Tras los combates en el área de Kirovogrado la GD, a las afueras de la citada localidad, disfruta de una relativa calma durante el mes de febrero del 44. La división está bastante por debajo de su potencial, y aunque se encontraban en camino medidas para reforzar a la división dichas medidas tardarían algunos meses antes de que surtieran efecto, a partir de mayo.
Mientras se trata de mejorar la situación de la división con los medios “locales”. Los regimientos de infantería son reorganizados, en especial las compañías pesadas y de ametralladoras, las cuales forman una sola conjuntada. La situación de los blindados no es mucho mejor: a 10 de febrero se dispone de 2 Pz. III, 10 Pz. IV y 6 Pz. VI. Un mes de pausa permite la reparación de algunos vehículos, pero sigue siendo muy poco. Mientras el batallón Panther de la división está siendo reorganizado en Occidente se asigna a la división el I./Panzerregiment 26. Unidad de la 26 Panzer, la cual se encontraba en Italia. Sin embargo, aprovechando que el batallón ya ha sido formado en Francia, mientras está a la espera de ser embarcado para reunirse con su unidad original se decide su envío hacia el Frente Oriental, haciendo su debut en los combates de la bolsa de Korsum, como ya se ha comentado anteriormente. Todo esto es muy poco, y la GD sufre de graves carencias, como casi todas las divisiones alemanas en el Frente Oriental, por otra parte.
La relativa calma de la que disfruta la división empieza a desvanecerse a partir de marzo. El día 3 se atisban los primeros síntomas: los combates de baja intensidad aumentan, tanto en intensidad como en duración y tamaño. Sobre todo la inteligencia descubre la llegada de, dejando a un lado otros sectores, 5 divisiones de rifles nuevas en el frente de la GD más varias unidades blindadas. Los granaderos, en sus posiciones avanzadas, oyen sin parar el cada vez más numeroso y cercano sonido de blindados que provienen del, desde su punto de vista, lado equivocado. De noche se escucha el sonido del tráfico soviético, e incluso los gritos y latigazos de los jinetes soviéticos manejando a sus monturas panje.
El 7 de marzo la tensa espera alcanza su clímax. El destacamento de señales intercepta numerosas comunicaciones soviéticas, las cuales, sumadas a otros indicios, indican que en 24 horas se lanzará una ofensiva. La división se pone en estado de máxima alerta. En especial su regimiento blindado. El comandante del mismo, Oberst Büsing, está especialmente preocupado por el sector izquierdo de la división: el ocupado por el regimiento PanzerGrenadier. La carretera Kirovogrado-Rovnoye y el valle de Sugokleya son considerados puntos focales de ataque soviéticos. Por tanto, por iniciativa propia, ordena al escalón de combate de su regimiento que se sitúe en dichos sectores, listos para la acción.
Por fin, la ofensiva se lanza el 8 de marzo, a las 4:30. Una barrera de artillería de inusitada potencia y duración machaca todo el sector divisionario en una profundidad de 12 km. Nada escapa a la misma: desde los pozos de tirador avanzado hasta el cuartel general de la división reciben una fuerte dosis de artillería. Los infantes alemanes se preparan para el combate, la artillería lanza sus primeros obuses, los panzers encienden sus motores. Esperan la orden de su comandante para iniciar el combate.
Como el Oberst Büsing había previsto, los granaderos están pasando un mal rato. En especial los II. y III. batallones. El comandante panzer, junto a sus comandantes de sección y compañía, se reúne con el comandante panzergrenadier: Oberst Lorenz. Pero no es lo único que se reúne en el área. Avistados por los soviéticos, la artillería y los morteros comienzan a caer peligrosamente cerca. Al final ocurre lo inevitable: un grupo de granadas de mortero cae mortalmente cerca. Los hombres, por instinto, se tiran al barro, inevitable compañero de carretera durante estos días. Pero no todos caen de la misma manera. Unos, como el Leutnant Eppke, caen muertos. Otros, como el Oberst Büsing, lo hacen gravemente heridos. Con una fea herida en la frente, un panzer se lleva al herido en medio de una cascada de géiseres de barro que “explotan” de la tierra. Muere en Rovnoye este mismo día, a las 11:00, sin haber recobrado la consciencia. Mientras, los panzers del regimiento avanzan hacia las primeras líneas de combate del regimentó panzergrenadier de la división. Allí unen fuerzas, además de con los granaderos, con un grupo de cañones antiaéreos y el destacamento de cañones de asalto de la división.
