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Cuestiones generales relativas a la Segunda Guerra Mundial

Moderador: Francis Currey

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fangio
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Mensaje por fangio » Mié Ene 04, 2006 3:38 am

«Radio Moscú» creó la «leyenda negra» contra Pío XII
http://www.solidaridad.net/noticias.php?not=3195

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Mariscal Zhukov
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Mensaje por Mariscal Zhukov » Jue Ene 12, 2006 4:13 am

Muy bueno, a nadie se le habria ocurrido pensar en la inexistente intervencion Papal. a nadie se le a ocurrido pensar profundamente en por que el papa no actuo. muy interesante el articulo.
"...Y el hombre, en su orgullo, creo a Dios a semejanza suya" Nietzsche.
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Audie Murphy
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Mensaje por Audie Murphy » Jue Ene 12, 2006 10:57 pm

seguro que el autor del artículo omitió el hecho de que Juan Pablo II pidió perdón unos años antes de morir, por el velo que echó en sus ojos la Iglesia Católica ante el Holocausto


aunque tal vez se debería enfocar la noticia hacia la voluntad de ciertos medios periodísticos para canalizar la opinión de sus consumidores hacia sus ideas políticas o intereses económicos, como los diarios que se llaman de izquierda en Francia que entienden comunismo= antiamericanismo

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ignasi
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Mensaje por ignasi » Vie Ene 13, 2006 3:23 am

Al igual que su predecesor veía como el enemigo público nº 1 al comunismo soviético, y no al nazismo o al fascismo (estuvo en Munich durante el alzamiento comunista de 1919, siendo amenazado por un grupo de revolucionarios. Salió airoso, pero la experiencia le marcó para siempre con un profundo temor al socialismo en todas sus formas). Asumiendo el papel del Papado como líder espiritual de todas las naciones, consagró sus primeros meses en el cargo a un esfuerzo inútil en pro de la paz (“Nada se pierde con la paz, pero todo puede perderse en la guerra”) pero durante la guerra, siguió una política de neutralidad, del mismo modo que la del Papa Benedicto XV durante la Gran Guerra (si bien esta era una guerra muy distinta a la guerra del 14-18).
He destacado este párrafo del artículo que hace algún tiempo escribí sobre el Papa Pío.
Sobre el artículo de que fue obra de "Radio Moscú"... pues ¿qué quereis que os diga? No me extrañaría demasiado, pero tampoco lo asumo ciegamente. Es un hecho conocido que el anti-comunismo ha sido una política vaticana desde el inicio, por lo que a nadie tiene que extrañar que a Stalin le interesase erosionar la imagen católica en los países en que la Iglesia estaba fuertemente arraigada, y que a la vez hubiera un partido comunista fuerte (pienso en Italia y Francia)
Pero lo cierto es que el tradicional antisemitismo eclesial (hasta el Vaticano II no se reconoce a los judíos como Padres en la fe) también ayudó

Un saludo,

Ignasi

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Shindler
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Mensaje por Shindler » Mar Ene 09, 2007 12:39 am

El Papa de Hitler: la historia secreta de Pio XII, un libro donde el investigador John Cornwell habla del antisemitismo y el silencio ante el Holocausto de un Papa al que el Vaticano está a punto de canonizar.

(Por John Cornwell)

Siempre estuve convencido de que la evidente santidad de Eugenio Pacelli era una prueba de su buena fe. ¿Cómo prodría haber traicionado a los judios un Papa tan Santo?. Pedí acceso a documentos cruciales, asegurándoles a sus custodios que estaba del lado de mi investigado: en un libro titulado Un ladrón en la Noche, yo había defendido al Vaticano contra cargos del asesinato del Papa Juan Pablo I por sus pares.
Dos oficiales me permitieron acceder al material secreto: declaraciones bajo juramento que se juntaron hace treinta años para avalar el proceso de canonización de Pacelli y el archivo de la Secretaría de Estado del Vaticano. También recurrí a fuentes alemanas en relación con las actividades de Pacelli en Alemania durante las décadas del ´20 y del ´30, incluídos sus contactos con Adolf Hitler.
A mediados de 1997 me encontré en un estado de shock moral. El material que había juntado no apuntaba a una exoneración sino a una acusación aún más escandalosa.
La evidencia era explosiva, Mostraba por primera vez que Pacelli era abiertamente, y según sus propias palabras, antisemita.
Pacelli llegó al Vaticano en 1901, a la edad de 24 años, reclutado para especializarse en cuestiones internacionales y derecho canónico. Colaboró con su superior, Pietro Gasparri, en la reformulación del Código de Derecho Canónico que se distribuyó en 1917 a los obispos católicos de todo el mundo.

