Como acabó el ''Fantasma de Java''

La guerra en el mar. Estrategias.

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gerkamp
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Como acabó el ''Fantasma de Java''

Mensaje por gerkamp » Mié Abr 13, 2011 10:49 pm

Traigo a ustedes un texto que explica como fue el fin el crucero pesado ''Houston'', en la batalla del mar de Java, que fue bastante golpeado y hasta dado por hundido varias veces por la Marina japonesa. Proviene del libro ''Historias secretas de la Segunda guerra mundial'', impreso por T. G. Arte y publicado en la revista selecciones del reader's digest, España 1960.
Como acabó el ''Fantasma de Java''
por Walter G. Winslow

En las primeras semanas de 1942 la situacion de los Aliados era desesperada en el Pacifico. Los japoneses se habian adueñado de las Filipìnas, Borneo, Malasia, las islas Célebes y Sumatra. Despues de tomar Singapur el 15 de febrero, grandes fuerzas aeronavales se prepararon para el asalto de Java, corazón de las Indias Holandesas.
En esas aguas estaba el ''Houston'', crucero acorazado norteamericano, apodado ''El fantasma de Java'' por las muchas veces que los japoneses lo dieron por hundido. Bajo los intensos bombardeos enemigos había perdido todos sus aviones, la torre numero 3 y docenas de tripulantes. La noche del 28 de febrero desapareció sin dejar huella. Su hundimiento quedó en completo misterio hasta el fin de la guerra, cuando aparecieron en los campos de prisioneros varios supervivientes, entre ellos el autor del presente relato, aviador naval a bordo del ''Houston''.


