Blitzkrieg o ¿ anacronismo estratégico ?
Publicado: Mar Feb 03, 2015 4:59 pm
Saludos a todos.
La verdad es que no soy dado a recomendar lecturas, pero tras la segunda lectura del libro del historiador Karl - Heinz Frieser "El mito de la Blizkrieg" creo que puedo decir que es uno de los mejores libros que he podido leer sobre la Segunda Guerra Mundial, aunque esté especialmente acotado a la Campaña del Oeste. En su capítulo final "Sumario y epílogo" se hacen unos comentarios generales y a forma de resumen del concepto operacional de la Guerra Relámpago.
Uno de los postulados básicos del Estado Mayor General prusiano – germano fue combatir en guerras rápidas para evitar el peligro de una larga y dilatada guerra en dos frentes debido a la desfavorable posición geoestratégica central del Reich alemán. La famosa Blitzkrieg de 1940 no fue planeada como tal y una investigación de las medidas preparatorias previas a la Campaña del Oeste, particularmente en el campo del armamento, demuestra claramente que el mando alemán estaba planeando una reproducción de los combates de la Primera Guerra Mundial y que los alemanes fueron los primeros sorprendidos del desenlace final de los hechos. El origen del “milagro de 1940” no puede ser atribuido a una estrategia de Guerra Relámpago sino que estuvo pasado en diferentes factores.
La campaña del Oeste fue un punto de inflexión en la historia militar, la tecnología bélica favoreció al ataque más que a la defensa y fue debido principalmente al empelo operacional de la fuerza panzer y de la aviación que evitó que hubiera una guerra de posiciones haciendo renacer la guerra operacional de movimientos propugnada por hombres como Moltke y Schiliefen. Fueron los adelantos técnicos los que elevaron de nuevo los principios de mando tradicionales alemanes a una situación nunca soñada y sumergió a las potencias occidentales en una confusión extrema. Los oficiales alemanes también parecieron sorprendidos por ver cómo se desarrollaban los acontecimientos pero fueron mucho más rápidos en adaptarse a la nueva situación cambiante operativa de la guerra.
La idea del “Corte de Hoz” de Manstein fue la causa de un éxito que nadie hubiera considerado posible antes, esto es, un resultado operacional inmediato. El requisito previo fue que los aliados permitieran que se les engañara y se metieran en la trampa, el resultad fue un cerco completo – principio de Cannas – algo muy raro en la historia militar. Una y otra vez los éxitos alemanes colgaron de un hilo y ese hilo se mantuvo por los tremendos errores de los líderes militares aliados. Después de la incomprensible victoria, tanto la propaganda nazi como los reporteros aliados crearon el mito de una Wehrmacht apastantemente poderosa, pero la realidad fue, sin embargo, que las potencias occidentales eran definitivamente superiores, como demuestra Karl – Heinz Frieser, en su libro “El mito de la Blitzkrieg. La campaña de 1940 en el Oeste”mediante una comparativa de fuerzas, sin embargo, solo consiguieron adaptarse a los métodos de guerra de movimientos alemanes durante la segunda mitad de la campaña (Plan Rojo) pero para entonces fue demasiado tarde.
El espectacular desarrollo de la operación “Corte de Hoz” no estuvio planeado por adelantado, el Alto Mando del Ejército se mantuvo completamente en contra de cualquier aceptación de dicho plan y sólo se aventuró a lanzar la ejecución de un plan descafeinado. Además el mando anti-panzer del Heeresgruppe A quiso ajustar el ritmo del ataque al de las divisiones de infantería, que marchaban a pie, lo que habría implicado una Blitzkrieg a cámara lenta. Pero la inmediata ruptura del frente de la línea del Mosa en Sedán dio tal dinamismo propio a la operación que las divisiones panzer, finalmente, simplemente despegaron y dejaron a las divisiones de infantería detrás. El ataque rodó a velocidad máxima en avalancha y, en ocasiones, el mando supremo perdió el control con lo que muchos oficiales en dicha situación especial y nueva se sintieron desinhibidos a la hora de no observar todas las órdenes y reglamentos, reclamando que estaban implementando la teoría de la táctica – misión. El momento clave fue la ruptura no autorizada de Guderian desde la cabeza de puente de Sedán. Este único acontecimiento trajo consigo, por la fuerza y muy en contra de los deseos del alto mando, el éxito de la idea del Corte de Hoz.
