Amigo Francis, si me permites la licencia, me da la impresión de que has confundido dos acontecimientos que tuvieron lugar durante los primeros meses de gobierno de Hitler, me refiero a las elecciones del 5 de Marzo y a la votación de la Ley de "Autorización" del 23 de Marzo. Las elecciones de 5 de Marzo fueron un intento de Hitler por hacerse con la mayoría absoluta en el Reichstag, intento que no salió como el partido nazi esperaba, aunque, eso sí, suponía una mejora de resultados respecto a las elecciones anteriores y una firme ratificación del gabinete formado el 30 de Enero. La Ley de "Autorización" que fue votada el día 23 de Marzo buscaba ganarse la confianza del Reichstag para otorgar plenos poderes al Canciller y al gobierno en exclusiva para disponer y anular leyes, así como reformas constitucionales. Para ello, era necesario que la votación en el pleno del Reichstag fuera positiva, y es ahí donde los 81 diputados comunistas y otro número de socialistas no pudieron participar porque, o bien estaban en prisión como consecuencia del incendio del Reichstag, o se encontraban en plena preparación de su exilio.
Una vez aclarado este punto, creo conveniente destacar una serie de detalles muy importantes y que suelen pasar desapercibidos cuando hablamos de la falta de movilización general ante la llegada de Hitler al poder:
- 1º. El primer gobierno de Hitler no era un gobierno puramente nazi, ya que en él sólo figuraban, incluído Hitler, tres nazis. El resto, eran hombres conservadores del Zentrum, del DNVP o independientes. Se trataba de un gobierno de derecha, pero no nazi al 100% y que incluía nombres que despertaban simpatías en amplios sectores de la población.
2º. El NSDAP era el partido más votado de la cámara, por lo que deducimos que tenía una aceptación amplia entre los ciudadanos y no suponía nada del otro mundo que el líder del partido más votado fuera envestido Canciller.
3º. El NSDAP no tenía la mayoría absoluta en la cámara.
4º. La figura de Hindenburg, el Presidente y responsable último de la Reichswher, transmitía a la población y a la propia Reichswher cierta sensación de continuidad del régimen y de que, al menos de momento, no se produciría una revolución nacionalsocialista en toda regla. Muchos fueron lo suficiéntemente hábiles para predecirla, pero la gran mayoría no, o al menos no para predecirla en la dirección en que finalmente se produjo.
5º. Un buen número de alemanes había dejado de creer en esa democracia impuesta y novedosa para ellos que no había traído prosperidad ni ilusión al país.
Hasta la muerte de Hindenburg y la fusión de manera unilateral por decisión propia de Hitler del cargo de Canciller y de Presidente en uno, no se produjo la verdadera toma del poder total por parte de Hitler y del nacionalsocialismo. En esas fechas, Julio de 1934, la popularidad de Hitler había subido ya como la espuma y pocas voces podían discordar sin ser acalladas.
Por otra parte, es de señalar que desde aproximadamente 1930, los discursos de Hitler se habían moderado un tanto, ya no siendo el judío y su influencia perniciosa el punto central al rededor del cual giraban sus discursos. El aumento de las expectativas electorales y de la importancia de Hitler en el mundo de la política exigían una revisión del discurso que lo hiciera menos duro y más flexible: había que captar a más sectores de la población. Los discursos de la década de los treinta dejan aparte las viejas consignas y flirtean más profundamente con la retórica rimbombante pero hueca, con un grado de antisemitismo y violencia mucho menor que antaño. Esta sería pues otra causa por la que la población no vería de manera clara los peligros que encerraba la ideología nacionalsocialista. La fiera se había calmado:
“No se puede negar: ha crecido. Del demagogo y el jefe de partido, el fanático y agitador; parece estar surgiendo el verdadero hombre de estado”
Erich Ebermayer, escritor alemán, 21 de Marzo de 1933.
Si no hubo una protesta clara y contundente por parte de los sindicatos contra la llegada de Hitler a la cancillería fue porque la Alemania de aquel momento estaba ya casi exhausta:
- -A Hitler, le habían precedido 13 cancilleres de distinto signo durante 14 años, cosechando todos el mismo resultado: fracaso. Parémonos a pensar la absoluta falta de inestabilidad gubernamental y la desconfianza que puede generar la sucesión de, repito, 13 cancilleres en tan sólo 14 años.
-Había en Alemania cerca de seis millones de personas paradas y -esto se omite la mayoría de las veces- varios millones más con sus negocios seriamente amenazados que hubieran dado lo que fuera por mejorar su situación de una vez por todas, por lo que movilizar a estas personas contra la oportunidad de ver qué pasaba con Hitler después de haber probado suerte tantas y tantas veces con gabinetes distintos, muy posiblemente no hubiera tenido éxito. Las malas situaciones prolongadas en el tiempo acaban por generar hastío e indiferencia.
-Los sindicatos no suelen movilizarse por un cambio de gobierno (y menos aún cuando este cambio no trajo un gobierno completamente radical) sino que se movilizan cuando observan una política laboral peligrosa para los intereses del trabajador, y el primer gabinete Hitler no tomó ninguna medida peligrosa en ese sentido durante los primeros meses.
Además, y sin duda, muchos de los votantes del NSDAP estaban sindicados. Tal vez la aprobación de la Ley de "Autorización" hubiera sido motivo para que los sindicatos se hicieran oir, pero... ¿Para qué, si el propio SPD (Partido Socialista) se había mostrado incapaz y torpe? ¿De qué modo, si las cárceles ya estaban en pleno funcionamiento y Dachau a la vuelta de la esquina?
Por contra, ¿Por qué no dar una oportunidad a aquel que había embargado en pocas semanas (como multitud de testimonios reflejan) a millones de alemanes de un sentimiento de hermandad ya casi olvidado?
Desde otra perspectiva: conociendo el contexto lamentable de la Alemania del 33 y el desarrollo de sus 14 años de república, ¿Por qué oponerse de entrada a un hombre que era ampliamente votado, que tenía por encima de sí al Presidente y a las fuerzas armadas y que durante sus primeros días de gobierno se mostró, como indica Kershaw en su obra “Hitler”,
"cauto, abierto a las sugerencias, dispuesto a aceptar consejos y no se mostró desdeñoso con los puntos de vista opuestos al suyo"?
Posiblemente lo que muy pocos alemanes se habían imaginado es que ministros del Zentrum, independientes y del DNVP se mostraran tan condescendientes con la llegada de la violencia institucional.
Hitler y su movimiento sigue y seguirá siendo un extraño para la lógica y la razón en todos los aspectos.
Saludos.