Crucero USS Houston en el año 1935
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En la tarde de aquel fatídico 28 de febrero de 1942, de pie en el alcazar del ''Houston'', veia yo alejarse lentamente a popa la verde cortina de la costa de Java mientras navegabamos en busca de estrecho de la Sonda. Por el pensamiento de cuantos se hallaban a bordo cruzaba esta pregunta: ¿Lograriamos franquear el estrecho? Aeroplanos japoneses habian estado suguiendonos todo el día; nuestros movimientos no eran un misterio para las fuerzas enemigas que avanzaban sobre Java. Estabamos cercados y maltrechos. Sin embargo, ya en otras ocasiones en que la suerte estaba en contra nuestra y favorable a los japoneses pudimos salir adelante. Me resistía a creer que la carrera del ''Houston'' hubiera tocado fondo.
Dos dias antes habia zarpado de Surabaya la reducida fuerza atacante de la que formabamos parte. Al mando iba el almirante Doorman, de la armada holandesa. Su buque insignia, el crucero ''De Ruyter'', navegaba en cabo de fila, precediendo a otro crucero holandes, el ''Java''. Seguían en la linea el acorazado ingles ''Exeter'' (famoso por tomar parte del enfrentamiento de 1939 en las costas de Uruguay frente al ''Graf Spee'', navío aleman); iba detras el averíado ''Houston'', y en el puesto de cola el crucero australiano ''Perth''. Completaban las escuadras 10 cazatorpederos aliados. Reunida apresuradamente, nuestra fuerza no había maniobrado antes en conjunto, pero todas y cada una de sus unidades tendían ahora a un mismo y comun proposito: desbaratar, aun a costa del ultimo buque y del ultimo hombre, la fuerza enemiga que se aproximaba a Java. Eramos para las Indias holandesas la unica esperanza de su salvación.
Toda la noche del 26 de febrero habíamos navegado en busca del convoy enemigo, que parecia haberse esfumado de los parajes donde según nuestras noticias debía encontrarse. A las 14 y 15 hs de la tarde siguiente, en tanto que las dotaciones continuaban en sus puestos de combate, los aviones de reconocimiento avistaron al enemigo rumbo al sur, en aguas meridionales de la isla Bawean. Las dos fuerzas estaban a menos de 50 millas una de otra. Me saltaba el corazon dentro del pecho; iba a empeñarse dentro de pocos minutos la accion que pasaría a la historia con el nombre de la Batalla del Mar de Java.
Pronto asomó en el horizonte un bosque de mástiles. Contamos a proa 10 cazatorpederos divididos en dos columnas encabezadas por sendos cruceros de cuatro chimeneas. A retaguardia de ellos, por nuestra banda estribor, venían cuatro cruceros seguidos de dos acorazados. El enemigo nos aventajaba en buques y cañones.
Los japoneses son los primeros que rompen fuego. A todo lo largo de su linea de combate surgen llamaradas de un rojo cobrizo, a las cuales sigue negra humareda que los oculta momentaneamente. Me corre por el cuerpo un sudor frío al darme cuenta de que la primera andanada se aproxima. Me parece que todos esos formidables proyectiles vienen dirigidos a mi. Me pregunto que hacen nuestros cañones que no contestan el fuego; mas al advertir que los disparos de los japoneses, cortos en varios kilometros, dan en el agua sin causarnos daño, comprendo que no estamos aun a distancia de tiro. La batalla en que no habrá retirada posible ha comenzado.
El ''Exeter'' abre fuego a 25,6 kilometros. Le sigue el ''Houston''. El desafiante estruendo de nuestra artilleria es pavoroso; la sacudida de una de las descargas me arranca el casco metalico y lo echa a rodar por la cubierta. La distancia de tiro va acortandose por momentos y no tarda en entrar en accion la artillería de todos los cruceros. Cada nueva andanada levanta surtidores mas y mas cerca de nosotros. Una acaba de caer proxima al costado de estribor; luego cae otra por babor, tambien a corta distancia. Cinco mas en sucesion horquillan al ''Houston. Pero ninguna ha hecho blanco, y esto nos infunde confianza. 800 metros a popa de nosotros, el ''Perth'', aunque horquillado ocho veces seguidas, no ha recibido un solo impacto. La suerte esta con nosotros.
De pronto, una de nuestras piezas de 203 mm hace blanco. A bordo del acorazado nipon que va de cola hay una explosion. Humo negro mezclado con fragmentos sube de la nave enemiga y un incendio estalla a proa. Ahora se retira de la linea de combate. Hemos dado el primer golpe de la jornada.
Tres cruceros enemigos concentran sus disparos en el ''Exeter''. Cambiamos blancos para prestarle ayuda. Un instante despues los cañones del ''Exeter'' han hallado la puntería. Un crucero enemigo se retira de la linea, incendiado y envuelto en humo.
Aunque faltos de dos cruceros, los japoneses no disminuyen notablemente la intensidad del fuego. Dos de sus proyectiles dan en el ''Houston''. Uno entra por proa, frente al cabestrante del ancla de babor, atraviesa varias cubiertas y sale cerca de la linea de flotacion, sin haber estallado. El otro, que tambien nos pega en la proa, rompe uno de los pañoles menores de petroleo, pero tampoco estalla.
La suerte del combate cambia rapidamente cuando una granada japonesa, al hacer blanco en el compartimiento de proa de la sala de calderas del ''Exeter'', corta un conducto principal de vapor. Esto reduce a 7 nudos el andar del barco. Todos los demas acudimos en su auxilio tendiendo una cortina de humo que cubra la retirada. Prontos en aprovechar la ventaja obtenida, los nipones lanzan al ataque sus torpederos, que avanzan velozmente sostenidos por la artilleria gruesa de los cruceros.
Cada ola parece esconder un torpedo. El capitan Rooks, comandante del ''Houston'', maniobra para presentar el menor blanco posible. En este punto, el cazatorpederos holandes ''Kortenaer'' recibe un topedo. Hay una violenta explosion y una columna de agua se eleva a 30 metros por encima del barco, dejando visibles solamente partes de la popa y la proa. Al deshacerse la columna de agua el pequeño cazatorpederos de casco verde y gris aparece partido por la mitad y volteado.
Unos pocos tripulantes tratan desesperadamente de asirse a los abromados fondos del cazatorpedero, cuyas dos helices giran lentamente en el aire en un ultimo esfuerzo de propulsion. En menos de dos minutos, el ''Kortenaer'' desaparece bajo las olas. Ninguno de nuestros barcos puede detenerse para dar ayuda a los escasos supervivientes. La suerte que ha tenido el ''Kortenaer'' nos amenaza a todos a cada instante.
El sol va a hundirse en el horizonte. Cubren el mar nubes de humo negro. Por entre ellas avanzan hacia nosotros los navíos japoneses. Nuestros cazatorpederos reciben orden de atacar con torpedos. Aunque no hay señales de que ningun torpedo haya hecho blanco, los japoneses viran en redondo. Asi termina la accion del día, sin resultados decisivos. Pero trataremos de atacar por sorpresa a los transportes al amparo de la noche.
Hacemos recuento de perdidas. El ''Kortenaer'' y el cazatorpederos ingles ''Electra'', hundidos. El averíado ''Exeter'' se retiró a Surabaya escoltado`por dos cazatorpederos estadounidenses que habían lanzado todos su torpedos y estaban cortos de combustible. El ''Houston'', el ''Perth'', el ''De Ruyter'' y el ''Java'' siguen hábiles para el combate, aunque resentido por las acudidas del incesante cañoneo. Dos cazatorpederos ingleses, el ''Jupiter'' y el ''Encounter'', permanecen con nosotros.
El ''Houston'' ha hecho 303 disparos por torre; le quedan solo 50 proyectiles por cañon. La perdida de la torre Nº 3 ha sido un gran contratiempo; sin embargo, no hay por que quejarse: el ''Houston'' se ha portado bien. El primer maquinista da parte de que durante la accion de la tarde hubo mas de 70 casos de postración por el calor en los cuartos de calderas. No estamos en muy buenas condiciones de combate. Sin embargo, es mucho lo que aun nos queda por hacer.
Aprovechando la semioscuridad, nuestros 6 buques se alejan para hacerle creer al enemigo que nos batimos en retirada. Apenas cierre la noche regresaremos a reanudar el ataque.
A poco de esto, ocurre a bordo del cazatorpederos ingles ''Jupiter'', que va protegiendo nuestro flanco izquierdo, una misteriosa explosion, y este desaparece en medio de una brillante y fugaz llamarada. Quedamos estupefactos, porque el enemigo no se ve por ninguna parte. Sin embargo, avanzamos a ciegas y a toda maquina en busca de los transportes.
De subito, alla arriba, una bomba de iluminacion rasga la oscuridad. La noche se ha vuelto repentinamente tan clara como el día y nuestro buques tan visibles como los blancos de un salon de tiro. Como no tenemos radar, el avion enemigo describe un circulo, fuera de nuestro campo visual, lanza una bomba y otra, y otra mas. Calculamos que los japoneses se aprestan a dar el golpe decisivo. Cegados por las bombas de iluminacion, tensos los nervios, aguardamos el ataque de un instante a otro. Pasan los minutos. El enemigo no ha atacado. Al cabo de un tiempo, es evidente que el avion se ha ido. ¡Que alivio es quedar nuevamente envueltos en la oscuridad! Pero ¡Que angustioso es saber que el enemigo esta al tanto de todos nuestros movimientos, y que no hace sino prolongar el tiempo como el gato que juega con un raton!
A bordo la gente habla en susurros, como temerosa de que el simple sonido de su voz revele nuestra posicion. Al silencio del alcazar llegan solo dos ruidos: el de las olas que corta la proa a 30 nudos y el constante soplido del vecino cuarto de maquinas. A eso de las 22:30, envueltos de nuevo en la oscuridad, los vigías avistan por babor dos buques de gran porte. Distancia, 11 kilometros. Bandera desconocida. No hay barcos amigos en cientos de millas a la redonda. Esos dos tienen que ser japoneses. El ''Houston'' rompe fuego con un par de andanadas de las baterías principales; los japoneses contestan con dos de las suyas.
Los proyectiles se hunden en el mar y levantan surtidores que caen en nuestro castillo de proa. Despues de este cambio de disparos, los dos buques enemigos se pierden de vista. No intentamos darles caza; necesitamos nuestras municiones para hundir transportes.
Centenares de miradas escudriñan la noche buscando el convoy. Transcurre media hora sin que haya novedad. En esto, como herido por un rayo, el ''Java'', 800 metros a popa del ''Houston'', tiembla sacudido por tremenda explosion. Del centro del buque surgen altas, voraces, las llamas que se propagan rápidamente hacia popa. El ''Java'' pierde andar, se separa de la columna, queda flotando a merced de las olas; perece, al fin, devorado por el incendio, que no hay modo de dominar.
En el agua se ven estelas de torpedos, pero nos es imposible contestar al ataque de un enemigo que permanece oculto. El ''De Ruyter'' da una brusca virada hacia la derecha; el ''Houston'' va a imitarlo cuando oimos una explosion a bordo del ''De Ruyter''. Llamas crepitantes se elevan del puente del barco holandes y no tardan en envolverlo de popa a proa.
El capitan Rooks maniobra el ''Houston'' esquivando los torpedos que cortan el agua a 3 metros de ambos costados del barco. En compañia del perth, nos alejamos a todo andar de los buques naufragos y del enemigo que nadie ha podido ver. Horrible es abandonar asi a nuestros aliados; pero no nos hallamos en capacidad de socorrerlos. Nuestra ''fuerza esta reducida ahora a 2 barcos. El ''Exeter'' ha perdido contacto con nosotros. Necesitados de combustible, ponemos rumbo a Batavia.
El 28, a eso de la medianoche, el ''Perth'' y el ''Houston'', repuestos ya de combustible pero con serias vías de agua, navegan de nuevo en busca del enemigo. A punto de embocar en el estrecho de la Sonda, nos sacude los nervios el ¡Clang! ¡Clang! ¡Clang! ¡Clang! del zafarrancho de combate. La gente corre a ocupar sus puestos. Echo mano a mi casco metalico. Estoy ajustandomelo cuando me lanza contra un mamparo la sacudida, acompañada de ensordecedor estrepito, de la andanada que acaba de disparar la bateria principal. Sé que estamos cortos de municion para las piezas de 203 mm y que nuestros muchachos no las desperdiciarían disparando al aire. Voy por la escalerilla del puente cuando vuelve a hacer fuego la batería principal y las piezas de 127 mm toman tambien parte en la danza. Dandome cuenta de que va a armarse la gorda, subo corriendo. No he alcanzado a llegar al puente cuando toda la artillería del ''Houston'' entra en accion.

