No vayas a creer que era algo inviable. De hecho, estuvo en Hitler la última palabra para caminar en esa dirección, pero declinó. El "bloque asiático" era un antiguo proyecto que el profesor Haushofer (padre) había explicado al principio de la década de 1920 a Hitler y Hess como estrategia geopolítica para derrotar a las democracias occidentales, en particular a la alianza angloamericana. Había muchos lazos históricos, especialmente militares, que unían a la "Alemania" del XIX con la Rusia zarista, e incluso con el triunfo de la revolución bolchevique en la guerra civil rusa y el establecimiento de la URSS, la democracia parlamentaria de Weimar mantuvo unas relaciones militares y económicas muy importantes con la Unión Soviética. Cuando fue nombrado canciller del Reich en 1933, Hitler dio un vuelco a la política exterior, acercándose a Polonia (pacto de no-agresión de 1934) y distanciándose de la URSS. Fue una decisión lógica y coherente con su objetivo ideológico principal (la lucha contra el judeo-bolchevismo) y su objetivo geopolítico ("espacio vital"). Sin embargo, ese distanciamiento ideológico y político no fue óbice para que los líderes de ambos regímenes enfrentados en una especie de batalla dialéctica y diplomática de declaraciones, notas de prensa y propaganda periodística pusieran fin al distanciamiento en el verano de 1939 y buscaran un acercamiento que garantizase los intereses estratégicos de ambas partes. El antagonismo ideológico, tal como declararon en repetidas ocasiones diplomáticos alemanes y soviéticos durante las conversaciones que abrieron las negociaciones para un pacto comercial en julio de 1939, no era un obstáculo insalvable, ni mucho menos, para llegar a un acuerdo político. Tanto éra así que esa premisa guió las negociaciones que culminaron con el pacto de no-agresión de agosto de 1939. Es cierto que era un expediente táctico, por ambas partes, ante un escenario político europeo que apuntaba una guerra inminente, y a través del cual tanto Hitler como Stalin buscaron cubrirse las espaldas (y repartirse Polonia).dzugavili escribió: Para acabar,lo del Eje cuatripartito lo considero inviable,una cosa es un acuerdo de conveniencia en un momento dado,otra que dos ideologías,estados,pueblos,que la historia,geografía,política,coloca como antagonistas,rivales y enemigos,lleguen a una alianza a largo plazo ¿Iba Stalin a derrotar a las "democracias" al lado de Alemania y Japón sabiendo que,pronto o tarde,éstos habían de volverse contra la URSS? Y viceversa.
Pero ese pacto de no-agresión no se quedó ahí, sino que sirvió para reforzar y ampliar unas relaciones comerciales que eran (y fueron) de gran interés para ambas potencias. El desarrollo de los acontecimientos políticos y militares de la primavera y verano de 1940, que no hay tiempo ni justificación para ahondar aquí, llevó a Japón (cuyo gobierno andaba entonces discutiendo el rumbo que debía tomar la dirección de su proyecto imperialista) a buscar un acercamiento con la URSS, y a tal fin y en primer lugar presionó a Alemania para que se ganaran la entrada de la URSS en el Eje. Stalin, aun después del desencuentro producido en la reunión Hitler-Molotov de noviembre de 1940 en Berlín, estaba dispuesto, bajo ciertas condiciones, a aceptar la entrada de la URSS en el Eje, y así lo comunicó, vía carta de Molotov, a Hitler y Ribbentrop poco después de la reunión de Berlín. El problema es que Hitler ya estaba decidido a invadir la URSS y no contempló profundizar en esa opción (ni siquiera dio respuesta al comunicado de Molotov). Japón, por su parte y en vista de ese fracaso, concluyó el pacto de neutralidad con la URSS en abril de 1941.
Por tanto, había posibilidad real de establecer una alianza con la URSS, metiéndola en el Eje, aunque fuese (para Alemania) un expediente igualmente táctico. No hacía falta que Hitler lo contemplara como una alianza a largo plazo, ni mucho menos. Bastaba con que estuviera en vigor hasta que lograse sacar a Gran Bretaña de la guerra, y no hacía falta que esa alianza se materializase militarmente; su punto crucial era comercial y político. Probablemente Hitler no quiso explorar esa vía porque más que su prejuicio ideológico y racial pudo en él la certeza de saberse fundamentalmente dependiente de Stalin. Pero la posibilidad estaba ahí y no era ciencia ficción, sino un auténtico escenario para una historia alternativa.
