Mensaje
por Alice Kramer » Sab Sep 12, 2009 1:59 am
Aquí dejo el otro artículo prometido. Alice Kramer
Parte I
Hermann Wien, U-180
fuente: Wiggins, Melaine
Aventuras en Submarinos: relatos de primera fuente de la segunda guerra mundial
Instituto de Publicaciones Navales. Buenos Aires.
Nacido en Munich en 1916, Hermann se incorporó a la entonces llamada "Reichsmarine", o Armada del Reich, a la edad de dieciocho años, prestando servicios en el departamento máquinas de dos lanchas torpederas. En 1937, después que Alemania fue autorizada nuevamente a tener submarinos, Wíen recibió adiestramiento a bordo del U-2 y del U-7, ambos construidos y utilizados en la Primera Guerra Mundial. Estos submarinos antiguos, desprovistos de artillería en la cubierta, contaban todavía con dos tubos lanzatorpedos en la proa y dos en la popa, y apenas podían alcanzar trece nudos en superficie.
A principios de 1943 Wien fue asignado a "una clase enteramente nueva de submarinos con nueve mil caballos de fuerza". El U-180, una unidad de 81 metros de eslora, era uno de los dos U-Boote más veloces de la armada alemana y podía alcanzar veintiún nudos y medio. "La velocidad alta otorgaba una gran ventaja en cuanto a que nos ayudaba a escapar de los aviones equipados con el nuevo radar, pero al mismo tiempo, los motores diesel, cuando acelerábamos de baja a alta velocidad, emitían un humo denso y negro. Esto era peligroso, uno podría decir que casi intolerable." (El enemigo podía detectar el humo desde lejos.)
El U-180, listo para zarpar a una patrulla en enero, había sido escogido para cumplir una misión secreta a gran distancia. Cuando se fijó la fecha para hacerse a la mar, los miembros de la dotación comenzaron a especular con respecto a dónde se dirigirían, pero luego la fecha fue cambiada. "Finalmente nos lo dijeron, `Mañana partirán definitivamente', pero la fecha continuó siendo diferida. Pensamos que estaba sucediendo algo gracioso." La dotación imaginó que la misión probablemente los llevaría a Japón o Singapur -a algún lugar en el Oriente Lejano-.
El 9 de febrero se convirtió en la fecha final de salida, y el destino sería conocido solamente por el Korvettenkapitän Werner Musenberg cuando él abriera en navegación un sobre sellado.
"Yo era el Obermaschinist -responsable del sistema de motores diesel-, y en la noche antes de que zarpáramos de Kiel, me encontraba apostado de guardia, y estaba pasando la noche a bordo." [El resto de la tripulación no podía permanecer a bordo del submarino, ya que ésta sería una misión secreta, y el enemigo podría haberlos observado y estimado cuándo habrían de zarpar.]
"Entonces, a las 21:00 el puesto de guardia que vigilaba el submarino informó que un automóvil privado había llegado al muelle. Un oficial de la flotilla se acercó transportando unas maletas, se identificó, y nos dijo que guardáramos silencio y estibáramos su equipaje."
Temprano a la mañana siguiente, con la dotación a bordo, Wien se dirigió al compartimiento de máquinas para preparar los motores diesel para zarpar poniéndolos en marcha y llevándolos a temperatura de régimen. El comandante de la flotilla pronunció un breve discurso de despedida para los familiares y amigos en el muelle, todos los saludaron y ovacionaron, y el U-180 soltó amarras. "No sucedió nada especial, fue como cualquier otra zarpada -recordó Hermann-. Mientras navegábamos por el medio del estuario, a estribor podíamos ver Laboe [una población cerca de Kiel]. Nos detuvimos en el estuario, se nos aproximó una embarcación a motor, y dos caballeros desembarcaron de ésta y treparon a bordo del submarino."
Unos pocos minutos después el U-180 aumentó velocidad y puso proa mar adentro. "Todos nos estábamos preguntando, `¿Qué está sucediendo? ¿Quiénes son estos dos hombres?'." Hermann y sus amigos tenían la impresión de que eran extranjeros, no alemanes, ya que su tez era ligeramente cetrina, y estaban vestidos con ropas oscuras y sombreros. "También, llevaban puestos anteojos con armazón de cuerno color oscuro y tenían un toque de misterio."
