejemplo, lo que contesta cuando se le pregunta si se arrepiente de sus crímenes: "El arrepentimiento es cosa de niños".
La moraleja del caso es propia de una mujer intelectual, como es Arendt, y propia de un Sócrates: al crimen no lleva sólo la naturaleza violenta, sino también la simple ignorancia y estupidez; luego la sabiduría y el conocimiento son, per se, el camino a la virtud.
El cine nos ha inventado a Hannibal el Canibal, el asesino intelectual, pero no hay tales casos reflejados en la Historia. Hitler era un gran inculto, pese a sus pretensiones de artista y visionario, Stalin un brutal montañés y Mussolini poco más que un charlatán sin escrúpulos. Eichmann era simplemente un imbécil que vio en la sucia tarea de organizar asesinatos masivos (que ,evidentemente, poca gente en la SS quería llevar a cabo) su única oportunidad de ascender en su carrera.
La captura de Eichmann por parte del Mossad fue la "pieza" más importante que consiguíeron los israelíes después de los juicios de Nuremberg, de éso no hay duda. La figura de este burócrata nazi representa la contradicción entre obediencia y moral, ¿se puede llegar a obedecer y cumplir normas inhumanas sin recapacitar sobre la moralidad de éstas? Eichmann desde luego no se planteó esta cuestión en ningún momento de su vida, para él eran incompatible ambos conceptos.
Siniestro y frio personaje....
Un saludo.
Siniestro y frio personaje....
Un saludo.
Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y tendréis la guerra.
Winston Churchill a Chamberlain.
Winston Churchill a Chamberlain.
Cédula de Identidad otorgada a Eichmann en Buenos Aires, Argentina, con el nombre falso de Ricardo Klement
Foto: www.corbis.com
Saludos,
FANGIO
Foto: www.corbis.com
Saludos,
FANGIO
Adolf Eichmann
Viendo hace unos días un documental sobre la operación que llevaron a cabo los servicios secretos israelíes para secuestrar y trasladar desde Argentina hasta Israel a Adolf Eichmann, comprobé como todas las intervenciones de los protagonistas daban detalles bastantes claros de cómo se desarrolló la misma, pero hay un punto de ésta que parece que cojea un poco. En concreto, me refiero al traslado de Eichmann desde la casa donde se le tenía retenido hasta el avión. Parece ser que se le administró algún tipo de sedante que permitió su traslado sin miedo a que Eichmann gritara o intentara la huida, pero pregunto: ¿se puede introducir a alguien medio inconsciente a un avión sin levantar sospechas? ¿No habría colaboración por parte del personal del aeropuerto para no delatar la operación y permitir el paso del secuestrado?
Un saludo.
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Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y tendréis la guerra.
Winston Churchill a Chamberlain.
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- Registrado: Jue Mar 26, 2009 11:22 pm
Adolf Eichmann
Eichmann habría estado camuflado como integrante de la tripulación, del cual se aseguró que se encontraría enfermo, y de esa manera se lo embarcó al avión, que de cualquier manera no llevaba más pasajeros que los mismos tripulantes.
De una manera u otra, no se dejó de violar los derechos argentinos, puesto que se trató de un secuestro.
De una manera u otra, no se dejó de violar los derechos argentinos, puesto que se trató de un secuestro.
"Verloren ist nur, wer sich selbst aufgibt"
Hans Ulrich Rudel
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Adolf Eichmann
Pienso que si juzgamos a esta persona des de un punto de vista objetivo no fué más que una herramienta de Hitler. A Eichmann le fué comunicado que Auschwitz tenía que ser un campo de exterminio de alto rendimiento, desgraciadamente para los judíos hizo el trabajo lo mejor que pudo. Hizo una gestión sobresaliente del campo de concentración de Auschwitz, también hizo un progreso importante en las métodos de exterminio, como el empleo del Zyklon B. Aún así él nunca reconoció ser antisemita.maximus escribió:Eichmann era simplemente un imbécil que vio en la sucia tarea de organizar asesinatos masivos (que ,evidentemente, poca gente en la SS quería llevar a cabo) su única oportunidad de ascender en su carrera.
Pero no debemos pasar por alto lo que hizo, pues es uno de los más importantes culpables del Shoa y por lo tanto un criminal de guerra.
Saludos
La guerra vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al vencido. Friedrich Nietzsche
Re: Adolf Eichmann
Adolf Eichmann jamás estuvo en el Frente,luego carecía de medallas militares.Editado
Otro hilo biográfico en Eichman: las memorias perdidas.
viewtopic.php?f=52&t=18336&hilit=eichmann
«El derecho de creer es el derecho de quienes no saben»
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