ARTICULO: ANIQUILACION DE PRISIONEROS RUSOS EN BIELORRUSIA
Publicado: Vie Ago 12, 2005 5:11 pm
Saludos, en relación con el hilo abierto por el compañero Francis Currey sobre los crímenes de la Wehrmacht, expongo a continuación unos extractos del libro de Christian Gerlach, "Kalkulierte Morde. Die deutsche Wirtschafts und Vernichtungspolitik in Weißrußland 1941 bis 1944" (Asesinato Calculado: La Política Económica y de Exterminación Alemana en Bielorrusia 1941-1944) Hamburgo, 1999.
Es una traducción de, a su vez, una traducción del alemán al inglés publicada en el Axis History Forum http://forum.axishistory.com/viewtopic.php?t=8034
Creo que es un documento interesante sumamente revelador y, a su vez, escalofriante.
LA ANIQUILACIÓN DE PRISIONEROS DE GUERRA SOVIÉTICOS EN SUELO BIELORRUSO.
Crímenes de las Unidades de Vanguardia Alemanas en el campo de batalla en el verano de 1941.
Los crímenes en masa contra miembros del Ejército Rojo no sólo comenzaron en los campos de prisioneros de guerra sino ya durante los combates y poco después de ellos. Estos asesinatos y violaciones de las leyes de guerra y de la ley internacional, que hasta ahora apenas han sido objeto de investigación, sólo pueden ser descritos de la mano de algunas órdenes centrales y estudios seleccionados de fuentes en este lugar. Éstas fuentes hacen que las acciones de las unidades de vanguardia –de soldados comunes, del cuerpo inferior de oficiales y del liderazgo- surjan con una nueva luz.
Desde los primeros días de la guerra en muchas unidades del Grupo de Ejércitos Centro se disparó sobre soldados soviéticos que se habían rendido con sus manos levantadas o querían desertar, los cuales habían sido puestos fuera de acción o ya cogidos prisioneros. El comandante del XXXXVII Cuerpo Panzer, General Joachim Lemelsen, escribió en su orden del 25 de junio de 1941 contra el fusilamiento sin sentido de prisioneros de guerra y civiles que había sucedido repetidamente según su experiencia personal. Dio instrucciones para poner fin a ello, eximiendo expresamente sin embargo el asesinato de comisarios y partisanos. Cinco días después, Lemelsen declaró en una proclama:
“A pesar de mis instrucciones del 25 de junio de 1941, la cual no parece haber pasado del nivel de compañía, una y otra vez verificamos fusilamientos de prisioneros, disidentes y desertores, que son llevados a cabo de una manera inconsciente, sin sentido y criminal. Esto es asesinato […] pronto se esparcirá entre el enemigo la imagen de cadáveres incontables yaciendo a lo largo de las rutas de avance de los soldados que, sin armas y con sus manos levantadas, han sido cla-ramente liquidados con disparos a la cabeza a corta distancia. El enemigo dispersado entonces se ocultará en bosques y campos y continuará combatiendo sin miedo, y perderemos incontables camaradas”.
Los judíos de la ciudad de Slonim, que fueron obligados a levantar los cadáveres, dieron testimonio de esto como lo hizo el oficial no comisionado Robert Rupp en Minsk, quien registró lo siguiente en su diario:
“Muchos que vi yacer allí fusilados tenían sus manos levantadas y sin armas, a menudo incluso sin cinturón. Al menos vi a cien yaciendo así. Dicen que incluso un parlamentario que llegó con bandera blanca fue tiroteado. […] También disparan a los heridos”.
