Operación Flash: Atentado frustrado contra Hitler
Publicado: Mié Abr 26, 2006 6:35 pm
OPERACIÓN FLASH
Desde la llegada al poder de Hitler, hasta el fin de sus días en el Búnker de Berlín, se sucedieron varios intentos por derrocarle, algunas conspiraciones abogaban por detenerle o secuestrale y otras simplemente por eliminarles, ninguna de ellas tuvo éxito pues aunque estuvieron magistralmente organizadas el azar pareció aliarse con el jerarca nazi. Una de las que más cerca estuvo de lograr su objetivo es la que se conoce como la operación Flash
Las rápidas victorias de la guerra relámpago han dado paso a una serie de fracasos y despropósitos. La derrota sufrida por la Luftwaffe durante la batalla de Inglaterra; y posteriormente, el fracaso en las tomas de Moscú y Stalingrado, hacen que la situación en Europa sea desesperante para el ejército alemán, sin olvidar que en Africa las cosas tampoco, marchan mucho mejor para el bueno de Römmel
Con este panorama, todo esta ya perdido para muchos. Tal vez la única solución para terminar con la agonía del pueblo alemán fuera la rendición, al menos así pensaban el General Henning von Treschkow y el Capitán Fabian von Schlabrendorff, ambos partidarios de la negociación con los aliados. Los dos eran conscientes de que estos no negociarían mientras Hitler continuara con vida, del mismo modo que si expresaran sus pensamientos al Führer, este los haría colgar por traidores.
Ambos militares servían en el Estado Mayor del mariscal Günther von Kluge, jefe del Grupo de Ejércitos del Centro. Tras barajar varias ideas para acabar con la vida del dictador nazi, estuvieron a punto de desistir en su empeño, pues ninguna de ellas les dejaba “limpios” a los ojos de la temible GESTAPO. Fue entonces cuando surgió la idea de colocar un explosivo en el avión del Führer, el cual, una vez en el aire, se haría detonar. Desde luego, el método ofrecía la coartada perfecta, pues podrían echarle la culpa a los cazas rusos o incluso aducir problemas técnicos que provocaran la explosión del aparato.
El problema consistía ahora en “ponerle el cascabel al gato”. Alguien debería introducir en el avión la bomba y eso no sería nada fácil. El ingenio de los conjurados nuevamente salvó este escollo al camuflar el explosivo bajo la inofensiva apariencia de dos botellas de Coñac, Contrau a fin de disimular la forma cuadrada del paquete, que presentaba las mísmas formas que la característica botella de dicha bebida. En uno de los viajes que Hitler realizó a la "Guarida del Lobo", Treschkow, que tenía contacto con un viejo conocido de uno de los miembros del séquito de Hitler, el coronel Brand, le entregaría las dos botellas para el General Stieff (ambos desconocían totalmente el complot, por lo que fueron utilizados por los conjurados). El plan no debía despertar sospechas, dado que este tipo de favores y regalos eran habituales entre la élite militar.
El último problema llegaba del ruido que emitían los explosivos con dispositivo de tiempo alemanes. La inteligencia alemana se había percatado de que los miembros de la resistencia los recibían desde Inglaterra, vía lanzamientos, de bombas de tiempo silenciosas. Los conjurados no dudaron en incautar una de ellas.
Desde la llegada al poder de Hitler, hasta el fin de sus días en el Búnker de Berlín, se sucedieron varios intentos por derrocarle, algunas conspiraciones abogaban por detenerle o secuestrale y otras simplemente por eliminarles, ninguna de ellas tuvo éxito pues aunque estuvieron magistralmente organizadas el azar pareció aliarse con el jerarca nazi. Una de las que más cerca estuvo de lograr su objetivo es la que se conoce como la operación Flash
Las rápidas victorias de la guerra relámpago han dado paso a una serie de fracasos y despropósitos. La derrota sufrida por la Luftwaffe durante la batalla de Inglaterra; y posteriormente, el fracaso en las tomas de Moscú y Stalingrado, hacen que la situación en Europa sea desesperante para el ejército alemán, sin olvidar que en Africa las cosas tampoco, marchan mucho mejor para el bueno de Römmel
Con este panorama, todo esta ya perdido para muchos. Tal vez la única solución para terminar con la agonía del pueblo alemán fuera la rendición, al menos así pensaban el General Henning von Treschkow y el Capitán Fabian von Schlabrendorff, ambos partidarios de la negociación con los aliados. Los dos eran conscientes de que estos no negociarían mientras Hitler continuara con vida, del mismo modo que si expresaran sus pensamientos al Führer, este los haría colgar por traidores.
Ambos militares servían en el Estado Mayor del mariscal Günther von Kluge, jefe del Grupo de Ejércitos del Centro. Tras barajar varias ideas para acabar con la vida del dictador nazi, estuvieron a punto de desistir en su empeño, pues ninguna de ellas les dejaba “limpios” a los ojos de la temible GESTAPO. Fue entonces cuando surgió la idea de colocar un explosivo en el avión del Führer, el cual, una vez en el aire, se haría detonar. Desde luego, el método ofrecía la coartada perfecta, pues podrían echarle la culpa a los cazas rusos o incluso aducir problemas técnicos que provocaran la explosión del aparato.
El problema consistía ahora en “ponerle el cascabel al gato”. Alguien debería introducir en el avión la bomba y eso no sería nada fácil. El ingenio de los conjurados nuevamente salvó este escollo al camuflar el explosivo bajo la inofensiva apariencia de dos botellas de Coñac, Contrau a fin de disimular la forma cuadrada del paquete, que presentaba las mísmas formas que la característica botella de dicha bebida. En uno de los viajes que Hitler realizó a la "Guarida del Lobo", Treschkow, que tenía contacto con un viejo conocido de uno de los miembros del séquito de Hitler, el coronel Brand, le entregaría las dos botellas para el General Stieff (ambos desconocían totalmente el complot, por lo que fueron utilizados por los conjurados). El plan no debía despertar sospechas, dado que este tipo de favores y regalos eran habituales entre la élite militar.
El último problema llegaba del ruido que emitían los explosivos con dispositivo de tiempo alemanes. La inteligencia alemana se había percatado de que los miembros de la resistencia los recibían desde Inglaterra, vía lanzamientos, de bombas de tiempo silenciosas. Los conjurados no dudaron en incautar una de ellas.