¡Hola a todos!
No tenía pensado seguir interviniendo en este hilo porque no me gustan las derivas continuadas, incrementadas a cada intervención, que se alejan sistemáticamente del tema central objeto del hilo abierto. Pero hay ciertas cuestiones que creo se deben solventar.
Luftkriege escribió:
Aunque soy español, actualmente trabajo fuera de España, y eso me impide utilizar certeramente mi copiosa biblioteca y base documental, de manera que, lamentablemente, no puedo ser ahora lo exacto que el tema merece.
No se trata, a mi juicio, de una necesidad de ser exacto, pero sí de la conveniencia -cuando se realizan afirmaciones contundentes- de citar, aunque sea de pura memoria, los autores y obras que sustentan dichas afirmaciones.
Luftkriege escribió:
La resolución de los conflictos se lleva a cabo, inexorablemente, mediante el desgaste del adversario, la disminución de su capacidad de iniciativa y la reducción de su fuerza productora, ya sea tanto en hombres como en material.
Ha de matizarse. La guerra que Hitler desató en septiembre de 1939 pudo resolverse sin necesidad de recurrir a una guerra de desgaste. De hecho, las campañas militares de la Wehrmacht en septiembre de 1939 y mayo de 1940 fueron suficientes para doblegar la voluntad política de polacos y franceses, respectivamente (y otros gobiernos de países beligerantes aliados por el medio) y pedir el armisticio. Y podían haber sido suficientes igualmente (y así lo pensó entonces Hitler) para poner un fin político a la guerra con Gran Bretaña. Como sabemos, eso no sucedió y Hitler, no vislumbrando una vía política, intentó sacar a Gran Bretaña de la guerra con una campaña aérea contra Inglaterra como paso previo a su proyectada invasión de las islas. Bien, no es cuestión de seguir con una historia conocida y basta recordar que Hitler jugó su última carta de estrategia de guerra corta con la invasión de la Unión Soviética en junio de 1941. Cuando esa campaña militar fracasó en sus objetivos estratégicos en el otoño de 1941 se fue al garete la estrategia de guerra corta perseguida por Hitler, y para Alemania la guerra pasó a convertirse en una guerra de desgaste (digo para Alemania, porque para Gran Bretaña y la Unión Soviética ya lo era desde que entraron en guerra). Éste fue, en síntesis, el gran fracaso de Hitler: lo jugó todo a una sola carta (guerra corta) y perdió la apuesta pues le salió una guerra larga, de desgaste, que Alemania no podía ganar por las razones de potencial que ya he comentado en mi primera intervención aquí. Y ahora sí, desde el otoño de 1941 y por concretar una fecha, desde la entrada de Estados Unidos en la guerra, la resolución del conflicto sólo podía venir tal como explica la cita de arriba de Luftkrieg. Y vino, como no podía ser de otra forma, con la victoria de los Aliados.
Luftkriege escribió:
En este sentido, no hace falta ganar batallas importantes para "empatar". El concepto "empate" es inconsecuente con la guerra moderna.
“Empate” es un término deportivo y la guerra no es ningún deporte. Hablemos mejor de una situación estratégica entre dos potencias en guerra en la que no es posible imponer una solución militar final, o que siéndolo sería el coste tan enorme que ninguna de ellas estaría dispuesta a pagarlo. Entonces sólo cabe una solución política pactada, acabe o no en un tratado de paz.
Ahora bien, la guerra nazi-soviética fue, entre otras cosas, una guerra de exterminio entre dos estados totalitarios cuyos líderes mostraron un desprecio absoluto por la vida humana, y parece difícil imaginar una solución política a esa barbarie que no fuera un mero expediente provisional entre ambos dictadores a la espera de una situación más favorable. Quiero significar que, salvo un acontecimiento político radical en el liderazgo de ambas potencias, esa guerra de exterminio sólo podía acabar con la destrucción total del enemigo, aunque habría que matizar según quién fuera el vencedor.
Luftkriege escribió:
Tengan en cuenta que las democracias liberales llevan muy mal el regreso a casa de sus hijos en bolsas de plástico....
Sí, pero no viajemos en el tiempo y dejemos Vietnam y demás en el futuro desconocido para la época que hablamos. Entonces, cuando comenzó la IIGM los contendientes tenían en mente, en cuestión de bajas, las experiencias que les había deparado la IGM, sólo que agravadas por la existencia de una mayor potencia destructiva. Y aunque está fuera de toda duda que una democracia parlamentaria de la época nunca iba a aceptar el sacrificio humano que estaba dispuesto a tolerar un Hitler o un Stalin, tampoco vayamos a creer que pensaban salir de la guerra de rositas.
