El sueño de la hegemonía mundial: poder nuclear
Publicado: Sab Jul 29, 2006 2:48 am
Artículo de Augusto Zamora aparecido en la revista La aventura de la historia, nº 82
El sueño de la hegemonía mundial: poder nuclear
Augusto Zamora* analiza la carrera nuclear y su desarrollo, las razones para la no proliferación y las amenazas contra las pretensiones atómicas de Irán y Corea
Afirma el historiador alemán Rainer Karlsch que el régimen nazi se quedo a un paso de fabricar su bomba atómica. Según él, científicos alemanes realizaron algunos experimentos con pequeños prototipos en la isla de Rügen, en el mar Báltico y en el hoy estado federal de Turingia, en los últimos meses de 1944 y primeros de 1945. El avance de los Aliados dejó los experimentos sin concluir y fue Estados Unidos el país que primero logró construir la bombas.
La carrera atómica, no obstante, había comenzado en 1939, con el descubrimiento de la fisión del uranio, lo que provocó una lucha desesperada entre anglosajones y alemanes por obtener primero el arma atómica, pero fue la destrucción de las ciudades japonesas lo que marcó un antes y un después en la historia de la Humanidad. Nunca jamás se había construido un arma con tal poder de destrucción y su posesión se convirtió en una obsesión para otras potencias. Para la URSS se hizo cuestión de vida o muerte, pues temía que EE UU pudiera continuar la guerra contra ella. aprovechando su monopolio nuclear. Los temores, según recoge el profesor Nikolái Yákovlev en su obra La CIA contra la URSS, estallan fundados, pues, en 1949, una comisión de la Junta de Jefes de Estado Mayor desarrolló un plan de ataque total contra la URSS, denominado Dropshop. Este plan preveía, afirma Yákovlev, un ataque preliminar que debía iniciarse el 1 de enero de 1947, lanzando 300 bombas atómicas y 250.000 toneladas de explosivos convencionales, con el propósito de destruir el 80 por 100 de la industria soviética. Después de los bombardeos, sus aliados (la OTAN a partir de 1949) atacarían la URSS con 164 divisiones terrestres. El plan, según el mismo autor, permaneció en vigor hasta 1985, con modificaciones determinadas por el aumento del poder destructivo de las armas, como un bombardeo previsto en los años 1954-1955, empleando esta vez 750 bombas atómicas, en un ataque sorpresa de dos horas de duración.
Cierto o no el plan Dropshop, el monopolio nuclear cimentó desde 1945, en EE UU, el sueño de imponer una supremacía mundial total, toda vez que carecía de rivales. El secretario de Estado, James Byrnes, le dijo a Truman que, con el arma atómica, ellos estaban en posición "de dictar nuestros propios términos" o, como afirmó Churchill, "poseíamos poderes que eran irresistibles". El sueño se evaporó de pronto en el otoño de 1949, cuando la URSS, para frustración de Washington, hizo estallar su primera bomba atómica, provocando una histeria anticomunista, que terminó elevando al altar del poder al tristemente célebre senador Joseph McCArthy. El éxito soviético sirvió, además, de pretexto para escalar la naciente carrera militar. En 1950, Truman ordenó la fabricación de la bomba de hidrógeno, mil veces más destructiva que las bombas usadas contra Japón. La carrera del terror había comenzado. A la misma se une rápidamente Gran Bretaña que, gracias al trasvase de tecnología norteamericana, detona su primera bomba atómica en Australia, en 1952. Francia, reacia a alistarse mecánicamente con EE UU, en 1960, realiza la primera prueba nuclear en el desierto de su todavía colonia de Argelia. El siguiente país en ingresar al club es China, que prueba con éxito su bomba en 1964, convirtiéndose en el primer país no occidental en dotarse de poder atómico.
Israel y la bomba
El arma nuclear se convertirá, en las décadas siguientes, no sólo en una cuestión de poder, sino, por curioso que parezca, en un asunto de prestigio. Los países que aspiraban "a ser alguien" en el ámbito internacional apuestan por poseer su propia tecnología nuclear. En esa carrera se empeñaron India, Paquistán, Brasil, Sudáfrica e Israel. De todos ellos, fue Sudáfrica, país sin enemigos equivalentes en poder, el que más sorprendió al realizar sus primeras pruebas nucleares en 1977, llegando a poseer, cuando menos, diez bombas atómicas. Con el fin del régimen del apartheid, se procedió a desmontar el arsenal nuclear para, según algunos analistas, impedir que un país gobernado por negros poseyera tal poder. Las instalaciones nucleares fueron desmanteladas y puestas bajo control de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA).
