José Luis escribió:
Recién he leído el último libro de Richard J. Evans, The Hitler Conspiracies (Oxford University Press, 2020) y el capítulo dedicado al incendio del Reichstag (Who burned down the Reichstag?), pp. 85-120.
[...] ¿Cómo surgió la teoría de la conspiración comunista contra los nazis? Fue iniciada por el propio Dimitrov y el aparato de propaganda comunista en una campaña orquestada por el empresario de propaganda de la Internacional Comunista, Willi Münzenberg, que partió de un argumento tipo cui bono: los nazis se beneficiaron, luego los nazis lo ocasionaron. A finales de 1933 Münzenberg y su equipo publicaron un libro titulado The Brown Book of the Hitler Terror and the Burning of the Reichstag. Aparte de describir las brutalidades nazis, cosa cierta, el libro elaboró el caso de que un equipo nazi de incendiarios, dirigido por el camisa parda Edmund Heines, entró en el Reichstag a través de un túnel secreto que partía de la residencia oficial de Göring, y que incendió el parlamento en varios sitios y luego regresaron por el túnel, dejando al desventurado van der Lubbe como títere para asumir la culpa de la autoría del incendio. El libro adquirió gran publicidad y dio peso a la teoría de la conspiración comunista contra los nazis.
Kellerhoff profundiza más en el resumen de Evans arriba citado. Dice que no se sabe quién fue el primero en especular sobre que los nazis fueron quienes prendieron fuego al Reichstag. Pero si se asumen como correctos los recuerdos de Sefton Delmer (corresponsal del
Daily Express), la primera sospecha, aunque indirecta, de que los nazis fueron los autores vino del propio ideólogo del NSDAP, Alfred Rosenberg. Serían alrededor de las 10 de la noche del 27 de febrero -cuando los bomberos estaban intentando todavía evitar que el fuego se expandiera más allá de la cámara plenaria, y Hitler y Goebbels todavía no habían llegado- cuando Rosenberg dijo a un periodista británico: “
Espero que esto no sea obra de nuestros muchachos. Es exactamente el tipo de estupidez que podrían hacer”.
Entre la multitud congregada alrededor del Reichstag se extendió también la idea de que era más probable que fuese obra de los nazis que de sus oponentes. También se extendió la convicción de que el incendio había sido provocado por varias personas, un rumor que se originó probablemente por los bomberos y policías que hablaron con los periodistas y los curiosos durante sus descansos. Por ejemplo, el jefe de policía Buwert dijo que parecía que "
había gente corriendo por allí con antorchas". El teniente de policía Lateit dijo a sus hombres que sacaran sus armas “
para evitar la potencial fuga de los culpables” del edificio. Helmut Poeschel, que había pillado a van der Lubbe con las manos en la masa, dijo durante su primera entrevista: "
Mirando el incendio, me pregunté si había más personas involucradas". En base a esas y otras especulaciones, el
Morgenpost informó que se habían encontrado "
montones de trapos de limpieza empapados en gasolina". El periódico sugirió: “
Hay muchas posibilidades sobre quién puede ser responsable de este crimen”. Pero la prensa de Berlín no fue más allá pues los periodistas estaban muy preocupados por la posible prohibición de sus periódicos si se daban a especulaciones más libres. Así que los periódicos del 28 de febrero sólo publicaron la versión oficial que incriminaba a los comunistas, así como la posibilidad de que fuese obra de un solo incendiario.
La prensa extranjera fue menos reticente que la alemana. El 1 de marzo varios periódicos internacionales como el parisino
Le Temps contenían especulaciones o acusaciones de que el gobierno de Hitler, y especialmente Göring, era el responsable del incendio. El 3 de marzo el
Daily Telegraph informaba que “
ningún alemán sensato se cree la teoría de que los comunistas prendieron fuego al Reichstag”. Los soviéticos
Iswestia y
Prawda acusaban a los "capitalistas alemanes” del incendio, refiriéndose al mismo como una “provocación”, mientras que el
Chicago Daily Tribune especulaba con que los nazis estaban involucrados.
Las graves acusaciones del gobierno de Hitler y los arrestos ilegales de cientos de comunistas sirvieron para intensificar el debate en la prensa entre la prensa de derechas y de izquierdas a principios de marzo. Los periódicos nazis informaron que Etnst Torgler, presidente del grupo parlamentario del KPD en el Reichstag, había sido arrestado por estar involucrado en el incendio dos días después del mismo. En realidad, él mismo se había presentado ante la policía el 28 de febrero y negó vehementemente tener cualquier relación con el incendio. Pese al hecho de su inmunidad parlamentaria y de que se había presentado voluntariamente, fue arrestado en custodia preventiva.
El Comité Central del KPD en Berlín, ya en clandestinidad, publicó una declaración el 1 de marzo en la que condenaba la “
provocación del incendio del Reichstag protagonizada por los nazis”, exigiendo la suspensión de todas las medidas coercitivas adoptadas por el gobierno de Hitler. Ese mismo día, el KPD emitió su primera declaración en el extranjero, en el periódico comunista suizo
Rundschau über Politik, Wirtschaft und Arbeiterbewegung: “
El ataque del incendio del Reichstag no es más que una provocación a gran escala dirigida al partido comunista y a la clase trabajadora en lucha”. Y de la misma opinión era la prensa en Moscú.
