¿Por qué Hitler decidió luchar hasta el último minuto?

Cuestiones generales relativas a la Segunda Guerra Mundial

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Grossman
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¿Por qué Hitler decidió luchar hasta el último minuto?

Mensaje por Grossman » Sab Mar 13, 2010 6:49 pm

¡Hola!

El bombardeo estratégico aliado dejó caer sobre territorio ocupado por el III Reich 2,5 millones de Tm de bombas, la mitad (50,3%) sobre Alemania y un 70% en los 10 últimos meses. De ahí se puede extrapolar la parte correspondiente de los 400.000 civiles alemanes muertos, 800.000 heridos, 7,5 millones que quedaron sin techo y los 9 millones de evacuados por las bombas. De las viviendas, unas 4 millones (equivalente a un 20%) quedaron destrozadas o seriamente dañadas (1). Desde 1944 hasta el final de la guerra fueron exterminados 700.000 judíos (el 14%), murieron 3.342.000 soldados alemanes (el 64%) y 2.570.000 soviéticos (el 23%) (2,3,4). Hubo muchos muertos y heridos por otras causas de las que no tengo las cifras y mucho sufrimiento no cuantificable :cry:

Un daño más doloroso todavía si se considera que tras Stalingrado, cuando el III Reich no tenía ya expectativas de una solución militar de la guerra, podía haber intentado darle fin por la vía política y diplomática mucho antes. ¿Por qué en cambio Hitler decidió luchar hasta el último minuto? Las respuestas que da la historiografía son variadas pero en su mayor parte asumen que Hitler se aferró obsesivamente hasta el final a los objetivos iniciales de la guerra y que a pesar de los reveses no perdió nunca la esperanza de alcanzar la victoria final ("Endsieg"), siempre que se mantuviera la fe en ella.

Sin embargo existen argumentos que cuestionan este punto de vista y propuestas para una hipótesis distinta sobre sus motivos para continuar hasta el final. Es el contenido del estudio de Bernd Wegner, del MGFA, que voy a exponer resumido a continuación (5,6).

Veremos en un primer post las objeciones de dicho autor a la concepción de un Hitler cegado por su fanática esperanza en la victoria final, y en el siguiente, las premisas de una hipótesis donde el dictador tiene una visión realista de la situación estratégica y del irremediable fin del III Reich y los motivos para luchar hasta el final son otros.

¿Un Hitler alejado de la realidad y empeñado en una estrategia de victoria final?

Entre los autores que se alinean con este punto de vista están, entro otros, Kershaw, Weinberg, Hillgruber, Bullock, Gruchmann, Dülffer y Wendt.

[Y aunque no lo cita, en la misma colección del MGFA unas páginas atrás del mismo volumen, también su compañero Karl Heinz Frieser se adhiere a la "hipótesis-Endsieg”. Es la fuente que empleé para explicar el motivo de Hitler de mantener al experimentado Grupo de Ejércitos Norte en Curlandia cuando el enemigo había pisado ya la frontera alemana, ver viewtopic.php?f=5&t=10274&start=75).]

Wegner cuestiona esta hipótesis por considerarla incompleta, de contenido dudoso y por un empleo discutible de las fuentes. Incompleta porque contiene grietas rellenadas con suposiciones tendenciosas y argumentaciones ilógicas [eso lo dice nada menos que por Kershaw :shock: ]. Si fue la creencia en la victoria final lo que lo movió a continuar la guerra, ¿porqué lo siguió manifestando en un momento en que la situación era ya tan desesperada que lo llevó al suicidio? ¿Cuáles fueron sus motivos para, en un momento en que ya estaba escribiendo su testamento político, alentar a los mandos supremos a “reforzar por todos los medios el espíritu de resistencia de nuestros soldados en el sentido nacionalsocialista”? Tampoco se explica que, si apostó hasta el último momento por un colapso de la alianza antialemana por las tensiones con la Unión Soviética, no hiciera ningún tipo de esfuerzo diplomático en ese sentido.

Más importante que el retrato de un Hitler cegado por su creencia fanática en la victoria final es el error de reducirlo al cliché de dictador fanático, irrazonable y militarmente incompetente, que han cultivado sus generales por diversas razones, aspecto al que los historiadores (alemanes) han dedicado poco interés a pesar del hecho de que en los últimos años Hitler dedicara la mayor parte de su tiempo a las cuestiones militares. Sin embargo, un examen detallado de su papel en la conducción de la guerra en la segunda mitad muestra la fragilidad de dicha concepción.

Si bien es cierto que Hitler dio motivos para ser considerado incompetente y tozudo cuando intervino en asuntos puramente operativos, no ocurre lo mismo en el plano estratégico. Desde el principio de la guerra Hitler tuvo, en comparación con la mayor parte del generalato, una concepción más moderna y más compleja de la guerra y una conciencia más aguda de las demandas de la guerra económica. Otra cosa es que estas condiciones las pudiera modificar bajo las condiciones estructurales del régimen.

Tampoco se sostiene la afirmación de que su estado de salud lo llevara a evaluar erróneamente la situación estratégica a partir de 1943/44. Hay varios contraejemplos, como sus manifestaciones en el círculo íntimo de que ya en 1942 contaba que Estados Unidos sería el gran vencedor de la guerra. O que en enero de 1943 calculara que ese año perdería el norte de África y que Italia saldría de la guerra, y que supiera que los demás socios del Eje intentarían lo mismo, o la valoración en sus últimos días (2.4.1945) de que tras la caída del Reich habría dos potencias mundiales, los Estados Unidos y la Unión Soviética, enfrentadas en el terreno político e ideológico, y que ambas serían rivales de la independencia europea.

Los elementos con los que se ha confeccionado el retrato “Hitler-Endsieg” -la confianza en la ventaja estratégica del frente interior, la esperanza en las armas nuevas, el inminente colapso económico y social de la Unión Soviética o la especulación con una crisis en la alianza antialemana- han sido tomados de órdenes, proclamas y discursos. Frases que expresan confianza en la victoria final pero que no corresponden a una convicción interior. Realmente esta es difícil de conocer porque Hitler la transmitió en escasas ocasiones, y cuando hablaba en público e incluso en el círculo íntimo, lo hacía investido de su papel de “Führer”, de hombre de Estado, no en la situación en la que se admite la necesidad de consejo o se confiesa no saber encontrar la salida. Estas manifestaciones, exentas de autenticidad, servían al esfuerzo persuasivo para mantener a los generales en la creencia en la victoria final en los momentos en que la situación real ofrecía dudas claras al respecto, para que a pesar de los reveses mantuvieran una disposición decidida para la continuación de la guerra.

