¡Hola a todos!
Eriol escribió:
Estaria bien ver las fuerzas pesadas navales(Portaaviones,acorazados y C.Pesados) en % que tenia el imperio en el mediterraneo.Haber si consigo encontrar algo hecho por que ahora mismo no tengo mucho tiempo para hacerlo yo mismo.
Para eso hay que ver la fuerza de la
Mediterranean Fleet (MF). El 1 de noviembre de 1940, la MF, con base en Alejandría, comprendía 4 acorazados (
Warspite, Malaya, Ramillies, Valiant), 2 portaaviones (
Illustrious, Eagle), 6 cruceros (
York, Gloucester, Liverpool [dañado],
Orion, Sidney, Ajax), 2 cruceros antiaéreos (
Calcutta y
Coventry), 1 destructor antiaéreo (
Wryneck), 21 destructores y 15 submarinos, y varios barcos dragaminas y de lucha antisubmarina.
En Gibraltar, al 6 de noviembre de 1940, la Fuerza H constaba de un crucero de batalla (
Renown), un acorazado (
Barham), un portaaviones (
Ark Royal), un crucero (
Sheffield) y 14 destructores.
A finales de octubre de 1940, la RMI tenía 5 acorazados y 9 cruceros en Taranto, un acorazado en Brindisi, dos acorazados en Trieste, un crucero en Pola, uno en La Spezia, uno en Nápoles y cinco en puertos sicilianos.
Fuente: David Brown,
The Royal Navy and the Mediterranean, Vol. II: November 1940-December 1941 (Frank Cass, 2002), pp. 5-6.
De todas formas, la RMI no resiste una comparación en número de barcos de guerra con la Royal Navy. La flota británica en 1939, incluyendo las flotas de Australia y Nueva Zelanda, tenía 317 barcos de guerra operacionales: 12 acorazados y cruceros de batalla, 8 portaaviones, 58 cruceros, 100 destructores, 101 barcos de escolta y 38 submarinos (el único tipo de barco en que estaba por encima la RMI) (Brian Lavery,
Churchill's Navy. Conway Maritime Book, 2006, p. 9). En 1939, la RMI tenía 8 acorazados (7 completados, no comisionados), 31 cruceros (22 completados), 73 destructores (62 completados), 56 torpederos (49 completados). Entre 1940 y 1943 se añadieron 5 acorazados, 3 cruceros, 16 destructores (5 completados), 16 torpederos (3 completados) y 176 barcos de tipo vario (corbetas, escolta, etc.) (136 completados) (Sadkovich,
Op. Cit., Tabla 1.7, p. 32).
Desde 1937 a 1939 Italia empezó a construir dos acorazados totalizando 70.000 toneladas, pero Gran Bretaña siete con 265.000 toneladas. Mientras que Italia aprobó fondos para construir 15 cruceros (67.344 toneladas), Gran Bretaña lo hizo para 18 (131.500 toneladas). Italia proyectó 18 destructores (22.860 toneladas) y Gran Bretaña 32 (57.750 toneladas). No había color. (Sadkovich, p. 33).
Retomando las consideraciones de la RMI, Sadkovich escribe, en su primer capítulo titulado “Building a Navy”, que aunque la participación de la RMI en la IIGM ha sido ignorada por los historiadores angloamericanos, los autores europeos le han prestado su atención y muchos de éstos han rechazado como superficiales las manifestaciones de que la RMI fue dirigida por un estado mayor general “paralizado” por el temor a una Royal Navy que disfrutaba de una “ascendencia moral” sobre su oponente. Contrariamente, han atribuido la derrota italiana a deficiencias materiales y debilidades estructurales, así como a una fallida estrategia y deficientes decisiones de mando.
Al repasar la historiografía, Sadkovich menciona la historia de las operaciones navales italianas de Marc' Antonio Bragadin y Giuseppe Fioravanzo (1), quienes subrayan que una inadecuada base industrial y un desigual desarrollo tecnológico privaron a la RMI del radar, sonar, torpedos eléctricos y proyectiles fiables, mientras que la escasez crónica fuel-oil había “paralizado” a la flota italiana y la prisa de Alemania hacia la guerra había cogido a la marina italiana en medio de un programa de construcción....(2).
Iachino, el comandante de la flota de superficie italiana durante la mayor parte de la guerra, subrayó igualmente los problemas creados por la carencia de fuel-oil, una débil base industrial y la incapacidad de desarrollar el radar y sonar. Pero también puso de relieve los problemas de coordinación entre la RAI y la RMI, comentando además que “un par de portaaviones y una buena arma aérea de la flota” podían haber asegurado el Mediterráneo central para Italia.