En respuesta, las acusaciones del NSDAP subieron de tono. En los días previos a las elecciones, Hitler dio discursos en Breslau, Berlín, Hamburgo y Königsberg, donde repetidamente expresó que la “
eliminación del marxismo” era “
crucial para los intereses vitales de los trabajadores alemanes”. Lo mismo expresaron Göring y Goebbels en sus discursos. El
Völkischer Beobachter se inventó una historia sobre “
planes secretos para una revuelta”, pero sin ofrecer una sola prueba de ello. Los investigadores en el cuartel general de la policía fueron igualmente incapaces de encontrar cualquier prueba concreta que apoyara la teoría de la conspiración comunista. Ante ello, recurrieron a algo inusual: publicaron una foto de Marinus ofreciendo una recompensa de 20.000 RM por “
cualquier información que pueda ayudar a identificar a los cómplices, instigadores y aquellos envueltos entre bastidores”. El resultado fue predecible: un montón de llamadas con informaciones disparatadas, con una excepción. Un camarero informó de tres hombres, aparentemente rusos, que al parecer se habían reunido con Marinus en un restaurante de la Potsdamer Straße. El 9 de marzo informó a la policía que los tres hombres habían regresado al restaurante. La policía criminal aprovechó esta oportunidad y los arrestó. Eran tres comunistas búlgaros: Wassili Taneff, Blagoi Popoff y Georgi Dimitroff, el jefe de la Oficina de Europa Occidental del Comintern. Pese a que sus vínculos con Marinus eran débiles, fueron acusados, junto con Torgler, de ser los “cerebros” detrás del ataque incendiario.
El arresto de los tres búlgaros y la persecución brutal de los comunistas alemanes presionaron a los ahora clandestinos propagandistas del KPD. Y para publicar “noticias”, aunque no había ninguna, pusieron en circulación historias falsas, como la de que “
Por recomendación del Horst-Wessel-Sturm, el fascista Göring incendió el Reichstag para señalar el comienzo del pogromo contra el partido comunista y el proletariado revolucionario”. Sin embargo, no había ninguna conexión entre el
5ºSturm-SA de Berlín y el ataque incendiario, y apenas se mencionó en nuevas publicaciones comunistas.
Bajo este contexto, Kellerhoff da entrada a Münzenberg. Explica que mientras sucedía todo lo anterior, el “barón rojo de la prensa” alemana, Willi Münzenberg, había huido a París, y desde allí organizó una campaña de propaganda a gran escala contra los nazis. Con revistas populares y exitosas como la
Arbeiter-Illustrierten Zeitung y el
Welt am Abend, Münzenberg había sido el principal oponente del editor reaccionario Alfred Hugenberg durante la República de Weimar. Con la ayuda de un pequeño equipo, Münzenberg recopiló información sobre la brutal persecución de los comunistas en Alemania y distribuyó dosieres sobre los crímenes cometidos por el gobierno de Hitler-Hugenberg a periódicos de toda Europa (y no sólo a periódicos comunistas). "Complementaron" sus colecciones con pruebas falsas para respaldar la teoría, ahora generalizada en todo el mundo, de que los nazis también eran responsables del incendio del Reichstag. De esta forma, documentos supuestamente genuinos que denunciaban a Marinus van der Lubbe como “afeminado” y como “homosexual en cada fibra de su ser”, así como que aparentemente había estado en la “lista de amor” del jefe de la SA, Röhm, parece que fueron creados en la oficina de Münzenberg en París. Además, se dijo del joven holandés que era un “mentiroso patalógico”.
La fabricación más bien conocida circuló durante la segunda semana de abril de 1933. Este “
memorando sobre el ataque incendiario del Reichstag” contenía una descripción de cómo los nazis habían prendido fuego al edificio:
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Mientras tanto, los hombres que habían sido designados por Göring entraron en el Reichstag a través de los conductos de calefacción desde el Palacio del Presidente del Reichstag bajo el mando del líder de las SA de Silesia y el diputado Heines. A cada uno de los hombres seleccionados de las SA y las SS se les había asignado un lugar exacto donde iniciar el fuego. Cuando el vigía del Reichstag informó que los parlamentarios comunistas Torgler y Koenen habían abandonado el edificio, la unidad especial de la SA se puso manos a la obra. Con tantos hombres el fuego prendió rápidamente. Luego todos ellos regresaron al Palacio donde se pusieron nuevamente sus uniformes de la SA y de donde se escabulleron rápidamente. La única persona que quedó era van der Lubbe, quien, como precaución, llevaba un pasaporte holandés, un volante comunista sobre el frente unido, algunas fotografías de él mismo y, supuestamente, incluso una tarjeta de miembro de un grupo escindido comunista holandés en el bolsillo trasero del pantalón. He aquí, estaba el fuego deseado.