Se sabe que realmente dudaba del efecto de las armas de represalia “estas armas son sólo una gota sobre una piedra caliente”. Y aunque en público desdeñaba las comparaciones de cifras estratégicas, sobrevalorando el papel de la fuerza de voluntad, lo que se ha tomado como muestra de su falta de realismo, hay declaraciones creíbles en su círculo íntimo contrarias, como el 20.8.1942 “la historia militar no presenta ningún ejemplo de crasa desproporción de fuerzas que haya acabado con victoria para el contendiente en inferioridad numérica”. Sus proclamas eran un recurso también para quitarse de encima objeciones incómodas.

[Esto lo vimos en “Stalin sondea a Hitler” viewtopic.php?f=27&t=3570&p=133102#p133102 donde también Wegner explicaba que Hitler mantuvo una actitud aparentemente intransigente cuando recibía sugerencias de una solución diplomática de la guerra, y sin embargo Goebbels había descrito a un Hitler bastante más flexible al respecto, versión que fue corroborada por Ribbentrop, quien afirmó de él que: “estaba abierto a una paz y que había hecho incluso el esbozo de una eventual línea de demarcación”.]

Tampoco parece que Hitler creyera en un “milagro” del tipo que en 1763, en la Guerra de los Siete Años, salvó a Federico el Grande cuando los rusos estaban en Berlín y el fallecimiento de la zarina llevó a la ruptura de la alianza enemiga. El 11.11.1943 había dicho en una reunión de mandos de la marina: “Posibilidad de discusiones en el campamento de nuestros adversarios, la hay, pero por de pronto no va a tener influencia sobre el desarrollo de las operaciones militares ... Rusia por sus grandes pérdidas y los anglosajones por sus intereses en Extremo Oriente tienen un interés común en acabar pronto la guerra europea”. Y dictado a Bormann el 2.4.1945 respecto a los enemigos del Reich: “estos no van a soltar sus armas antes de haber destruido, aniquilado y despedazado la Alemania nacionalsocialista

Hitler era cada vez más consciente de la imposibilidad de ganar la guerra. La confianza en una victoria sobre la Unión Soviética se había basado en la convicción de que Barbarroja finalizaría antes de la irrupción del invierno. No tanto porque este perjudicara particularmente las operaciones militares alemanas sino porque lo contrario significaría que no habrían conseguido los recursos económicos del Este que haría innecesaria a corto plazo la guerra contra las potencias marítimas anglosajonas.

No fue así, por lo que Taifun significó el desplome de los fundamentos estratégicos de la conducción alemana de la guerra. Ya en noviembre de 1941 Hitler había transmitido a Halder la sospecha de que “los dos grupos de enemigos no pueden derrotarse mutuamente”, y Jodl constataría más tarde que “a partir de este punto culminante de principios de 1942 estuvo claro que no podía alcanzarse victoria alguna”.

Hitler no descartó, sin embargo, la posibilidad de un giro en la situación, sobre todo al extenderse la guerra al Teatro de Operaciones del Pacífico, que ataría durante un tiempo recursos norteamericanos lejos de Europa. Pero tras el fracaso en alcanzar los objetivos estratégicos en el Cáucaso y el revés japonés en Midway llegaría la mayor crisis del Reich hasta entonces, sin que su cúpula supiera cómo llevar la guerra a un final victorioso o al menos aceptable.

El problema nuclear para Alemania a lo largo de la segunda mitad de la guerra fue la creciente y finalmente abrumadora diferencia entre las posibilidades estratégicas aliadas y la insuficiencia de los medios propios. Al contrario que en 1941 o principios de 1942, el mando alemán ya no subestimaba las fuerzas y recursos del contrario y reconocía las posibilidades aliadas de una guerra coordinada en múltiples frentes, así como la imposibilidad de llevar a cabo ofensivas decisivas.

Una especie de optimismo con tintes ideológicos se hizo presente en el OKW pero no era fruto de la ceguera ante la grave situación del Reich, sino al contrario, del desespero de verla. El mismo Goebbels se quejó al respecto en junio de 1944, cuando Alemania sufría crisis en dos frentes a la vez, “Overlord” y ”Bagration”: “En el OKW están sentados unos hiperoptimistas desinhibidos, para no llamarlos alucinados. Ellos mismos se ponen un velo delante de sus ojos. Cada mala noticia del frente es regada con una salsa embellecedora de forma que solo el entendimiento crítico es capaz de avanzar hasta el núcleo de la situación real”. El cálculo racional se vio desplazado por la fe en la victoria alemana. Ya en noviembre de 1943 Jodl había escrito “venceremos porque debemos vencer, porque de lo contrario la Historia perdería su sentido”.

:sgm63: Hasta aquí las objeciones de Wegner al retrato "Hitler-Endsieg". En el siguiente post veremos la hipótesis que propone para responder a la pregunta de porqué :sgm20: decidió luchar hasta el final.

Un saludo cordial
Grossman

Fuentes:
(1) BOOG H “IV. Die strategische Bomberoffensive der Aliierten gegen Deutschland und die Reichsluftverteidigung in der Schlussphase des Krieges” en MGFA “Das Deutsche Reich und der Zweite Weltkrieg. Bd. 10/1. Der Zusammenbruch des Deutschen Reiches 1945”. Deutsche Verlags Anstalt (2008) p.869
(2) HILBERG R “La destrucción de los judíos europeos”, Akal (2005) p.1368
(3) OVERMANS R “Deutsche militärische Verluste im Zweiten Weltkrieg”, Oldenbourg (2004) p.239
(4) KRIVOSHEEV GF “Soviet Casualties and Combat Losses in the Twentieth Century” Greenhill (1993) p.105
(5) WEGNER B “II. Die Choreographie des Untergangs” en “Das Deutsche Reich und der Zweite Weltkrieg. Bd 8. Die Ostfront 1943/44. Der Krieg im Osten un dan den Nebenfronten”, MGFA, Deutsche Verlags Anstalt (2007) p.1192-1209
(6) WEGNER B “The Ideology of Self-Destruction. Hitler and the Choreography of Defeat”, en German Historical Institute London Bulletin, Vol. XXVI, No. 2, November 2004, pp. 18-33, basado en una conferencia que dio en ese Instituto el 30 de marzo de 2004. :arrow: NOTA: Esta referencia, gentileza de José Luis :-D, es un resumen del ensayo que escribió en “Hitler, der Zweite Weltkrieg und die Choreographie des Untergangs”, Geschichte und Gesellschaft, 26 (2000), pp. 493–518. No la he leído pero la dejo para poder acceder a lo más parecido al original en un idioma más corriente.
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Espérame cuando las tristes lluvias lleguen, y cuando el calor llegue no dejes de esperar
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¿Por qué Hitler decidió luchar hasta el último minuto?

