Para la Formación del Jefe

[fangio]

Para la Formación del Jefe

Coronel Martín Suárez
Círculo Militar – Buenos Aires – Volúmen 697 – Año1979


Quería compartir con todos los miembros del foro partes de éste libro que contiene conceptos muy interesantes respecto al “mando” por parte de los oficiales. He tomado aquellos conceptos donde se hace mención a hechos de la II Guerra Mundial.
El libro contiene una breve explicación previa:


“Este libro contiene, como lo expresa el autor en sus palabras preliminares, conceptos atinentes a las exigencias que el ejercicio del mando impone en la paz y en la guerra.
Las referencias históricas con las cuales son ilustrados, por lo general, dichos conceptos, asignan a los mismos un convincente sentido de realidad.

Sus reflexiones sobre el mando, sobre el arte de pensar, sobre el lenguaje castrense, sobre la formación espiritual del hombre de armas y sobre las exigencias de la hora actual para las nuevas generaciones militares, constituyen un bagaje de experiencias y enseñanzas de destacado valor aplicativo.”


Ahora si, pasemos a algunos conceptos vertidos en éste libro relacionados como dije más arriba con la II Guerra Mundial.


I. Sobre la Formación del Jefe


Para el oficial rige con todo su vigor éste concepto de Foertsch: aquel que no está trabajando constantemente en su autoeducación y en el adiestramiento de su mente, no ha escuchado ni siquiera un susurro de la dinámica de la vida militar.

Al estallar el segundo conflicto bélico mundial, uno de los mayores defectos del Ejército británico en su preparación para la guerra fue el insuficiente adiestramiento de los comandantes superiores, a quienes raras veces se proporcionó la oportunidad de practicar el arte de la conducción superior. (Mayor General Guingand, en Operación Victoria).

… La precedente afirmación nos recuerda:
Refiriéndose a la conducción superior en el Ejército polaco durante la primera semana de la Segunda Guerra Mundial, y sin olvidar, desde luego, la superioridad de medios ni los efectos sorpresivos de los novedosos procedimientos estratégicos y tácticos de los alemanes, dice Jars: “Lamentablemente, es necesario considerar también la terrible falta de preparación integral que se reveló, día tras día, en todos lo escalones de comando… todas y cada una de las resoluciones tomadas el 6 de setiembre llevan la señal de una febril precipitación; los nervios templados han hecho falta y las órdenes fueron impartidas por lo común a la ligera, sin fiscalizar su redacción, su difusión ni su cumplimiento. Estos graves desaciertos, muchos errores profesionales en los detalles, cuyas consecuencias se harían sentir en la segunda semana de la guerra…”.
(La Campaña de Polonia)

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El General Giraud, que tan altas cualidades de hombre de armas acreditó durante la Segunda Guerra Mundial, solía observar en sus contactos con el comando aliado en Africa del Norte “un modo altanero de instructor siempre listo para dar lecciones”, lo que irritaba un poco al General Clark, comandante del 5º Ejército estadounidense.

Poco antes de que éste Ejército, al cual estaba subordinado el cuerpo Expedicionario Francés, iniciara la invasión a Italia a fines de 1943, el jefe de E.M. del mismo, General Gruenther, efectuó una exposición sobre la operación a realizar, ante los Generales Giraud y Juin, éste último comandante de dichas fuerzas francesas.

Al término de la exposición, Giraud hizo una crítica certera (los hechos le dieron la razón) “pero impregnada de la actitud altiva y despectiva que adoptaba cuando jugaba al profesor ante interlocutores en los cuales no veía sino a jovencitos que aún tenían mucho que aprender”. Ello molestó visiblemente al General Gruenther. (Memorias del Mariscal Juin).

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[fangio]

Füller en su obra La II Guerra Mundial, al tratar la invasión de Francia, transcribe lo asentado en el “Diario de un oficial de estado mayor”, de autor anónimo, el 19 de mayo de 1940, es decir, durante el desarrollo de los acontecimientos. En dicha anotación se dice: Los alemanes “han hecho todo lo que no debía hacerse según la ortodoxia de los soldados bien instruidos y estereotipados, pero no han cometido errores. El Estado Mayor francés ha sido paralizado por esta guerra de movimiento no reglamentario. Las condiciones cambiantes que prevalecen no concuerdan con el texto de los libros, y los cerebros de 1914, de los generales franceses responsables de la preparación de los planes de los ejércitos aliados, no tienen capacidad para funcionar en esta nueva y asombrosa exhibición.”