No obstante, el hecho que más preocupación mundial produjo fue el ingreso al club atómico de India y, años después, de Paquistán, dos países que se habían enfrentado en tres guerras sucesivas en 1947, 1965 y 1971. En mayo de 1974, India hizo detonar en el desierto de Rajastán un dispositivo denominado, con áspero humor negro, Buda sonriente. La prueba hindú sacudió a un Paquistán todavía humillado por la derrota de 1971, que burló el bloqueo internacional hasta lograr, en abril de 1978, la producción de uranio enriquecido. La tensión, sin embargo, alcanzó sus mayores niveles en mayo de 1998, cuando India hizo detonar una bomba termonuclear, provocando la respuesta inmediata de Paquistán. A finales de ese mes de mayo las estaciones sismográficas paquistaníes cortan su vínculo con el mundo, lo que no impide detectar cinco explosiones nucleares simultáneas en Beluchistán, seguidas de nuevas pruebas días después. Era el primer país islámico en poseer el arma nuclear.
Israel completa el club atómico y también la historia más rocambolesca de acceso a la tecnología nuclear. Francia y EE UU se encargaron de proveerle los medios necesarios, en medio de un secretismo tan extremo que, en 1967, un Mirage del ejército israelí fue derribado por aproximarse demasiado al complejo nuclear de Dimona, cuya construcción había sido completada en 1965. Cuando estalla la Guerra de los Seis Días, Israel posee ya plutonio suficiente para construir una bomba, aunque no está claro si poseía o no bombas atómicas. En 1973, cuando la Guerra del Yom Kippur, Israel está en posesión de seis bombas atómicas y colabora ampliamente con Sudáfrica en ese campo. El episodio más extraño de este período es la explosión nuclear que se detecta, en septiembre de 1979, en el sur del océano Índico y que ningún país se adjudica. La creencia más general es que se trató de una prueba conjunta entre Israel y Sudáfrica, dentro del programa de cooperación que mantenían ambos países.
*Augusto Zamora es profesor de Derecho Internacional Público y Relaciones internacionales en la UAM
Continuará...
Saludos cordiales
El sueño de la hegemonía mundial: poder nuclear
Augusto Zamora* analiza la carrera nuclear y su desarrollo, las razones para la no proliferación y las amenazas contra las pretensiones atómicas de Irán y Corea
Afirma el historiador alemán Rainer Karlsch que el régimen nazi se quedo a un paso de fabricar su bomba atómica. Según él, científicos alemanes realizaron algunos experimentos con pequeños prototipos en la isla de Rügen, en el mar Báltico y en el hoy estado federal de Turingia, en los últimos meses de 1944 y primeros de 1945. El avance de los Aliados dejó los experimentos sin concluir y fue Estados Unidos el país que primero logró construir la bombas.
La carrera atómica, no obstante, había comenzado en 1939, con el descubrimiento de la fisión del uranio, lo que provocó una lucha desesperada entre anglosajones y alemanes por obtener primero el arma atómica, pero fue la destrucción de las ciudades japonesas lo que marcó un antes y un después en la historia de la Humanidad. Nunca jamás se había construido un arma con tal poder de destrucción y su posesión se convirtió en una obsesión para otras potencias. Para la URSS se hizo cuestión de vida o muerte, pues temía que EE UU pudiera continuar la guerra contra ella. aprovechando su monopolio nuclear. Los temores, según recoge el profesor Nikolái Yákovlev en su obra La CIA contra la URSS, estallan fundados, pues, en 1949, una comisión de la Junta de Jefes de Estado Mayor desarrolló un plan de ataque total contra la URSS, denominado Dropshop. Este plan preveía, afirma Yákovlev, un ataque preliminar que debía iniciarse el 1 de enero de 1947, lanzando 300 bombas atómicas y 250.000 toneladas de explosivos convencionales, con el propósito de destruir el 80 por 100 de la industria soviética. Después de los bombardeos, sus aliados (la OTAN a partir de 1949) atacarían la URSS con 164 divisiones terrestres. El plan, según el mismo autor, permaneció en vigor hasta 1985, con modificaciones determinadas por el aumento del poder destructivo de las armas, como un bombardeo previsto en los años 1954-1955, empleando esta vez 750 bombas atómicas, en un ataque sorpresa de dos horas de duración.