Mensaje por Grossman » Mié Mar 17, 2010 1:06 am

¡Hola!

Como pensaba hacer sólo un resumen, calculé que bastaría un post para exponer la tesis de la “coreografía de la derrota”, pero al tener el artículo de Wegner mucho jugo, me ha sabido mal que se pierda y me está saliendo prácticamente una traducción, por lo que la exposición va ocupar unos cuantos post más.

La coreografía de la derrota

Una de las premisas de este modelo es que Hitler tuvo los pies en el suelo en cuanto a percepción de la realidad estratégica del Reich, que es lo que hemos visto en el post anterior. La tesis propuesta es que en la segunda mitad de la guerra su pensamiento no estaba ya en la victoria final sino en la escenificación de la derrota.

Como contexto al sistema de valores que habría tras esa idea, hay que remontarse al siglo anterior, donde el Romanticismo dejó una huella cultural de una fuerte tradición de exaltación del autosacrificio, y al trauma alemán de 1918. Para Hitler la guerra tenía un valor añadido como acontecimiento con fuerza histórica, por lo que cuando tuvo claro que no podía ganarla cobró importancia el poder convertir la derrota en una victoria moral. Entre los factores que influyeron en este pensamiento habría dos. Por un lado su propia experiencia de la derrota de la Primera Guerra Mundial, con la Revolución de 1918 y la Contrarrevolución, y por otro, la relación inseparable de la guerra militar y la guerra genocida. La continuación de la guerra, con o sin victoria militar, significaba la oportunidad de exterminar a los judíos europeos, con lo que llevaría a un final exitoso su misión histórica personal. Al respecto, aunque la determinación era anterior, la disipación de las opciones de victoria militar hizo que el exterminio de los judíos se perfilara cada vez más como la “guerra verdadera”, que además aún podía ganarse. En relación con ello podría estar la intensificación de la retórica del exterminio desde finales de 1942.

Pero no se trataba sólo de dar un sentido histórico al fracaso militar. El genocidio servía adicionalmente para hacer imposible una solución de la guerra como en 1918. La eliminación de medio millón de judíos en los primeros meses de la campaña suponía una hipoteca que excluía la idea de una paz pactada. No podía haber solución diplomática cuando la lucha había llegado a esos extremos de radicalización, por lo que tampoco había freno para llegar aún más lejos. Göring había manifestado después de Stalingrado “está muy claro lo que nos va a ocurrir a todos si flaqueamos e la guerra ... sobre todo en la cuestión de los judíos estamos tan comprometidos que no tenemos ninguna escapatoria. Y eso está bien, porque la experiencia muestra que un movimiento y un pueblo que han roto los puentes a su espalda lucha con menos miramientos que los que tienen posibilidad de una vuelta atrás”. Una semana después Hitler se expresaba de forma similar cuando dijo a Antonescu “prefiero derrumbar todos los puentes que tengo detrás porque de todos modos el odio judío ya es enorme”.

Si no había vuelta atrás y tampoco opción de ganar militarmente la guerra, esta debía perderse de una forma que fuera contemplada con admiración por las generaciones futuras. El Secretario de Estado Wizsäcker había descrito así el talante en el Cuartel General del OKW en mayo de 1943: “nuestro razonamiento es el siguiente: Se gana la guerra. Si no, ganaremos la Gloria luchando hasta el último hombre. Este era también el lema de Federico el Grande”.

Tras Stalingrado la propaganda ensalzó al soldado alemán como capaz de mantenerse firme con independencia de lo desesperada que fuera la situación y sin miramientos hacia sí mismo, y la Batalla del Volga se quiso convertir en un drama heroico de dimensiones clásicas que hiciera sombra al mismísimo Cantar de los Nibelungos y se mantuviera vivo durante siglos. Lo siguiente escribió Göbbels sobre Paulus el 1.2.1943: “El Destino le ha puesto en una situación en la que, especialmente por haber muerto tantos de sus hombres, debe renunciar a 15 o 20 años de su vida para hacer vivir su nombre durante siglos”.

Los muertos debían obligar a los vivos a extremar su entrega; una interpretación de los acontecimientos que convertía a los muertos en héroes, el duelo en orgullo y la derrota en victoria. El pensamiento central no era ya la política y la estrategia sino coreografiar la derrota como un futuro acontecimiento de fuerza histórica. Una vez claro que había que abandonar el escenario de la Historia, hacerlo con un portazo que se oyera en todo el mundo.

Pero sólo un líder fuerte y optimista estaría en situación de arrastrar consigo al pueblo alemán. En una orden del 25.11.1944 Hitler exigía: “Solo puede ser jefe de soldados alemanes aquel que con toda la fuerza de su espíritu, del alma y del cuerpo exija a sus hombres lo que estuviera dispuesto a dar él mismo. Energía, entusiasmo, fortaleza de carácter, fe y entrega son las condiciones irrenunciables para el combate. El que no las posea no puede mandar tropas y debe renunciar”. No cabe duda de que esa disposición que exigía Hitler se las aplicaba también a si mismo y en consecuencia consideraba un deber, especialmente a partir de 1942 “bajo ningún concepto perder jamás los nervios, sino que si en algún lugar hay algún revés, hallar otro camino o un medio para poder reparar la Historia”. Cuanto peor el panorama, más importante le parecía infundir confianza en el deprimido entorno militar mediante un modelo de afrontamiento nacionalsocialista. En primavera de 1944 había manifestado que la masa de la población debía conducirse, en el fondo, como una compañía, para a continuación equiparar su papel al del jefe de la unidad: “Cómo estarían de confundidos los soldados si el jefe de la compañía admitiera que ante una situación no saber qué hacer”. Realmente Hitler se cuidó mucho de dar una imagen semejante en su entorno y la confesión que hizo a Dönitz antes de Operación Ciudadela de que tenía el estómago revuelto debe verse como una extraordinaria excepción. Zeitzler, que diariamente y durante años departió con él lo describía así en esa cuestión: “Ninguna exteriorización sin cálculo, ni tan solo en la conversación privada. Apenas un arrebato o expresión afectiva. Aparentes arrebatos en su mayor parte calculados. Un logro increíble

:sgm93: continuará

Saludos cordiales
Grossman
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Mensaje por Grossman » Sab Mar 20, 2010 5:30 am

(continúo)

Y así, bajo la idea directriz de escenificar la derrota heroica, medidas como la preparación del Ostwall, la táctica de “tierra quemada”, el establecimiento de las plazas fuertes y el lanzamiento de descuidadas y costosas contraofensivas no obedecía a motivos estratégicos de la conducción de la guerra sino a la escenificación de su final.