Crucero holandes ''De Ruyter''
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Es alentadora la regularidad con que se oye el retumbar ensordecedor de la batería principal; el rapido y seco estampido de los cañones de 127 mm; el ritmico pum, pum, pum, de los de 28 mm; y, llegando de las cofas del trinquete y del mayor, el continuo tableteo de las ametralladoras, que emplazadas alli como antiaereos, disparan ahora contra blancos de superficie.
De pronto envuelve al ''Houston'' la cegadora claridad de los proyectores enemigos. Detras de sus haces luminosos puedo divisar con trabajo las siluetas de los cazatorpederos nipones. Se han aproximado para iluminarnos en tanto que su unidades de linea disparan contra nosotrso desde la oscuridad. En un desesperado intento del que depende su propia existencia, el ''Houston'' dirige sus cañones contra los proyectores, que va apagando apenas lo enfocan. Antes que el enemigo ni nosotros mismos nos hayamos dado cuenta de ello, estamos frente a 60 transportes con carga completa escoltados por 20 cazatorpederos y 6 cruceros.
El ''Perth'', que navega delante de nosotros, queda mortalmente averíado por dos torpedos. Sin gobierno, juguete del capricho de las olas, sostiene el fuego hasta que los cañones japoneses lo hacen volar hecho añicos.
Viendo perdido el ''Perth'', el capitan Rooks se mete con el ''Houston'' en medio del convoy enemigo, resuelto, ya que no hay retirada posible, a hacerles pagar cara la victoria. En sus ultimos instantes, el ''Houston'' dispara a bocajarro contra los transportes nipones con todo lo que tiene, y rechaza a la vez a los cazatorpederos que lo atacan con cañones y torpedos. Los cruceros enemigos permanecen a retaguardia, lanzando andanada tras andanada que nos causan terribles estragos. Un torpedo penetra a popa en el cuarto de maquinas, hace explosion, mata a cuantos alli se hallan y reduce nuestro andar a 15 nudos.
El denso humo y el ardiente vapor de agua que suben del cuarto de maquinas a la cubierta de baterías obligan a los artilleros a abandonar momentaneamente sus puestos, pero vuelven a ellos, resueltos a no moverse de alli. Falta la fuerza motriz a los elevadores de municiones, y no llegan mas los proyectiles que subian de los casi vacíos pañoles para las piezas de 127 mm. La gente trata de acarrearlas a mano, pero lo impiden los incendios y destrozos que obstruyen el paso. A despecho de todo, los artilleros siguen disparando con las granadas de iluminacion almacenadas cerca de los cañones.
Una granada enemiga destroza la torre Nº 2, de la cual se levantan llamas que se alargan hacia el puente. Tan intenso es el calor, que desaloja a cuantos se hallan en la torre de mando e interrumpe asi toda comunicacion entre esta y el resto del buque. El incendio no tarda en quedar dominado, pero el agua de los extintores, al inundar los pañoles, ha echado a perder las ultimas reservas de proyectiles de las piezas de 203 mm. El ''Houston'' se ve ahora falto de su batería principal.
Estallan incendios en todo el buque. Otro torpedo se hunde a proa del alcazar. La fuerza de la explosion hace temblar el barco, y comprendo que ha llegado el fin. Escoramos lentamente a estribor, en tanto que nuestra heroica nave va perdiendo gobierno y andar. Por fin se detiene. Los pocos cañones con que aun cuanta no cesan de hacer fuego. El capitan Rooks debe sentir que se le parte el corazon, pero su voz es firme cando llama al corneta y le ordena que toque a abandonar el navío.
Ni el incesante fuego del enemigo ni el ver que nuestro barco se hunde poco a poco producen confusion a bordo. La gente ejecuta con prontitud y serenidad la orden de abandonar el buque. Ha llegado el momento mas temido por todos, pero nadie da señales de miedo.
El capitan Rooks ha bajado del puente. Esta en la puerta de su camara despidiendose de varios oficiales y marineros cuando una granada japonesa estalla en el montaje de un cañon vecino y lanza contra el pecho del capitan un pedazo del mecanismo de cierre. El comandante del ''Houston'' expira en brazos de los oficiales y marineros que tanto lo respetaban y querían.
Al saber la noticia, Buda, el cocinero chino del capitan, se niega a abandonar el buque. Sentado en el suelo, a la puerta de la camara del comandante, balancea el cuerpo mientras solloza: ''Capitan muerto, Houston muerto, Buda morir tambien''. Y se hundió con el barco.
Ganando el costado de babor, descendí por la red hasta las tibias aguas del mar de Java. Los lamentos de los heridos y los gritos de los que se ahogaban pidiendo socorro se confundian con las voces de los que se llamaban buscandose unos a otros. Nadé freneticamente para ponerme fuera de la succion del buque. Quería mucho al ''Houston'' pero no deseaba acompañarlo en su viaje al fondo del mar.
A unos cientos de metros me detuve, anhelosa la respiracion, a presenciar la muerte de mi barco. Escoraba violentamente a estribor. Los cazatorpederos japoneses se habían acercado y lo iluminaban con los proyectores mientras barrian las cubiertas con rafagas de ametralladora. Muchos tripulantes nadaban angustiosamente en las cercanías; otros se asían con desesperacion a las lanchas salvavidas, cargadas ya de gente. Al estallar en el agua hormigueante de naufragos, las granadas producian oleadas que me golpeaban con terrible fuerza y me hacían estremecer de dolor. La sola colision de estas explosiones mató a hombres que se hallaban mas cerca.
Completamente aturdido, floto a merced de las olas, resistiendome a creer que todo esto sea verdad. Ha llegado el fin. A la claridad de los proyectores enemigos veo al ''Houston'' tumbarse mas y mas a estribor. Cuando ya casi hunde los penoles en el agua, queda inmovil por unos segundos. Tal vez fuese imaginacion mia, pero me pareció que en ese momento una repentina rafaga hacia ondear en ultimo y altivo desafío el pabellon de las barras y las estrellas, orgullosamente clavado a tope del mayor. Tras un fatigado estremecimiento, el ''Houston'' desapareció bajo las agua del mar de Java.
El magnifico barco, y muchos de los que en el fueron mis compañeros, habian desaparecido para siempre. Mas en las aceitosas aguas que me rodeaban (y en las que flotaria por diez horas mas) veía elocuentes señales del arrojo con que combatieron hasta el fin. Cientos de soldados y marineros japoneses braceaban entre los restos de sus destrozadas naves. Sonreí amargamente , murmurando una y otra vez:
''¡Bien hecho, <Houston>!

