El Bismarck se ha hecho a la mar …
El momento ha llegado. El Almirantazgo recibe la noticia esperada y temida desde hace varias semanas :
El Bismarck se ha hecho a la mar.
El 22 de mayo, un reconocimiento aéreo ha localizado al gran navío haciendo sus preparativos en el fiordo de Kors, al sur de Bergen. Otro reconocimiento, unas horas más tarde, encuentra vacío el fiordo.
Cinco convoyes están en el mar, dos de los cuales, el SC-31 eastbound y el OB-34 westbound, se encuentran en la ruta probable del acorazado, a la salida del estrecho de Dinamarca, y otro, el NS-8B, va cargado de tropas con destino a Egipto. Todos los escoltas, comprendidos los viejos navíos de línea como el Ramillies y el Revenge no son más que pajas ante el barco de guerra más poderoso del mundo: 50.900 Tn de desplazamiento, 30 nudos de velocidad , 8 piezas de 15 pulgadas … Ni siquiera le igualan los dos acorazados británicos que acaban de entrar en la escuadra, el King George V y el Prince of Wales.
El Bismarck se ha hecho a la mar ...
La salida del Bismarck hace temer una ofensiva general de la flota de superficie alemana. Un crucero pesado, igualmente nuevo, el Prinz Eugen, acompaña al gigante. El almirante Raeder dispone todavía del acorazado de bolsillo Lutzow, de los cruceros Hipper, Koln y Emden, y en Brest de la poderosa división de los cruceros de batalla Scharnhorst y Gneiseau. Sir John Tovey, sucesor del almirante Forbes en el mando de la Home Fleet, se encuentra en presencia de una batalla de la que puede depender la suerte del Reino Unido.
Pero la suerte –una suerte nutrida de heroísmo- sonríe a los ingleses. El 6 de abril, sólo con una formación de 4 aparatos, el Flying Officer Campbell, del coastal squadron nº 22, ha alcanzado la rada de Brest, y, suicidándose, ha torpedeado al Gneiseau. Este hecho de armas disuade al almirantazgo alemán de hacer participar en la salida del Bismarck a la división de Brest, reducida a un solo barco. El gran navío, a bordo del cual se ha embarcado el almirante Lutjens, ya no es más que un solitario raider confiado a su estrella.
El 23 de mayo, la situación en el estrecho de Dinamarca es singular. En esa alta latitud, la noche de mayo no es más que un crepúsculo prolongado, pero la bruma hace del día otro crepúsculo lleno de una claridad lechosa que daña los ojos. El hielo obstruye el estrecho, no dejando por el lado de Islandia más que un canal de unas millas. Los dos cruceros de 8 pulgadas del contraalmirante Wake-Walker, el Suffolk y el Norfolk, patrullan en el límite de los hielos. A las 19,22, el Suffolk observa al Bismarck, seguido del Prinz Eugen, a menos de 8 millas. Vuelve a meterse en la bruma y sigue la pista al enemigo con el radar. Una hora mas tarde, en un claro, el Norfolk escapa impunemente, a menos de 6 millas, del primer obús lanzado por el Bismarck contra un enemigo. Vuelve a entrar también en la bruma y, paralelamente al Suffolk, sigue la pista a los dos navíos alemanes. Las ráfagas de nieve, los efectos de espejismo producidos por la fosforescencia de los bancos de hielo, los hielos destruídos por las rodas lanzadas a 28 nudos, forman una atmósfera fantástica en esa carrera de muerte.
Los cruceros ingleses patrullan
en el límite de los hielos.
A 600 millas al sudoeste, acude el almirante Holland. Va a bordo del Hood, crucero de batalla, el mayor barco de guerra del mundo. Le sigue el Prince of Wales, que sería el barco de guerra más poderoso del mundo si no fuera por el Bismarck: pero el Hood es demasiado viejo –mas de 20 años de edad- , y el Prince es demasiado joven: sale de astillero y todavía no ha terminado su “rodaje” .
El almirante Tovey está a punto de enviar un mensaje ordenando al Prince of Wales, mejor protegido que el Hood, que tome la cabeza de la línea. Pensando en la antigüedad de Holland, no lo hace.
La aproximación es difícil. Deseando sorprender al enemigo, Holland no quiere utilizar ni su radar ni su radio: se deja separar de los cuatro destructores que han logrado seguir a sus grandes navíos y que se pierden en una borrasca de nieve. El enemigo es descubierto por el Hood a las 5,35, pero está “en T ”, de modo que puede usar toda su artillería, mientras que los ingleses solo pueden usar parte de la suya. Falto de velocidad, Holland no puede acercarse para combatir y, a gran distancia, el ángulo de incidencia de los obuses del Bismarck es peligroso para su viejo Hood, sin puente blindado.