En muchos lugares, las tropas alemanas “no tomaron prisioneros”. Esto estaba parcialmente justificado por las violaciones de las leyes de la guerra por los soviéticos. El 25 de junio, el 9 Regimiento de Infantería de la 23 División de Infantería en el área de Bialystok informó de un incidente en el 3 Batallón donde debido al mal uso de una bandera blanca por soldados soviéticos, seis soldados alemanes perdieron sus vidas. Acto seguido, el comandante de la división, Mayor General Heinz Hellmich –después general de las tropas del este, de todas clases- ordenó que las banderas blancas no fueran respetadas en todo el área de la división. “¡No habrá cuartel!”. Este regulación se extendió en el mismo día a toda el área del VII Cuerpo de Ejército por el comandante del cuerpo, General Fahrmbacher. El 28 de junio, sobre la base de la supuesta mutilación de prisioneros alemanes, el 9 Regimiento de Infantería de nuevo “no cogió prisioneros”. En los primeros ocho días, tal cosa ocurrió “a menudo”, según informes de la división, por la cual razón el número de prisioneros (1.507) se había vuelto “relativamente bajo” –así, cientos que habían intentado rendirse habían sido muertos. Después de ese 28 de junio, ciertas contramedidas fueron tomadas. El diario del Primer Teniente Fritz-Dietlof Graf von der Schulenburg hace posible reconstruir las consideraciones dentro del cuerpo de oficiales:
28 de Junio: “Indudablemente […] hay un peligro para la disciplina si nuestra gente comienza a asesinar por su propia iniciativa. Si permitimos esto descenderemos al nivel de las SS. Sin duda, los rusos no merecen más cuartel debido a la forma en que combaten. Pero entonces, deben de ser muertos en batalla o únicamente bajo la orden de un oficial. Cualquier otra cosa simplemente remueve todos los cimientos en lo que se refiere a no permitir controlar los instintos sueltos”.
El 29 de junio, escribió lo siguiente sobre las nuevas instrucciones: “Solamente quienes combaten con un arma en la mano, quienes disparan por detrás o quienes como prisioneros desobedecen o huyen pueden ser ejecutados. Una ejecución diferente sólo puede ser efectuada por orden de un oficial responsable”:
La ejecución sin razón continuó así siendo permitido, aunque de manera disciplinada, por orden de un oficial, lo cual también demuestra que tales medidas no fueron de ninguna manera tomadas sólo a causa de las violaciones de reglas soviéticas –aparte del hecho de que las posibles justificaciones (por ejemplo, “desobediencia”) eran bastantes elásticas.
El Comandante Supremo del Grupo de Ejércitos Centro, von Bock, recibió informes sobre los asesinatos desde varios lados a más tardar el 30 de junio. Bock no mencionó que pretendió tomar contramedidas. Todo lo más, las supuestas violaciones soviéticas de las leyes de guerra llamaron su atención. Por otro lado, el Comandante Supremo del 4 Ejército, von Kluge, consideró necesario emitir para el 1 de julio una contraorden característicamente formulada, la cual fue también aprobada por el VII Cuerpo de Ejército:
“El ruso como torpe medio asiático cree en lo que sus comisarios martillean en su cabeza, que en caso de ser cogido prisionero será ejecutado. […] Con objeto de no volver esta propaganda [panfletos alemanes para desertores] en su contra, es necesario que los soldados rojos que se rindan y muestren el panfleto sean tratados como prisioneros de guerra.
Las ejecuciones necesarias deben ser así como norma de principio ser llevadas a cabo de tal manera que ni los civiles ni los otros prisioneros tengan noticia de ello”.
La razón expresa detrás de la orden de Kluge, de la instrucción de Lemelsen y de otras órdenes de corrección de esta clase hasta el Comandante en Jefe del ejército, von Brauchitsch, era el hecho de que la resistencia soviética en la bolsa de Minsk-Bialystok era firmemente tenaz y se estaba convirtiendo en un problema operativo para toda la ofensiva alemana, lo cual tuvo una significado estratégico. La orden de Kluge parece haber llegado a las unidades en el mismo día.
No obstante, la matanza continuó. Tan tarde como el 11 de agosto, el Grupo de Ejércitos Centro consideró necesario mencionar en un informe los “cadáveres de soldados sin armas con sus manos alzadas y heridas de disparo a corta distancia que yacen por todas partes tras el combate”. En este momento, los soldados del Ejército Rojo cogidos prisioneros quedaban aliviados cuando los oficiales alemanes declaraban que no serían ejecutados.