''De los 1.008 oficiales y marineros de la tripulacion del <Houston>, unos 350 escaparon con vida, pero solo para caer en manos de los japoneses, ya mientras flotaban en el mar, ya cuando luchaban perdidos en las selvas de Java. De los salvados al zozobrar el <Houston>, unicamente 266 sobrevivieron a las penalidades de los campamentos de prisioneros''.


Saludos cordiales
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Re: Como acabó el ''Fantasma de Java''

Mensaje por lancaster » Lun Ago 06, 2012 12:34 pm

Saludos, Gerkamp!
Soy aún nuevo en el foro, y poco a poco voy leyendo todos los temas que puedo.Desgraciadamente este tema no lo había leido hasta hoy.Digo esto por que es estupendo, y me ayuda a aclarar asuntos sobre la Batalla del Mar de Java y demás combates relacionados, asunto que pregunté en el foro antes de leer este excelente relato.Pero bueno, más vale tarde que nunca.
Así que gracias por el trabajo compartido y hasta otra!
"...Acá el camino es la recompensa..."

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Panzer VII
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Re: Como acabó el ''Fantasma de Java''

Mensaje por Panzer VII » Mar Ago 07, 2012 2:46 am

Qué lindo relato, Gerkamp. Tenés mas? No lo había visto.
Un abrazo.
Gloria eterna a los Bravos del ARA San Juan...
" Irse a pique antes que rendir el pabellón..." Almirante Guillermo Brown.

Bordoni Bisleri
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Re: Como acabó el ''Fantasma de Java''

Mensaje por Bordoni Bisleri » Mar Ago 07, 2012 2:26 pm

gerkamp escribió:Traigo a ustedes un texto que explica como fue el fin el crucero pesado ''Houston'', en la batalla del mar de Java, que fue bastante golpeado y hasta dado por hundido varias veces por la Marina japonesa. Proviene del libro ''Historias secretas de la Segunda guerra mundial'', impreso por T. G. Arte y publicado en la revista selecciones del reader's digest, España 1960.
Como acabó el ''Fantasma de Java''
por Walter G. Winslow

En las primeras semanas de 1942 la situacion de los Aliados era desesperada en el Pacifico. Los japoneses se habian adueñado de las Filipìnas, Borneo, Malasia, las islas Célebes y Sumatra. Despues de tomar Singapur el 15 de febrero, grandes fuerzas aeronavales se prepararon para el asalto de Java, corazón de las Indias Holandesas.
En esas aguas estaba el ''Houston'', crucero acorazado norteamericano, apodado ''El fantasma de Java'' por las muchas veces que los japoneses lo dieron por hundido. Bajo los intensos bombardeos enemigos había perdido todos sus aviones, la torre numero 3 y docenas de tripulantes. La noche del 28 de febrero desapareció sin dejar huella. Su hundimiento quedó en completo misterio hasta el fin de la guerra, cuando aparecieron en los campos de prisioneros varios supervivientes, entre ellos el autor del presente relato, aviador naval a bordo del ''Houston''.


