El fin de los ulanos
Publicado: Vie Jul 15, 2005 10:19 pm
EL FIN DE LOS ULANOS
En septiembre de 1.939 pocos Ejércitos poseían una fuerza a caballo tan considerable como el polaco: 37 regimientos de Caballería frente a 90 de Infantería, totalizando 70.000 jinetes, que aún utilizaban, entre su armamento la larga lanza de acero de tres metros. Encuadrados en Brigadas de Caballería (BRC) autónomas, existiendo una o dos en cada Ejército, estas se componían de dos o tres Regimientos de Ulanos -el nombre tradicional de los jinetes polacos-, uno de Caballería ligera, uno de Artillería hipomóvil y varias unidades menores. Existían, en la fecha citada, las siguientes: BRC Mazowicka y BRC Nowogrodka, en el Ejército de Modlin; BRC Wolynska y BRC Kresowa, en el Ejército de Lodz; BRC Wilenska, en el Ejército de Prusy; BRC Suwalska y BRC Podlaska, en el Grupo de Operaciones del Narew; BRC Krakow, en el Ejército de Cracovia; BRC Podolska y BRC Wielkopolska, en el Ejército de Poznan; BRC Pomorska en el Ejército de Pomorze; BRC Zabrewski, en el Ejército de Lublin y BRC Wolkowysk en la Reserva.
Desplegados en las inmediaciones de la frontera alemana -como todo el Ejército polaco, del cual debían ser vanguardia- y alegremente confiados en dar de beber a sus caballos en los lagos berlineses, el choque que recibieron los ulanos, fue tan inmediato como brutal. El mismo día de estallar la guerra, a primera hora de la tarde, se produjo el famoso enfrentamiento entre los jinetes de la BRC Pomorska (en concreto el 18º Regimiento de Ulanos) y elementos blindados alemanes (no carros, sino autoametralladoras) de la 20ª División Motorizada en Krojanty, en el Corredor de Dantzig. El insolito enfrentamiento, que entraría en la leyenda, logicamente algo mitificado, se debío a un intento de proteger el repliegue caótico de la infantería polaca. Durante meses se había excitado la combatividad de aquellos hombres diciendoles que los alemanes sólo tenían tanques de cartón y que les esperaba un paseo militar. Así que lanzaron una carga al viejo estilo, lanza en ristre y sable desenvainado, con los resultados que cabe suponer para los dos escuadrones polacos participantes, al frente de los cuales cayó el coronel Mastalerz.
Sin una doctrina táctica realista y modernizada, sin capacidad para enfrentarse no ya a elementos acorazados sino simplemente a los poseedores de una gran potencia de fuego, los soberbios ulanos estaban predestinados al sacrificio. Aún así operaron con excepcional bravura. Las únicas unidades polacas que llegaron a penetrar, siquiera un poco en territorio alemán, fueron el 10º y el 5º Regimiento de Ulanos (BRC Podlaska) que pisaron suelo de Prusia Oriental los días 2 y 3 de septiembre. También los escasos contraataques polacos corrieron a su cargo. Así, por ejemplo, en el rio Bzura, las BRC Wielkopolska y Podolska contraatacaron, entre el 9 y el 18, una y otra vez, tratando de frenar el avance enemigo hacía Varsovia, haciendo retroceder a los invasores y provocando la admiración de oficiales germanos tan destacados como el famoso Kurt Meyer (Panzermeyer), de la SS Leibstandarte, que combatió contra ellos. Más al Este, en el bosque de Campinos, donde se habían refugiado huyendo de la poderosa Luftwaffe los regimientos de Ulanos 17º, 15º, 14º y 9º lucharon por tres días con sus noches para impedir el completo cerco de la capital. Dos días antes de la rendición aún volverían a blandirse los sables polacos en la que iba a ser la última carga de esta campaña, en Krasnobrod, cerca de Lublin, donde elementos de la BRC Nowogroka cargaron contra unidades de la 8ª División alemana. De los dos escuadrones polacos sólo se salvaron 30 ulanos y 25 monturas. Y también contra los soviéticos -quienes aprovecharon el ataque alemán para invadir a Polonia por el Este- actuó la Caballería, en concreto un Grupo de Operaciones de Caballería compuesto por elementos de unidades dislocadas, bajo el mando del general Wladyslaw Anders (que despues dirigiría las tropas polacas del exilio).
Acabada la campaña, una parte de los ulanos pudo alcanzar Hungría que entonces aún limitaba con Polonia y era un país tradicionalmente amigo, mientras que otros pasaban directamente a la guerrilla como el comandante Dobrzanski (conocido como Hubal), que hostigó a los alemanes desde los bosques de Kielce. Hubal murió en abril de 1.940, pero sus jinetes continuaron luchando hasta la rendición de Francia.