Wien completó su turno de guardia a las doce y treinta, y para ese entonces estaban circulando en todo el buque rumores de que los dos extraños eran expertos en submarinos. Los dos hombres estaban ahora vistiendo "las mismas prendas que teníamos nosotros", pantalones de cuero verde grisáceo, camperas y gorros de oficial. Uno de ellos, de 1,70 metro de estatura, parecía ser fuerte y robusto, y el otro era de estatura menor y contextura más pequeña.
Mientras el U-180 avanzaba por su derrota, embarcaciones alemanas de escolta lo acompañaron más allá de las islas danesas hasta Kristiansand, en el extremo sur de Noruega. En el muelle, el comandante les dijo que nadie de la dotación estaba autorizado a desembarcar. "Entonces comenzamos realmente a hacer circular rumores extravagantes. Uno de mis amigos dijo: `Estoy seguro de que he visto a uno de esos hombres hace no mucho tiempo en una fotografía de una revista, y estaba visitando a Hitler. Él es el Adolfo de India'. El comandante Musenberg nos dijo que eran solamente dos ingenieros especiales que viajaban con nosotros para construir algunos refugios para submarinos, y desembarcarían en Noruega."
Al día siguiente continuaron la travesía hacia Bergen, y una vez más, nadie fue autorizado a dejar el submarino. "Los huéspedes tampoco mostraron interés alguno por querer desembarcar de la unidad. A la mañana siguiente iniciamos nuestra prolongada travesía sin escoltas, y después que Noruega quedara detrás de nosotros, Musenberg nos reveló la identidad de nuestros dos huéspedes y el propósito de nuestro viaje, que era tan secreto."
El comandante explicó que los hombres misteriosos eran Subhas Chandra Bose y su ayudante, Abid Hassan, un líder nacionalista árabe, que estaban luchando por la independencia de India. "Nuestra tarea consistía en llevar a ambos, a salvo, al área marítima de Madagascar. Allí deberíamos reunirnos con el submarino japonés I-29, y transbordarlos, después ellos continuarían navegando hacia India o al frente birmano."
En 1941, Subhas Bose, líder del Bloque de Avanzada Indio y defensor de la expulsión por la fuerza del gobierno británico, había escapado de su arresto domiciliario y huyó disfrazado a través de Afganistán, y desde allí a Moscú. A continuación voló a Berlín y fue recibido por Hitler, quien lo ayudó a difundir mensajes radiales dirigidos a India, incitando a la violencia. Sus súplicas por ayuda en Europa consiguieron captar la simpatía de numerosos indios que vivían en Alemania y también en otros países. "Se ganó el apoyo de muchos prisioneros de guerra indios pertenecientes al Ejército británico que habían sido capturados por Rommel en África y enviados a Alemania. Y con la ayuda del ejército de Hitler, estaba creando un cuerpo de elite, adiestrado por los alemanes." Bose llamó a su unidad "La Legión de India Libre", y esperaba regresar con ese personal adiestrado a India y sostener una guerra contra el gobierno colonial británico.
Hitler apoyó los proyectos de Bose, esperando que un levantamiento militar en India pudiera obligar a que un gran número de tropas europeas fuera-enviado para ayudar a los británicos en aquella región.
Bose planeaba dirigirse a Birmania, donde pretendía organizar un ejército con los habitantes del sudeste asiático, y la forma más segura de llegar subrepticiamente a su destino era bajo el agua. Los hombres del U-180 cumplieron la misión de transportar a Bose y a Hassan, pero el viaje les provocó a sus pasajeros diversas dificultades.
Después de alejarse de la costa de Noruega, el U-180 puso proa al norte, y, sin escolta, el submarino inició su viaje prolongado. Mientras el U-Boot navegaba paralelo a la costa noruega, el mar se puso cada vez más agitado y las rachas de viento se hicieron más frecuentes. "Esta era la clase de clima que deseábamos, porque los británicos no podían vernos muy bien, y podíamos sortear el punto donde tenían sus buques observando a quienes partían de Alemania. Todos los días teníamos que ir a inmersión por causa de las alarmas, de modo que comenzamos a habituarnos a esta clase de actividad."
