Re: El rearme alemán: Klein-Taylor y la respuesta de Overy
Publicado: Vie Oct 04, 2019 10:30 pm
Comentarios y crítica al enfoque de A. Tooze
El enfoque de Tooze es interesante y pone en cuestión varias tesis argumentadas por Milward, Müller, Taylor y más recientemente por Overy.
La primera afirmación es que al contrario que lo que se creía la inversión de recursos tanto financieros, como mano de obra y materias primas fue tremenda desde fechas tan tempranas como 1936 y no dejó de crecer durante todo el conflicto lo que desmonta la tesis de Milward de la movilización a medias para la guerra relámpago. La movilización de recursos económicos fue por tanto enorme y sobre todo continua sin el supuesto hiato entre el verano de 1940 hasta principios de 1942 al que la historiografía clásica alude. Esta supuesta discontinuidad es explicada por Tooze como un incremento y relocalización de planta industrial a expensas de la producción inmediata. Según él estas medidas son las que propiciaron el supuesto milagro de producción de Speer cuya contribución al aumento armamentístico es desmontada como poco menos que un ejercicio propagandístico.
El segundo bloque argumental es destruir la obsesión de muchos historiadores en centrarse en sólo una serie de “ítems” como son los carros de combate y aviones. Tooze señala que la producción de munición fue enorme, absorbió muchos más recursos que la fabricación de carros de combate y que además esa producción tenía todo su sentido dada la evolución del conflicto. Al contrario que lo que se cree, Alemania fabricó mucha más munición que la URSS por ejemplo. Aunque la URSS fabricara muchísimas piezas de artillería, Alemania era capaz de dotar a las suyas con mucha más munición -y por tanto potencia de fuego- que su enemigo. Además la defensa contra la ofensiva aérea aliada obligó a los alemanes a fabricar una cantidad tremenda de cañones antiaéreos que consumirían cantidades gigantescas de munición en detrimento de su empleo en el frente del Este.
Otro artículo de gran importancia y que consumiría ingentes recursos era la fabricación de locomotoras, vitales en un teatro tan vasto como el frente Oriental así como para atender las demandas del imperio terrestre alemán. De hecho Alemania fabricó muchas más locomotoras que sus adversarios. Como es obvio esta producción Iba en detrimento de otros artículos bélicos.
Asimismo la producción naval fue muy grande pese a lo limitado de la capacidad de los astilleros alemanes, otra cosa es que ese esfuerzo productivo tuviera sentido en el contexto del conflicto y sobre todo tras la pérdida de la Batalla del Atlántico.
El estancamiento de la producción aeronáutica en el período 1940-42 es explicado no como un fracaso productivo y organizativo de la Luftwaffe y sus gestores de producción sino como la consecuencia de los dilemas tecnológicos y políticos a los que se enfrentaba Alemania en el año crucial de 1940 nada más ganada la Batalla de Francia así como la creación de planta industrial adicional.
Mi comentario personal es que estas argumentaciones si bien de peso no logran despejar las dudas de porqué los alemanes no lograron cifras significativas de producción en carros de combate y aviones durante 1940 a 1942, dos artículos de absoluta importancia en la contienda mundial en la que estaba sumida Alemania.
Y pese a todo no se logra explicar el hiato productivo entre el verano de 1940 hasta principios de 1942 de una manera convincente y sobre todo el porque esa transferencia de recursos y mano de obra de la fabricación de munición a las otras industrias bélicas no tuvo consecuencias más que a muy largo plazo. En lo tocante a la producción naval esto tiene su sentido por los largos plazos de fabricación de cualquier buque pero deja de tener peso argumentativo en otras industrias.
Un aspecto que no está tratado en el artículo aunque si en su libro “Wages of Destruction” es porque Alemania apenas extrajo beneficios de toda la industria ocupada en Europa. La tesis de Tooze en su libro es que Alemania realizó una política de rapiña y saqueo -en especial materias primas y activos financieros- pero no logró movilizar la industria de países tan importantes como Francia, Bélgica y Países Bajos. Su tesis es que la industria de estos países quedó trabajando a mínimos debido a la escasez de insumos -en especial carbón- y al bloqueo británico. Aunque las razones aducidas son validas no termina de explicar porque no se sacó casi fruto de esa industria tan enorme. Y la razón a mi juicio estriba en el desastre organizativo, burocrático y sobre todo la falta de visión de como incorporar esas economías al espacio económico alemán o Grossraum. Al margen de problemas materiales, esa falta de integración tiene mucho que ver con la falta de un programa político claro y unos gestores capaces en vez de una miríada de departamentos peleando entre sí.
Si se analizan los diversos sectores echo en falta un análisis de porque no hubo cifras más elevadas en la producción de carros de combate o de aviones. En el sector aeronáutico todos los beligerantes se enfrentaron a dilemas tecnológicos y estratégicos muy parecidos a los alemanes y sin embargo las producciones de Gran Bretaña, la URSS o EEUU fueron más elevadas. En el capítulo de los carros de combate tenemos un escenario parecido, no hay una explicación convincente de porque los alemanes no consiguieron cifras productivas parecidas a sus oponentes más que en 1944 cuando la guerra estaba completamente perdida. No hay en el análisis de Tooze mención alguna a la tremenda multiplicidad de modelos que por fuerza conducía a cifras de producción y productividad más bajas. Los soviéticos, norteamericanos o británicos batallaron casi toda la guerra con prácticamente cuatro o cinco modelos de carros y cañones de asalto mientras que la Wehrmacht tuvo un catálogo interminable. Algo parecido podemos decir de la gestión de la Luftwaffe, donde además los mandos supremos fueron especialmente incapaces con Göring a la cabeza y con Udet y Jeschonnek en departamentos fundamentales.