Casos así no fueron ni aislados ni cuestión de un solo ejército. Muchos de tales casos pueden ser también probados para Letonia. El mismo Hitler señaló hacia los periodistas extranjeros el carácter masivo del asesinato de adversarios indefensos: la relación de los prisioneros condenados a muerte entre las fuerzas enemigas cambió por consiguiente. Era asesinato cobarde a corta distancia, no muertes desde una gran distancia para evitar eventuales emboscadas. En muchos casos, los asesinatos no eran ni represalias. Y los asesinatos no se limitaron a los primeros días de la guerra, para una memoranda futura siguieron siendo mencionados como situaciones indeseables para ser mejoradas. Las órdenes para tales ejecuciones pueden también ser probadas a nivel de pelotón, compañía, regimiento, división y cuerpo de ejército. Parecen haber sido menos una cuestión de soldados individuales que iban por libre; las instrucciones emanaron especialmente desde niveles de mando medio y alto.
Las mujeres del Ejército Rojo atrajeron un odio especial. Incluso hubo una orden del ejército de matarlas a todas –al menos una. El 29 de junio de 1941 hubo una instrucción firmada por el General Mariscal de Campo von Kluge, en la cual se lee: “Las mujeres con uniformes serán ejecutadas”. Así, al mismo tiempo que von Kluge intervino contra las ejecuciones masivas en un respecto, ¡ordenaba otras! Este orden fue pasada en el mismo día al VII Cuerpo de Ejército y reforzada por ejemplo para la 286 División de Seguridad el 1 y el 2 de julio. El 3 de julio, una contraorden del Alto Mando del Ejército llegó a la 286 División de Seguridad, según la cual las mujeres uniformadas, armadas o no, serían reconocidas como prisioneros de guerra. Pero aún después, el odio de los soldados alemanes de primera línea contra las llamadas “tipas con pistola” (Flintenweiber) no permaneció detrás de las órdenes iniciales desde arriba, y las siguieron combatiendo con enorme brutalidad o las masacraron tras la batalla. Nuevas órdenes para matar a todas las soldados femeninas del Ejército Rojo fueron emitidas, así en julio de 1941 en el 167 Regimiento de Infantería en el sector central y en octubre de 1941 en la 75 División de Infantería en Ucrania. Tan tarde como el 6 de marzo de 1944, el Alto Mando de la Wehrmacht ordenó que las soldados femeninas del Ejército Soviético capturadas serían por regla general entregadas a la policía de seguridad y al SD así como los llamados elementos poco fiables. En Bielorrusia hubo campamentos especiales de prisioneros de guerra para mujeres, por ejemplo en Bobruisk y en Baranovichi.
Todo lo que hacían los soldados soviéticos era considerado como un delito merecedor de la muerte, incluso el hecho, por supuesto, de que tenían que combatir contra los alemanes. También a este respecto hubo una orden en un alto nivel, desde el 3 Grupo Panzer. La “sospecha fundada” de haber participado en espionaje, sabotaje y “medidas contra la Wehrmacht Alema-na” fueron después suficiente para la ejecución no sólo de civiles soviéticos, sino también de soldados del Ejército Rojo. También sin una orden desde las instancias superiores, los soldados y unidades alemanes ejecutaron masivamente a hombres del Ejército Rojo sólo porque ellos se habían defendido. Aunque apenas había partisanos en esta época y la intervención de la milicia popular se sabe que sólo sucedió en una fase posterior, por ejemplo en las batallas por Mogilev y Gomel, las unidades de la Wehrmacht informaron de cientos de supuestos francotiradores ejecutados que en realidad no eran otra cosa que personal militar soviético –más raramente civiles declarados partisanos por órdenes excesivas de instancias superiores.
Las Fuerzas Armadas Alemanas estaban sorprendidas por la fuerte resistencia enemiga y, en cierto modo, no reconocieron la razón para ello. Esto era sobre todo debido a la fragmentación del frente provocada por la nueva táctica alemana de avances de tanques y la naturaleza confusa del combate. Miembros de las fuerzas armadas enemigas eran fácilmente considerados como francotiradores, la alevosía era atribuida a ellos y considerados como merecedores de la muerte y una confirmación de los prejuicios racistas. El posterior tratamiento brutal de los prisioneros de guerra soviéticos por los guardas y comandantes de campos estaba, entre otras cosas, basado en ser vistos como representantes del sistema soviético, tanto como decir la punta de lanza del movimiento comunista. El anti-eslavismo jugó una parte en los crímenes contra ellos, pero su tratamiento difería claramente del de la población civil, lo cual significa que debía de haber otros factores más allá de la actitud racista hacia los “subhumanos eslavos”.