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Del Mariscal Rydz Smigly, comandante en jefe del ejército polaco durante la invasión alemana en 1939, cargo que ocupaba desde mayo de 1935 con el título, en tiempos de paz, de inspector general de las fuerzas armadas, se afirma: “Promovido, tanto por sus antecedentes de valeroso patriota cuanto por la amistad que le profesaba el mariscal Pilsudski, a los más altos cargos militares, no supo colocarse a la altura de sus funciones… Sumamente aficionado a las artes, era un pintor de conocimientos necesarios a un gran hombre de guerra… El es, en gran parte, responsable de la deficiente preparación para la guerra del ejército polaco.” (Jars, en La Campaña de Polonia.).


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[fangio]

II. EL JEFE Y EL SUBORDINADO

El General Dietrich von Choltitz en su libro Soldado entre Soldados, refiriéndose a su actuación en la Segunda Guerra Mundial, dice: “… fui nombrado jefe de regimiento y pude experimentar lo que significa dedicar todas las fuerzas y todo lo que aprendí en la vida, a favor de los hombres que me fueron confiados y que llegué a amar como a la propia familia. Supe, así, que la prerrogativa de conducirlos obliga, a la vez, a protegerlos y cuidarlos.”

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El Mariscal Montgomery, cuando era comandante de ejército, conocía a fondo a sus subordinados hasta el nivel de batallón. El mismo atribuyó gran parte de sus éxitos a su habilidad en elegir para cada misión al subordinado más apto para llevarla a cabo. (My. Gral. Guingand, en Operación Victoria).

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“El comandante de un cuerpo de ejército debe conocer a sus comandantes de división, debe comprender a fondo sus problemas, respetar sus juicios y ser tolerante con sus limitaciones. En realidad, son pocas las características sobresalientes necesarias para conformar un buen comandante de división. En cambio, el éxito es producto de una equilibrada combinación de buen criterio, fe en sí mismo, aptitudes de conductor y audacia.” (General O. N. Bradley en Relato de un Soldado).

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Algunos afirman que es mejor estratega el jefe que se mantiene alejado de las tropas, dado que allí donde las unidades existen sólo como signos en una carta, aquél puede actuar sin que su mente sea “infestada” por la compasión hacia sus tropas. Si la guerra se realizara mediante artefactos y al impulso de una clavija, sería posible hacer de la conducción una ciencia; pero como la guerra es a la vez un conflicto tanto de fuerza como de pasión, ningún jefe puede llegar a ser estratega si antes no conoce a sus hombres. (General O. N. Bradley en la obra citada).

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El 16 de diciembre de 1941, durante las operaciones en Rusia, el General Guderian escribió: “Paso las noches generalmente sin dormir, revanándome los sesos pensando qué es lo que aún podría hacer para ayudar a mis pobres hombres, los cuales con esta enloquecedora temperatura invernal tienen que permanecer al raso, sin protección alguna. Es terrible, inimaginable… La gente del Comando en Jefe del Ejército y del Comando Supremo de las Fuerzas Armadas, que nunca ha visto el frente, no puede formarse una idea de cómo son las condiciones aquí. No hacen más que transmitir órdenes inejecutables y desechan todos los pedidos y solicitudes”. (Memorias de un Soldado, pág. 359).

Cuatro días más tarde, Guderian entrevistóse con Hitler. Del diálogo que sostuvieron extraemos los dos párrafos siguientes:
- Hitler: Usted se deja influir demasiado por los sufrimientos de los soldados. Usted les tiene demasiada compasión. Debería distanciarse un poco más. Créame, desde cierta distancia las cosas se ven con mayor nitidez.
- Guderian: Se sobreentiende que mi obligación es tratar de aliviar las penurias de mis soldados. Esto es muy difícil cuando hasta hoy mis hombres no tienen equipo de invierno… (Obra citada, pág. 364).