El éxito de la Blitzkrieg de 1940 no tiene nada que ver con una estrategia de guerra relámpago atribuida a Hitler. Según esta teoría, el objetivo primordial consistente en el poder mundial, ya no debía ser obtenido por un único esfuerzo total como en la Primera Guerra Mundial sino escenario a escenario, en base a un plan por fases, luchando en cortas campañas relámpago. Sin embargo, en aquel momento Hitler no había planeado guerra alguna contra las potencias occidentales y con toda seguridad no había planeado una Blitzkrieg, pues la Wehrmacht aún estaba en construcción. La posición de Alemania con la declaración de guerra por parte de GB y Francia la hicieron dar un salto hacia delante, dado que el tiempo corría en contra de ella y apostó todo a una carta arrollado al enemigo por medio de un ataque sorpresa, pero era precisamente dicho tipo de empresa militar la que intimidaba tanto al alto mando alemán que aún estaba afectado por el trauma sufrido a raíz del fracaso del Plan Schilieffen durante la Primera Guerra Mundial.
Los aliados no esperaban ese tipo de “salto hacia delante” que supuso el plan “Corte de Hoz” de Manstein. Los generales aliados no se figuraron la posibilidad de una acción temeraria de ese tipo y sufrieron la misma confusión que el propio Hitler ante el éxito de sus militares que sintió como se le escapaba el control de los acontecimientos en una operación que se fue haciendo cada vez más independiente. Finalmente, al detener los panzer en Dunkerque se permitió quedar atrapado en un error, que al final deshizo el deseado éxito estratégico. La Campaña en el Oeste no fue una campaña de conquista planificada, sino que en lugar de eso fue un acto de desesperación operacional cuyo fin fue salir de una situación estratégica desesperada. Lo que se llama “pensamiento de la Blitzkrieg” no se desarrolló hasta después de la Campaña del Oeste. Fue una consecuencia de la victoria.
Para la Wehrmacht la campaña del Oeste fue a la vez de triunfo una tragedia a largo plazo, y al igual que en la batalla de Sedán en 1870 también los alemanes sacaron lecciones equivocadas al sobrevalorar en exceso la guerra móvil operacional. Después de la Campaña del Oeste los mismos generales que antes habían sido críticos a la hora de enfrentarse a las nuevas ideas, se dejaron llevar ahora, por la euforia de la Blitzkrieg ya que se les ponía delante la posibilidad de rápidas batallas operacionales decisivas, incluso contra enemigos económicamente y en consecuencia también estratégicamente, superiores. La Blitzkrieg fue un renacimiento motorizado de la idea de Cannas en el que los generales olvidaron quién había vencido realmente en la Segunda Guerra Púnica. Cannas fue un brillante éxito operacional de Aníbal sobre Roma, pero fue ésta última la que acabó venciendo porque era una potencia naval estratégicamente superior.
Clausewitz ya había advertido contra el hecho de hacer depender el destino de un Estado de una batalla operacional decisiva inmediata y en lugar de eso había dado preferencia a la defensa estratégica. Del mismo modo que anteriormente se sobrestimó a las potencias occidentales, el mando alemán subestió a la URSS. Durante la Primera Guerra Mundial no había sido posible derrotar a Francia y sus aliados, pero Rusia fue derrotada y ahora que las potencias occidentales habían sido conquistadas en unas pocas semans se creía que la Unión Soviética sería un blanco fácil.
La exitosa Blitzkrieg contra Francia no estuvo basada en una doctrina previamente determinada, sino que nació más bien de la necesidad. Un año después se quiso probar el mismo truco contra la URSS, la diferencia, fue que esta vez sí se había planeado realmente una Blitzkrieg desde el primer momento y desde el punto de vista estrtégico. Si bien los alemanes habían planeado una guerra larga contra las potencias occidentales inicialmente sin poner un límite de tiempo, luego quisieron conquistar militarmente a la URSS en una campaña planificada de tan solo de tres meses y por eso la movilización del personal y del material fue coordinada con esta fecha final exacta como objetivo (Kroener, Personellen Ressourcen, pp. 695, 999 y 1014). Sin embargo fue imposible alcanzar Moscú antes de que cayera el iniverno y así, sucedió que cuando en diciembre de 1941 cayó un frío repentino de menos 36 º la mayor parte de los soldados alemanes se vieron obligados a luchar con uniformes de verano ya que se preparó muy poca ropa de invierno. Hitler y sus generales creyeron de verdad poder aplastar al Ejército Rojo con la primera embestida, y eso a pesar de que la Wehrmacht ya estaba comprometida en otros frentes, tanto en tierra como por mar y aire.