Crucero USS Houston en el año 1935
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En la tarde de aquel fatídico 28 de febrero de 1942, de pie en el alcazar del ''Houston'', veia yo alejarse lentamente a popa la verde cortina de la costa de Java mientras navegabamos en busca de estrecho de la Sonda. Por el pensamiento de cuantos se hallaban a bordo cruzaba esta pregunta: ¿Lograriamos franquear el estrecho? Aeroplanos japoneses habian estado suguiendonos todo el día; nuestros movimientos no eran un misterio para las fuerzas enemigas que avanzaban sobre Java. Estabamos cercados y maltrechos. Sin embargo, ya en otras ocasiones en que la suerte estaba en contra nuestra y favorable a los japoneses pudimos salir adelante. Me resistía a creer que la carrera del ''Houston'' hubiera tocado fondo.
Dos dias antes habia zarpado de Surabaya la reducida fuerza atacante de la que formabamos parte. Al mando iba el almirante Doorman, de la armada holandesa. Su buque insignia, el crucero ''De Ruyter'', navegaba en cabo de fila, precediendo a otro crucero holandes, el ''Java''. Seguían en la linea el acorazado ingles ''Exeter'' (famoso por tomar parte del enfrentamiento de 1939 en las costas de Uruguay frente al ''Graf Spee'', navío aleman); iba detras el averíado ''Houston'', y en el puesto de cola el crucero australiano ''Perth''. Completaban las escuadras 10 cazatorpederos aliados. Reunida apresuradamente, nuestra fuerza no había maniobrado antes en conjunto, pero todas y cada una de sus unidades tendían ahora a un mismo y comun proposito: desbaratar, aun a costa del ultimo buque y del ultimo hombre, la fuerza enemiga que se aproximaba a Java. Eramos para las Indias holandesas la unica esperanza de su salvación.
Toda la noche del 26 de febrero habíamos navegado en busca del convoy enemigo, que parecia haberse esfumado de los parajes donde según nuestras noticias debía encontrarse. A las 14 y 15 hs de la tarde siguiente, en tanto que las dotaciones continuaban en sus puestos de combate, los aviones de reconocimiento avistaron al enemigo rumbo al sur, en aguas meridionales de la isla Bawean. Las dos fuerzas estaban a menos de 50 millas una de otra. Me saltaba el corazon dentro del pecho; iba a empeñarse dentro de pocos minutos la accion que pasaría a la historia con el nombre de la Batalla del Mar de Java.
Pronto asomó en el horizonte un bosque de mástiles. Contamos a proa 10 cazatorpederos divididos en dos columnas encabezadas por sendos cruceros de cuatro chimeneas. A retaguardia de ellos, por nuestra banda estribor, venían cuatro cruceros seguidos de dos acorazados. El enemigo nos aventajaba en buques y cañones.
Los japoneses son los primeros que rompen fuego. A todo lo largo de su linea de combate surgen llamaradas de un rojo cobrizo, a las cuales sigue negra humareda que los oculta momentaneamente. Me corre por el cuerpo un sudor frío al darme cuenta de que la primera andanada se aproxima. Me parece que todos esos formidables proyectiles vienen dirigidos a mi. Me pregunto que hacen nuestros cañones que no contestan el fuego; mas al advertir que los disparos de los japoneses, cortos en varios kilometros, dan en el agua sin causarnos daño, comprendo que no estamos aun a distancia de tiro. La batalla en que no habrá retirada posible ha comenzado.
El ''Exeter'' abre fuego a 25,6 kilometros. Le sigue el ''Houston''. El desafiante estruendo de nuestra artilleria es pavoroso; la sacudida de una de las descargas me arranca el casco metalico y lo echa a rodar por la cubierta. La distancia de tiro va acortandose por momentos y no tarda en entrar en accion la artillería de todos los cruceros. Cada nueva andanada levanta surtidores mas y mas cerca de nosotros. Una acaba de caer proxima al costado de estribor; luego cae otra por babor, tambien a corta distancia. Cinco mas en sucesion horquillan al ''Houston. Pero ninguna ha hecho blanco, y esto nos infunde confianza. 800 metros a popa de nosotros, el ''Perth'', aunque horquillado ocho veces seguidas, no ha recibido un solo impacto. La suerte esta con nosotros.
De pronto, una de nuestras piezas de 203 mm hace blanco. A bordo del acorazado nipon que va de cola hay una explosion. Humo negro mezclado con fragmentos sube de la nave enemiga y un incendio estalla a proa. Ahora se retira de la linea de combate. Hemos dado el primer golpe de la jornada.
Tres cruceros enemigos concentran sus disparos en el ''Exeter''. Cambiamos blancos para prestarle ayuda. Un instante despues los cañones del ''Exeter'' han hallado la puntería. Un crucero enemigo se retira de la linea, incendiado y envuelto en humo.
Aunque faltos de dos cruceros, los japoneses no disminuyen notablemente la intensidad del fuego. Dos de sus proyectiles dan en el ''Houston''. Uno entra por proa, frente al cabestrante del ancla de babor, atraviesa varias cubiertas y sale cerca de la linea de flotacion, sin haber estallado. El otro, que tambien nos pega en la proa, rompe uno de los pañoles menores de petroleo, pero tampoco estalla.
La suerte del combate cambia rapidamente cuando una granada japonesa, al hacer blanco en el compartimiento de proa de la sala de calderas del ''Exeter'', corta un conducto principal de vapor. Esto reduce a 7 nudos el andar del barco. Todos los demas acudimos en su auxilio tendiendo una cortina de humo que cubra la retirada. Prontos en aprovechar la ventaja obtenida, los nipones lanzan al ataque sus torpederos, que avanzan velozmente sostenidos por la artilleria gruesa de los cruceros.
Cada ola parece esconder un torpedo. El capitan Rooks, comandante del ''Houston'', maniobra para presentar el menor blanco posible. En este punto, el cazatorpederos holandes ''Kortenaer'' recibe un topedo. Hay una violenta explosion y una columna de agua se eleva a 30 metros por encima del barco, dejando visibles solamente partes de la popa y la proa. Al deshacerse la columna de agua el pequeño cazatorpederos de casco verde y gris aparece partido por la mitad y volteado.