La culminación de este procedimiento autodestructivo fue la política de “tierra quemada” en la propia Alemania, la denominada “Orden de Nerón” (“Nero-Befehl”) del 19.3.1945: "La destrucción de todas las instalaciones de tráfico, de noticas, industriales y de servicios, de todo lo que tenga valor en el territorio del Reich". Esta orden asumía la idea de que si la guerra estaba perdida, también lo estaba el pueblo alemán, por lo que no era necesario tomar en consideración sus necesidades esenciales de supervivencia.

La “Orden de Nerón” no fue pues un acto desesperado de un déspota perdido en sus ilusiones de una victoria in extremis, sino la consecuencia última de un largo proceso de autodestrucción. "Ni un tallo de trigo alemán debe alimentar al enemigo, ninguna boca alemana darle información, ninguna mano alemana prestarle ayuda. Todo puente debe encontrarlo destruido, cada calle cerrada. Solo muerte, destrucción y odio deben salir a su encuentro", escribió Hitler para la editorial para la revista “Völkischen Beobachter” publicada el 7.9.1944.

Lo que a bote pronto podría interpretarse como una forma extrema de cinismo representaba para Hitler y parte de la generación que había vivido de forma traumática el final de la Primera Guerra Mundial algo no tan ajeno. Hitler y algunos de sus paladines se veían a sí mismos como intérpretes de una tradición de tipo romántico donde la guerra servía como elemento revitalizador de los pueblos, como un vehículo de progreso y de integración nacional, y donde la derrota se convertía en el momento culminante de la vida del héroe.

La importancia de la libertad y autonomía de la voluntad humana creaba una disposición favorable hacia el sacrificio, y a hacer frente a la derrota o la propia muerte sin temor. No era por casualidad que el "Cantar de los Nibelungos" constituyera el tema preferido de los románticos alemanes, potenciado por la versión operística de Wagner, y es de suponer que la figura de Sigfrido ejerció una gran influencia en el joven Hitler. Constituía un modelo al que la propaganda apelaba de forma recurrente, como a otras producciones literarias. "Soy mártir de la santa causa alemana por lo que estoy preparado para recibir con alegría y audacia la bendición de la muerte y encantado de arrojar el joven cuerpo ... tu corazón late alto / alto crecen tus robles / no te importe el montón de tus cadáveres / ¡planta bien alta encima de ellos la bandera de la libertad! ... ¡Ahora, pueblo levántate, y tormenta desátate", son algunos pasajes.

Existen varios indicios que apuntan que el gesto romántico de la autodestrucción era para Hitler algo más que un truco para elevar la moral de combate; era lo que proporcionaba el fondo ideológico y la legitimación histórica de la escenificación de la caída del Reich.

Hitler había estudiado a Clausewitz incluso antes de la Primera Guerra Mundial, pero más que los aspectos teóricos le interesó su exaltación del patriotismo. A lo siguiente, que había escrito el teórico prusiano:
  • "Un pueblo no ha de aspirar a nada más alto que la dignidad y libertad de su existencia, que debe defender con la última gota de su sangre. No hay obligación más alta que cumplir, ni ley más alta que obedecer. La mancha de la rendición cobarde nunca se puede borrar, y constituye una gota de veneno que en un pueblo se transmite por la sangre a la descendencia, debilitándola. El honor sólo se pierde una vez, la libertad perdida tras un combate honroso asegura el renacimiento de ese pueblo y es la semilla de la vida, de la que nacerá un árbol que echará raíces seguras. Yo digo al mundo y a la posteridad que la falsa astucia que intenta evitar el peligro es lo más dañino, y da vía a la entrada del temor ... que sólo me haría feliz que, en un espléndido combate por la libertad y dignidad de la patria, yo cayera gloriosamente"
estuvo Hitler remitiéndose una y otra vez a lo largo de su vida. Consideraba estos párrafos “forjados palabra por palabra para nuestros tiempos”. Estaban en octavillas en el “Libro del soldado” de los oficiales, los empleó para criticar la “Systempolitik” de la República de Weimar, para su defensa en un juicio, en “Mein Kampf" para hacer una defensa del derecho a la legítima defensa, y cuando la crisis de Stalingrado, durante el breve último comunicado por radio con Paulus.

(continuará)
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Mensaje por Grossman » Dom Mar 21, 2010 12:59 am

continúo y acabo :sgm87:

La influencia que la tradición autodestructiva ejerció sobre la generación de Hitler se manifestó ya en la Primera Guerra Mundial, que fue recibida por sus entusiastas como una guerra de liberación: “la eterna y más alta forma de existencia humana”, en la que se debía combatir con entrega incondicional y donde la disposición a morir se convertía en la medida que separaba a dignos e indignos. Y más conocida fue la oposición que la conclusión política de la guerra suscitó en el Alemania, no solo en los círculos nacionalistas sino incluso en los eclesiásticos y colectivos femeninos, que exigían la “lucha hasta el final”. O la orden del Almirantazgo alemán en octubre de 1918 a la flota de atacar, a sabiendas que no servía a ninguna finalidad militar salvo la escenificación de una derrota honrosa. Y la decisión de hundir la flota en Scapa Flow en 1919. Los militares que ese año abogaban por reanudar los combates en respuesta de las condiciones del Tratado de Versalles eran conscientes de la falta de sentido de la propuesta, pero consideraban que la continuación y consiguiente aniquilación era el precio que la honra exigía por la derrota del Reich.

La literatura bélica de los años siguientes popularizó este concepto del honor autodestructivo, con ideas como que es inmortal sólo el que cae en combate, o que la mayor libertad reside en entregar la vida, o “la mayor suerte del ser humano es ser sacrificado y la mayor virtud del mando, mostrar los objetivos que hagan digno el sacrificio”. También en el estamento militar; un sacerdote castrense, por ejemplo, hizo un llamamiento para que la juventud tuviera más disposición a dar la vida (que fuera más “sterbfreundig”) y en un artículo sobre el “arte de la guerra” en una publicación militar en 1934: “también el ataque sin espectativas de victoria, sólo por la voluntad, tiene justificación como última acción desesperada que lleva al hundimiento heroico en lugar de la capitulación ingomniosa”. En su orden del 10.2.1944, Dönitz establecía que si una unidad luchaba hasta la última granada, “como era tradición”, el jefe de la misma, una vez acabada la misión, debía permitir que se le rescatase, porque podría así prestar más servicios a su patria; sin embargo en el caso de un comandante sobresaliente, debía actuarse de forma distinta: “El comandante que se hunde con su unidad continuará viviendo en la historia del pueblo alemán como símbolo de la más alta virtud del soldado y cumplimiento alemán del deber. Con su muerte heroica prestará un último servicio, como ejemplo de lo que es el espíritu de lucha, a las siguientes generaciones de soldados”.