La reflexión que sugiere el precedente fragmento del diálogo, puede ser expresada así: Siempre o casi siempre será ineludible imponer duros sacrificios a las tropas para obtener el éxito, pero la gran preocupación del jefe debe ser que los sufrimientos de aquéllas no resulten de fallas atribuibles, en el vestuario de invierno a que alude Guderian, solicitado hacía más de dos meses, no había llegado a las tropas, estando ya avanzada la estación invernal; despachado tardíamente, los trenes en que era transportado se encontraban detenidos en Varsovia, desde hacía semanas, por falta de locomotoras, además de otros inconvenientes.
En cuanto a que una mayor distancia permite ver las cosas con más nitidez: aquélla no debe ser tanta que impida ver las reales condiciones en que se desarrollan las operaciones y que a raíz de ello se impartan órdenes inejecutables.
Cuando los comandantes de tropas están a la altura de su misión, no puede justificarse el proceder que Guderian atribuye al Comando Supremo de las Fuerzas Armadas, de rechazar todos sus pedidos y solicitudes. Tampoco el de ignorar, sin haber visto el frente, la opinión de aquéllos respecto a las operaciones. Refiriéndose a la situación en Rusia a fines de 1941, dice el nombrado general: “Son varios los altos jefes de tropas en el teatro de operaciones que comparten mi opinión; pero esto no tiene importancia, ya que a nadie del Comando Supremo se le ocurre preguntar por ella…”. (Obra citada, pág. 356).

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[fangio]

Alexander. De este general británico, más tarde Mariscal de Campo vizconde Alexander de Túnez, de destacada actuación en la Segunda Guerra Mundial, dice el General O. N. Bradley: En el ejercicio del mando ponía la moderación, paciencia y modestia características de un gran soldado. En las campañas del Mediterráneo conquistó la simpatía y adhesión de sus subordinados norteamericanos. Era por naturaleza un soldado medido y escrupuloso; jamás buscaba el primer plano y se complacía en que sus comandantes subordinados cosecharan los aplausos.

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Rommel. Las características de este conductor, que se mencionan seguidamente, han sido señaladas por Liddell Hart, en la Introducción de las Memorias del nombrado mariscal, y por Desmond Young en su libro Rommel.

-Era adorado por sus soldados; lo que consiguió de ellos en momentos cruciales, es algo que sobrepasa cuanto se pudiera imaginar.
-Lo más destacado de todos sus éxitos, es haberlos logrado con inferioridad material y carencia de superioridad aérea.
-Era muy humano. Sus explosiones de mal humor eran excepcionales. Siempre estaba dispuesto a reparar una injusticia. Generoso en los elogios. Reconocía cuando había cometido un error.
-Insensible a la incomodidad y la fatiga.
-Extraordinariamente valiente e imperturbable bajo el fuego enemigo.
-Recorría a diario las posiciones ocupadas por sus tropas.
-Poseía el don de aparecer en algún punto importante y dar ímpetu decisivo a la acción en un momento culminante.
-Solía conversar con los oficiales jóvenes y con los soldados, porque siempre tuvo una gran predilección por la juventud. Se mostraba alegre cuando hablaba con ellos y tenía una sonrisa y un chiste para quienes sabían cumplir su cometido.

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[CARLOS ANDRES]

Fangio, muy atinado tu tema, por sobre todo para mi que puedo extraer algunas cosillas en el manejo y dirección de subalternos en lo que refiere a mi trabajo, estoy ancioso de leer mas sobre el particular,
Cordial saludo....

[fangio]

Gracias Carlos, me alegra que te sea útil.
En cuanto disponga de un poco más de tiempo, voy a seguir transcribiendo algunas cosas más.
Saludos,

FANGIO

[fangio]

Montgomery. En su libro Operación Victoria, el Mayor General F. W. Guingand, jefe del estado mayor del ejército que comandara el nombrado mariscal, señala, entre otros, los siguientes rasgos de su personalidad:

-Durante toda su carrera tuvo siempre un lugar en el corazón para el joven oficial. “Muchos de nosotros tenemos que agradecerle los conocimientos que nos impartió y el aliento que nos infundió.”
-Era absolutamente sincero en sus esfuerzos para alentar y enseñar a la generación más joven.
-Imparcial en el trato con los hombres. Muy humano al juzgar los actos de los subordinados.
-Abnegado y generoso, le complacía que sus subordinados recibieran las recompensas y los elogios a que se hacían acreedores.
-Valiente en grado sumo. Constantemente se le vio en los lugares de peligro del campo de batalla, siempre imperturbable ante situaciones riesgosas.
-Cuando se estaba librando una batalla, visitaba todos los días a los comandantes subordinados.