Unos pocos tripulantes tratan desesperadamente de asirse a los abromados fondos del cazatorpedero, cuyas dos helices giran lentamente en el aire en un ultimo esfuerzo de propulsion. En menos de dos minutos, el ''Kortenaer'' desaparece bajo las olas. Ninguno de nuestros barcos puede detenerse para dar ayuda a los escasos supervivientes. La suerte que ha tenido el ''Kortenaer'' nos amenaza a todos a cada instante.
El sol va a hundirse en el horizonte. Cubren el mar nubes de humo negro. Por entre ellas avanzan hacia nosotros los navíos japoneses. Nuestros cazatorpederos reciben orden de atacar con torpedos. Aunque no hay señales de que ningun torpedo haya hecho blanco, los japoneses viran en redondo. Asi termina la accion del día, sin resultados decisivos. Pero trataremos de atacar por sorpresa a los transportes al amparo de la noche.
Hacemos recuento de perdidas. El ''Kortenaer'' y el cazatorpederos ingles ''Electra'', hundidos. El averíado ''Exeter'' se retiró a Surabaya escoltado`por dos cazatorpederos estadounidenses que habían lanzado todos su torpedos y estaban cortos de combustible. El ''Houston'', el ''Perth'', el ''De Ruyter'' y el ''Java'' siguen hábiles para el combate, aunque resentido por las acudidas del incesante cañoneo. Dos cazatorpederos ingleses, el ''Jupiter'' y el ''Encounter'', permanecen con nosotros.
El ''Houston'' ha hecho 303 disparos por torre; le quedan solo 50 proyectiles por cañon. La perdida de la torre Nº 3 ha sido un gran contratiempo; sin embargo, no hay por que quejarse: el ''Houston'' se ha portado bien. El primer maquinista da parte de que durante la accion de la tarde hubo mas de 70 casos de postración por el calor en los cuartos de calderas. No estamos en muy buenas condiciones de combate. Sin embargo, es mucho lo que aun nos queda por hacer.
Aprovechando la semioscuridad, nuestros 6 buques se alejan para hacerle creer al enemigo que nos batimos en retirada. Apenas cierre la noche regresaremos a reanudar el ataque.
A poco de esto, ocurre a bordo del cazatorpederos ingles ''Jupiter'', que va protegiendo nuestro flanco izquierdo, una misteriosa explosion, y este desaparece en medio de una brillante y fugaz llamarada. Quedamos estupefactos, porque el enemigo no se ve por ninguna parte. Sin embargo, avanzamos a ciegas y a toda maquina en busca de los transportes.
De subito, alla arriba, una bomba de iluminacion rasga la oscuridad. La noche se ha vuelto repentinamente tan clara como el día y nuestro buques tan visibles como los blancos de un salon de tiro. Como no tenemos radar, el avion enemigo describe un circulo, fuera de nuestro campo visual, lanza una bomba y otra, y otra mas. Calculamos que los japoneses se aprestan a dar el golpe decisivo. Cegados por las bombas de iluminacion, tensos los nervios, aguardamos el ataque de un instante a otro. Pasan los minutos. El enemigo no ha atacado. Al cabo de un tiempo, es evidente que el avion se ha ido. ¡Que alivio es quedar nuevamente envueltos en la oscuridad! Pero ¡Que angustioso es saber que el enemigo esta al tanto de todos nuestros movimientos, y que no hace sino prolongar el tiempo como el gato que juega con un raton!
A bordo la gente habla en susurros, como temerosa de que el simple sonido de su voz revele nuestra posicion. Al silencio del alcazar llegan solo dos ruidos: el de las olas que corta la proa a 30 nudos y el constante soplido del vecino cuarto de maquinas. A eso de las 22:30, envueltos de nuevo en la oscuridad, los vigías avistan por babor dos buques de gran porte. Distancia, 11 kilometros. Bandera desconocida. No hay barcos amigos en cientos de millas a la redonda. Esos dos tienen que ser japoneses. El ''Houston'' rompe fuego con un par de andanadas de las baterías principales; los japoneses contestan con dos de las suyas.
Los proyectiles se hunden en el mar y levantan surtidores que caen en nuestro castillo de proa. Despues de este cambio de disparos, los dos buques enemigos se pierden de vista. No intentamos darles caza; necesitamos nuestras municiones para hundir transportes.
Centenares de miradas escudriñan la noche buscando el convoy. Transcurre media hora sin que haya novedad. En esto, como herido por un rayo, el ''Java'', 800 metros a popa del ''Houston'', tiembla sacudido por tremenda explosion. Del centro del buque surgen altas, voraces, las llamas que se propagan rápidamente hacia popa. El ''Java'' pierde andar, se separa de la columna, queda flotando a merced de las olas; perece, al fin, devorado por el incendio, que no hay modo de dominar.
En el agua se ven estelas de torpedos, pero nos es imposible contestar al ataque de un enemigo que permanece oculto. El ''De Ruyter'' da una brusca virada hacia la derecha; el ''Houston'' va a imitarlo cuando oimos una explosion a bordo del ''De Ruyter''. Llamas crepitantes se elevan del puente del barco holandes y no tardan en envolverlo de popa a proa.
El capitan Rooks maniobra el ''Houston'' esquivando los torpedos que cortan el agua a 3 metros de ambos costados del barco. En compañia del perth, nos alejamos a todo andar de los buques naufragos y del enemigo que nadie ha podido ver. Horrible es abandonar asi a nuestros aliados; pero no nos hallamos en capacidad de socorrerlos. Nuestra ''fuerza esta reducida ahora a 2 barcos. El ''Exeter'' ha perdido contacto con nosotros. Necesitados de combustible, ponemos rumbo a Batavia.
El 28, a eso de la medianoche, el ''Perth'' y el ''Houston'', repuestos ya de combustible pero con serias vías de agua, navegan de nuevo en busca del enemigo. A punto de embocar en el estrecho de la Sonda, nos sacude los nervios el ¡Clang! ¡Clang! ¡Clang! ¡Clang! del zafarrancho de combate. La gente corre a ocupar sus puestos. Echo mano a mi casco metalico. Estoy ajustandomelo cuando me lanza contra un mamparo la sacudida, acompañada de ensordecedor estrepito, de la andanada que acaba de disparar la bateria principal. Sé que estamos cortos de municion para las piezas de 203 mm y que nuestros muchachos no las desperdiciarían disparando al aire. Voy por la escalerilla del puente cuando vuelve a hacer fuego la batería principal y las piezas de 127 mm toman tambien parte en la danza. Dandome cuenta de que va a armarse la gorda, subo corriendo. No he alcanzado a llegar al puente cuando toda la artillería del ''Houston'' entra en accion.