Vemos así que Hitler no fue el inventor de la ideología autodestructiva sino su último ejecutor, y que la muerte heroica no era para él un acto desesperado. No era la aniquilación física, la muerte biológica, lo que le preocupaba sino la destrucción social. En “Mein Kamf” había señalado ya que los pueblos no quedan aniquilados cuando pierden guerras sino sólo “cuando la derrota ha sido merecida, por pereza, cobardía y falta de carácter, en una palabra, ignominia”. La derrota honrosa, en cambio, podía brindar, más que una pérdida, una oportunidad. En vista de la dificultad en alcanzar la victoria, la derrota digna podría ser la “siguiente mejor opción”. Si bien esto señalaba el fracaso de Hitler como político (entendido como el que gobierna a corto plazo), no lo cuestionaba como estadista (entendido como el que gobierna pensando en el futuro; “Programmatiker” en el orginal). Mientras que el político intenta dar forma al presente mediante el arte de lo posible, el "estadista-Programmatiker" pertenece a aquellos que “sólo gustan a los dioses si piden y quieren lo imposible ... porque cuanto mayor sea la obra de un hombre para el futuro, menos capacidad tiene el presente de comprenderla y más dura es la lucha y aún más difícil el éxito”.

Estaba claro que Hitler se incluía, sobre todo en los últimos años de la guerra entre los, en términos suyos, “corredores de maratón de la Historia que no son comprendidos por el presente pero que están preparados para pelear por su ideas e ideales”. Y aunque en el período final veía con mirada sombría la perspectiva de la aniquilación completa de Alemania, durante las últimas semanas estuvo repitiendo que incluso esta visión horrible no era capaz de quebrar su fe en el futuro del pueblo alemán “cuanto más suframos, con más vigor renacerá el Reich eterno ... [existe] una ley natural en estos tiempos horribles ... solo aquellos pueblos blancos que son capaces de resistir y sin esperanzas de victoria, luchar hasta el final, son los que tienen perspectivas de sobrevivir y rebrotar ... del sacrificio de nuestros soldados y de mis lazos con ellos hasta la muerte brotará de nuevo el germen del renacimiento esplendoroso del movimiento nacionalsocialista, y con él, la materialización de la auténtica comunidad del pueblo”.

En esta contradicción manifiesta de la visión del mundo entre la del héroe-sacrificado-romántico y la del héroe-victorioso-darwinista social que no derramaría ni una lágrima si el pueblo alemán sucumbía por no haber realizado el esfuerzo y sacrificio necesarios, Hitler se inclinó por el primero, buscando dar un sentido a lo que desde hacía mucho tiempo lo había perdido.

***
Pues con esto finaliza la exposición del artículo de Wegner. Un saludo cordial
Grossman
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Mensaje por Grossman » Dom Mar 21, 2010 1:58 pm

¡Hola!

Abro el turno de debate. Cuestiones que me han llamado la atención:

1. La respuesta a la pregunta del título ofrece adicionalmente una punto de vista general sobre las ideas del personaje, que sin embargo no parecen estar en sintonía con alguno de los estudios biográficos serios, como el de Kershaw (que no conozco).

2. Hay un contraste entre el ambiente proclive al autosacrificio heroico que provocó la solución política de la PGM y la poca disposición hacia el mismo de los generales alemanes a la hora de la verdad, incluido el más nazi de ellos, Model, por no hablar del “traidor” Himmler.

3. Con la necesidad de disponer de episodios épicos, que esa idea determinaba, se entiende que la rendición de Paulus con el 6º Ejército en Stalingrado resultara profundamente frustrante para Hitler.

4. Las unidades Waffen-SS encajaban mucho mejor que las del Heer en esta escenificación de la caída del Reich, por lo que el hecho de que en los últimos años se potenciaran en detrimento de las mejor comandadas del Heer no obedecería tanto a su potencial táctico sino al dramático.

5. Hitler se empeñó en conservar al experimentado Heeresgruppe Nord (HS) en Curlandia mientras Alemania encomendaba su defensa a tropas precipitadamente reclutadas. Puestos a hacer sacrificios, el del HN en Alemania hubiese sido mucho más “sonado” a efectos de dramatizar la derrota que el papel que pudiera desempeñar en Curlandia. En cambio conservarlas allí para un contraataque o como moneda de cambio si la alianza antialemana se rompía, son buenos argumentos para la teoría de Hitler apostando a la vicoria final. ¿Son mutuamente excluyentes ambos modelos? ¿Es plausible que Hitler apostara a la vez por una ruptura de la alianza enemiga -no en calidad de potencia derrotada como en 1918 sino como aliado occidental contra la Unión Soviética- y si eso no salía, entonces por el autosacrificio heroico?

6. En contra de la tesis de Wegner iría también que, aun a regañadientes, acabó autorizando muchas retiradas.

Saludos cordiales
Grossman
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José Luis
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¿Por qué Hitler decidió luchar hasta el último minuto?

Mensaje por José Luis » Dom Mar 21, 2010 2:08 pm

¡Hola a todos!

Al igual que Wegner, yo tampoco comparto la tesis que sostiene que Hitler luchó hasta el fin porque creía en la victoria final. Pero contrariamente a Wegner, creo que Hitler no sacrificó a Alemania para que ésta renaciera, en el futuro, de sus cenizas.

Los autores que defienden la tesis de la Endsieg deberían tener presente siempre la diferencia crucial entre lo que Hitler creía realmente y lo que Hitler decía creer; en otras palabras, entre lo que Hitler confesó, consciente o inconscientemente, a unos pocos colaboradores sobre el futuro de la guerra en las muy raras ocasiones en que lo hizo, y lo que Hitler proclamó en tono de propaganda incluso a su círculo más íntimo. Se dice que el Führer sólo se mostraba razonable y realista cuando estaba deprimido por las circunstancias adversas de la guerra. En estas ocasiones, aunque fuese fugazmente, era capaz de manifestar sus verdaderos pensamientos. Así ocurrió, por ejemplo, cuando a mediados de agosto de 1941 confesó a Goebbels que estaba considerando llegar a un acuerdo de paz con Stalin; o cuando reconoció a Jodl en el invierno de 1941-1942 que ya no se podía conseguir la victoria en la guerra; o nuevamente cuando comentó a Halder poco antes del comienzo de la operación Blau que si no conseguía el petróleo del Cáucaso debía poner fin a la guerra. No, Hitler no luchó hasta el fin porque creyera realmente en una Endsieg.

