Yo entiendo perfectamente lo que tú quieres significar, Beltzo. El problema, a mi juicio, es que no estás considerando el asunto desde la perspectiva adecuada. Intentaré ayudarte.beltzo escribió: Lo dejo aquí porque si ves la peste de post que he escrito….. (Por largo y porque a casi nadie va a interesar). Espero que me hayas entendido
William Craig publicó su libro (Enemy at the Gates. The Battle for Stalingrad) en 1973, en plena Guerra Fría, después de haber viajado más de 80.000 kilómetros por tres continentes y entrevistado a "cientos" de individuos que habían luchado en Stalingrado, como él mismo atestigua en el capítulo de agradecimientos de su libro.
Bien, si tienes a mano la versión española que ha publicado RBA en 2005 (que es una reedición de la de Editorial Noguer, 1975) y te vas a la sección final de "Notas a los Capítulos", verás en la página 400 el Capítulo XI y el epígrafe "La Casa de Pavlov". Ahí Craig detalla las fuentes de su información, a saber:
-De Mansión de la fama del soldado, de I. F. Afanasiev y su artículo en "Krasnaia Zvezda", 2 de febrero de 1963. Asimismo Héroes de la gran batalla, de I. Grummer y Y. Harin; La Casa Pavlov, de V. Gurkin, "V.I.Z.", nº 2, 1963. Asimismo Ronald Seth, Stalingrad: Point of return (que es el texto que recoge el Reader's Digest que nos ha puesto Untergefreiter).
Como puedes observar, Craig cita cumplidamente todas las fuentes que le han servido para su relato del asunto Pavlov, todas ellas fuentes secundarias. También cita todos los documentos que ha utilizado para su libro (a partir página 385, RBA), la bibliografía seleccionada (a partir página 379, RBA), y los archivos y archiveros en su capítulo de agradecimientos (pp. 377-79, RBA).
Con lo anterior sabemos que Craig no ha utilizado fuentes primarias de archivo para la cuenta soviética (sólo el Museo de Defensa de Volvogrado), y que en general ha utilizado para la cuenta rusa esa historia que tan de moda está desde hace ya unos años: la historia oral.
Ahora bien, Craig ha cumplido escrupulosamente su trabajo, publicado, no lo olvidemos, en 1973, cuando la posibilidad de que un autor occidental consultase los archivos soviéticos era pura quimera.
Veinticinco años más tarde, en 1998, se publica el libro de Beevor, nueve años después de caer destruido el "Muro de la Vergüenza" de Berlín, durante la Perestroika de Gorbachov y con los archivos centrales del Ministerio de Defensa (TsAMO) abiertos y disponibles (aunque a unos pocos autores) por primera vez a historiadores occidentales. Beevor es uno de ellos, eso dice en su prefacio, editorial citada en un mensaje anterior, página 5: "La idea que impulsa este libro es mostrar, en el marco de una narración histórica convencional, la experiencia de las tropas de ambos bandos, utilizando una amplia gama de nuevos materiales, procedentes especialmente de los archivos de Rusia". Y Beevor da a continuación una buena lista de esas fuentes, de las que debieran destacar, por su importancia en el área militar, las del TsAMO.
He de decir, breve inciso, que Beevor también comete no pocos errores de interpretación en la historia que cuenta de la parte alemana, errores que yo achaco a un insuficiente ahondamiento en la consulta de fuentes y su contraste. Por ejemplo, el caso de la destitución de von Bock o la relación del desarrollo teórico/práctico de la propia operación Azul. Hay más, pero no esto no viene al caso sino para subrayar lo complicado por arduo y duradero que puede resultar escribir historia desde el rigor académico. Esto requiere fundamentalmente un gran conocimiento de lo que se escribe y muchos años y dinero empleados de estudio y contraste de fuentes primarias (si se ha de ser novedoso y escribir con autoridad) y secundarias (para ayudar en las diferentes perspectivas y por pura cuestión historiográfica).
Retomando el tema, el caso es que viene Jones con su libro (que por fuerza ya he de leer) y asegura que lo de Pavlov, tal como se ha venido contando, es un puro mito, originado por la propaganda comunista del momento. Jones dice haber estudiado el diario de guerra y el boletín del 62º Ejército (entre otras fuentes), algo que parece de pura obligación si se quiere dar una cuenta militar de lo que sucedió en Stalingrado en el bando soviético.
Pues bien, lo que llama la atención es que Beevor, consultando el TsAMO, no haya desvelado el mito que descubre finalmente Jones sobre Pavlov (que al parecer no sólo corrige en este detalle a Beevor, sino en varios otros errores). Esto hace que uno tenga que pensar que Beevor no dedicó el tiempo suficiente al estudio de sus fuentes, al menos de algunas de sus fuentes. Para mí ya es obvio en algunas cuestiones de la cuenta alemana, y ahora parece que también lo es en otras cuestiones de la cuenta soviética.
Recapitulando, Beevor no ha hecho bien su trabajo (salvo que su libro fue un best-seller) y por ello su libro tiene muchos puntos débiles, cuando no crasos errores. Nadie que escriba está exento de cometer errores, pero cuando son originados por cuestiones metodológicas no tienen excusa, para mí.
Saludos cordiales
José Luis