Crucero holandes ''De Ruyter''
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Es alentadora la regularidad con que se oye el retumbar ensordecedor de la batería principal; el rapido y seco estampido de los cañones de 127 mm; el ritmico pum, pum, pum, de los de 28 mm; y, llegando de las cofas del trinquete y del mayor, el continuo tableteo de las ametralladoras, que emplazadas alli como antiaereos, disparan ahora contra blancos de superficie.
De pronto envuelve al ''Houston'' la cegadora claridad de los proyectores enemigos. Detras de sus haces luminosos puedo divisar con trabajo las siluetas de los cazatorpederos nipones. Se han aproximado para iluminarnos en tanto que su unidades de linea disparan contra nosotrso desde la oscuridad. En un desesperado intento del que depende su propia existencia, el ''Houston'' dirige sus cañones contra los proyectores, que va apagando apenas lo enfocan. Antes que el enemigo ni nosotros mismos nos hayamos dado cuenta de ello, estamos frente a 60 transportes con carga completa escoltados por 20 cazatorpederos y 6 cruceros.
El ''Perth'', que navega delante de nosotros, queda mortalmente averíado por dos torpedos. Sin gobierno, juguete del capricho de las olas, sostiene el fuego hasta que los cañones japoneses lo hacen volar hecho añicos.
Viendo perdido el ''Perth'', el capitan Rooks se mete con el ''Houston'' en medio del convoy enemigo, resuelto, ya que no hay retirada posible, a hacerles pagar cara la victoria. En sus ultimos instantes, el ''Houston'' dispara a bocajarro contra los transportes nipones con todo lo que tiene, y rechaza a la vez a los cazatorpederos que lo atacan con cañones y torpedos. Los cruceros enemigos permanecen a retaguardia, lanzando andanada tras andanada que nos causan terribles estragos. Un torpedo penetra a popa en el cuarto de maquinas, hace explosion, mata a cuantos alli se hallan y reduce nuestro andar a 15 nudos.
El denso humo y el ardiente vapor de agua que suben del cuarto de maquinas a la cubierta de baterías obligan a los artilleros a abandonar momentaneamente sus puestos, pero vuelven a ellos, resueltos a no moverse de alli. Falta la fuerza motriz a los elevadores de municiones, y no llegan mas los proyectiles que subian de los casi vacíos pañoles para las piezas de 127 mm. La gente trata de acarrearlas a mano, pero lo impiden los incendios y destrozos que obstruyen el paso. A despecho de todo, los artilleros siguen disparando con las granadas de iluminacion almacenadas cerca de los cañones.
Una granada enemiga destroza la torre Nº 2, de la cual se levantan llamas que se alargan hacia el puente. Tan intenso es el calor, que desaloja a cuantos se hallan en la torre de mando e interrumpe asi toda comunicacion entre esta y el resto del buque. El incendio no tarda en quedar dominado, pero el agua de los extintores, al inundar los pañoles, ha echado a perder las ultimas reservas de proyectiles de las piezas de 203 mm. El ''Houston'' se ve ahora falto de su batería principal.
Estallan incendios en todo el buque. Otro torpedo se hunde a proa del alcazar. La fuerza de la explosion hace temblar el barco, y comprendo que ha llegado el fin. Escoramos lentamente a estribor, en tanto que nuestra heroica nave va perdiendo gobierno y andar. Por fin se detiene. Los pocos cañones con que aun cuanta no cesan de hacer fuego. El capitan Rooks debe sentir que se le parte el corazon, pero su voz es firme cando llama al corneta y le ordena que toque a abandonar el navío.
Ni el incesante fuego del enemigo ni el ver que nuestro barco se hunde poco a poco producen confusion a bordo. La gente ejecuta con prontitud y serenidad la orden de abandonar el buque. Ha llegado el momento mas temido por todos, pero nadie da señales de miedo.
El capitan Rooks ha bajado del puente. Esta en la puerta de su camara despidiendose de varios oficiales y marineros cuando una granada japonesa estalla en el montaje de un cañon vecino y lanza contra el pecho del capitan un pedazo del mecanismo de cierre. El comandante del ''Houston'' expira en brazos de los oficiales y marineros que tanto lo respetaban y querían.
Al saber la noticia, Buda, el cocinero chino del capitan, se niega a abandonar el buque. Sentado en el suelo, a la puerta de la camara del comandante, balancea el cuerpo mientras solloza: ''Capitan muerto, Houston muerto, Buda morir tambien''. Y se hundió con el barco.
Ganando el costado de babor, descendí por la red hasta las tibias aguas del mar de Java. Los lamentos de los heridos y los gritos de los que se ahogaban pidiendo socorro se confundian con las voces de los que se llamaban buscandose unos a otros. Nadé freneticamente para ponerme fuera de la succion del buque. Quería mucho al ''Houston'' pero no deseaba acompañarlo en su viaje al fondo del mar.
A unos cientos de metros me detuve, anhelosa la respiracion, a presenciar la muerte de mi barco. Escoraba violentamente a estribor. Los cazatorpederos japoneses se habían acercado y lo iluminaban con los proyectores mientras barrian las cubiertas con rafagas de ametralladora. Muchos tripulantes nadaban angustiosamente en las cercanías; otros se asían con desesperacion a las lanchas salvavidas, cargadas ya de gente. Al estallar en el agua hormigueante de naufragos, las granadas producian oleadas que me golpeaban con terrible fuerza y me hacían estremecer de dolor. La sola colision de estas explosiones mató a hombres que se hallaban mas cerca.
Completamente aturdido, floto a merced de las olas, resistiendome a creer que todo esto sea verdad. Ha llegado el fin. A la claridad de los proyectores enemigos veo al ''Houston'' tumbarse mas y mas a estribor. Cuando ya casi hunde los penoles en el agua, queda inmovil por unos segundos. Tal vez fuese imaginacion mia, pero me pareció que en ese momento una repentina rafaga hacia ondear en ultimo y altivo desafío el pabellon de las barras y las estrellas, orgullosamente clavado a tope del mayor. Tras un fatigado estremecimiento, el ''Houston'' desapareció bajo las agua del mar de Java.
El magnifico barco, y muchos de los que en el fueron mis compañeros, habian desaparecido para siempre. Mas en las aceitosas aguas que me rodeaban (y en las que flotaria por diez horas mas) veía elocuentes señales del arrojo con que combatieron hasta el fin. Cientos de soldados y marineros japoneses braceaban entre los restos de sus destrozadas naves. Sonreí amargamente , murmurando una y otra vez:
''¡Bien hecho, <Houston>!