Lo que está claro (o debería estarlo tal como demostró la realidad) es que el Eje no podía sostener por mucho tiempo una guerra de desgaste de forma simultánea en el Este y en el Oeste. De hecho, cuando los angloamericanos estuvieron en disposición de materializar en el frente todos los recursos de su potencial material y humano, la Wehrmacht, desangrada en el Este y ya en proceso de desintegración, duró menos de un año hasta su capitulación final.
Luftkriege escribió:
Yo no me puedo imaginar una guerra prolongada 7-8 años sin que no decaiga el interés en los países liberales.
Salvo que nos demos a la ficción, no veo yo cómo la guerra podría durar más allá de 1945, es decir, unos seis años en total desde que comenzó. Una de las ventajas de ser la mayor potencia económica e industrial del mundo de entonces fue que Estados Unidos pudo gastar una fortuna en el proyecto “Manhattan” y tener disponible la bomba atómica en agosto de 1945. Alemania abandonó su proyecto de bomba atómica en 1942, siendo el factor económico la principal razón de su abandono, junto al tiempo requerido.
Luftkriege escribió:
Imaginen un escenario muy factible (con Hitler haciendo bien su trabajo) ….
Esto, con todos mis respetos, es pura historia alternativa y no parece que ayude nada para lo que aquí tratamos. Si Hitler esto, si Hitler lo otro. Hitler era como era, el nacionalsocialismo era como era y los recursos alemanes eran los que eran. Si queremos convertir a Hitler en un George C. Marshall, al nacionalsocialismo en un movimiento liberal y cambiamos los recursos del Tercer Reich por los de Estados Unidos o la Unión Soviética, o ambas, pues muy bien. Pero ya nos dedicamos a otra cosa que no es historia.
Luftkriege escribió:
La doctrina militar soviética era cualquier cosa menos moderna.
La doctrina militar soviética de 1936 (“Batalla profunda” y “Operaciones profundas” del PU-36) no tenía nada que envidiar a la alemana, y estratégicamente estaba por delante de ella. Es cierto que cayó en desgracia desde 1937 a 1940, año en que se retomó, si bien los efectos de las purgas militares y los problemas de organización, entrenamiento, armamento, planificación, mando y control, etc. del Ejército Rojo, junto con la invasión de la Wehrmacht en el momento en que dichos problemas estaban en fase de resolución, demoraron de forma trágica su puesta en práctica y su dominio. Pero ya la en la Operación Urano de noviembre de 1942, el Ejército Rojo sorprendió completamente al generalato alemán con una operación de doble envolvimiento que repetiría, con diferentes éxitos, en 1943, y, de forma demoledora aunque atropellada, en 1944 y 1945.
He leído bastante sobre doctrina militar de la época, a los teóricos de la época y a los teóricos de posguerra. No conozco un solo autor (y conozco bastantes) que haya dicho jamás que la doctrina militar soviética, especialmente la elaborada por Triandafillov, Tukhachevsky, Isserson et al y recogida en el PU-36, haya sido “cualquier cosa menos moderna”. Más bien todo lo contrario; es decir, la doctrina militar más adelantada de su época. Otra cosa es su dominio, pero vamos a dejarlo aquí. Ahora, quien haya leído a John Erickson, Earl F. Ziemke, David M. Glantz, Jacob Kipp, Mary Habeck, Roger R. Reese......no verá jamás una afirmación como la de la cita de arriba.
Luftkriege escribió:
Es muy evidente que los alemanes (maestros en el contraataque) podían repetir hasta la saciedad las tácticas ya empleadas años atrás: dejar que avanzaran los rusos, desgastarlos, y aplastarlos con movimeintos rápidos laterales. Imaginen realizar esas mismas operaciones con material bélico de primera clase, con los Tiger, y cazas Me-262 surcando los cielos.
Estamos en lo mismo de más arriba, ficción. Podemos imaginar todo lo que queramos, pero en 1943, especialmente a partir del verano, los alemanes hacían frente a un cuadro estratégico desolador. Habían sufrido dos Stalingrados, el real y el del mar, que significó la derrota alemana en lo que se llamó la “Batalla del Atlántico”; habían capitulado en Túnez, perdiendo África del Norte, y muy pronto tendrían a los aliados en Italia; la Luftwaffe comenzaba una lenta pero inexorable desaparición de los cielos, dejando prácticamente indefensos los cielos del Reich y sus centros de producción de material de guerra; y en el Frente Oriental comenzaba la agonía, lenta pero mortal, del Ostheer y su ya continuada, aunque intermitente, retirada de suelo soviético; finalmente, el “bloque” diplomático del Eje comenzaba a hacer agua por todas partes, y sus integrantes uno tras otra comenzaban a desertar del Eje. Esa agonía mortal contrastaba con el reforzamiento continuado (no sólo en material sino también en moral) de los Aliados. Pues bien, si queremos imaginar un cuadro completamente diferente al existente, adelante. Pero ya no escribimos historia, sino ciencia-ficción.