La guerra criminal de la Wehrmacht también tenía otros aspectos. Los ataques de bombardeo apuntando sobre áreas residenciales de la población de Minsk, el pillaje y actos de violencia contra los habitantes de la capital bielorrusa, el establecimiento de campos de prisioneros civiles para los hombres por unidades de la Wehrmacht, han sido ya mencionados. Echemos un vistazo al ejemplo de Brest: el puente sobre el Bug fue tomado en la mañana del 22 de junio por la unidad de comandos “Brandenburgo” con uniformes del ejército soviético, y un hospital claramente identificado fue bombardeado. En el segundo día de la guerra, la 45 División de Infantería, intentando conquistar la fortaleza de la ciudad, hizo avanzar 400 mujeres y niños como escudos protectores delante de ellos; muchos fueron muertos (lo mismo ocurrió después con prisioneros de guerra en Gomel). Bajo el cañón alemán supuestamente arrojaron niños soviéticos para mantener al enemigo bajo fuego. El 25 de junio, el 187 Regimiento de Infantería obligó a civiles bielorrusos a actuar como una “columna porteadora” para transportar municiones y comida a través de un área pantanosa. En Sloni, Mir, Stolzby y Klezk hubo ejecuciones arbitrarias y actos de violencia.
El comienzo de la violencia en los primeros días de la guerra y los crímenes simultáneos de la Wehrmacht contra civiles en ese momento no estaban básicamente relacionados con el enfrentamiento con el supuestamente cruel enemigo –en contra de la opinión todavía reinante de historiadores, lo cual en este aspecto constituye una mezcla más bien extraña entre la crítica de las “órdenes criminales” y la posterior solidaridad con los perpetradores en contra de las “bestias bolcheviques”. Este punto de vista frecuentemente no cae en la cuenta de que los alemanes habían atacado a la Unión Soviética y no al revés. Tras la secuencia de acontecimientos, incluyendo los resquicios de ley, sería más apropiado conceder a los soviéticos que estaban enfurecidos por los crímenes alemanes, aunque esto no puede ser excusa para las violaciones de las leyes de guerra y de la ley internacional por el bando soviético.
Sin embargo, de Bielorrusia no se ha llegado a conocer ningún exceso soviético contra miembros de la Wehrmacht o contra sus propios presos a gran escala (como en Lvov o Dubno, en Ucrania). Lo que parece característico es el informe de la contrainteligencia del 3 Grupo Panzer de que ambos tipos de crímenes no se habían producido hasta ahora, al lado del asesinato de dos dotaciones de tanques tras su captura. Mientras que las unidades subordinadas habían informado de muchos excesos soviéticos, estos informes generalmente habían resultado ser no confirmados por un examen más detallado. Los rumores y los informes de propaganda excedieron de lejos los crímenes reales del bando soviético. Esto había sido preparado por una intensiva propaganda de la jefatura militar por órdenes de Hitler en los meses previos sobre las traidoras prácticas de combate de los soviéticos. Casos individuales sirvieron ya a los jefes de tropa alemanes como un pretexto bien recibido para ordenar asesinatos a gran escala, como en el caso de la 23 División de Infantería. El 3 Grupo Panzer, que de acuerdo a sus propias declaraciones no tuvo tales pretextos, lo hizo sin justificación y ordenó matar a soldados soviéticos que habían opuesto resistencia en el combate.
El asesinato en masa de prisioneros de guerra soviéticos y la persecución despiadada de soldados dispersos fueron una continuación consecuente de la ejecución sobre el campo de batalla de soldados del Ejército Rojo que se habían rendido. Esto fue también iniciado por unidades de primera línea, habiendo jugado un papel principal oficiales de los rangos más bajos. Además de comisarios y politruk, la tropa también ejecutó a soldados y oficiales judíos hechos prisioneros. Se unieron la iniciativa desde arriba y desde abajo. Así, la compañía de panadería de la 23 División de Infantería ejecutó a un oficial soviético el 26 de junio de 1941 no espontáneamente, sino sólo después de consultar con el puesto de mando de la división. Muchos más de tales asesinatos sucedieron por órdenes y mientras el más alto nivel emitía tales órdenes, la mayoría de las unidades e individuos ejecutores deben ser vistos como instrumentos de una política dirigida, incluso si sus acciones correspondía a sus convicciones internas.