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Patton. El Brigadier General B. G. Wallace, quien durante la Segunda Guerra Mundial sirviera en el 3º Ejército estadounidense a las órdenes del nombrado general, ha escrito refiriéndose al mismo:
-Era amable y solícito frente a las necesidades de sus soldados. Relevaba de inmediato a cualquier comandante despreocupado por sus hombres y negligente en asegurarles el mejor equipo, la mejor ropa y la mejor comida posible, así como las mayores comodiades factibles de obtener en el frente. Relevaba también, sin más trámites, al comandante cuyas tropas sufrieran un número de bajas que él considerara indebidamente elevadas.
-Poseía un arte especial para inducir a los subordinados a cumplir las tareas más allá de sus mejores posibilidades.
-Bajo su mando, las cuestiones más complicadas parecían simplificadas y los más rudos trabajos se tornaban placenteros.
-Pocos jefes han empleado más tiempo que Patton en visitar los hospitales. Es que veía en las vendadas heridas el signo evidente del coraje, que era para él lo más respetable. Charlaba y bromeaba con los heridos, les estrechaba la mano y prendía sobre sus pechos el Corazón Púrpura, nombre éste de la condecoración o distintivo acordado a los heridos en combate.
-Prácticamente todos los días visitaba distintos sectores del frente, aunque se desencadenara una tormenta o arreciara la lluvia. Muchas veces pasaba el día entero visitando las unidades.
-Donde fuera más encarnizada la lucha, o donde debía realizarse un nuevo ataque o una embestida, allí estaba siempre… “No es extraño pues el respeto y el cariño que le profesaban sus soldados.” (De la obra Patton y el Tercer Ejército).

Con respecto a la personalidad de Patton corresponde transcribir, como nota aclaratoria, la siguiente afirmación del general O. N. Bradley: “Como comandante del 3º Ejército en Europa, Patton mereció y conquistóa la admiración de sus tropas y el afecto de sus comandantes subordinados”. No ocurrió lo mismo con el Patton que había luchado en la guerra del Mediterráneo. “En esta poco afortunada parte de su carrera, sus actitudes teatrales le atrajeron mucho desprestigio, y su impetuosidad ofendía a los jefes a sus órdenes.”

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[CARLOS ANDRES]

Fagio, otra vez yo!!! Me gusta este tema por que me es a fin a mi trabajito, como ya te lo hice saber, que bueno!
Me vas a disculpar pero lo imprimiré contando con tu venia obviamente,
Un abrazo....

[fangio]

Por supuesto que lo podés imprimir, no hay ningún problema Carlos.
Qué clase específica de tarea realizás? si se puede preguntar por supuesto.
Continúa el texto...


III. EL JEFE Y SUS ASESORES Y COLABORADORES

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El General Guderian en el libro Memorias de un Soldado, basándose en su experiencia de guerra, ha escrito sobre el oficial de estado mayor, asesor y colaborador por excelencia:
Debe poseer las condiciones que la profesión requiere de todo militar y, en medida más amplia: valor, fuerza de decisión, disposición para la responsabilidad, capacidad de improvisación, resistencia física, laboriosidad y amor al trabajo. Un oficial de estado mayor ideal debe caracterizarse por las siguientes cualidades:

-Pureza de procederes
-Inteligencia, cordura, modestia.
-Colocación de su propia personalidad detrás de los intereses del conjunto.
-Firmeza en sus convicciones.
-Capacidad para exponer con tacto sus propias opiniones.
-Fuerza de voluntad para subordinarse a la idea del superior y proceder en el sentido de ésta cuando no haya sido aprobada su opinión.
-Completa comprensión y corazón abierto para las necesidades de las tropas. Preocupación incansable por éstas.
-Criterio estratégico-operacional, táctico y técnico. Respecto a éste último, no debe perderse en detalles sino estar capacitado para juzgar los progresos técnicos en su significación para la conducción de la guerra.
-Experiencia y conocimiento práctico de la conducción de unidades de tropa, tanto de su arma de origen como de las otras armas, para lo cual debe prestar periódicamente servicios en las mismas.

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El general estadounidense Corlett, quien participó en la Segunda Guerra Mundial, afirma: “El oficial de estado mayor que mejor sirve a su jefe es el que mejor sirve a las tropas”. Debe anticiparse al futuro, tomando o proponiendo medidas para afrontar los acontecimientos venideros. Las tropas de primera línea, en combate o en trabajos, deben alegrarse de sus visitas porque saben que viene a prestarles ayuda. (“El Don del Mando”, Military Review, Nro 4, año 1945.)