A medida que progresaba el viaje, los huéspedes indios se pusieron cada vez más taciturnos y comenzaron a encerrarse en sí mismos. "No sabían que estas condiciones eran normales para los marinos de los U-Boote, y los estaban agobiando." Cargados hasta el tope con torpedos y alimentos, además de cajas de abastecimientos para intercambiar con los japoneses, el espacio habitable del submarino estaba aprovechado al máximo y navegaban bajo el agua la mayor parte del tiempo. "Nunca podíamos ver la luz del día porque sabíamos que en una emergencia no podríamos ir a inmersión lo suficientemente rápido." Las vicisitudes de navegar en inmersión -respirar aire viciado, vivir en condiciones horribles de hacinamiento, y escuchar los ruidos ensordecedores de las máquinas- estaban incomodando y deprimiendo a los extranjeros. Los "nobles" anarquistas no tenían mucha pasta.
"Todo esto se puso peor cuando llegamos al extremo de Inglaterra. Desde allí abandonamos nuestro rumbo norte y caímos hacia el oeste," Un pasaje peligroso entre Inglaterra y las islas Faroe constituía su única ruta hacia el Atlántico, pero estaba patrullado intensamente por buques y aviones aliados, "porque el enemigo sabía que todos los submarinos tenían que transitar por allí".
El clima cada vez más tormentoso y la visibilidad terrible le trajeron buena suerte al U-180, ya que "los perros guardianes enemigos también tenían dificultades para ver". Mientras la marejada golpeaba de lleno contra al submarino, los vientos soplaron cada vez más fuerte, hasta alcanzar la fuerza doce. Vestidos con ropa y sombreros impermeables, los cuatro hombres de guardia estaban asegurados firmemente al puente con gruesos cinturones de acero para evitar que las aguas los arrastraran por la borda, ya que las olas gigantescas se desplomaban sobre el submarino.
"Nuestro comandante dijo que sólo navegaríamos de noche [en la superficie], y durante el día avanzaríamos lentamente, permaneciendo en inmersión. Pensamos que habíamos recorrido 240 millas náuticas por la cuenta de revoluciones de los motores, pero en realidad habíamos avanzado solamente entre cien y doscientas millas debido a las olas, el viento y todo lo demás. Así de intensa era la oposición del mar a nuestra marcha."
El segundo comandante, un hombre viejo que había servido en la marina mercante, no podía recordar un clima más adverso en todos sus años en el mar, Felizmente para todos, un día el U-180 se sumergió a casi sesenta metros, donde las aguas estaban calmas, y el viaje se volvió más soportable. "Después de diez días llegamos a las aguas abiertas del Atlántico, y el área marítima más peligrosa quedó detrás de nosotros. La meteorología estaba mejorando cada vez más mientras navegábamos con rumbo sur." Los dos invitados, que habían permanecido recostados en sus cuchetas y comiendo casi nada hasta ahora, volvieron a la vida. "Se los veía muy felices y tenían un apetito voraz, y comenzaron a confraternizar con la dotación. Durante el viaje se convirtieron en buenos camaradas."
Los marinos descubrieron pronto que Subhas Bose tenía un dominio muy rudimentario del idioma alemán, y trataron de que él los entendiese hablándole lentamente, pero intentar conversar con él resultó frustrante. Bose pasaba una gran parte del tiempo escribiendo, y Abid Hassan le dijo a Hermann que Bose estaba trabajando en un libro, titulado My Fight for Indíans' Freedom.
Hassan hablaba algo mejor el alemán, con el acento de Berlín. Educado en la Universidad de Oxford y ahora con veintiocho años de edad, había cursado estudios de vialidad en Alemania. "Yo hablaba frecuentemente con él, porque tenía su cucheta arriba de la mía. Se podría decir que sabía contar chistes, y conocía muchos sobre el Tercer Reich.
Sabía muchos de ellos y no se contenía." Abid le dijo a Hermann que el gobierno británico había ofrecido una recompensa de mil libras por él y otra igual por Bose. Le explicó que Bose ocupaba en India una posición tan elevada como la de Mahatma Gandhi, pero que ambos tenían ideas diferentes. Gandhi creía en los medios pacíficos para expulsar a los británicos, y Bose abogaba por el empleo de la fuerza militar.