Pero tampoco me parece convincente la interpretación de Wegner, la de la auto-destrucción wagneriana en aras de ganarse la dignidad y honra para un auténtico renacimiento futuro.

Creo que nadie puede responder a la pregunta de este hilo; para ello sería necesario escrudiñar el alma de Hitler, y aun así quizás no encontrásemos una respuesta porque tal vez ni el propio Hitler lo sabía con certeza. Yo sólo sé que Hitler era un fanático que, cuando jugaba de verdad, lo hacía al todo o nada. Si fracasaba en la jugada, el nada significaba suicidio (y así estuvo a punto de hacerlo tras el fallido Putsch de 1923 y en la crisis del Partido en el invierno de 1932-1933; y habló en bastantes ocasiones de lo fácil que era acabar pegándose un tiro). Lo que sí apunta con mucha razón Wegner es que, para evitar cualquier posible salida a ese “nada”, Hitler quemó todos los puentes que le podían permitir una marcha atrás. Y otro apunte a tener muy en cuenta, ya comentado por el lúcido Sebastian Haffner, era la incapacidad de Hitler para desligar el destino del pueblo alemán y de Alemania de su propio destino, y por ello, si la jugada salía nada, también Alemania y su pueblo debían suicidarse. La auto-destrucción deja de tener una connotación de sacrificio cuando se lleva a cabo irracionalmente; sacrificio, incluso hasta la muerte, significa que se busca por un bien mayor, que uno da la vida para que otros puedan salvarla. Pero Hitler no quería salvar a nadie, y si por él fuera, si fuese capaz de hacerlo, si tuviese los medios y el poder suficientes para ejecutar completamente “Nerón”, entonces de Alemania no habría dejado ni sombra. La palabra “creación” en Hitler es una auténtica contradicción, como igualmente lo es “civilización”. La naturaleza de Hitler era completamente destructiva, y la guerra o la violencia su estado natural. No creó nada perdurable, no añadió nada digno de mención a la historia del desarrollo de la civilización. En su sacrílega soberbia llegó a creerse una especie de mesías, un enviado divino sin cuya presencia y liderazgo el pueblo alemán no tendría el futuro de grandeza y dominio mundial al que, según él, estaba destinado. Y para crear ese Reich de los mil años, antes tenía que destruirlo casi todo, debía en primer lugar conseguir la muerte y destrucción de sus enemigos, es decir, de todos los pueblos y naciones que no claudicasen y se sometiesen a su voluntad.

Un estadista, en la posición que Hitler tenía en el verano de 1940, hubiera creado las condiciones necesarias para establecer una auténtica alianza de paz con los líderes políticos de las naciones derrotadas, una alianza donde Alemania jugaría el papel de líder dominante. Pero Hitler amplió, siguiendo los designios de su propia naturaleza violenta, la guerra a un nuevo frente, pero esta vez no ya una guerra convencional, sino una guerra de exterminio donde habría de asesinar a todos sus enemigos ideológicos y a todos los seres que consideraba “sub-humanos”. Cuando la realidad estratégica resultante del curso de las operaciones militares del verano de 1941 le mostró que no podría conseguir una victoria militar, ni entonces ni después, entonces Hitler decidió continuar su guerra ideológica para dar cumplimiento a su profecía contra los judíos. Y lo hizo así hasta que decidió quitarse la vida el 30 de abril de 1945.

No hay, en mi opinión, ninguna decisión en Hitler de escenificar un destino trágico, al modo romántico decimonónico, para que las generaciones futuras crearan una epopeya nazi y un pasado heroico sobre el que construir el futuro. Lo único que yo veo es el final lógico de una mente asesina e implacable que decidió unir el destino de Alemania al suyo propio. Y lo consiguió.

Saludos cordiales
José Luis
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Mensaje por Hundi » Dom Mar 28, 2010 11:09 pm

Hola a todos.

Solo para hacer un pequeño aporte a lo expuesto por Jose Luis.

Durante la visita de Hitler en Finlandia y su encuentro con Mannerheim, una conversacion fue grabada, y en ella se puede notar a Hitler realista en cuanto a las operaciones en el Ostfront. Esto nos puede dar una idea mas en cuanto a lo que pasaba por la mente de Hitler durante momentos cruciales, espero que esto les sea de ayuda.
....Mannerheim: Durante la Guerra de Invierno ni lo imaginábamos. Por supuesto...

Hitler: (Interrumpe) Sí.

Mannerheim: Sí, tenían-y ahora no cabe duda de todo lo que tenían- ¡todo lo que tenían en sus almacenes!

Hitler: Totalmente, esta es la cuestión. Tenían el mayor arsenal que, eh, cualquiera podía imaginar. Mire, si alguien llega a decirme que un país con (una puerta que se abre y cierra interrumpe a Hitler). Si alguien me hubiera dicho que un país podía empezar con treinta y cinco mil tanques, le habría dicho que estaba loco.

Mannerheim: ¿Treinta y cinco?

Hitler: Treinta y cinco mil tanques.

Una voz de fondo: ¡Treinta y cinco mil tanques! ¡Sí!

Hitler: Hemos destruido, hasta ahora, más de treinta y cuatro mil tanques. Si alguien me cuenta esto le hubiese dicho “¡usted!”. Si usted es uno de mis generales y me dice que cualquier país tiene 35.000 tanques, yo le diría: “Señor mío, usted lo ve todo duplicado o decuplicado. Está loco, ve fantasmas”. Antes le he contado que hemos encontrado fábricas, una en Kramatorskaja, por ejemplo. Hace dos años había como doscientos tanques. No teníamos ni idea. Ahora allí hay una planta de fabricación de tanques donde, cada turno [trabajan] 30.000 [obreros], y en un día trabajan 60.000 obreros. ¡En una sola fábrica! ¡Una planta gigantesca! Masas de trabajadores que, ciertamente, viven como animales...

Una voz de fondo: (Interrumpe) ¿En la zona de [el río] Donets?

Hitler: En la zona del Donets. (Trasfondo de platos y tazas.)

