El capitan del U203, Rolf Mützelburg, en 1942 posiblemente tuvo una de las muertes mas absurdas de toda la guerra. Se lanzo de cabeza, desde la torre del submarino al agua, con tan mala pata que no cayo en ella y se pego un fuerte golpe en la cabeza contra la estructura de su U.Boot, falleciendo en el acto.
Otra de muerte absurdas, fue la de Lüth, capitan del U181 y segundo mayor as de toda la guerra con 230.000 toneladas de barcos hundidos.
"¡Gottlob, ¿qué has hecho?! ¡Te has cargado al jefe!", le espetó horrorizado el oficial de guardia al marinero de 18 años que acababa de cepillarse de un certerísimo tiro -digno de aplauso en otras circunstancias-al célebre comandante. El pobre Matthias Gottlob no había hecho aquella oscura y tormentosa noche del 13 de mayo de 1945 más que cumplir con su deber, y así lo hubo de reconocer el tribunal que lo juzgó. El propio Lüth había ordenado a los centinelas que vigilaban el cuartel general del almirante Doenitz, a la sazón convertido en el nuevo führer de Alemania tras la muerte de Hitler, disparar a quienquiera que no acertara a dar la contraseña.
Pasada la medianoche, una sombra hamletiana había aparecido ante el joven guardia. "Halt! Wer da?". Alto, quién anda ahí, gritó tres veces. Nadie contestó; así que, asustadísimo, el chico alzó su fusil y disparó un único tiro, que fue a impactar en medio de la frente de Lüth.
Oskar Kusch, el capitán del U-154 que fue juzgado por cobardía, sedición y derrotismo y fusilado. Kusch, el Stauffenberg del mar, retiró de su submarino, con recochineo, el preceptivo retrato de Hitler. Le denunció su segundo de a bordo, Ulrich Abel (resentido por las evaluaciones personales que recibía),el ingeniero Druschell y Arno Funke
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Heinrich Heine [i]Allí donde se queman los libros, se terminaran quemando personas[/i]