El enfoque de Tooze es interesante y pone en cuestión varias tesis argumentadas por Milward, Müller, Taylor y más recientemente por Overy.
La primera afirmación es que al contrario que lo que se creía la inversión de recursos tanto financieros, como mano de obra y materias primas fue tremenda desde fechas tan tempranas como 1936 y no dejó de crecer durante todo el conflicto lo que desmonta la tesis de Milward de la movilización a medias para la guerra relámpago. La movilización de recursos económicos fue por tanto enorme y sobre todo continua sin el supuesto hiato entre el verano de 1940 hasta principios de 1942 al que la historiografía clásica alude. Esta supuesta discontinuidad es explicada por Tooze como un incremento y relocalización de planta industrial a expensas de la producción inmediata. Según él estas medidas son las que propiciaron el supuesto milagro de producción de Speer cuya contribución al aumento armamentístico es desmontada como poco menos que un ejercicio propagandístico.
El segundo bloque argumental es destruir la obsesión de muchos historiadores en centrarse en sólo una serie de “ítems” como son los carros de combate y aviones. Tooze señala que la producción de munición fue enorme, absorbió muchos más recursos que la fabricación de carros de combate y que además esa producción tenía todo su sentido dada la evolución del conflicto. Al contrario que lo que se cree, Alemania fabricó mucha más munición que la URSS por ejemplo. Aunque la URSS fabricara muchísimas piezas de artillería, Alemania era capaz de dotar a las suyas con mucha más munición -y por tanto potencia de fuego- que su enemigo. Además la defensa contra la ofensiva aérea aliada obligó a los alemanes a fabricar una cantidad tremenda de cañones antiaéreos que consumirían cantidades gigantescas de munición en detrimento de su empleo en el frente del Este.
Otro artículo de gran importancia y que consumiría ingentes recursos era la fabricación de locomotoras, vitales en un teatro tan vasto como el frente Oriental así como para atender las demandas del imperio terrestre alemán. De hecho Alemania fabricó muchas más locomotoras que sus adversarios. Como es obvio esta producción Iba en detrimento de otros artículos bélicos.
Asimismo la producción naval fue muy grande pese a lo limitado de la capacidad de los astilleros alemanes, otra cosa es que ese esfuerzo productivo tuviera sentido en el contexto del conflicto y sobre todo tras la pérdida de la Batalla del Atlántico.
El estancamiento de la producción aeronáutica en el período 1940-42 es explicado no como un fracaso productivo y organizativo de la Luftwaffe y sus gestores de producción sino como la consecuencia de los dilemas tecnológicos y políticos a los que se enfrentaba Alemania en el año crucial de 1940 nada más ganada la Batalla de Francia así como la creación de planta industrial adicional.
Mi comentario personal es que estas argumentaciones si bien de peso no logran despejar las dudas de porqué los alemanes no lograron cifras significativas de producción en carros de combate y aviones durante 1940 a 1942, dos artículos de absoluta importancia en la contienda mundial en la que estaba sumida Alemania.
Y pese a todo no se logra explicar el hiato productivo entre el verano de 1940 hasta principios de 1942 de una manera convincente y sobre todo el porque esa transferencia de recursos y mano de obra de la fabricación de munición a las otras industrias bélicas no tuvo consecuencias más que a muy largo plazo. En lo tocante a la producción naval esto tiene su sentido por los largos plazos de fabricación de cualquier buque pero deja de tener peso argumentativo en otras industrias.
Un aspecto que no está tratado en el artículo aunque si en su libro “Wages of Destruction” es porque Alemania apenas extrajo beneficios de toda la industria ocupada en Europa. La tesis de Tooze en su libro es que Alemania realizó una política de rapiña y saqueo -en especial materias primas y activos financieros- pero no logró movilizar la industria de países tan importantes como Francia, Bélgica y Países Bajos. Su tesis es que la industria de estos países quedó trabajando a mínimos debido a la escasez de insumos -en especial carbón- y al bloqueo británico. Aunque las razones aducidas son validas no termina de explicar porque no se sacó casi fruto de esa industria tan enorme. Y la razón a mi juicio estriba en el desastre organizativo, burocrático y sobre todo la falta de visión de como incorporar esas economías al espacio económico alemán o Grossraum. Al margen de problemas materiales, esa falta de integración tiene mucho que ver con la falta de un programa político claro y unos gestores capaces en vez de una miríada de departamentos peleando entre sí.
Si se analizan los diversos sectores echo en falta un análisis de porque no hubo cifras más elevadas en la producción de carros de combate o de aviones. En el sector aeronáutico todos los beligerantes se enfrentaron a dilemas tecnológicos y estratégicos muy parecidos a los alemanes y sin embargo las producciones de Gran Bretaña, la URSS o EEUU fueron más elevadas. En el capítulo de los carros de combate tenemos un escenario parecido, no hay una explicación convincente de porque los alemanes no consiguieron cifras productivas parecidas a sus oponentes más que en 1944 cuando la guerra estaba completamente perdida. No hay en el análisis de Tooze mención alguna a la tremenda multiplicidad de modelos que por fuerza conducía a cifras de producción y productividad más bajas. Los soviéticos, norteamericanos o británicos batallaron casi toda la guerra con prácticamente cuatro o cinco modelos de carros y cañones de asalto mientras que la Wehrmacht tuvo un catálogo interminable. Algo parecido podemos decir de la gestión de la Luftwaffe, donde además los mandos supremos fueron especialmente incapaces con Göring a la cabeza y con Udet y Jeschonnek en departamentos fundamentales.