La super Cannas preparada en Rusia fracasó, y su error fundamental fue que no se cumplía el requisito más importante en sentido estratégico de la Blitzkrieg que es la capacidad de golpear primero y, a pesar del intento de cambiar las cosas ejecutando una campaña limitada en el tiempo, en junio de 1941 el armamento alemán no estaba listo, de modo que tres mil seiscientos panzers se lanzaron contra un total de veinticuatro mil carros de combate soviéticos (Rolf-Dieter Müller y Joachim Hoffmann, ambos en Der Angriff auf die Sowjetunion – “El ataque contra la Unión Soviética”, vol. 4 de Das Deutsche Reich und der Zweiten Weltkrieg).
La Blitzkrieg contra la URSS fracasó ante Moscú ya durante el invierno de 1941, la diferencia entre ambas campañas estriba en que la Campaña del Oeste de 1940 fue una Blitzkrieg no planeada pero con éxito y la de 1941 fue una campaña planeada como Blitzkrieg pero sin éxito. Sin embargo, en 1942 cuando los alemanes arremetieron de nuevo fueron capaces de avanzar hacia el Volga e internarse en el Cáucaso, pero la Wehrmacht alemana estaba operando más allá de sus capacidades; analizándolo estratégicamente, estaba destinada a quedarse sin fuelle más pronto o más tarde. Fue entonces cuando la superioridad económica de la URSS y de sus aliados empezó a causar efectos verdaderos. Esto puede verse, específicamente, en las estadísticas de producción de panzer. Desdeñando todas las demás armas, el Reich alemán se concentró principalmente en la fuerza acorazada, pero, aún así, debido a la carencia de materias primas los alemanes solo fueron capaces de construir un total de 25.000 carros de combate. Por el otro lado, los tres aliados fueron capaces de fabricar 200.000 (Foss, Panzer, p. 7). Así fue como la Segunda Guerra Mundial, justo igual que la Primera, no se decidió en los campos de batalla, sino en las fábricas.
Un episodio que parece simbólico de toda la Campaña en el Oeste se encuentra en el informe posterior a la acción del Infanterie-Regiment GroBdeutschland. En la mañana del 14 de mayo, tras la ruptura del frente en Sedán, un destacamente de avanzada alemán continuó hacia el sur, hacia Chémery. Tal y como se dice en el informe, tuvo lugar entonces una escena que parecía sacada de un sueño: al sureste de Connage, la caballería francesa apareció repentinamente cargando desde los bosques. Las ametralladoras terminaron enseguida con ese ataque montado e inmediatamente después, en una zanja junto a la carretera, junto a los restos del equipaje de un oficial francés, se encontró un libro famoso en la literatura mundial y española: Don Quijote, de Miguel de Cervantes. Don Quijote es el símbolo más auténtico de una imágene anacrónica de la guerra, cuando los caballeros se enfrentaron a ejércitos mercenarios equipados con modernas armas de fuego, fue el final de ellos, su levantamiento contra las armas modernas fue como justar con molinos de viento; y del mismo modo, muchos soldados franceses, que habían luchado con bravura, murieron jugando un papel trágico. Nadie lo expresó mejor que Weygand tras el desastre de Sedán: “Hemos ido a la guerra con un ejército de 1918 contra un ejército alemán de 1939. Es pura locura”.
En la era industrial, cuando dos guerras mundiales fueron decididas en términos puramente estratégicos – específicamente por la productividad de las fábricas – Hitler y sus generales se obsesionaron casi exclusivamente en las acciones militares a nivel operacional. Con respecto a esto, la Blitzkrieg parece tanto revolucionaria como reaccionaria. En términos operacionales los generales alemanes utilizaron un método de guerra moderno, pero a niveles estratégicos los guió un concepto anacrónico de una guerra. Tiempo atrás los estados sureños más eficaces en términos militares, no tuvieron, a largo plazo, ninguna oportunidad contra los económicamente superiores estados del norte y; del mismo modo, las operaciones panzer de la Blitzkrieg alemana fueron en gran medida como justar contra los molinos de vientos de potenciales industriales que le eran superiores.