Mientras el U-180 navegaba hacia el sur, reapareció la meteorología adversa, y con ella el submarino consumió cantidades de combustible diesel superiores a lo normal, forzándolos a detenerse para reabastecerse. Se reunieron con el U-462 y recibieron combustible y más víveres. Cada día el clima se tornaba más caluroso y la temperatura dentro del buque aumentaba a medida que se acercaban al ecuador. "Nosotros en el compartimiento de máquinas éramos los que más sentíamos el calor, especialmente cuando nos sumergíamos y salíamos a superficie con frecuencia. La temperatura donde nos encontrábamos era de 60° C, mientras que en el compartimiento de control se ubicaba alrededor de 40° C. Pero el buen amigo San Pedro, nuestro dios del clima, a veces sentía pena por nosotros, y nos enviaba una buena lluvia."
El capitán Musenberg decidió celebrar el cruce del Ecuador a pesar del peligro que representaban los aviones enemigos. "Todos nosotros tuvimos que tomar parte de este ritual, y después nos lavamos de pies a cabeza." El baño no era parte de la vida en un U-Boot, pero en esta ocasión cada hombre atravesó un bautismo riguroso en el cual se lo roció con agua y se lo frotó con cepillos. "Inclusive nuestros huéspedes tuvieron que someterse a esta tortura, y la toleraron como hombres."
Debido a que Musenberg había recibido órdenes de mantener a los dos pasajeros especiales a salvo, el submarino no podía llevar a cabo ataques contra buques navegando en franquía o convoyes. Mientras transitaban a la altura de las islas Ascensión y Santa Helena, donde había bases y aeródromos enemigos, tuvieron que "montar guardia como halcones".
Entonces, los golpeó la mala suerte. La planta de agua dulce se rompió, y no había repuestos. Pero uno de los maquinistas consiguió soldar a mano una pieza pequeña en el interior del equipo y lo puso nuevamente en servicio, para gran alivio de todos. El submarino necesitaba agua dulce para beber, y también para completar el agua en las baterías.
Los días transcurrieron, y no se produjeron acontecimientos hasta que uno de los tripulantes pescó un tiburón. "Colocamos la cola del tiburón sobre nuestra torreta y eso se convirtió en nuestro amuleto de la buena suerte", dijo Hermann. El submarino continuó navegando alrededor del cabo de Buena Esperanza y puso rumbo hacia el nordeste en dirección al océano Índico. Allí, en el vasto mar, un buque británico cruzó su derrota. "Era el buque tanque Corbis, cargado de combustible para la calefacción y que navegaba hacia Ciudad del Cabo. Era el 18 de mayo de 1943, y lo hundimos durante un ataque nocturno en superficie." Wien dijo que después que fue alcanzado por el segundo torpedo podían ver las llamas danzando hacia lo alto y a algunos de los tripulantes alejándose en botes a remo. Los hombres en los botes remaron hacia el U-Boot y se pusieron a su lado. "Les entregamos todo lo que pudimos, que no era mucho, para que pudiesen sobrevivir." El U-180 había podido efectuar el ataque con seguridad ya que en ese entonces el océano Índico estaba casi libre de aviones aliados.
"Todos nuestros vigías comenzaron a centrar su atención en nuestro encuentro con el submarino japonés, y en la noche del cumpleaños de Hitler, 20 de abril, el operador de radio escuchó ruidos y los clasificó como pertenecientes a los motores diesel de un buque. Salimos a superficie, miramos hacia el horizonte oscuro, y vimos algo que se estaba desplazando de izquierda a derecha con las olas y navegamos hacia aquello, manteniéndonos fuera de su vista." Verificaron la carta y vieron que su posición era correcta, al este de Madagascar. A juzgar por el tamaño y forma de la nave, tenía que ser el crucero submarino japonés I-29.
"El todavía no nos había visto, y no nos podía escuchar porque su torreta se elevaba demasiado sobre el agua. Qué suerte para los hijos del Nipón que fuésemos socios del Eje."
Para estar totalmente seguros, se fueron nuevamente a inmersión y esperaron hasta que se hizo de día, después salieron a superficie y vieron al I-29 esperando a tres millas de distancia. "Comenzamos a intercambiar señales con banderas para ver si era la unidad correcta, pero esto era solamente una cuestión de forma, porque estábamos seguros que eran ellos."