Es una traducción de, a su vez, una traducción del alemán al inglés publicada en el Axis History Forum http://forum.axishistory.com/viewtopic.php?t=8034
Creo que es un documento interesante sumamente revelador y, a su vez, escalofriante.
LA ANIQUILACIÓN DE PRISIONEROS DE GUERRA SOVIÉTICOS EN SUELO BIELORRUSO.
Crímenes de las Unidades de Vanguardia Alemanas en el campo de batalla en el verano de 1941.
Los crímenes en masa contra miembros del Ejército Rojo no sólo comenzaron en los campos de prisioneros de guerra sino ya durante los combates y poco después de ellos. Estos asesinatos y violaciones de las leyes de guerra y de la ley internacional, que hasta ahora apenas han sido objeto de investigación, sólo pueden ser descritos de la mano de algunas órdenes centrales y estudios seleccionados de fuentes en este lugar. Éstas fuentes hacen que las acciones de las unidades de vanguardia –de soldados comunes, del cuerpo inferior de oficiales y del liderazgo- surjan con una nueva luz.
Desde los primeros días de la guerra en muchas unidades del Grupo de Ejércitos Centro se disparó sobre soldados soviéticos que se habían rendido con sus manos levantadas o querían desertar, los cuales habían sido puestos fuera de acción o ya cogidos prisioneros. El comandante del XXXXVII Cuerpo Panzer, General Joachim Lemelsen, escribió en su orden del 25 de junio de 1941 contra el fusilamiento sin sentido de prisioneros de guerra y civiles que había sucedido repetidamente según su experiencia personal. Dio instrucciones para poner fin a ello, eximiendo expresamente sin embargo el asesinato de comisarios y partisanos. Cinco días después, Lemelsen declaró en una proclama:
“A pesar de mis instrucciones del 25 de junio de 1941, la cual no parece haber pasado del nivel de compañía, una y otra vez verificamos fusilamientos de prisioneros, disidentes y desertores, que son llevados a cabo de una manera inconsciente, sin sentido y criminal. Esto es asesinato […] pronto se esparcirá entre el enemigo la imagen de cadáveres incontables yaciendo a lo largo de las rutas de avance de los soldados que, sin armas y con sus manos levantadas, han sido cla-ramente liquidados con disparos a la cabeza a corta distancia. El enemigo dispersado entonces se ocultará en bosques y campos y continuará combatiendo sin miedo, y perderemos incontables camaradas”.
Los judíos de la ciudad de Slonim, que fueron obligados a levantar los cadáveres, dieron testimonio de esto como lo hizo el oficial no comisionado Robert Rupp en Minsk, quien registró lo siguiente en su diario:
“Muchos que vi yacer allí fusilados tenían sus manos levantadas y sin armas, a menudo incluso sin cinturón. Al menos vi a cien yaciendo así. Dicen que incluso un parlamentario que llegó con bandera blanca fue tiroteado. […] También disparan a los heridos”.
