¡Buenos días a todos!
Kurt_Steiner escribió:También fue el que no destruyó a la BEF en Dunkerke, el que salvó a la RAF con su bombardeo estúpido de Londres, el culpable de Stalingrado, el mediocre que se dejó engañar por Fortitude y el que planeó una batalla de las Ardenas que tenía objetivos inalcanzables.
¡Hola, Kurt_Steiner!
Tengo que discrepar, en parte, de tus opiniones. Coincido en que Hitler, en esa época comandante en jefe de la Wehrmacht y comandante en jefe del Heer, fue el máximo responsable del desastre de Stalingrado, y también estoy de acuerdo, aunque hay mucho que matizar, en que sus ambiciones con
Watch am Rhein eran desmedidas e irrealizables. Pero no se sostiene con la realidad achacarle el desacierto del
affaire Dunkerque y el fracaso de lo que se llamó la "Batalla de Inglaterra". Si a alguien había que pedirle responsabilidades por esto último era a Göring, no a Hitler. Pero, para no alargar excesivamente mi intervención, déjame exponerte las razones por las que rechazo el difundido mito que atribuye a Hitler la salvación de la Fuerza Expedicionaria Británica, y otras unidades francesas, en Dunkerque.
La orden de parar a las formaciones blindadas en Dunkerque no vino dada, en primera instancia, por Hitler. El conflicto entre seguir o parar se produjo, en primer lugar, entre los altos mandos del Heer. Si a alguien hay que culpar en esos momentos -culpar es fácil sabiendo el resto de la historia- de esa decisión temporal desacertada es al comandante en jefe del OKH, es decir, al general Brauchitsch, y al jefe del estado mayor general del OKH, general Halder, ambos a favor de seguir el cierre y destrucción de las tropas aliadas. ¿Por qué? Porque ellos tenían más autoridad que Rundstedt, que se oponía al avance. Brauchitsch debió decidir entonces la disputa, para eso era el comandante en jefe del ejército de tierra. Pero no lo hizo.
Fue el general Rundstedt quien ordenó detener, en primera instancia, el avance de las formaciones blindadas. Como comandante en jefe del Grupo de Ejércitos A, al que estaban subordinados el 4º Ejército del general Kluge y el Grupo Blindado del general Kleist, Rundstedt ordenó a ambas formaciones que demoraran su avance hasta que no se resolviese la crisis (Arras) producida el 21 de mayo por el contraataque aliado contra el flanco del 4º Ejército de Kluge en Arras.
¿Cuál fue la participación de Hitler en este asunto? Tomemos, por ejemplo, el relato histórico que hace Ian Kershaw en su célebre “Hitler, 1936-1945”:
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Había ayudado mucho a hacer posible la evacuación la decisión que tomó Hitler, a las 11:42 de la mañana del 24 de mayo, de detener el avance alemán, cuya punta de lanza estaba a solo unos 25 kilómetros de Dunkerque. Son rocambolescas las sugerencias que se hicieron después de la guerra de que Hitler había querido dejar que las tropas inglesas se salvasen en un acto de generosidad para animar a Inglaterra a acudir a la mesa de negociaciones con sus ejércitos intactos. Se aseguró que el propio Hitler había dicho a los miembros de su entorno unos quince días después que “el ejército es la columna vertebral de Inglaterra y del imperio. Si aplastamos al cuerpo invasor, el imperio está condenado. Como nosotros ni queremos ni podemos heredarlo, debemos darle la oportunidad. Mis generales no han entendido eso”. Esos sentimientos, si es que alguna vez se expresaron en esos términos, no fueron más que una autojustificación por un error militar. La decisión de no avanzar sobre Dunkerque se tomó por razones militares y por consejo militar. Según su ayudante de la Luftwaffe, Nicolaus von Below, “el ejército inglés no tenía ninguna importancia para él” en Dunkerque. Hitler había ido en avión esa mañana, la del 24 de mayo, a Charleville, casi unos 160 kilómetros al este del canal de la Mancha, a visitar el cuartel general del coronel general Gerd von Rundstedt, comandante del grupo A del ejército de tierra, que había sido quien había efectuado el notable avance en el “movimiento de hoz” a lo largo del flanco sur. Cuando llegó Hitler a las 11:30, Rundstedt le dio un informe sobre la situación. La propuesta de detener el avance de las unidades motorizadas procedió no de Hitler sino de Rundstedt, uno de los generales en quien el Führer más confiaba. Hitler aceptó la propuesta, añadiendo que había que conservar los tanques para las próximas operaciones en el sur y que si se avanzaba más se limitaría el ámbito de actuación de la Luftwaffe. Hitler estaba deseando continuar con el ataque hacia el sur sin la demora que creía que se produciría si se dedicaban unos días a acosar a las tropas aliadas que tenían rodeadas en Dunkerque. Cuando llegó Brauchitsch a la mañana siguiente, el 25, con la idea de que avanzaran los tanques por las llanuras, Hitler se opuso, alegando que los numerosos canales que entrecruzaban Flandes hacían que fuese un terreno impropio para tanques. Pero dejó que decidiera Rundstedt, que rechazó la propuesta debido a que se necesitaban los tanques para las operaciones que debían iniciarse a continuación en el sur. Tanto Halder como Brauchitsch se quedaron consternados]
Veamos, ahora, cómo fue la cronología de los sucesos:
1) El 21 de mayo los aliados atacan en Arras.
