¡Hola!
La lucha por una fecha
Una antigua máxima militar dice que el combatiente más débil consigue la superioridad sólo con la sorpresa. Esta, en el caso de Ciudadela, no iba a ser respecto a dónde sino a cuándo. Se trataba de lanzarla en algún momento a partir del final de la rasputitza. Cuanto antes mejor para no dar tiempo al ER a reponerse ni consolidar posiciones defensivas. Pero para eso la WM también tenía que tener repuestas y colocadas sus fuerzas, aspecto en el que había considerable retraso, que la cancelación de las operaciones Habicht y Panther no iban a remediar.
El plazo fijado por el OKH a mediados de marzo, para comenzar la operación la segunda quincena de abril era incumplible. Ya el 22 de marzo el HS (Manstein) había informado que aunque las fuerzas blindadas podrían estar en su mayor parte en sus puestos para esa fecha, las unidades de infantería estaban muy necesitadas de recuperación y no estarían listas hasta mediados de mayo.
En el HM (Kluge) las cosas estaban aun más atrasadas. El 9ºE (Model) no había acabado aún de evacuar el sector de Rzhev y trasladado sus fuerzas al de Orel, la operación ‘Büffelbewegung’ (Movimiento de Búfalo). El ‘búfalo’ eran 10 divisiones y en total debían ser trasladados 300.000 soldados y aproximadamente 1.000 tanques y cañones autopropulsados en un tiempo mínimo y a la vez con máximo sigilo. La infraestructura ferroviaria tenía poca capacidad para ese encargo y sufría retrasos por las acciones partisanas y de la aviación: de 400 a 840 sabotajes ferroviarios mensuales y de 100 a 150 ataques aéreos. Uno de los ataques partisanos más exitosos provocó 12 días de retraso en el tramo Minsk-Briansk tras la voladura de dos puentes sobre el Desna.
Cuando se emitió el Operationsbefehl Nr. 6. Unternehmen ‘Zitadelle’ a mediados de abril no era viable tampoco el plazo fijado para comenzar el 3 de mayo. Por falta de preparación y por el clima. Model había avisado repetidamente que el 9ºE, por carencias de número, de movilidad y de instrucción, no estaba en condiciones suficientemente ventajosas para llevar a cabo una ruptura en el sector asignado. Le favoreció poder exponer sus argumentos ante el mismo Hitler a quien su elocuencia persuadió, retrasando la fecha al 9 de mayo.
En el OKH se desvanecieron en seguida las expectativas de derrotar rápidamente a un enemigo cogido por sorpresa y queda claro hasta aquí que poca culpa tuvo Hitler. Además, tanto el HM como el Fremde Heere Ost (FHO, el departamento de la inteligencia militar alemana para el Frente Oriental) sospechaban que los soviéticos sabían de los preparativos e intenciones alemanes. El FHO informó que el ER se estaba reforzando en el sector del ala norte del HS y que estaba concentrando una gran cantidad de reservas en la retaguardia, lo que interpretó –proféticamente- que el ER había optado por alcanzar sus objetivos al contragolpe.
En efecto, el 12 de abril el Stavka había decidido abandonar la idea de llevar la iniciativa de la ofensiva y en su lugar absorber el previsible golpe alemán, esperar su debilitamiento y a continuación lanzar una ofensiva en dirección Kharkov, Poltava y Kiev. En ese momento la inteligencia soviética calculaba que el ER disponía de una superioridad numérica de 1,8:1 respecto a la WM.
El 18 de abril Hitler ordenó la preparación de una operación alternativa consistente en atacar el saliente frontalmente, desde el oeste, en el sector del 2ºE, una zona ‘blanda’ del dispositivo defensivo soviético. No está muy claro si esta variante estaba tan fuera de lugar como el staff del OKH quiso hacerle ver. Parece que Zeitzler exageró las dificultades logísticas sabiendo que ese era un terreno donde Hitler no estaba muy ducho.
Aunque Zeitzler escribiría que en ese momento había propuesto la cancelación de Ciudadela, los hechos que se conocen de las semanas siguientes apuntan a lo contrario.
A raíz de las sucesivas prórrogas solicitadas por Model Hitler convocó una reunión en Munich el 4 de mayo [en otros textos el 3 de mayo] con Zeitzler (OKH), Jeschonneck (OKL), Manstein (HS), Kluge (HM) y Guderian (Inspector Tropas Acorazadas), entre otros. No asistió Model (9ºE) quien dejó expresada su postura en un escrito. No estaba tampoco Speer como erróneamente afirman las memorias de Guderian.
[Según el memorando de Busse sobre dicha reunión (ver día 8-8-2007 en viewtopic.php?f=5&t=404&start=15) Hitler, Model y Guderian estarían a favor del aplazamiento al día 10 de junio, mientras que Zeitzler, Kluge y Manstein estarían por una intervención inmediata. A grosso modo, las posturas a favor del aplazamiento empleaban el argumento de que la dimensión del dispositivo defensivo enemigo era impenetrable en ese momento pero que habría posibilidades de conseguirlo con las nuevas armas disponibles el 10 de junio. Las posturas en contra consideraban que el paso del tiempo favorecía más al enemigo, y que el aumento de efectivos y de trabajos defensivos no iba a compensarse con las nuevas armas, habida cuenta que no era esperable un refuerzo sustancial de la infantería.]