Saludos desde Benidorm.
La verdad es que no soy dado a recomendar lecturas, pero tras la segunda lectura del libro del historiador Karl - Heinz Frieser "El mito de la Blizkrieg" creo que puedo decir que es uno de los mejores libros que he podido leer sobre la Segunda Guerra Mundial, aunque esté especialmente acotado a la Campaña del Oeste. En su capítulo final "Sumario y epílogo" se hacen unos comentarios generales y a forma de resumen del concepto operacional de la Guerra Relámpago.
Uno de los postulados básicos del Estado Mayor General prusiano – germano fue combatir en guerras rápidas para evitar el peligro de una larga y dilatada guerra en dos frentes debido a la desfavorable posición geoestratégica central del Reich alemán. La famosa Blitzkrieg de 1940 no fue planeada como tal y una investigación de las medidas preparatorias previas a la Campaña del Oeste, particularmente en el campo del armamento, demuestra claramente que el mando alemán estaba planeando una reproducción de los combates de la Primera Guerra Mundial y que los alemanes fueron los primeros sorprendidos del desenlace final de los hechos. El origen del “milagro de 1940” no puede ser atribuido a una estrategia de Guerra Relámpago sino que estuvo pasado en diferentes factores.
La campaña del Oeste fue un punto de inflexión en la historia militar, la tecnología bélica favoreció al ataque más que a la defensa y fue debido principalmente al empelo operacional de la fuerza panzer y de la aviación que evitó que hubiera una guerra de posiciones haciendo renacer la guerra operacional de movimientos propugnada por hombres como Moltke y Schiliefen. Fueron los adelantos técnicos los que elevaron de nuevo los principios de mando tradicionales alemanes a una situación nunca soñada y sumergió a las potencias occidentales en una confusión extrema. Los oficiales alemanes también parecieron sorprendidos por ver cómo se desarrollaban los acontecimientos pero fueron mucho más rápidos en adaptarse a la nueva situación cambiante operativa de la guerra.
La idea del “Corte de Hoz” de Manstein fue la causa de un éxito que nadie hubiera considerado posible antes, esto es, un resultado operacional inmediato. El requisito previo fue que los aliados permitieran que se les engañara y se metieran en la trampa, el resultad fue un cerco completo – principio de Cannas – algo muy raro en la historia militar. Una y otra vez los éxitos alemanes colgaron de un hilo y ese hilo se mantuvo por los tremendos errores de los líderes militares aliados. Después de la incomprensible victoria, tanto la propaganda nazi como los reporteros aliados crearon el mito de una Wehrmacht apastantemente poderosa, pero la realidad fue, sin embargo, que las potencias occidentales eran definitivamente superiores, como demuestra Karl – Heinz Frieser, en su libro “El mito de la Blitzkrieg. La campaña de 1940 en el Oeste”mediante una comparativa de fuerzas, sin embargo, solo consiguieron adaptarse a los métodos de guerra de movimientos alemanes durante la segunda mitad de la campaña (Plan Rojo) pero para entonces fue demasiado tarde.
El espectacular desarrollo de la operación “Corte de Hoz” no estuvio planeado por adelantado, el Alto Mando del Ejército se mantuvo completamente en contra de cualquier aceptación de dicho plan y sólo se aventuró a lanzar la ejecución de un plan descafeinado. Además el mando anti-panzer del Heeresgruppe A quiso ajustar el ritmo del ataque al de las divisiones de infantería, que marchaban a pie, lo que habría implicado una Blitzkrieg a cámara lenta. Pero la inmediata ruptura del frente de la línea del Mosa en Sedán dio tal dinamismo propio a la operación que las divisiones panzer, finalmente, simplemente despegaron y dejaron a las divisiones de infantería detrás. El ataque rodó a velocidad máxima en avalancha y, en ocasiones, el mando supremo perdió el control con lo que muchos oficiales en dicha situación especial y nueva se sintieron desinhibidos a la hora de no observar todas las órdenes y reglamentos, reclamando que estaban implementando la teoría de la táctica – misión. El momento clave fue la ruptura no autorizada de Guderian desde la cabeza de puente de Sedán. Este único acontecimiento trajo consigo, por la fuerza y muy en contra de los deseos del alto mando, el éxito de la idea del Corte de Hoz.