En muchos lugares, las tropas alemanas “no tomaron prisioneros”. Esto estaba parcialmente justificado por las violaciones de las leyes de la guerra por los soviéticos. El 25 de junio, el 9 Regimiento de Infantería de la 23 División de Infantería en el área de Bialystok informó de un incidente en el 3 Batallón donde debido al mal uso de una bandera blanca por soldados soviéticos, seis soldados alemanes perdieron sus vidas. Acto seguido, el comandante de la división, Mayor General Heinz Hellmich –después general de las tropas del este, de todas clases- ordenó que las banderas blancas no fueran respetadas en todo el área de la división. “¡No habrá cuartel!”. Este regulación se extendió en el mismo día a toda el área del VII Cuerpo de Ejército por el comandante del cuerpo, General Fahrmbacher. El 28 de junio, sobre la base de la supuesta mutilación de prisioneros alemanes, el 9 Regimiento de Infantería de nuevo “no cogió prisioneros”. En los primeros ocho días, tal cosa ocurrió “a menudo”, según informes de la división, por la cual razón el número de prisioneros (1.507) se había vuelto “relativamente bajo” –así, cientos que habían intentado rendirse habían sido muertos. Después de ese 28 de junio, ciertas contramedidas fueron tomadas. El diario del Primer Teniente Fritz-Dietlof Graf von der Schulenburg hace posible reconstruir las consideraciones dentro del cuerpo de oficiales:
28 de Junio: “Indudablemente […] hay un peligro para la disciplina si nuestra gente comienza a asesinar por su propia iniciativa. Si permitimos esto descenderemos al nivel de las SS. Sin duda, los rusos no merecen más cuartel debido a la forma en que combaten. Pero entonces, deben de ser muertos en batalla o únicamente bajo la orden de un oficial. Cualquier otra cosa simplemente remueve todos los cimientos en lo que se refiere a no permitir controlar los instintos sueltos”.
El 29 de junio, escribió lo siguiente sobre las nuevas instrucciones: “Solamente quienes combaten con un arma en la mano, quienes disparan por detrás o quienes como prisioneros desobedecen o huyen pueden ser ejecutados. Una ejecución diferente sólo puede ser efectuada por orden de un oficial responsable”:
La ejecución sin razón continuó así siendo permitido, aunque de manera disciplinada, por orden de un oficial, lo cual también demuestra que tales medidas no fueron de ninguna manera tomadas sólo a causa de las violaciones de reglas soviéticas –aparte del hecho de que las posibles justificaciones (por ejemplo, “desobediencia”) eran bastantes elásticas.
El Comandante Supremo del Grupo de Ejércitos Centro, von Bock, recibió informes sobre los asesinatos desde varios lados a más tardar el 30 de junio. Bock no mencionó que pretendió tomar contramedidas. Todo lo más, las supuestas violaciones soviéticas de las leyes de guerra llamaron su atención. Por otro lado, el Comandante Supremo del 4 Ejército, von Kluge, consideró necesario emitir para el 1 de julio una contraorden característicamente formulada, la cual fue también aprobada por el VII Cuerpo de Ejército:
“El ruso como torpe medio asiático cree en lo que sus comisarios martillean en su cabeza, que en caso de ser cogido prisionero será ejecutado. […] Con objeto de no volver esta propaganda [panfletos alemanes para desertores] en su contra, es necesario que los soldados rojos que se rindan y muestren el panfleto sean tratados como prisioneros de guerra.
Las ejecuciones necesarias deben ser así como norma de principio ser llevadas a cabo de tal manera que ni los civiles ni los otros prisioneros tengan noticia de ello”.
La razón expresa detrás de la orden de Kluge, de la instrucción de Lemelsen y de otras órdenes de corrección de esta clase hasta el Comandante en Jefe del ejército, von Brauchitsch, era el hecho de que la resistencia soviética en la bolsa de Minsk-Bialystok era firmemente tenaz y se estaba convirtiendo en un problema operativo para toda la ofensiva alemana, lo cual tuvo una significado estratégico. La orden de Kluge parece haber llegado a las unidades en el mismo día.
No obstante, la matanza continuó. Tan tarde como el 11 de agosto, el Grupo de Ejércitos Centro consideró necesario mencionar en un informe los “cadáveres de soldados sin armas con sus manos alzadas y heridas de disparo a corta distancia que yacen por todas partes tras el combate”. En este momento, los soldados del Ejército Rojo cogidos prisioneros quedaban aliviados cuando los oficiales alemanes declaraban que no serían ejecutados.
Casos así no fueron ni aislados ni cuestión de un solo ejército. Muchos de tales casos pueden ser también probados para Letonia. El mismo Hitler señaló hacia los periodistas extranjeros el carácter masivo del asesinato de adversarios indefensos: la relación de los prisioneros condenados a muerte entre las fuerzas enemigas cambió por consiguiente. Era asesinato cobarde a corta distancia, no muertes desde una gran distancia para evitar eventuales emboscadas. En muchos casos, los asesinatos no eran ni represalias. Y los asesinatos no se limitaron a los primeros días de la guerra, para una memoranda futura siguieron siendo mencionados como situaciones indeseables para ser mejoradas. Las órdenes para tales ejecuciones pueden también ser probadas a nivel de pelotón, compañía, regimiento, división y cuerpo de ejército. Parecen haber sido menos una cuestión de soldados individuales que iban por libre; las instrucciones emanaron especialmente desde niveles de mando medio y alto.
