"El Reichsführer SS y Jefe de la Policía Alemana. Ministerio del Interior del Reich
Berlín, 28 de octubre de 1939
Orden General para todas las SS y para la Policía
Cada guerra lleva implícito un derroche de la mejor sangre, con la consecuencia de que algunas victorias de armas terminan por suponer para el pueblo, también, una destructiva pérdida de su fuerza vital y de su sangre, hasta el punto de que las desgraciadas, aunque necesarias, muertes de nuestros mejores hombres no representan la peor de las secuelas; de hecho, constituye sin duda un problema mucho más grave la escasez de nuevos nacimientos, escasez que se produce no sólo terminada la guerra por los muchos varones que han muerto, sino también durante la guerra respecto de varones aún vivos.
El viejo refrán que dice que “sólo quien vive en paz puede tener descendencia” ha de convertirse en la presente guerra en norma de conducta para las SS. Muere con el ánimo sereno todo hombre que sabe que su propia estirpe, el bien más preciado y codiciado por él mismo y por sus ancestros, tendrá continuidad en los hijos. El mejor obsequio que puede recibir la viuda de un caído en el frente es siempre el hijo del hombre al que ella misma amó.
Por ello, quizás sea conveniente ir más allá de lo que marcan los límites de las leyes civiles y las costumbres, de modo que las mujeres y las muchachas con sangre pura puedan, incluso fuera del matrimonio*, cumplir con esta elevada misión y lo hagan no desde la frivolidad, sino desde el más profundo compromiso moral, de manera que puedan todas ellas convertirse en madres de niños engendrados por soldados caídos en el campo de batalla, soldados de los que sólo el destino sabe si regresarán a sus casas o morirán por Alemania.
En estos tiempos, los hombres y las mujeres tienen que cumplir no sólo con las obligaciones que para con la Patria les imponen las Leyes del Estado, sino también con el sagrado deber de convertirse en padres y madres de nuevos hijos.
Jamás debemos olvidar que la Victoria de los más fuertes y la sangre derramada por nuestros soldados carecería de todo sentido, si ambas no fuesen seguidas del triunfo que suponen los recién nacidos y la colonización de los nuevos territorios.
En la última guerra, algunos soldados, conscientes de la responsabilidad que para sus esposas acarrearía el tener un nuevo hijo y con el fin de no agravar los padecimientos y las necesidades derivados de su muerte en combate, decidieron no engendrar nuevos hijos mientras durase la contienda. Vosotros, hombres de las SS, no debéis tener esos escrúpulos y debéis olvidaros de esas preocupaciones, pues éstas quedarán resueltas a partir de las siguientes disposiciones:
1.- Todo niño con sangre pura, tanto si ha nacido en el seno del matrimonio como fuera de él y cuyo padre haya muerto en combate, quedará bajo una tutela especial por disposición personal mía como Reichsführer SS. Nosotros ocuparemos el lugar de su madre y nos aseguraremos de que tanto su educación como la satisfacción material de sus necesidades queden cubiertas hasta la mayoría de edad, de modo que ninguna madre ni viuda tengan la más mínima preocupación al respecto.
2.- Las SS se asegurarán de cubrir todas las necesidades que puedan tener los niños y las futuras madres por causa de cualesquiera nacimientos ocurridos durante el periodo de guerra, tanto si se trata de hijos habidos dentro del matrimonio como fuera de él. Concluida la guerra, las SS, una vez que los padres regresen a sus hogares, garantizarán generosas ayudas económicas complementarias para cada hijo.
¡Vosotros, Hombres de las SS, y vosotras, madres de esos niños que Alemania tanto necesita, debéis ser conscientes por la Fe en el Führer y por la Voluntad de asegurar una existencia sin fin para nuestra Sangre y nuestro Pueblo de que, para Alemania, aceptar el significado de la guerra y de la muerte es un asunto tan vital como la firme voluntad de transmitir la vida!
El Reichsführer-SS
H. Himmler"
* Subrayado también en el texto original en lengua alemana