El éxito de la Blitzkrieg de 1940 no tiene nada que ver con una estrategia de guerra relámpago atribuida a Hitler. Según esta teoría, el objetivo primordial consistente en el poder mundial, ya no debía ser obtenido por un único esfuerzo total como en la Primera Guerra Mundial sino escenario a escenario, en base a un plan por fases, luchando en cortas campañas relámpago. Sin embargo, en aquel momento Hitler no había planeado guerra alguna contra las potencias occidentales y con toda seguridad no había planeado una Blitzkrieg, pues la Wehrmacht aún estaba en construcción. La posición de Alemania con la declaración de guerra por parte de GB y Francia la hicieron dar un salto hacia delante, dado que el tiempo corría en contra de ella y apostó todo a una carta arrollado al enemigo por medio de un ataque sorpresa, pero era precisamente dicho tipo de empresa militar la que intimidaba tanto al alto mando alemán que aún estaba afectado por el trauma sufrido a raíz del fracaso del Plan Schilieffen durante la Primera Guerra Mundial.
Los aliados no esperaban ese tipo de “salto hacia delante” que supuso el plan “Corte de Hoz” de Manstein. Los generales aliados no se figuraron la posibilidad de una acción temeraria de ese tipo y sufrieron la misma confusión que el propio Hitler ante el éxito de sus militares que sintió como se le escapaba el control de los acontecimientos en una operación que se fue haciendo cada vez más independiente. Finalmente, al detener los panzer en Dunkerque se permitió quedar atrapado en un error, que al final deshizo el deseado éxito estratégico. La Campaña en el Oeste no fue una campaña de conquista planificada, sino que en lugar de eso fue un acto de desesperación operacional cuyo fin fue salir de una situación estratégica desesperada. Lo que se llama “pensamiento de la Blitzkrieg” no se desarrolló hasta después de la Campaña del Oeste. Fue una consecuencia de la victoria.
Para la Wehrmacht la campaña del Oeste fue a la vez de triunfo una tragedia a largo plazo, y al igual que en la batalla de Sedán en 1870 también los alemanes sacaron lecciones equivocadas al sobrevalorar en exceso la guerra móvil operacional. Después de la Campaña del Oeste los mismos generales que antes habían sido críticos a la hora de enfrentarse a las nuevas ideas, se dejaron llevar ahora, por la euforia de la Blitzkrieg ya que se les ponía delante la posibilidad de rápidas batallas operacionales decisivas, incluso contra enemigos económicamente y en consecuencia también estratégicamente, superiores. La Blitzkrieg fue un renacimiento motorizado de la idea de Cannas en el que los generales olvidaron quién había vencido realmente en la Segunda Guerra Púnica. Cannas fue un brillante éxito operacional de Aníbal sobre Roma, pero fue ésta última la que acabó venciendo porque era una potencia naval estratégicamente superior.
Clausewitz ya había advertido contra el hecho de hacer depender el destino de un Estado de una batalla operacional decisiva inmediata y en lugar de eso había dado preferencia a la defensa estratégica. Del mismo modo que anteriormente se sobrestimó a las potencias occidentales, el mando alemán subestió a la URSS. Durante la Primera Guerra Mundial no había sido posible derrotar a Francia y sus aliados, pero Rusia fue derrotada y ahora que las potencias occidentales habían sido conquistadas en unas pocas semans se creía que la Unión Soviética sería un blanco fácil.
La exitosa Blitzkrieg contra Francia no estuvo basada en una doctrina previamente determinada, sino que nació más bien de la necesidad. Un año después se quiso probar el mismo truco contra la URSS, la diferencia, fue que esta vez sí se había planeado realmente una Blitzkrieg desde el primer momento y desde el punto de vista estrtégico. Si bien los alemanes habían planeado una guerra larga contra las potencias occidentales inicialmente sin poner un límite de tiempo, luego quisieron conquistar militarmente a la URSS en una campaña planificada de tan solo de tres meses y por eso la movilización del personal y del material fue coordinada con esta fecha final exacta como objetivo (Kroener, Personellen Ressourcen, pp. 695, 999 y 1014). Sin embargo fue imposible alcanzar Moscú antes de que cayera el iniverno y así, sucedió que cuando en diciembre de 1941 cayó un frío repentino de menos 36 º la mayor parte de los soldados alemanes se vieron obligados a luchar con uniformes de verano ya que se preparó muy poca ropa de invierno. Hitler y sus generales creyeron de verdad poder aplastar al Ejército Rojo con la primera embestida, y eso a pesar de que la Wehrmacht ya estaba comprometida en otros frentes, tanto en tierra como por mar y aire.