Mannerheim: Bueno, si tiene usted en cuenta que han tenido 20 años, casi 25 años de libertad para armarse...

Hitler: (le interrumpe en voz baja) Era increíble.

Mannerheim: Y todo [el dinero], todo gastado en armamento.

Hitler: Sólo en armamento.

Mannerheim: ¡Sólo en armamento!
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Mensaje por Hundi » Dom Mar 28, 2010 11:23 pm

Habiendo leido eso y muchas cosas mas.

A la conclusion que puedo llegar, es que despues de la macarreada que recibio el Ejercito Aleman, teniendo en cuenta la agresividad de los ataques en la Union sovietica, los Alemanes y mas Hitler, estaban conscientes de que la URSS, les daria con todo aun despues de capitular, a lo que me viene el pensamiento de que se peleo hasta el ultimo momento, a modo de que los aliados occidentales fueran los primeros en llegar a Berlin, para luego no tener que sufrir el exterminio que tanto profesaba Stalin contra el pueblo Aleman, he leido en le libro de Skorzeny que los aliados bien pudieron haber llegado a Berlin antes que los Rusos, pero que los occidentales se detuvieron sobre el Rin-no recuerdo mucho de ese pasaje- Hitler se enfrentaba a varios peligros con los Aliados occidentales a la vez, pero Hitler no queria rendir a Alemania antes las fuerzas sovieticas, me pongo a pensar que si, Hitler conscientemente o subconscientemente, preferia rendirse a los Occidentales, para evitar que Alemania fuese desintegrada como pais, el temia esto, que se repetiera la perdida de territorios, tal y como paso luego de la PGM, quizas el contemplaba que la guerra no terminaria ahi en Berlin, y que los occidentales seguirian con la cruzada antibolchevique, puesto que el concentraba mas fuerzas en el Este.

Que piensan de lo que expongo? -creo que Grossman ya lo planteo pero sinceramente no retuve mucho lo leido, mil disculpas.
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Mensaje por Grossman » Lun Mar 29, 2010 12:31 pm

¡Hola!

¡Me alegro de verte por aquí, Hundi! :-D
Hundi escribió:... teniendo en cuenta la agresividad de los ataques en la Union sovietica, los Alemanes y mas Hitler, estaban conscientes de que la URSS, les daria con todo aun despues de capitular, a lo que me viene el pensamiento de que se peleo hasta el ultimo momento, a modo de que los aliados occidentales fueran los primeros en llegar a Berlin, para luego no tener que sufrir el exterminio que tanto profesaba Stalin contra el pueblo Aleman
Con todo lo desalmado que fue Stalin, no creo que tuviera intención de aniquilar al pueblo alemán, o al menos no físicamente a sus habitantes; quizá como estado o nación sí. Lo que además de Stalin querían los aliados occidentales era desde luego acabar con el régimen nazi, como quedó claro en la Conferencia de Casablanca en enero de 1943. Y no sólo de Alemania sino también con los regímenes políticos –que no los pueblos- de Italia y Japón.

Lo que perseguía el más pragmático que vengativo Stalin era sobre todo alcanzar control sobre el máximo territorio europeo posible para establecer en ellos gobiernos comunistas, como al final consiguió con medio continente y durante medio siglo.
Hundi escribió: pero Hitler no queria rendir a Alemania antes las fuerzas sovieticas, me pongo a pensar que si, Hitler conscientemente o subconscientemente, preferia rendirse a los Occidentales, para evitar que Alemania fuese desintegrada como pais, el temia esto, que se repetiera la perdida de territorios, tal y como paso luego de la PGM, quizas el contemplaba que la guerra no terminaria ahi en Berlin, y que los occidentales seguirian con la cruzada antibolchevique, puesto que el concentraba mas fuerzas en el Este
En cuanto a cómo las relativas “preferencias” de Hitler respecto a uno u otro invasor determinaron sus decisiones en los últimos meses, admito que es un aspecto que no conozco bien, pero es seguro que el sufrimiento que el pueblo alemán pudiera experimentar le traía sin cuidado.

Un saludo a todos
Grossman
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¿Por qué Hitler decidió luchar hasta el último minuto?

Mensaje por Schwerpunkt » Lun Mar 29, 2010 1:40 pm

Este es un debate muy interesante. Aunque personalmente creo que es muy especulativo el imaginar unas intenciones en Hitler en su lucha sin esperanza dotadas de cierta "racionalidad" sea la caída con honor de Alemania en la lucha, la posibilidad de dejar un rescoldo de nacionalsocialismo en la Alemania de la postguerra o lo que sea. Y digo altamente especulativo porque se trata de inferir esas conclusiones de las actuaciones de un sujeto que había perdido ya cualquier relación con la realidad y cuyas intenciones sólo podemos adivinar por sus monólogos.

Creo que es menos aventurado el reseñar los hechos probados: Hitler había enunciado numerosas veces la imposibilidad de una rendición o armisticio al estilo de 1918. No habría vuelta atrás aunque el coste fuera la destrucción de la nación alemana. Y coincido con Jose Luis en que Hitler era un individuo que además de su inmenso narcisismo e indiferencia al sufrimiento ajeno, había unido de alguna manera el destino de Alemania con el suyo mismo. Esto está comprobado en numerosos discursos o monólogos con sus esbirros donde quedaba clara esa identificación mesiánica entre la nación y el individuo que la dirigía. Y tratar de sonsacar políticas determinadas de aspectos tan oscuros de un alma torturada me parece muy complicado y altamente arriesgado.

En definitiva, un hombre que pasa prácticamente los dos o tres últimos años de la guerra encerrado en sombríos búnqueres o cuarteles generales ocultos y sin contacto con el exterior, es un hombre que no quiere ver ni verse influenciado por lo que su propia locura de aprendiz de brujo ha causado. No es casualidad de que terminaran sus discursos a las masas, sus visitas por diversas regiones o ciudades de Alemania y que su contacto con el resto de la humanidad se limitara al estrecho círculo de servidores y esbirros.

Pero además su incapacidad para extraer frutos duraderos de sus conquistas, de lograr algún tipo de entente con los pueblos conquistados es constante durante toda la guerra así como su visión maniquea del mundo. En ningún momento concibe la mera posibilidad de entablar negociaciones con las potencias aliadas que le permitan conservar aunque sea parte del imperio que ha conquistado. Esta particularidad y falta total de pragmatismo es la que más le separa de su coetáneo Stalin, el cual si era capaz de una visión menos estrecha de la estrategia política.