A la edad de 41 años, ya arzobispo, Pacelli partió hacia Munich como nuncio papal para comenzar el proceso de eliminar los desafíos legales a la nueva autocracia papal y procurar un tratado entre el papado y Alemania como un todo, que reemplazará todos los arreglos locales y se convirtiera en un modelo de las relaciones entre la Iglesia Católica y los Estados.



En mayo de 1917 recorrió Alemania, destruída por la guerra, ofreciéndo su caridad a gente de todas las religiones. Sin embargo, en una carta al Vaticano, reveló tener menos amor por los judíos. El 4 de septiembre le informó a Gasparri, que era cardenal secretario de estado en el Vaticano, que un doctor Werner, el rabino jefe de Munich, se había acercado a la nunciatura para rogar un favor. Con el fin de celebrar Succoth, los judíos necesitaban hojas de palmeras, que normalmente llegaban de Italia. Pero el gobierno italiano había prohibido la exportación, vía Suiza, de unas palmeras que los judíos habían comprado y que estaban retenidas en Como. “La comunidad israelita – continuaba Pacelli – busca la intervención del Papa con la esperanza de que abogue a favor de los miles de judíos alemanes”.

Pacelli le dijo a Gasparri que no le parecía apropiado que el Vaticano “los ayudara en la práctica de su culto judío”. Gasparri respondió que confiaba completamente en la “astucia” de Pacelli, coincidiendo con que no sería apropiado ayudar al rabino Werner.

Dieciocho meses mas tarde reveló su antipatía por los judíos de una manera más abiertamente antisemita, cuando estuvo en el centro de una revuelta bolchevique en Munich. En una carta a Gasparri, Pacelli describió a los revolucionarios y a su líder, Eugenio Levien: “Un ejército de trabajadores corría de un lado a otro, dándo órdenes, y en el medio, una pandilla de mujeres jóvenes, de dudosa apariencia, judías como todos los demás”, daba vueltas por las salas con sonrisas provocativas, degradantes y sugestivas.



La jefa de esa pandilla de mujeres era la amante de Levien, una jóven mujer rusa, judía y divorciada. (…..) Este Levien es un hombre jóven, de unos 30 o 35 años, también ruso y judío. Pálido sucio, con ojos vacíos, voz ronca, vulgar repulsivo, con una cara a la vez inteligente y taimada”.

Hitler que había logrado su primer gran triunfo en las elecciones de 1930, quería un trato con el Vaticano porque estaba convencido de que su movimiento sólo podía tener éxito si se eliminaba al catolicismo político y sus redes democráticas. Luego de su ascenso al poder en enero de 1933, Hitler hizo una prioridad de su negociación con Pacelli.

El Concordato del reich le garantizó a Pacelli el derecho a imponer un nuevo Código de Leyes Canónicas sobre los católicos de Alemania. A cambio, Pacelli colaboró en el retiro de los católicos de la actividad política y social. Luego Hitler insistió en la disolución “voluntaria” del Partido Central Católico Alemán”.

Los judios fueron las primeras víctimas del Concordato: luego de su firma , el 14 de julio de 1933, Hitler dijo a su gabinete que el tratado había creado una atmósfera de confianza “especialmente significativa en la lucha urgente contra el judaísmo internacional”. Aseguraba que la Iglesia Católica le había dado su bendición pública, en el país y afuera, al nacional – socialismo, incluída su posición antisemita.


Durante los años ´30, a medida que el antisemitismo nazi crecía en Alemania, Pacelli no se quejó ni siquiera en nombre de los judios convertidos al catolicismo: para él, era cuestión de política interna.

En enero de 1937, tres cardenales y dos obispos alemanes viajaron al Vaticano para pedir una vigorosa protesta contra la persecución nazi de la Iglesia Católica, a la que se le habían suprimido todas las formas de actividad con excepción de los servicios religiosos. Finalmente, Pío XII decidió lanzar una encíclica, escrita bajo la dirección de Pacelli, donde no había ninguna condena explícita al antisemitismo.