La super Cannas preparada en Rusia fracasó, y su error fundamental fue que no se cumplía el requisito más importante en sentido estratégico de la Blitzkrieg que es la capacidad de golpear primero y, a pesar del intento de cambiar las cosas ejecutando una campaña limitada en el tiempo, en junio de 1941 el armamento alemán no estaba listo, de modo que tres mil seiscientos panzers se lanzaron contra un total de veinticuatro mil carros de combate soviéticos (Rolf-Dieter Müller y Joachim Hoffmann, ambos en Der Angriff auf die Sowjetunion – “El ataque contra la Unión Soviética”, vol. 4 de Das Deutsche Reich und der Zweiten Weltkrieg).
La Blitzkrieg contra la URSS fracasó ante Moscú ya durante el invierno de 1941, la diferencia entre ambas campañas estriba en que la Campaña del Oeste de 1940 fue una Blitzkrieg no planeada pero con éxito y la de 1941 fue una campaña planeada como Blitzkrieg pero sin éxito. Sin embargo, en 1942 cuando los alemanes arremetieron de nuevo fueron capaces de avanzar hacia el Volga e internarse en el Cáucaso, pero la Wehrmacht alemana estaba operando más allá de sus capacidades; analizándolo estratégicamente, estaba destinada a quedarse sin fuelle más pronto o más tarde. Fue entonces cuando la superioridad económica de la URSS y de sus aliados empezó a causar efectos verdaderos. Esto puede verse, específicamente, en las estadísticas de producción de panzer. Desdeñando todas las demás armas, el Reich alemán se concentró principalmente en la fuerza acorazada, pero, aún así, debido a la carencia de materias primas los alemanes solo fueron capaces de construir un total de 25.000 carros de combate. Por el otro lado, los tres aliados fueron capaces de fabricar 200.000 (Foss, Panzer, p. 7). Así fue como la Segunda Guerra Mundial, justo igual que la Primera, no se decidió en los campos de batalla, sino en las fábricas.
Un episodio que parece simbólico de toda la Campaña en el Oeste se encuentra en el informe posterior a la acción del Infanterie-Regiment GroBdeutschland. En la mañana del 14 de mayo, tras la ruptura del frente en Sedán, un destacamente de avanzada alemán continuó hacia el sur, hacia Chémery. Tal y como se dice en el informe, tuvo lugar entonces una escena que parecía sacada de un sueño: al sureste de Connage, la caballería francesa apareció repentinamente cargando desde los bosques. Las ametralladoras terminaron enseguida con ese ataque montado e inmediatamente después, en una zanja junto a la carretera, junto a los restos del equipaje de un oficial francés, se encontró un libro famoso en la literatura mundial y española: Don Quijote, de Miguel de Cervantes. Don Quijote es el símbolo más auténtico de una imágene anacrónica de la guerra, cuando los caballeros se enfrentaron a ejércitos mercenarios equipados con modernas armas de fuego, fue el final de ellos, su levantamiento contra las armas modernas fue como justar con molinos de viento; y del mismo modo, muchos soldados franceses, que habían luchado con bravura, murieron jugando un papel trágico. Nadie lo expresó mejor que Weygand tras el desastre de Sedán: “Hemos ido a la guerra con un ejército de 1918 contra un ejército alemán de 1939. Es pura locura”.
En la era industrial, cuando dos guerras mundiales fueron decididas en términos puramente estratégicos – específicamente por la productividad de las fábricas – Hitler y sus generales se obsesionaron casi exclusivamente en las acciones militares a nivel operacional. Con respecto a esto, la Blitzkrieg parece tanto revolucionaria como reaccionaria. En términos operacionales los generales alemanes utilizaron un método de guerra moderno, pero a niveles estratégicos los guió un concepto anacrónico de una guerra. Tiempo atrás los estados sureños más eficaces en términos militares, no tuvieron, a largo plazo, ninguna oportunidad contra los económicamente superiores estados del norte y; del mismo modo, las operaciones panzer de la Blitzkrieg alemana fueron en gran medida como justar contra los molinos de vientos de potenciales industriales que le eran superiores.
Saludos desde Benidorm.