Domenico Cavagnari se quejó de que como Mussolini le había prometido tiempo para prepararse para la guerra, los puertos no estaban completamente equipados en 1940, todavía se estaban construyendo los acorazados, faltaban ciertos tipos de navíos ligeros, y la marina estaba rezagada en un número de áreas técnicas. Problemas estructurales, incluyendo una industria pesada subdesarrollada, la necesidad de exportar mercancías navales para obtener divisas, falta de fuel-oil, muy poco entrenamiento (en parte debido a la carencia de fuel-oil), escasez de transportes, y carencia de una estrecha relación con la fuerza aérea italiana agarrotaron a la RMI. No obstante, Cavagnari calificó de “una buena marina” a la RMI, si bien no comparable a la británica (3).
La mayoría de los escritores están de acuerdo con estas debilidades básicas, pero discrepan de su importancia relativa (4). Oscar di Giamberardino subrayó la carencia de un plan estratégico coordinado, el fracaso para concluir una alianza naval con Gran Bretaña, y la necesidad de construir una marina “equilibrada” que incluyera barcos de grandes cañones, barcos ligeros, submarinos y aviación (5). Pero Romeo Bernotti vio el fracaso para construir portaaviones y la carencia de coordinación entre la RAI y la RMI igual de cruciales. También cargó la culpa de la derrota de Italia en Mussolini, cuyo “superficial estudio de la IGM” le llevó a creer que los submarinos y los torpederos (MAS) podían derrotar a Gran Bretaña (6).
Pierre Barjot discutió los problemas relacionados con la cumplimentación del papel de combate y logístico, dado especialmente que la RMI no estaba preparada para la guerra en 1940 y, como la RAI, no tenía suficientes stocks de combustible. Raymond de Belot opinó que la RMI destacaba en la calidad de su cuerpo de oficiales, velocidad de sus barcos, artillería, torpedos, comunicaciones y capacidad de maniobra, pero flaqueaba en diseño submarino, guerra anti-submarina, barcos auxiliares, guerra de minas, protección blindada, radar, portaaviones y aviación, estando estos dos últimos problemas agravados porque la RAI carecía de bombarderos en picado y de torpedos y de doctrina (7).
(1) Marc'Antonio Bragadin,
Ill dramma della Marina italiana 1940-1945 (Milan, 1982), 14-15; M. Bragadin y G. Fioravanzo,
The Italian Navy in World War II (Annapolis, 1957); y G. Fioravanzo, “Die Kriegführung der Achse mi Mittelmeer”, en
Marine Rundschau (1958), 23, para radar, aviación y combustible.
(2) Angelo Iachino,
Tramonto di una grande marina (Milano, 1959).
(3) Domenico Cavgnari, “La marina nella vigilia e nel primo periodo della guerra”,
Nuova Antologia (1947), 373-76, 386, y “La marina dell'Italia fascista”,
Rassegna italiana (1938), esp. 252
(4) Giorgio Giorgerini,
Da Matapan al Golfo Persico. La marina militare italiana dal fascismo alla republica (Milan, 1989); Arrigo Petacco,
Le battaglie navali del Mediterraneo nella seconda guerra mondiale (Milano, 1977), pp. 23-26; y Vittorio di Sambuy,
Match pari tra due grande flotte. Mediterraneo, 1940-1942 (Milano, 1976), pp. 9-10. Véase también Aldo Fraccaroli, “The Italian Navy in the Late War”,
Journal of the Royal United Services Institution (1948); Gianni Rocca,
Fucilate gli ammiragli: la tragedia della Marina italiana nella seconda guerra mondiale (Milan: Mondadori, 1985), una historia popular; y la muy crítica de Antonio Trizzino,
Navi e poltrone (Milan: Longanesi, 1966).
(5) Oscar di Giamberardino,
La marina nella tragedia nazionale (Roma, 1947), pp. 3-4, 26-30, 35-55, anotan un debate entre defensores de (1) barcos de “grandes cañones” tradicionales; (2) cruceros y destructores, (3) submarinos, (4) y aviación. También,
USMM, Le navi d'Italia. VIII. Almanacco storico delle navi militari d'Italia, 1861-1975 (Roma, 1980), pp. 104-5.
(6) Romeo Bernotti,
Cinquant'anni nella marina militare (Milano, 1972), pp. 249, 259;
Storia della guerra in Mediterraneo, 1940-1943 (Roma, 1960), p. 77; e “Italian Navy Policy under Fascism”,
U.S. Naval Institute Proceedings (1956), pp. 722-30. Bernotti vio los problemas de la RMI como (1) carencia de potencia aérea; (2) escasez de fuel-oil; (3) incapacidad de reemplazar unidades perdidas; (4) poco apoyo alemán; y (5) una estrategia defensiva dictada por la necesidad de defender convoyes.
(7) Pierre Barjot, “Leçons de la guerre en Méditerranée”,
La revue maritime (1954), pp. 1487-90. Veía Malta, y no Italia, como “le véritable porte-avions” del Mediterráneo; Raymond de Belot,
The Struggle for the Mediterranean, 1939-1945 (Princeton, NJ, 1951), pp. 39-41.
Saludos cordiales
JL