A las 5,53, los dos barcos ingleses abren el fuego a 26.500 yardas. Los cañones alemanes responden como ecos. La quinta salva del Bismarck toca al Hood. Sale una llama delante de la chimenea. Unos segundos más tarde, una formidable explosión hace volar en pedazos al mayor barco de guerra del mundo. El Hood pereció exactamente igual que el Queen Mary y el Indefatigable, en Jutlandia, víctima, como ellos, de un defecto de construcción que permitió la propagación de un incendio a los sollados de municiones. De 95 oficiales y 1.324 hombres de tripulación, sólo el aspirante W.J. Douglas, el timonel A.E. Briggs y el marinero R.E, Tilburn serán pescados en el agua helada por los torpederos ingleses.
Los marinos del Prince of Wales quedan conmocionados por el atronador bramido de la explosión y,
al quedar solo, el Prince of Wales es alcanzado cuatro veces en cuatro minutos. El almirante Wake-Walker toma la responsabilidad de ordenar al acorazado que rompa el combate. Con el Suffolk y el Norfolk, éste guiará hacia el Bismarck las aplastantes fuerzas que el almirantazgo pone en acción.
Los cañones alemanes
responde como ecos
El Bismarck, por lo demás, no está indemne. De su flanco, reventado por un obús del Prince of Wales, sale un largo surco de petróleo. La prudencia ordenaría a Lutjens volver a llevar su navío herido a las altas latitudes y refugiarse en un puerto noruego que acaba de poner en el activo de la marina de Hitler.
Por razones cuyo secreto se llevará a su tumba marina, se empeña en bajar al sur, y a las 8,01, haciendo conocer al almirantazgo alemán que su velocidad sigue siendo de 28 nudos, anuncia su intención de ganar Saint-Nazaire.
Contra el, se moviliza el Atlántico. Tovey lleva de Scapa Flow al King George V, al Repulse, y al portaaviones Victorious. El Ramillies, el Revenge y el Rodney abandonan sus misiones en convoyes para unirse a la persecución. Somerville lleva de Gibraltar el Ark Royal, el Renown, y los cruceros Sheffield y Dorsetshire. Los alemanes, por su parte, ordenan a sus submarinos converger hacia el Bismarck, aunque ya no tengan torpedos, para multiplicar las falsas alarmas.
Sin torpedos está el U-556. En un mar desencadenado, su comandante, Wohlfahrt, ve pasar ante su periscopio al portaaviones Ark Royal y al acorazado Renown a toda velocidad, lanzando chorros de espuma que les cubren de la roda a la popa. Espectáculo magnífico y desgarrador. ¡Ya no tiene torpedos para detener ese torrente!
Ningún escolta está
a su altura
Durante toda la jornada del 24, el Prince of Wales, el Suffolk y el Norfolk escoltan a respetuosa distancia al Prinz Eugen y al Bismarck. A las 18 horas, los dos navíos alemanes se separan: el crucero intacto prosigue su ruta derecho al sur, mientras que el acorazado vira al sudeste. A medianoche, una escuadrilla de Swordfish lanzados por el Illustrous encuentra al Bismarck y, a pesar de la noche, a pesar de la tormenta, a pesar de la inexperiencia de las tripulaciones, consiguen colocarle un torpedo de través. Pero, tres horas más tarde, un desastre cae sobre los perseguidores:
el Suffolk, al terminar un zigzag antisubmarino, ya no vuelve a encontrar al Bismarck en su radar. Churchill, tenido al corriente de la persecución minuto a minuto, se dobla con el golpe. ¡Se ha perdido la pista! Los Comunes, cuya sala de sesiones acaba de ser destruida por un bombardeo, están a punto de reunirse en el cuartel general de la iglesia de Inglaterra, Church House. ¿Con qué cara se presentará ante los miembros del Parlamento para confesarles que el Bismarck, tras haber asesinado al Hood, ha vuelto tranquilamente a su casa?
La odisea del Bismarck
Pasan el día y la noche. La persecución se acaba por si sola. Los barcos, con el sollado casi en seco, alcanzan uno tras otro el puerto más cercano. El Revenge se dirige a Terranova. El Victorious, el Prince of Wales y el Repulse se dirigen hacia Islandia. El King George V y el Rodney se van a ver obligados a imitarles. El Almirantazgo, por lo demás, está convencido de que los últimos esfuerzos son inútiles. Habiendo vuelto sobre sus pasos y doblado hacia el norte, probablemente Lutjens está fuera de alcance; las patrullas de Catalinas le buscan desde Bretaña a Islandia por salvar la conciencia. En las cercanías de Islandia es donde se espera descubrirle, fuera de peligro …
El más meridional de los patrulleros va pilotado por el flying officer D.A. Briggs, de la escuadrilla 209, Coastal Command. El tiempo es espantoso, el cielo turbulento, las nubes compactas.