Las mujeres del Ejército Rojo atrajeron un odio especial. Incluso hubo una orden del ejército de matarlas a todas –al menos una. El 29 de junio de 1941 hubo una instrucción firmada por el General Mariscal de Campo von Kluge, en la cual se lee: “Las mujeres con uniformes serán ejecutadas”. Así, al mismo tiempo que von Kluge intervino contra las ejecuciones masivas en un respecto, ¡ordenaba otras! Este orden fue pasada en el mismo día al VII Cuerpo de Ejército y reforzada por ejemplo para la 286 División de Seguridad el 1 y el 2 de julio. El 3 de julio, una contraorden del Alto Mando del Ejército llegó a la 286 División de Seguridad, según la cual las mujeres uniformadas, armadas o no, serían reconocidas como prisioneros de guerra. Pero aún después, el odio de los soldados alemanes de primera línea contra las llamadas “tipas con pistola” (Flintenweiber) no permaneció detrás de las órdenes iniciales desde arriba, y las siguieron combatiendo con enorme brutalidad o las masacraron tras la batalla. Nuevas órdenes para matar a todas las soldados femeninas del Ejército Rojo fueron emitidas, así en julio de 1941 en el 167 Regimiento de Infantería en el sector central y en octubre de 1941 en la 75 División de Infantería en Ucrania. Tan tarde como el 6 de marzo de 1944, el Alto Mando de la Wehrmacht ordenó que las soldados femeninas del Ejército Soviético capturadas serían por regla general entregadas a la policía de seguridad y al SD así como los llamados elementos poco fiables. En Bielorrusia hubo campamentos especiales de prisioneros de guerra para mujeres, por ejemplo en Bobruisk y en Baranovichi.
Todo lo que hacían los soldados soviéticos era considerado como un delito merecedor de la muerte, incluso el hecho, por supuesto, de que tenían que combatir contra los alemanes. También a este respecto hubo una orden en un alto nivel, desde el 3 Grupo Panzer. La “sospecha fundada” de haber participado en espionaje, sabotaje y “medidas contra la Wehrmacht Alema-na” fueron después suficiente para la ejecución no sólo de civiles soviéticos, sino también de soldados del Ejército Rojo. También sin una orden desde las instancias superiores, los soldados y unidades alemanes ejecutaron masivamente a hombres del Ejército Rojo sólo porque ellos se habían defendido. Aunque apenas había partisanos en esta época y la intervención de la milicia popular se sabe que sólo sucedió en una fase posterior, por ejemplo en las batallas por Mogilev y Gomel, las unidades de la Wehrmacht informaron de cientos de supuestos francotiradores ejecutados que en realidad no eran otra cosa que personal militar soviético –más raramente civiles declarados partisanos por órdenes excesivas de instancias superiores.
Las Fuerzas Armadas Alemanas estaban sorprendidas por la fuerte resistencia enemiga y, en cierto modo, no reconocieron la razón para ello. Esto era sobre todo debido a la fragmentación del frente provocada por la nueva táctica alemana de avances de tanques y la naturaleza confusa del combate. Miembros de las fuerzas armadas enemigas eran fácilmente considerados como francotiradores, la alevosía era atribuida a ellos y considerados como merecedores de la muerte y una confirmación de los prejuicios racistas. El posterior tratamiento brutal de los prisioneros de guerra soviéticos por los guardas y comandantes de campos estaba, entre otras cosas, basado en ser vistos como representantes del sistema soviético, tanto como decir la punta de lanza del movimiento comunista. El anti-eslavismo jugó una parte en los crímenes contra ellos, pero su tratamiento difería claramente del de la población civil, lo cual significa que debía de haber otros factores más allá de la actitud racista hacia los “subhumanos eslavos”.
