El "pasado nazi" de Benedicto XVl, un capítulo que no tiene secretos
De joven se enroló en la Juventud Hitleriana, en 1941. Lo admite en su autobiografía. Historiadores dicen que era algo común entre los jóvenes de su generación.
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Richard Bernstein y Mark Landler. THE NEW YORK TIMES. ESPECIAL
El día después de que el cardenal Joseph Ratzinger se convirtiera en el Papa Benedicto XVI, algunos titulares llamaban la atención sobre un momento supuestamente oscuro en su pasado, cuando el Papa alemán fue miembro, brevemente, de la Juventud Hitleriana. "Humo blanco, pasado negro" escribió el Yediot Ahronot de Israel. "De la Juventud Hitleriana al Vaticano" fue la manera en que lo expresó The Guardian.
¿Acaso Benedicto XVI esconde un pasado secreto, que incluye una simpatía por los nazis? La respuesta a ese interrogante, al menos según la evidencia disponible, es "no".
Se sabe, e incluso fue admitido por el Papa en su autobiografía, que por un tiempo en 1941 y 1942, Ratzinger, por entonces un adolescente, estuvo en la principal organización del partido Nazi para adoctrinar a los jóvenes. Enrolarse en la Juventud Hitleriana era una obligación para cualquier estudiante secundario. Después, sirvió un tiempo en una unidad antiaérea que resguardaba una planta de BMW cerca de Munich y hay fotos que muestran a Ratzinger con el uniforme paramilitar de las llamadas unidades de fuego antiaéreo.
Pero los historiadores y los grupos judíos coinciden en que el registro de tiempos de guerra del Papa, que era muy común entre los jóvenes de su generación, hoy tiene poca importancia, si es que la tiene.
Es cierto que Benedicto XVI es un Papa que alguna vez llevó puesto un uniforme de la Wehrmacht. Pero como principal asesor del Papa Juan Pablo II en cuestiones doctrinales, fue una figura central en uno de los últimos gestos más promocionados del Papa fallecido: pedir disculpas por el papel de los católicos durante el Holocausto.
"Todos estaban en la Juventud Hitleriana", dijo por teléfono Olaf Blaschke, experto en historia de la iglesia moderna en la Trier University. "Era algo obligatorio, difícil de evadir. Y los que eran adoctrinados por esas ideologías eran los mismos que más tarde construyeron la República Federal de Alemania y pelearon contra todos los totalitarismos".
Cuando era arzobispo de Munich, Ratzinger habló poco sobre la guerra o los judíos y no parece haber formulado denuncias resonantes contra el antisemitismo. Pero como mano derecha de Juan Pablo II, tuvo un papel importante en la redacción de la encíclica "Nosotros recordamos" de 1998, y, claramente, participó en otros gestos que hizo el Papa para reconciliarse con los judíos.
La familia Ratzinger también estaba en contra de los nazis, según su biógrafo, John Allen Jr., por cual el padre de Joseph fue degradado como policía y se vio obligado a mudarse con su familia varias veces. "Cuando se estableció la Juventud Hitleriana, mi hermano fue obligado a enrolarse", contó Ratzinger en 1997. "Yo todavía era muy joven, pero después, cuando ingresé al seminario, también tuve que enrolarme. Pero apenas dejé el seminario, no volví a verlos más. Y esto era difícil, porque para obtener un descuento en los aranceles educativos, que a mí me hacían mucha falta, había que demostrar que uno era miembro de la Juventud Hitleriana".
En 1943, según la biografía de Allen, Ratzinger fue reclutado para un grupo antiaéreo. Lo mandaron un tiempo breve a la frontera austro—húngara para poner trampas para tanques y desertó cuando lo enviaron de vuelta a Bavaria. Después de la guerra, entró en un seminario y así empezó su carrera en la iglesia. Dada su postura conservadora, y su hostilidad activa frente a las tendencias liberales en la iglesia, Ratzinger se ganó epítetos poco elogiosos en la prensa alemana. "Panzerkardinal" es uno de los frecuentes.
Muchas figuras judías elogiaron al nuevo Papa. "Nunca negó el pasado, nunca lo ocultó", dijo Abraham Foxman, director de la Liga Antidifamación. El Jerusalem Post, en un editorial, explicó el por qué de su falta de preocupación. "En cuanto a la cuestión de la Juventud Hitleriana, ni siquiera el Yad Vashem consideró que merecía una investigación", dijo, refiriéndose al centro de investigación y Monumento al Holocausto en Jerusalén. "¿Por qué deberíamos preocuparnos nosotros?"
fuente revista WWII Quarterly spring 2015 p17