Luftkriege escribió:
En esencia, las pruebas que tenemos se sostienen muy bien, pero hay que mirar el cuadro en su conjunto. Los estudios interdisciplinares de la IIGM de los últimos años abren una perspectiva nueva a estos efectos, porque tienen en cuanta factores mucho más profundos que los meramente militares. El problema está en considerar que Alemania necesitaba 3 millones de soldados en el este para sostenerse, algo que es falso con una adecuado estrategia que, incluso, no evitaba la realización de ofensivas locales de gran impacto.
El problema era Hitler, quien trató de llevar la iniciativa ofensiva a escala total cuando el escenario político-militar había cambiado sustancialmente. Es el eterno problema de alguien que se mete a realizar un trabajo para el que no está preparado.
No conozco ningún estudio interdisciplinar que cuestione la imposibilidad alemana de ganar militarmente la guerra después del fracaso estratégico de Barbarroja. Que Alemania pudiese racionalizar y explotar de forma más provechosa los recursos humanos y materiales que tenía a su disposición y que el nivel estratégico de la guerra estuviese en manos de un liderazgo más capaz, eran factores que no podían cambiar esa realidad. Y tampoco podían evitar que Alemania, temprano o tarde, acabase perdiendo la guerra. El estudio más completo que conozco (en parte) bajo las diferentes perspectivas que se utilizen para estudiar la historia (política, diplomática, militar, económica, social, tecnológica, inteligencia, etc.), centrado además en Alemania, es la historia multi-volumen de la
Militärgeschichtlichen Forschungsamt (MGFA),
Germany and the Second World War Series (en su versión inglesa). Ni en el volumen IV (The Attack on the Soviet Union), ni en las dos partes del volumen V (V/I, Organization and Mobilization of the German Sphere of Power: Wartime Administration, Economy, and Manpower Resources 1939-1941, V/II, Organization and Mobilization of the German Sphere of Power: Wartime Administration, Economy, and Manpower Resources 1942-1944/5), ni en el volumen VI (The Global War), ni en el VII (The Strategic Air War in Europe and the War in the West and East Asia 1943-1944/5), ni finalmente en la primera parte del IX (IX/I, German Wartime Society 1939-1945: Politicization, Disintegration, and the Struggle for Survival), hay evidencias, bases o interpretaciones para sustentar lo que afirma Luftkrieg. Tampoco lo hay en los trabajos de Tooze, Dunn, Harrison u Overy (sobre economía), ni en los trabajos de Ziemke, Erickson, Glantz o Mawdsley, por citar sólo unos cuantos muy reputados en el terreno militar.
Lo de que toda la raíz del fracaso alemán estuvo en Hitler fue una recreación muy oportuna (y cínica) de algunos de los oficiales superiores más encumbrados de la Wehrmacht tras la guerra. Como lo de que si Hitler dejara hacer a sus generales, entonces la guerra habría cambiado. Esto es un puro mito creado en la inmediata posguerra y alimentado durante la Guerra Fría. Hoy no se sostiene en ningún historiador académico. Es cierto que Hitler cometió muchos y graves errores y fue el máximo responsable del fracaso nazi. Pero no fue el único, sino que estuvo acompañado y apoyado por muchos de esos generales que después de la guerra crearon la leyenda. Y si Hitler dejara hacer la guerra a sus generales, es muy probable que ésta tuviera ya un final político en el otoño de 1939. Lo cierto es que esos generales (la inmensa mayoría) apoyaron a Hitler hasta el amargo final. Y luego, una vez acabada la guerra en absoluto desastre, echaron las culpas al muerto.
Si hablamos del estado actual de la historiografía, desde la década de 1980 en adelante, esos mitos son insostenibles. Claro que si nos anclamos en la historiografía (salvo excepciones) creada y forjada desde 1947 hasta principios de los ochenta, o en autores con una clara agenda política, entonces se pueden comprender esas creencias, pero no dejan de ser mitos.
Para acabar ya, debo decir humildemente, pero sin reservas, que este foro nuestro está lleno de bibliografía moderna sobre la IIGM y de suficientes temas razonablemente tratados (y este subforo del “Frente Oriental” no es una excepción) para que cualquier usuario que no disponga de sus fuentes a mano pueda actualizarse, reflexionar y sacar sus conclusiones antes de aventurarse a realizar todo tipo de afirmaciones contundentes que, sin dejar de ser respetables, carecen del menor sustento documental o apoyo historiográfico, más allá de la mera opinión.
Saludos cordiales
José Luis