Fuente: Carlos Caballero Jurado en Defensa nº 70
En septiembre de 1.939 pocos Ejércitos poseían una fuerza a caballo tan considerable como el polaco: 37 regimientos de Caballería frente a 90 de Infantería, totalizando 70.000 jinetes, que aún utilizaban, entre su armamento la larga lanza de acero de tres metros. Encuadrados en Brigadas de Caballería (BRC) autónomas, existiendo una o dos en cada Ejército, estas se componían de dos o tres Regimientos de Ulanos -el nombre tradicional de los jinetes polacos-, uno de Caballería ligera, uno de Artillería hipomóvil y varias unidades menores. Existían, en la fecha citada, las siguientes: BRC Mazowicka y BRC Nowogrodka, en el Ejército de Modlin; BRC Wolynska y BRC Kresowa, en el Ejército de Lodz; BRC Wilenska, en el Ejército de Prusy; BRC Suwalska y BRC Podlaska, en el Grupo de Operaciones del Narew; BRC Krakow, en el Ejército de Cracovia; BRC Podolska y BRC Wielkopolska, en el Ejército de Poznan; BRC Pomorska en el Ejército de Pomorze; BRC Zabrewski, en el Ejército de Lublin y BRC Wolkowysk en la Reserva.
Desplegados en las inmediaciones de la frontera alemana -como todo el Ejército polaco, del cual debían ser vanguardia- y alegremente confiados en dar de beber a sus caballos en los lagos berlineses, el choque que recibieron los ulanos, fue tan inmediato como brutal. El mismo día de estallar la guerra, a primera hora de la tarde, se produjo el famoso enfrentamiento entre los jinetes de la BRC Pomorska (en concreto el 18º Regimiento de Ulanos) y elementos blindados alemanes (no carros, sino autoametralladoras) de la 20ª División Motorizada en Krojanty, en el Corredor de Dantzig. El insolito enfrentamiento, que entraría en la leyenda, logicamente algo mitificado, se debío a un intento de proteger el repliegue caótico de la infantería polaca. Durante meses se había excitado la combatividad de aquellos hombres diciendoles que los alemanes sólo tenían tanques de cartón y que les esperaba un paseo militar. Así que lanzaron una carga al viejo estilo, lanza en ristre y sable desenvainado, con los resultados que cabe suponer para los dos escuadrones polacos participantes, al frente de los cuales cayó el coronel Mastalerz.
Sin una doctrina táctica realista y modernizada, sin capacidad para enfrentarse no ya a elementos acorazados sino simplemente a los poseedores de una gran potencia de fuego, los soberbios ulanos estaban predestinados al sacrificio. Aún así operaron con excepcional bravura. Las únicas unidades polacas que llegaron a penetrar, siquiera un poco en territorio alemán, fueron el 10º y el 5º Regimiento de Ulanos (BRC Podlaska) que pisaron suelo de Prusia Oriental los días 2 y 3 de septiembre. También los escasos contraataques polacos corrieron a su cargo. Así, por ejemplo, en el rio Bzura, las BRC Wielkopolska y Podolska contraatacaron, entre el 9 y el 18, una y otra vez, tratando de frenar el avance enemigo hacía Varsovia, haciendo retroceder a los invasores y provocando la admiración de oficiales germanos tan destacados como el famoso Kurt Meyer (Panzermeyer), de la SS Leibstandarte, que combatió contra ellos. Más al Este, en el bosque de Campinos, donde se habían refugiado huyendo de la poderosa Luftwaffe los regimientos de Ulanos 17º, 15º, 14º y 9º lucharon por tres días con sus noches para impedir el completo cerco de la capital. Dos días antes de la rendición aún volverían a blandirse los sables polacos en la que iba a ser la última carga de esta campaña, en Krasnobrod, cerca de Lublin, donde elementos de la BRC Nowogroka cargaron contra unidades de la 8ª División alemana. De los dos escuadrones polacos sólo se salvaron 30 ulanos y 25 monturas. Y también contra los soviéticos -quienes aprovecharon el ataque alemán para invadir a Polonia por el Este- actuó la Caballería, en concreto un Grupo de Operaciones de Caballería compuesto por elementos de unidades dislocadas, bajo el mando del general Wladyslaw Anders (que despues dirigiría las tropas polacas del exilio).
Acabada la campaña, una parte de los ulanos pudo alcanzar Hungría que entonces aún limitaba con Polonia y era un país tradicionalmente amigo, mientras que otros pasaban directamente a la guerrilla como el comandante Dobrzanski (conocido como Hubal), que hostigó a los alemanes desde los bosques de Kielce. Hubal murió en abril de 1.940, pero sus jinetes continuaron luchando hasta la rendición de Francia.
Fuente: Carlos Caballero Jurado en Defensa nº 70