Su desinterés sobre la suerte del pueblo alemán en los últimos meses de la guerra apuntan en ese sentido: es como dice Jose Luis el hombre que ha quemado todos los puentes porque además no concibe siquiera mirar atrás y porque tampoco le importa mucho lo que haya delante.

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¿Por qué Hitler decidió luchar hasta el último minuto?

Mensaje por korporacion » Lun Mar 29, 2010 5:04 pm

Porque era ahueonao

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¿Por qué Hitler decidió luchar hasta el último minuto?

Mensaje por wintermute » Lun Mar 29, 2010 7:06 pm

Por convicción, Hitler pensaba que el comandante debía luchar hasta el final y luego pegarse un tiro.
Eso dijo en repetidas oportunidades y lo cumplió.
Con el respeto que me merecen los distinguidos foristas y aceptando todas vuestras consideraciones, me parece que no da para tanto debate el asunto.

Saludos

Mannerheim
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¿Por qué Hitler decidió luchar hasta el último minuto?

Mensaje por Mannerheim » Lun Mar 29, 2010 11:14 pm

Muchas gracias por tan interesante tema.

Yo siempre he pensado que Hitler hizo que Alemania luchara hasta el colapso total para salvar su propia existencia el mayor tiempo posible. El sabia lo que habia hecho y el futuro que le esperaba en caso de derrota. Una vez hubo riesgo de caer prisionero de sus enemigos, se suicido.

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Mensaje por Grossman » Mar Mar 30, 2010 1:33 am

wintermute escribió:Por convicción, Hitler pensaba que el comandante debía luchar hasta el final y luego pegarse un tiro.
Eso dijo en repetidas oportunidades y lo cumplió.
Con el respeto que me merecen los distinguidos foristas y aceptando todas vuestras consideraciones, me parece que no da para tanto debate el asunto.
¡Hola wintermute!

Me parece interesante tu aporte y aprovecho para agradecértelo porque va a ser particularmente útil para, con tu permiso ... continuar debatiendo :-D

En el asunto del suicidio de Hitler creo que pesaría particularmente en la decisión de perpetrarlo lo que señala el compañero Mannerheim: lo que le esperaba si lo cogían vivo, como a muchos otros gerifaltes nazis. Es decir, él se lo recordaba a sus comandantes por un motivo, la exigencia de la máxima entrega, pero lo perpetró por otro, porque para él personalmente -a diferencia de para sus comandantes- no había vida después de la derrota.

El caso es que la decisión de un comandante de luchar hasta el final, hasta la muerte, es emocionalmente compleja y obedece a razones diversas: una contrapartida táctica, la patria, el honor, un ideal, una religión, la certeza de la muerte, evitar un cautiverio tormentoso ... ¿pero sentido del deber sin más? El más nazi, Walter Model, se pegó el tiro pero desobedeció la orden de luchar hasta el final.

Wegner sugiere que lo hizo por un ideal superior de renacimiento del pueblo alemán. Cabría otra posibilidad, en la que su intención, consciente del próximo fin, fuera que Alemania trascendiera en la Historia, como una Esparta; o narcisísticamente hacerlo él mismo, un Leónidas, o que al final la Historia se rindiera al antisemitismo y lo entronara como el gran mesías sacrificado. Posibilidades donde el empeño en dramatizar la derrota tendría sentido también.

Creo que donde no hay duda es en la relevancia que tuvo el traumático recuerdo alemán de 1918 con la demonización de la solución política de la Primera Guerra Mundial y que Hitler no podía permitir que se repitiera.

Saludos a todos
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¿Por qué Hitler decidió luchar hasta el último minuto?

Mensaje por wintermute » Mar Mar 30, 2010 3:45 am

Sr. Grossman, ya que el debate sigue - muy a mi pesar, me gustaría dejarle algún aporte al respecto.

CONFERENCIA DEL MEDIODIA DEL 1º DE FEBRERO DE 1943.
Extracto

HITLER: Aquí se han rendido definitiva y formalmente.De no ser así, se hubieran concentrado, formado en cuadro y disparado hasta el fin, usando su última bala para ellos mismos. Cuando se piensa que una mujer tiene orgullo suficiente sólo porque alguien formuló unas cuantas observaciones insultantes, para encerrarse y pegarse un tiro, sin más, no se puede tener respeto por un soldado que tiene miedo de hacer lo mismo y prefiere que le cojan prisionero. Todo lo que puedo decir es que lo comprendo en casos como el del general Giraud (Llegamos. él sale de su coche y le apresamos.) Pero...

ZEITZLER: Yo tampoco puedo comprenderlo. Todavía me pregunto si es verdad.O si es que yace por ahí mal herido...

..................................................

HITLER : Pero yo ya tenía mis dudas antes. Las tuve desde que me enteré de que estaba preguntando qué debía hacer.
¿Cómo pudo siquiera preguntar semejante cosa?
Significa esto que cada vez que una fortaleza se vea sitiada y el comandante sea requerido a rendirse preguntará: ¿Que debo hacer ahora ?
¡ El si que lo hizo con toda sencillez ! (Estas palabras se referían probablemente a Udet, que se suicidó después de haber fracasado como oficial aéreo encargado de los suministros.)
O Becker: se hizo un lío con el depósito de pertrechos. El ...lo hizo así, pero entonces se pegó un tiro. ¡ Tan sencillo como es hacerlo! Un revólver... y todo es fácil !
¡ Que cobardía tener miedo de ello ! ¡ Ah ! ¡ Mejor ser enterrado en vida! Y en una situación como ésta, cuando sabe muy bien que su muerte daría un ejemplo de comportamiento para los de la bolsa vecina. Pero con un ejemplo como el que ha dado, ¿ cómo esperar que la gente siga luchando ?


ZEITZLER : No tiene excusa. debió haberse pegado un tiro tan pronto como advirtió que sus nervios empezaban a ceder.


HITLER : Cuando los nervios de uno ceden, nada se puede hacer sino decir: No puedo continuar, y pegarse un tiro. De hecho se podría decir que ese hombre debió haberse pegado un tiro. Igual que en los tiempos antiguos, cuando los comandantes, al ver que lo habían perdido todo, solían arrojarse sobre sus espadas. No hace falta decirlo. El mismo Varo lo dijo a su esclavo Ahora ¡ mátame!

..............................................

Fuente : IM HAUPTQUARTIER DER DEUTSCHEN WEHRMACHT 1939 -1945
Autor : Walter Warlimont
Edición : En español diciembre de 1967 Luis de Caralt


Saludos
Última edición por wintermute el Mar Mar 30, 2010 5:44 pm, editado 1 vez en total.

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