La situación pronto se pone dramática para los alemanes. Las tropas soviéticas atacan todo el frente divisionario y las divisiones adyacentes, y lo hacen en especial en el área de separación entre el regimiento Panzergrenadier y el reg. PanzerFüsilier de la div. (III./Pz.Gr.Rgt. GD y II./Pz.Fü.Rgt. GD). Los límites entre unidades son siempre delicados, y esta no es una excepción. Las ametralladoras, morteros y cañones de todo tipo alemanes disparan sin cesar sobre sus oponentes. La resistencia alemana es encarnizada. Pero el ataque soviético es valiente, y sobre todo numeroso en infantes y abundante en armas de apoyo, en especial, por supuesto, de artillería.
No tardan en hacer presencia los elementos blindados soviéticos. Los cañones alemanes de todo tipo de armas, vehículos y calibres tienen nuevos objetivos. El estruendo de la batalla es ensordecedor y algunos granaderos, con los nervios al borde de la ruptura y luchando de manera aislada y casi desesperada en sus pozos de tirador no aguantan la presión y huyen del mismo.
Evidentemente el ataque soviético hace progresos. Las localidades de Antonovka y Veselye, primeros objetivos del ataque, caen con rapidez. La unidad que más sufre es el regimiento de artillería. En un cambio de posición, la misma se encuentra ocupada por unidades avanzadas soviéticas. Apoyados por sus blindados, los infantes soviéticos se lanzan al asalto de los cañones alemanes. Sus artilleros se defienden desesperadamente, con frecuencia en combate cuerpo a cuerpo. Pero el combate estaba decidido de antemano, y el regimiento pierde el grueso de sus cañones de una manera o de otra. El I. Abteilung sufre pérdidas particularmente graves.
Al atardecer la defensa alemana es un caos. Las tropas están dispersas, separados los hombres de sus líderes, a menudo muertos, e incluso de sus unidades. Un puñado de hombres dispersos se reúne en retaguardia y se conjunta sobre el terreno entre sí, tratando de hacerse fuerte en un punto determinado: tras un tramo de ferrocarril, protegidos por un barranco, en torno a un cañón Flak, un Stug o un panzer… los relatos difieren en los nombres de las pequeñas unidades y el arma pesada de la rama que fuera sobre la cual basaban su defensa durante minutos, con suerte horas, hasta que la presión soviética les obligaba a retroceder de nuevo. Nada ni nadie se salva del ataque alemán; además de los ejemplos citados de los panzers, infantes y artilleros, los hombres de los destacamentos de reconocimiento y sobre todo del de ingenieros sufren sangrientas pérdidas. Compañías enteras de infantería son diezmadas.
No es hasta la llegada de la oscuridad cuando el combate decae. Ambos bandos, agotados y desangrados, recuperan fuerzas durante la noche, que pasa relativamente tranquila. Unos y otros han sido tan obstinados y encarnizados en el ataque como en la defensa. Las pérdidas son muy altas por ambos bandos. Las soviéticas son espantosas. Pero en el lado alemán, dada su debilidad y su incapacidad para reponer bajas, se notan más, y la capacidad ofensiva soviética dista mucho de estar agotada. La mayor penetración ha sido de 5 km. Antonovka, Veselye, Kurlyugino y los puntos 200.9, 200.1 y 200.1 han sido tomados por los soviéticos.
Continuará.
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(1) The history of the Panzerkorps Großdeutschland vol. 2, Helmuth Spaeter, pág. 287-313
(2) Panzer soldiers for “God, Honor, Fatherland”: The history of Panzerregiment Großdeutschland”, Hans-Joachim Jung, pág 168-175.