En el verano de 1938, mientras agonizaba, Pio XII se preocupó por el antisemitismo en Europa y encargó la redacción de otra encíclica dedicada al tema. El texto que nunca vió la luz del día, se descubrió hace poco. Lo escribieron tres jesuitas, pero presumiblemente Pacelli estuvo a cargo del proyecto. Se iba a llamar Humani Generis Unitas (La unión de las raza humana) y, a pesar de sus buenas intenciones, está lleno de una antisemitismo que Pacelli había mostrado en su primer estadía en Alemania. Los Judios, dice el texto, eran responsables de su destino, Dios los había elegido, pero ellos negaron y mataron a Cristo. Y “cegados por su sueño de triunfo mundial y éxito materialista” se merecían “la ruina material y espiritual” que se habían echado sobre sí mismos.



El documento advierte que defender a los judíos como exígen “los principios de humanidad cristianos” podría conllevar el riesgo inaceptable de caer en la trampa de la política secular. La encíclica llegó a los jesuitas de Roma a fines de 1938; hasta el día de hoy, no se sabe por qué no fue elevada a Pío XII, Pacelli, convertido en Papa el 12 de marzo de 1939, sepultó el documento en los archivos secretos y les dijo a los cardenales alemanes que iba a mantener relaciones diplomáticas normales con Hitler.



Pacelli conoció los planes nazis para exterminar a los judíos de Europa en enero de 1942. Las deportaciones a campos de exterminio habían comenzado en diciembre de 1941. A lo largo de 1942, Pacelli recibió información confiable sobre los detalles de la solución final provista por los británicos, franceses y norteamericanos en el Vaticano.

El 17 de marzo de 1942, representantes de las organizaciones judías reunidos en Suiza le enviaron un memorándum a través del nuncio papal en Berna, donde detallaban las violentas medidas antisemitas en Alemania, en sus territorios aliados y en zonas conquistadas. El memo fue excluído de los documentos de la época de la guerra que el Vaticano publicó entre 1965 y 1981.



En septiembre de 1942, el presidente norteamericano Franklin Roosevelt envió a su representante personal, Mylon Taylor, a que le pediera a Pacelli una declaración contra el exterminio de los judíos. Pacelli se negó a hablar porque debía elevarse sobre las partes beligerantes.



El 24 de diciembre de 1942, finalmente, Pacelli habló de “aquellos cientos de miles que, sin culpa propia, a veces sólo por su nacionalidad o raza, reciben la marca de la muerte o la extinción gradual”. Esa fue su denuncia pública mas fuerte de la solución final.



Pero hay algo peor. Luego de la liberación de Roma, Pio XII pronunció su superioridad moral retrospectiva por haber hablado y actuado a favor de los judíos. Ante un grupo de palestinos, dijo el 3 de agosto de 1946:

“Desaprobamos todo uso de fuerza (….) como en el pasado condenamos en varias ocasiones las persecuciones que el fanatismo antisemita infligió al pueblo hebreo”. Su autoexculpación grandilocuente un año después del fin de la guerra demostró que no sólo fue Papa ideal para la solución final nazi, sino que también un hipócrita.



QUE DICEN LOS NUEVOS DOCUMENTOS


Por J.C.



La nueva evidencia que recopilé muestra que:

La asombrosa antipatía de Pacelli por los judíos venía de 1917, lo cual contradice que sus omisiones fueron hechas de buena fe y que “amaba” a los judíos y respetaba su religión.



Pacelli le reconoció al Tercer Reich que sus políticas antisemítas eran asuntos internos de Alemania. El Concordato entre Hitler y el Vaticano creó un clima ideal para la persecución de los judíos.



Pacelli no avaló la protesta de los obispos católicos alemanes contra el antisemitismo.



Pacelli intentó mitigar el efecto de las encíclicas de Pío XII al darle garantías diplomáticas privadas a Berlín, a pesar de conocer la abierta persecución de los judíos.



Pacelli estaba convencido de que los judíos se habían procurado su suerte: intervenir a su favor sólo podía llevar a la Iglesia hácia alianzas con fuerzas hostiles al catolicismo.





Referencia:

FUENTE: NOTA PUBLICADA EN LA REVISTA “VEINTIDOS” EL DÍA JUEVES 30 DE SEPTIEMBRE DE 1999./
"La esclavitud crece sin medida cuando se le da apariencia de libertad."
Ernst Jünger

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