2) Días 22 y 23.- Primero Rundstedt ordena el 22 demorar el avance del grupo Kleist del 4º Ejército. Luego Brauchitsch y Halder, sin informar a Hitler, ordenan el 23 que se transfiera el control del 4º Ejército al Grupo de Ejército B de von Bock, que estaba avanzando hacia los puertos desde el este.
3) El día 24 Hitler se entera de la orden de Brauchitsch y Halder cuando llega al cuartel general de Rundstedt en Charleville. El día anterior, 23 de mayo, Kluge, comandante del 4º Ejército, había persuadido a Runsdetdt de que lo mejor sería dar un descanso al grupo blindado de Kleist para que pudiera reagruparse y preparar un ataque para el mediodía del día 25. Cuando Hitler llegó el 24 al cuartel de Rundstedt, la propuesta que éste le planteó era la siguiente: que Kleist permaneciera donde estaba, y avanzar hacia el oeste con el Grupo de Ejército B de Bock para enfrentarse a las fuerzas aliadas. Esta pausa daría un respiro al grupo de Kleist. Hitler aceptó la propuesta de Rundstedt de frenar el avance de los tanques, y a las 12:30 horas se emitió la orden: los tanques deberían permanecer al oeste de la línea del canal, mientras al mismo tiempo cursaba una directiva sobre la pauta a seguir en la posterior campaña contra GB, donde indicaba que el trabajo actual de la Luftwaffe en el norte sería romper toda la resistencia del “enemigo cercado” y prevenir que las fuerzas británicas escaparan cruzando el canal.
4) Día 26 de mayo: por la mañana el estado mayor de Rundstedt llega a la conclusión, gracias a la información radial, de que sus apreciaciones del día 24 sobre las intenciones de los aliados estaban equivocadas. A las 13:30 horas, Hitler ordena a Brauchitsch la reanudación del avance de los blindados.