Problemas técnicos y de organización fueron retrasando la terminación de las nuevas armas acorazadas, que se esperaba primero para mayo o junio, causando sucesivos aplazamientos de la fecha de inicio de Ciudadela. Primero el 12 de junio, después el 20, después el 3 de julio. El 25 de junio se estableció la fecha definitiva para el 5 de julio.
Sin embargo la espera de que estuviera lista esa nueva generación de tanques y cañones autopropulsados no era el único motivo de los aplazamientos. El derrumbe de la posición germano-italiana en el norte de África convertía al Mediterráneo en un riesgo para cuyo control, a criterio de Hitler, el Reich necesitaba unas reservas de las que Ciudadela le privaría. A estas alturas estaba ya muy claro que la batalla sería de desgaste [es decir en contra de la premisa estratégica fundamental para Alemania en 1943]. Con ese panorama el dictador confesó a Goebbels poco después de la reunión del 4 de mayo que prefería
‘esperar los acontecimientos por si los bolcheviques quieren tomarnos la delantera, lo que nos daría unas condiciones más favorables que si tomamos la iniciativa nosotros’.
Durante las siguientes semanas de mayo y junio crecía la desconfianza en la viabilidad de la operación, alimentada por los informes cada vez más alarmantes de la inteligencia militar del Frente Oriental, el FHO, sobre la situación defensiva enemiga. A mediados de junio calculaba que el ER disponía en el sector de
Kursk de al menos 138 divisiones de fusiles y 64 brigadas acorazadas con un total de 2.350 tanques.
Tres semanas después, Gehlen (el jefe del FHO) abogaba abiertamente por abortar Ciudadela, en base a que no se cumplía ya ninguna de las condiciones iniciales: no existía superioridad de fuerzas ni en el lugar ni en el momento establecidos.
- 'El ruso espera nuestra ataque en los sectores que hemos determinado desde hace semanas y ha construido sucesivas líneas con sus correspondientes fuerzas para absorber nuestro golpe desde el primer momento. Así es muy poco probable que el ataque alemán logre penetrar. Dada la cantidad de reservas de que disponen los rusos no es de esperar que Ciudadela suponga para ellos tales pérdidas que desistan de sus intenciones generales. Por parte alemana, en vista de la escasez de unas reservas que nos van a hacer falta en el futuro (situación mediterránea) y que van a ser fijadas y desgastadas, considero esta operación como un error fatalmente decisivo que se vengará profundamente.’
Gehlen no podía informar directamente a Hitler sino que tenía que pasa por Zeitzler. Si este lo transmitió, siquiera parcialmente, no se conoce, pero no lo parece en vista de que hasta principios de junio consideraba viable la operación.
A pesar de todas las demoras, ni Manstein ni Kluge aconsejaron a Hitler desistir de ella. Manstein admitiría después en sus memorias que eso ‘podía haber sido un fallo’ y que en el cuartel general del HS se pensaba que la operación, aunque se esperaba que sería difícil, acabaría siendo un éxito. También en el del HM se abogaba por seguir adelante con Ciudadela una vez que quedó claro que comenzaría a principios de julio.
Hitler estaba muy indeciso y temeroso. Al final la propia dinámica de los acontecimientos inclinó la balanza cuando no se produjo ninguna ofensiva ni en el este ni en el oeste (según el OKW) y los preparativos de Ciudadela habían concluido. El 18 de junio decidió seguir adelante pero una semana después compartió con Goebbels su preocupación por no tener una reserva si comenzaba una invasión anglosajona y a Guderian las sensaciones de su estómago cuando pensaba en Ciudadela. El 1 de julio proclamó ante los comandantes de los heeresgruppen:
‘no podemos esperar a que el enemigo tome la iniciativa quizá en invierno o quizá cuando haya un segundo frente.’
Fuente: Ibid. p.70-9
Hasta aquí lo que hay en el MGFA sobre las cuestiones estratégicas y del proceso de decisión previo a Ciudadela. Algunas reflexiones:
1. No conocía a Zeitzler en esa faceta de gran manipulador. Si tenía información fundamental (el informe de Gehlen) que no pasó a Hitler (y no dispusieron de ella tampoco Kluge ni Manstein al decidir seguir con la ofensiva), su responsabilidad en el fiasco merecería destacar bastante más.
2. Aunque se intenta corresponsabilizar a estos frente al tópico de culpar del desenlace únicamente a Hitler y sus desmedidas expectativas en el nuevo armamento blindado, me pregunto qué sabían ellos objetivamente sobre las fuerzas enemigas (sospecho que no todo) cuando no plantearon a Hitler abortar la operación como quería claramente el FHO (Gehlen).
3. Respecto a la inteligencia alemana, me ha llamado la atención que no tuviesen acceso directo a Hitler y tuviesen que pasar por el jefe del estado mayor del OKH.
4. Queda la impresión de que la propia dinámica de los preparativos hacía difícil parar Ciudadela y me hubiese gustado leer algo más sobre las dificultades a las que esa opción - la que hubiese salvado o demorado la caída del Ostheer- se enfrentaba.
5. Si en la reunión del 4 de mayo se decidía o proceder a la ofensiva de forma inmediata o esperar al día 10 de junio, pero después esta comenzó el 5 de julio, es decir, 25 días después, no se puede tampoco ‘culpar’ a los defensores del aplazamiento al 10 de junio de los resultados de un retraso muchísimo mayor. Entiendo que era razonable a partir de esa fecha, si la operación no se suspendía, esperar las nuevas armas para compensar la ventaja que el enemigo iba adquiriendo mientras el tiempo transcurría.
Un saludo a todos
Grossman