Cierto o no el plan Dropshop, el monopolio nuclear cimentó desde 1945, en EE UU, el sueño de imponer una supremacía mundial total, toda vez que carecía de rivales. El secretario de Estado, James Byrnes, le dijo a Truman que, con el arma atómica, ellos estaban en posición "de dictar nuestros propios términos" o, como afirmó Churchill, "poseíamos poderes que eran irresistibles". El sueño se evaporó de pronto en el otoño de 1949, cuando la URSS, para frustración de Washington, hizo estallar su primera bomba atómica, provocando una histeria anticomunista, que terminó elevando al altar del poder al tristemente célebre senador Joseph McCArthy. El éxito soviético sirvió, además, de pretexto para escalar la naciente carrera militar. En 1950, Truman ordenó la fabricación de la bomba de hidrógeno, mil veces más destructiva que las bombas usadas contra Japón. La carrera del terror había comenzado. A la misma se une rápidamente Gran Bretaña que, gracias al trasvase de tecnología norteamericana, detona su primera bomba atómica en Australia, en 1952. Francia, reacia a alistarse mecánicamente con EE UU, en 1960, realiza la primera prueba nuclear en el desierto de su todavía colonia de Argelia. El siguiente país en ingresar al club es China, que prueba con éxito su bomba en 1964, convirtiéndose en el primer país no occidental en dotarse de poder atómico.
Israel y la bomba
El arma nuclear se convertirá, en las décadas siguientes, no sólo en una cuestión de poder, sino, por curioso que parezca, en un asunto de prestigio. Los países que aspiraban "a ser alguien" en el ámbito internacional apuestan por poseer su propia tecnología nuclear. En esa carrera se empeñaron India, Paquistán, Brasil, Sudáfrica e Israel. De todos ellos, fue Sudáfrica, país sin enemigos equivalentes en poder, el que más sorprendió al realizar sus primeras pruebas nucleares en 1977, llegando a poseer, cuando menos, diez bombas atómicas. Con el fin del régimen del apartheid, se procedió a desmontar el arsenal nuclear para, según algunos analistas, impedir que un país gobernado por negros poseyera tal poder. Las instalaciones nucleares fueron desmanteladas y puestas bajo control de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA).
No obstante, el hecho que más preocupación mundial produjo fue el ingreso al club atómico de India y, años después, de Paquistán, dos países que se habían enfrentado en tres guerras sucesivas en 1947, 1965 y 1971. En mayo de 1974, India hizo detonar en el desierto de Rajastán un dispositivo denominado, con áspero humor negro, Buda sonriente. La prueba hindú sacudió a un Paquistán todavía humillado por la derrota de 1971, que burló el bloqueo internacional hasta lograr, en abril de 1978, la producción de uranio enriquecido. La tensión, sin embargo, alcanzó sus mayores niveles en mayo de 1998, cuando India hizo detonar una bomba termonuclear, provocando la respuesta inmediata de Paquistán. A finales de ese mes de mayo las estaciones sismográficas paquistaníes cortan su vínculo con el mundo, lo que no impide detectar cinco explosiones nucleares simultáneas en Beluchistán, seguidas de nuevas pruebas días después. Era el primer país islámico en poseer el arma nuclear.
Israel completa el club atómico y también la historia más rocambolesca de acceso a la tecnología nuclear. Francia y EE UU se encargaron de proveerle los medios necesarios, en medio de un secretismo tan extremo que, en 1967, un Mirage del ejército israelí fue derribado por aproximarse demasiado al complejo nuclear de Dimona, cuya construcción había sido completada en 1965. Cuando estalla la Guerra de los Seis Días, Israel posee ya plutonio suficiente para construir una bomba, aunque no está claro si poseía o no bombas atómicas. En 1973, cuando la Guerra del Yom Kippur, Israel está en posesión de seis bombas atómicas y colabora ampliamente con Sudáfrica en ese campo. El episodio más extraño de este período es la explosión nuclear que se detecta, en septiembre de 1979, en el sur del océano Índico y que ningún país se adjudica. La creencia más general es que se trató de una prueba conjunta entre Israel y Sudáfrica, dentro del programa de cooperación que mantenían ambos países.
*Augusto Zamora es profesor de Derecho Internacional Público y Relaciones internacionales en la UAM
Continuará...
Saludos cordiales