La guerra criminal de la Wehrmacht también tenía otros aspectos. Los ataques de bombardeo apuntando sobre áreas residenciales de la población de Minsk, el pillaje y actos de violencia contra los habitantes de la capital bielorrusa, el establecimiento de campos de prisioneros civiles para los hombres por unidades de la Wehrmacht, han sido ya mencionados. Echemos un vistazo al ejemplo de Brest: el puente sobre el Bug fue tomado en la mañana del 22 de junio por la unidad de comandos “Brandenburgo” con uniformes del ejército soviético, y un hospital claramente identificado fue bombardeado. En el segundo día de la guerra, la 45 División de Infantería, intentando conquistar la fortaleza de la ciudad, hizo avanzar 400 mujeres y niños como escudos protectores delante de ellos; muchos fueron muertos (lo mismo ocurrió después con prisioneros de guerra en Gomel). Bajo el cañón alemán supuestamente arrojaron niños soviéticos para mantener al enemigo bajo fuego. El 25 de junio, el 187 Regimiento de Infantería obligó a civiles bielorrusos a actuar como una “columna porteadora” para transportar municiones y comida a través de un área pantanosa. En Sloni, Mir, Stolzby y Klezk hubo ejecuciones arbitrarias y actos de violencia.
El comienzo de la violencia en los primeros días de la guerra y los crímenes simultáneos de la Wehrmacht contra civiles en ese momento no estaban básicamente relacionados con el enfrentamiento con el supuestamente cruel enemigo –en contra de la opinión todavía reinante de historiadores, lo cual en este aspecto constituye una mezcla más bien extraña entre la crítica de las “órdenes criminales” y la posterior solidaridad con los perpetradores en contra de las “bestias bolcheviques”. Este punto de vista frecuentemente no cae en la cuenta de que los alemanes habían atacado a la Unión Soviética y no al revés. Tras la secuencia de acontecimientos, incluyendo los resquicios de ley, sería más apropiado conceder a los soviéticos que estaban enfurecidos por los crímenes alemanes, aunque esto no puede ser excusa para las violaciones de las leyes de guerra y de la ley internacional por el bando soviético.
Sin embargo, de Bielorrusia no se ha llegado a conocer ningún exceso soviético contra miembros de la Wehrmacht o contra sus propios presos a gran escala (como en Lvov o Dubno, en Ucrania). Lo que parece característico es el informe de la contrainteligencia del 3 Grupo Panzer de que ambos tipos de crímenes no se habían producido hasta ahora, al lado del asesinato de dos dotaciones de tanques tras su captura. Mientras que las unidades subordinadas habían informado de muchos excesos soviéticos, estos informes generalmente habían resultado ser no confirmados por un examen más detallado. Los rumores y los informes de propaganda excedieron de lejos los crímenes reales del bando soviético. Esto había sido preparado por una intensiva propaganda de la jefatura militar por órdenes de Hitler en los meses previos sobre las traidoras prácticas de combate de los soviéticos. Casos individuales sirvieron ya a los jefes de tropa alemanes como un pretexto bien recibido para ordenar asesinatos a gran escala, como en el caso de la 23 División de Infantería. El 3 Grupo Panzer, que de acuerdo a sus propias declaraciones no tuvo tales pretextos, lo hizo sin justificación y ordenó matar a soldados soviéticos que habían opuesto resistencia en el combate.
El asesinato en masa de prisioneros de guerra soviéticos y la persecución despiadada de soldados dispersos fueron una continuación consecuente de la ejecución sobre el campo de batalla de soldados del Ejército Rojo que se habían rendido. Esto fue también iniciado por unidades de primera línea, habiendo jugado un papel principal oficiales de los rangos más bajos. Además de comisarios y politruk, la tropa también ejecutó a soldados y oficiales judíos hechos prisioneros. Se unieron la iniciativa desde arriba y desde abajo. Así, la compañía de panadería de la 23 División de Infantería ejecutó a un oficial soviético el 26 de junio de 1941 no espontáneamente, sino sólo después de consultar con el puesto de mando de la división. Muchos más de tales asesinatos sucedieron por órdenes y mientras el más alto nivel emitía tales órdenes, la mayoría de las unidades e individuos ejecutores deben ser vistos como instrumentos de una política dirigida, incluso si sus acciones correspondía a sus convicciones internas.