A las 10,30 h el 26, Briggs distingue un gran navío. Debe descender muy bajo para identificarle, y la triple A que provoca es de tal precisión, que falta poco para que no vuelva a subir jamás. Danzando en medio de las explosiones, vuelve a alcanzar el algodón de las nubes mientras su radio lanza la gran noticia: ¡Está hallado el Bismarck! Se le creía por el círculo polar, y está a 690 millas al oeste de Brest.
¿Salvado? Sin duda. Ha superado en 100 millas a la fuerza principal del almirante Tovey. En seguida entrará bajo las alas protectoras de la Luftwaffe. Los únicos barcos ingleses que conservan alguna probabilidad de interceptarle son los que proceden de Gibraltar.
Pero el viejo Renown no está a la altura de un Bismarck, ni aún herido. Todo descansa en el portaaviones Ark Royal.
La artilleria principal del Hood
iguala a la del Bismarck
Los Swordfish despegan con las mayores dificultades de un puente sacudido y sumergido en nieblas. Las nubes y las olas se unen. Se detecta un barco en la posición indicada por Briggs. Los torpedos pasan a ras de la mar agitada, y los aviones vuelan hasta alcanzar el barco contra el que han disparado. ¡Horror! Reconocen a su víctima ¡Briggs se ha equivocado 25 millas en su estima! ¡El que han torpedeado los Swordfish es el Sheffield!
¡No! El crucero, con una rápida maniobra, ha evitado los torpedos. Los Swordfish, consternados, vuelven al Ark Royal.
Esta es verdaderamente la última ocasión. Conducidos por el teniente commander T.P. Poole, 15 swordfish se ponen otra vez en marcha. Despegan a las 19,10 , en una luz que el mal tiempo ya ensombrece. Si fallan otra vez, la noche recubrirá el acorazado y, al levantarse el día, entrará en el Iroise, bajo una poderosa sombrilla aérea …
A las 20,47 , la oscuridad casi se ha cerrado. Llegando dispersos por la tempestad, los aviones deben atacar aisladamente.
La acción se prolonga 38 minutos. Un torpedo toca al Bismarck, pero en su coraza, y, como el de la víspera, no le causa más que averías menores. Otro torpedo se dirige hacia la popa.
Las malas condiciones de luz y la agitación del mar retrasan unos segundos la maniobra de elusión. Unos segundos que hacen varios metros, y varios metros que son la diferencia entre la vida y la muerte. El torpedo avería las hélices y el timón. La velocidad baja a 3 nudos. El Bismarck está perdido.
![Imagen](http://img411.imageshack.us/img411/6228/searchrecovery05ok1.th.jpg)
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![Imagen](http://img411.imageshack.us/img411/2420/bismarck2zr0.th.jpg)
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![Imagen](http://img411.imageshack.us/img411/6325/51bismarckwreckiy2.th.jpg)
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El Bismarck en su tumba marina
Empieza su noche de agonía. A la 1,20 , una división de cinco destructores, conducida por el capitán Vian, entra en escena. Girando en torno al gigante casi inmovilizado, los pequeños navíos logran torpedearle dos veces. Al amanecer, cuando aparecen el Rodney y el King George V, el Bismarck está prácticamente parado. La mar y el viento alcanzan, respectivamente, fuerzas 5 y 7, retrasando hasta las 8,47 el comienzo del cañoneo. La respuesta del Bismarck se debilita rápidamente. A las 10,15 , no es más que una masa de llamas, y sus cañones han callado. Tovey, que se ve a punto de quedar sin combustible en medio de un mar desencadenado, pone proa a Inglaterra ordenando a los cruceros que rematen al enemigo vencido. El Norfolk y el Dorsetshire se encargan de ello. A pesar del mal tiempo, y de alarmas antisubmarinas, se salva a 110 de sus marinos.
Fuentes:
Wikipedia.org
http://www.kbismarck.com/spanish/
http://www.maritimequest.com/warship_di ... page_1.htm
http://www.svetskirat.net/naoruzanje/bizmark.htm
Imperial war museum
La segunda guerra mundial R.Cartier, pag. 209 - 212