''De los 1.008 oficiales y marineros de la tripulacion del <Houston>, unos 350 escaparon con vida, pero solo para caer en manos de los japoneses, ya mientras flotaban en el mar, ya cuando luchaban perdidos en las selvas de Java. De los salvados al zozobrar el <Houston>, unicamente 266 sobrevivieron a las penalidades de los campamentos de prisioneros''.


Saludos cordiales
estupendo y emocionante relato gracias por compartirlo

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Re: Como acabó el ''Fantasma de Java''

Mensaje por gerkamp » Mié Ago 08, 2012 4:31 am

Muchas gracias compañeros, no me lo agradezcan, agradezcan al foro que nos da esta oportunidad de exponer cosas que de otra forma seria imposible hacerlo. Para mis es un placer :)
Panzer VII escribió:Qué lindo relato, Gerkamp. Tenés mas? No lo había visto.
Un abrazo.
Estimado Panzer VII, en el foro puse mas historias sacadas del mismo libro, pero estan repartidas por distintos subforos. Solo hay que buscar. Disculpa que no pueda ayudarte.

Saludos
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Re: Como acabó el ''Fantasma de Java''

Mensaje por Bordoni Bisleri » Mié Ago 08, 2012 6:52 am

gracias al foro puedo leer temas interesantes como este ,la sgm me apasiona desde niño y gracias al esfuerzo de los compañeros foristas y administradores del foro tengo acceso a estas grandes historias ,que en mi juventud era muy dificil conocer y conseguir literatura relacionada en mi relativamente remoto lugar de nacimiento mas para alguien de origen humilde como yo, muchas gracias todos

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Re: Como acabó el ''Fantasma de Java''

Mensaje por minoru genda » Mié Ago 08, 2012 1:19 pm

Panzer VII escribió:Qué lindo relato, Gerkamp. Tenés mas? No lo había visto.
Un abrazo.
Tienes acceso a todos los mensajes del forista que quieras, solo tienes que acceder a su perfil pinchando primero en su nick y una vez que salen todo ese perfil pinchar en la opción "ver todos sus mensajes" de ese modo podrás acceder a los mensajes que el forista en cuestión ha editado desde su ingreso en el foro hasta la actualidad.
No hay ningún viento favorable para quien no sabe a que puerto se dirige.
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Re: Como acabó el ''Fantasma de Java''

Mensaje por Panzer VII » Jue Ago 09, 2012 8:26 pm

Gracias Minoru y Gerkamp!
Claro que sé que hay muchos de estos temas, yo solamente repetí una frase que decía de chico, cuando mi mamá o mi papá me traían una golosina, yo lo primero que decía era : "tenés más???"
gracias a ambos por estar a tentos a este nene goloso de historias, ja ja .
Un abrazo.
Gloria eterna a los Bravos del ARA San Juan...
" Irse a pique antes que rendir el pabellón..." Almirante Guillermo Brown.

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tigre
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Re: Como acabó el ''Fantasma de Java''

Mensaje por tigre » Dom May 26, 2019 11:40 pm

Hola a todos :-D; un complemento...............................................

Java 1942.

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En el mar de Java, un grupo de buques de guerra japoneses se enfrentaron con la flota combinada holando-británica-estadounidense, que había salido para intentar detener el desembarco japonés en Java a cualquier precio. En una amarga y dura batalla de días, los japoneses hundieron 5 cruceros enemigos y 6 destructores. Así quedó sellado el destino de Java....................................................

Fuente: https://digitalcollections.nypl.org/ite ... 0a180669b4

Saludos. Raúl M 8).
Irse a pique, antes que arriar el pabellón. Alte G. Brown.

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