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[CARLOS ANDRES]

Fagio, claro que se puede saber, trate de colocarte este mensaje en privado pero me fue imposible,asi que disculpa que lo haga por aca; soy Intendente -algo así como Sargento- de Policía, trabajo en un Grupo Especial de Antidisturbios que se denomina ESMAD Escuadrón Móvil Antidisturbios), opera a nivel nacional y tengo bajo mi mando directo cerca de cincuenta subalternos. Verás que es complicado manejar personas, por ello y aunque nos dan doctrina sobre el manejo al talento humano, es que me resulta importante tus apreciaciones...
Un abrazo y gracias....

[fangio]

Realmente interesante (y peligrosa) la tarea que cumples Carlos. Te felicito.


IV. LA AMBICION DEL JEFE

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La ambición del jefe de ser en todo momento y circunstancia ejemplo, maestro y guía de los subordinados, inlcluye, lógicamente, como único medio para lorgrar o conservar la autoridad moral que distingue al auténtico jefe, la de mostrarse sereno, dueño de sí mismo y decidido en los instantes de grave peligro personal propios de la guerra; no merecer jamás, ni por asomo, palabras semejantes a éstas, que ante los muros de la remota Troya, dirigió Héctor a su hermano París al verle retroceder tembloroso buscando refugio entre sus soldados: “…Los saqueos se ríen de haberte considerado un bravo soldado, por tu bella figura, cuando no hay en tu pecho ni fuerza ni valor…”. (La Ilíada, Canto III).
Honrada, noble y legítima es la ambición que hace aspirar al jefe a que si llega la prueba de la guerra, sus desvelos en tiempo de paz po el cumplimiento a fondo de su deber, esto es, sus esfuerzos y aun sacrificios en pro de la educación e instrucción de los subordinados y de su propia capacitación personal como conductor, reciban la insuperable recompensa de mostrarlos a la altura de las tremendas exigencias que la lucha impone; que la unidad de su mando merezca de él un juicio similar al que el Mariscal Juin asentara en sus Memorias sobre el Cuerpo Expedicionario Francés, cuyo comando ejerció en la victoriosa campaña de Italia durante la Segunda Guerra Mundial. Luego de reconocer el alto valor combativo acreditado por dicho Cuerpo, kice Juin de sus integrantes: “Yo no había dudado en someter su perseverancia a las más terribles pruebas y jamás se quejaron de eso. Mi imaginación volvía a verlos con sus pobres medios en la nieve y el barro helado de los Abruzzos, colgados de las peñas abruptas que habían conquistado en duras luchas y que no querían por nada abandonar. Expuestos a los peores sufrimientos, todos sus cuadros y sus combatientes, también todas las mujeres conductoras de ambulancias, enfermeras, empleada en comunicaciones o en puestos de avanzada del Estado Mayor, habían dado muestras de idéntico coraje bajo el fuego y de un mismo espíritu de abnegación”.

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La aspiración del jefe puede considerarse colmada, si en la guerra se hace acreedor a un juicio que en relación con su grado militar, pueda considerarse, por su esencia, semejante a los dos siguientes, que tomamos al azar:
-Del general francés Hagron, que actuó en la Primera Guerra Mundial: Repercutían en su alma el sentir y las sensaciones anímicas de las tropas. Su gran clarividencia y su noble carácter imponían a todos respeto y confianza. (Cnl. Pellegrin, en La vida de un ejército en la Gran Guerra).
-Del General Monsabert, del Cuerpo Expedicionario Francés, en la campaña de Italia, año 1944: “…Siempre en el punto más sensible de su línea de batalla, pronto para aprvechar las oportunidades o reparar una situación que corriera el riesgo de tornarse comprometida por una accióninicialmente mal encarada. Fue hasta el final de la campaña un intrépido y sabio consejero, un jefe en el cual siempre se podía confiar”. (Mariscal Juin, en sus Memorias).

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[CARLOS ANDRES]

Fangio, como ves otra vez estoy leyendo y aprendiendo sobre tus artículos, !vaya si son interesantes, y gracias por todo!!!
Un abrazo....

[Wikinger]

Muy interesante Fangio!

Por favor sigue!

Saludos!

[CARLOS ANDRES]

Hola Fangio, como ves de visita en este post, y al no encontrar nadita espero cuelgues algo tan ilustrativo como lo haces siempre.
Un abrazo...

[fangio]

Perdón muchachos pero estoy con el tiempo muy corto. Prometo en cuanto pueda transcribir más sobre éste interesante tema.
No se preocupen que no me olvido pero como se dice por ahí "el tiempo es tirano".
Saludos,

FANGIO