La confianza en una rápida derrota de la URSS era generalizada entre el alto mando militar alemán; no era sólo una convicción de Hitler. En Andreas Hillgruber, “The German Military Leaders’ View of Russia prior to the Attack on the Soviet Union” en From Peace to War: Germany, Soviet Russia and the World, 1939-1941 (Berghahn Books, 1997) se confirma lo que digo. Por ejemplo, Brauchistch, 22 de julio de 1940, dijo a Hitler que el ejército alemán sólo necesitaría de cuatro a seis semanas para una campaña contra la URSS y que se necesitarían 80-100 divisiones, a las que se opondrían “50-75 buenas divisiones” soviéticas. Su única reserva contra una campaña oriental era Gran Bretaña, que se vería menos presionado en términos de ataques aéreos en caso de un ataque alemán a la URSS en el otoño de 1940, y Estados Unidos, que “suministraría a GB y URSS”. (p. 171).dzugavili escribió:
Otra cosa,los alemanes esperaban acabar con Rusia en una campaña de 12-16 semanas...Quizá Hitler,mandos intermedios,algún táctico,como Guderian,pero ¿Los que realmente habían estudiado a fondo la situación,los comandantes de Grupo de Ejército,el estado mayor,lo personifico en alguien como Halder,podían creer ésto...?Otra cosa es que estuvieran atados de pies y manos,pero realmente creer que pasarían aquel invierno en las ciudades de los Urales,o que la URSS se derrumbaría tomando Moscú...
También Brauchitsch, el 30 de abril de 1941, dijo que la guerra contra la URSS estaría acabada básicamente después de “cuatro semanas” de un “combate fronterizo probablemente duro” y que el resto serían operaciones de limpieza contra “mínima oposición” mientras se ocupaba la enorme extensión de territorio (p, 172).
El 4 de mayo de 1941, von Rundstedt le dijo a von Leeb “Bien, te veo en Siberia”, mientras le decía adiós (p. 181). Pocos días después, el 20 de mayo de 1941, Guderian le dijo a von Kluge sobre el blindaje ruso: “La fuerza blindada alemana en 1939 tenía once años” de preparación teórica. A pesar de eso tuvimos grandes dificultades en la primera fase de la guerra. Los grandes elementos blindados rusos, que sólo existen desde el invierno, no pueden estar preparados para la acción.
Blumentritt, 8 de mayo de 1941: [La historia de todas las guerras rusas muestra que el ruso, como combatiente medio-asiático y analfabeto, piensa y siente diferentemente. Por esta razón es insensible a los cambios climáticos, muy frugal, robusto, y no temeroso de ser herido o muerto. Así todas las guerras, desde Federico el Grande a la Gran Guerra, fueron sangrientas. A pesar de estas características por parte de los hombres, el imperio ruso casi nunca salió victorioso. El mando en el escalón inferior es esquemático, careciendo de independencia y flexibilidad. ¡En este punto nosotros somos muy superiores! Nuestros comandantes subordinados actúan decisivamente sin miedo de tomar la responsabilidad. El mando en el nivel superior, por otra parte, fue siempre inferior al nuestro, porqque es vacilante, piensa en términos formales, y es desconfiado. Los pocos comandantes que permanecen en el escalón superior constituyen, con pocas excepciones, incluso una amenaza menor que los anteriores y bien entrenados generales zaristas rusos….Puede haber duras batallas durante los primeros 8-14 días, pero luego tendremos éxito como antes, y saldremos ahí como vencedores. No deberíamos olvidar la reputación y aura de invencibilidad que precede a la Wehrmacht adonde quiera que vaya, y que tendrá un efecto especialmente agobiante sobre los rusos con su mentalidad menos “ofensiva”] (p. 182).
Y Halder, como jefe último de todos los oficiales de EMG, estaba igualmente convencido de la rápida victoria alemana; las anotaciones de su diario sobre los primeros días de la campaña son tan conocidas que me abstengo de citarlas.
Había otros que estaban convencidos de la victoria militar aunque tenían reservas sobre la viabilidad de imponer un fin político a la guerra. Así, von Bock, 2 de febrero de 1941, dijo a Hitler que mientras consideraba posible una victoria militar sobre el Ejército Rojo, no podía imaginar “cómo obligaremos a los soviéticos a hacer la paz” (p. 181).
Y eran menos los que no lo tenían claro como Ritter von Leeb ante la invasión de la URSS “¿Tenemos que hacer esto también? No tenemos recursos. Los políticos deberían intentar evitar esto” (p. 181), o Thomas, marzo de 1941: “La URSS ha escalado de un quinto puesto en el ranking de potencias industriales en 1929, a un tercer lugar por detrás de Estados Unidos y Alemania hoy” (p. 183).
Y, de los que entonces, antes de comenzar Barbarroja, expresaron su opinión, sólo conozco a un oficial superior del EMG alemán (que en Barbarroja fue jefe del EM de Rundstedt) que augurase una derrota; lo hizo como consecuencia de un ejercicio de mapa realizado en enero de 1941 y fue von Sodenstern: “Le queda claro que ahora hemos perdido la guerra”. (p. 183).
Después, una vez iniciada la invasión, comenzó a imperar, especialmente entre las tropas, un mal presentimiento a medida que se comprobaba que el soldado soviético era harina de otro costal, nada que ver con franceses, británicos o polacos. Y en agosto Hitler y el alto mando ya sabían que no podrían concluir la guerra con la URSS en 1941. Pero incluso así, no quisieron reconocerlo y huyeron hacia adelante. En este punto hubo una clara distinción entre lo que pensaban las tropas y comandantes de campaña y lo que creían los jerifaltes en el OKH y OKW, que vivieron bastante alejados de la realidad.
Saludos cordiales
JL