Esta cronología está basada en la obra de David Irving, “
Hitler’s War”, Focal Point Publications, edición actualizada el viernes, 13 de abril de 2001. Sus fuentes son impecables. Con respecto a estos episodios, dice Irving en sus notas:
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Que la decisión inicial de detener a los tanques fue de Rundstedt –y subsiguientemente Hitler dio su consentimiento- se prueba por el diario de guerra del GEA de Rundstedt. Rundstedt lo negó indignado después de la guerra, pero los hechos son claros. El 24 de mayo un Halder impaciente dio permiso por radio a los grupos de ejército A y B para atacar Dunkerque. Rundstedt (grupo A) se negó, pues “debe permitírseles primeramente a los grupos mecanizados reagruparse”. Su oficial de operaciones, Blumentritt, marcó la copia del expediente de la señal de Halder “Enviada al OC (Rundstedt) y al jefe del Estado Mayor, pero no seguida al 4º Ejército pues el Führer desea que decida el OC Grupo de Ejército A”. Esto no evitó que Bock (diario) y el 4º Ejército (diario de guerra del 27 de mayo) atribuyeran la orden a Hitler. También he utilizado los diarios de Jodl, Richthofen, Waldau y Halder; los interrogatorios de Halder, Kesselring, Scheidt, Jodl, Warlimont, Rundstedt y Heusinger; y las memorias de Keitel, Lossberg y Junge]
Alfred Jodl afirmó al acabar la guerra que la idea de que Hitler se negó a enviar los tanques a Dunkerque era una leyenda. El jefe de operaciones del OKW aseguró que Hitler no se había decidido a seguir el consejo de Brauchitsch de hacerlo porque el terreno no era el adecuado para los tanques y se corría el peligro de no poder disponer más tarde de ellos para continuar la ofensiva hacia el sur. Sin embargo, Hitler dejó que fuesen los comandantes locales los que decidiesen, y éstos eligieron no lanzar los tanques contra Dunkerque. [Instituto de Historia Contemporánea de Munich, ZS 678 (Generaloberst Alfred Jodl, “Hitler, eine militärische Führerpersönlichkeit. Ein Gespräch mit Generaloberst Jodl von Freg.Kapt. Meckel”, mayo-julio 1946, Fol-3]
Wilhelm Keitel dice: [
Con fines de veracidad histórica, me gustaría dar aquí brevemente mi propio conocimiento de las circunstancias de la decisión (la parada ante Dunkerque), pues las versiones dadas por el Alto Estado Mayor del Ejército y su comandante en jefe han trasladado injustamente a Hitler –como yo mismo he oído en el juicio- la responsabilidad de tomar la decisión equivocada. Yo estaba presente en la vital y breve conferencia en la Oficina de Guerra cuando se le pidió a Hitler una decisión sobre esta cuestión. El hecho fue que ellos no tenían las agallas para aceptar por sí mismos la responsabilidad si, como podía suceder, la operación fracasaba. (…) En este caso particular, ellos trasladaron su propia responsabilidad a Hitler.
(…) El ejército de tanques de Kleist se encontraba al oeste de las llanuras, preparado para lanzarse por esta zona a lo largo de dos o tres carreteras, y ésta fue la situación que se le subrayó al Führer. Se llamó su atención al hecho de que las unidades blindadas tendrían que mantenerse en las carreteras en vista de las innumerables trincheras y canales que había en los alrededores. En otras palabras, en el caso de una resistencia seria o de bloqueo en las carreteras que uno se podía esperar, no tendrían ninguna oportunidad para desplegarse y mostrar su auténtica fuerza de combate. Si el enemigo hubiera hecho tales previsiones –algo que obviamente nadie podía predecir con certeza- la situación podía ser entonces bajo ciertas circunstancias un combate prolongado alrededor de los cuellos de botella y, en el peor de los casos, incluso una retirada y un rodeo alrededor del terreno impracticable, con una inevitable pérdida de tiempo.
Así que dejaron la decisión en manos de Hitler, y él –a quien no se le puede reprochar falta de brío o audacia- decidió que sería preferible no intentar el ataque sino mejor dar un rodeo por la segura pero estrecha ruta costera. Si los competentes comandantes en jefe estuvieran seguros del asunto, nunca habrían llegado a tratarlo con él, sino que habrían actuado]. (
The Memoirs of Field-Marshal Keitel, Musterschmidt-Verlag, Göttingen, 1961, Electronic edition Focal Point Publications, London, 2003, páginas 132-133).
De todo lo anterior creo que es fácil desprender que fueron los jefes militares del Heer los que no supieron decidir sobre una diferencia de pareceres entre ellos en un asunto concreto de la dirección de la campaña. Brauchitsch, sin embargo, tenía autoridad para ordenar a Rundstedt que ordenara a su vez el avance de los blindados; mejor dicho, que no los detuviera. Pero su debilidad de carácter y el desafío que suponía enfrentarse al militar más respetado de la Wehrmacht, Rundstedt, le impidieron ejercer su autoridad nominal.
Que Hitler compartiera y se posicionara junto al parecer de Rundstedt no significa que fuera él el artífice de la orden de alto a las formaciones blindadas. A esas alturas de la guerra, estaba muy lejos de ser el Hitler "comandante militar" de 1942
Saludos cordiales
José Luis