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El Ministerio de Interior prusiano de Göring se enteró de este “memorando” como muy tarde el 18 de abril, pues fue ese día cuando se archivó una copia del mismo. Sin embargo, sólo se dieron cuenta de su efecto políticamente explosivo ocho días más tarde, cuando el
Manchester Guardian publicó el memorando en dos partes el 26 y 27 de abril. Según el líder del periódico, la fuente de la denuncia tenía estrechos vínculos con los nacionalistas alemanes en el gabinete de Hitler. De esta forma, los ministros del DNVP parecían estar bloqueando a Hitler y oponiendo resistencia al gobierno absoluto del NSDAP. El "memorando" fue un golpe de éxito internacional.
The New York Times informó que había desencadenado una "tormenta diplomática". Como era de esperar, el NSDAP estaba indignado; el
Völkischer Beobachter publicó una furiosa respuesta al artículo del
Manchester Guardian: "
Un supuesto corresponsal especial de dicho periódico publica un artículo sobre el incendio del Reichstag. Titulado 'Alemania en abril', trata el evento de una manera totalmente incendiaria y mendaz, incluida la escandalosa acusación de que 'los pirómanos son miembros del propio gabinete de este gobierno'". El
Telegraphen-Union, un periódico a favor del gobierno, reaccionó de manera similar. Una "
acusación como ésta", decía, "
no tiene parangón en la historia de las naciones civilizadas". Se dijo que el gobierno del Reich aconsejó al personal de su embajada en Londres que "
condenara esas publicaciones en los términos más duros”. Sin embargo, esto no disminuyó el éxito del artículo de ninguna manera. De hecho, el texto ahora también aparecía en un periódico de Basilea. Esta versión se copió en plantillas y se distribuyó en Alemania; los registros de la comisión especial sobre el incendio del Reichstag incluyen más de media docena de copias del folleto de cinco páginas.
A principios de mayo de 1933, se supo que Ernst Oberfohren, que había dirigido la facción DNVP en el Reichstag hasta finales de marzo, se había pegado un tiro. No pasó mucho tiempo para que se le mencionara como el autor del "memorando"; se especuló que se había suicidado o había sido asesinado por los hombres de Goebbels o Göring después de su publicación. Incluso el
Manchester Guardian informó que el texto se había escrito "
a petición del Dr. Oberfohren". El artículo decía: "
El vínculo del Dr. Oberfohren con la denuncia tenía que permanecer en secreto mientras aún estaba vivo, pero ya no hay necesidad de mantener el secreto después de su muerte". Pronto, el “memorando" se publicó como un folleto. A diferencia de la edición en inglés, la edición en alemán incluía una fotografía de Oberfohren y lo nombraba explícitamente como su autor. A primera vista, parecía incriminar a los nazis: una denuncia de un político que, aunque quizás reaccionario, siempre se había opuesto a Hitler y que, después de que el líder de su partido uniera fuerzas con el NSDAP, sintió remordimientos por el incendio provocado, dimitió, y luego puso lo que sabía en papel. Se asumía en general que, después de publicar el texto de forma anónima, los nazis lo habían descubierto y lo habían llevado a suicidarse o simplemente le habían disparado ellos mismos.
Sin embargo, ni Oberfohren ni ningún otro político importante del DNVP podía haber sido el autor del texto, o incluso haberlo encargado. Decía:
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Ya en una de las primeras reuniones del gabinete, la minoría nacionalsocialista había intentado, sin éxito, impulsar la prohibición del partido comunista. Hugenberg había argumentado que el público podía alarmarse por tiroteos incontrolados o incontrolables u otros actos de violencia por parte de comunistas o trabajadores de la izquierda radical que podrían ocurrir una vez que la legalidad del partido ya no era una consideración.
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Sin embargo, en realidad sucedió exactamente lo contrario: el líder del DNVP, Alfred Hugenberg, había presionado para que se prohibiera el KPD, mientras que Hitler había argumentado en contra; esto es evidente en las actas indiscutiblemente genuinas del gabinete, que en 1933 eran por supuesto
top secret. Durante la primera reunión del gobierno de Hitler el 30 de enero, el secretario de comercio e industria del DNVP había exigido la adopción de medidas duras contra los comunistas. La declaración de Hugenberg se registró en el acta de la siguiente manera: “
Dijo que, en su opinión, era imposible evitar la supresión del KPD […]. Añadió que dudaba de que la supresión del KPD llevara a una huelga general y que preferiría la supresión del KPD a una reelección”. Hitler, por otro lado, temía que “
una potencial prohibición del KPD podía conducir a un grave conflicto interno y, finalmente, a una huelga general”. En su opinión, una reelección era mucho menos arriesgada que una prohibición de los comunistas. Esta inversión del verdadero curso de los acontecimientos prueba por sí sola que el autor del "memorando" no estaba familiarizado con lo que sucedía en el Gabinete, lo que hace que el texto sea prácticamente inútil como prueba del incendio del Reichstag. Si el autor no tenía acceso a los asuntos internos, entonces también era incapaz de ofrecer ninguna información "verdadera" sobre el incendio. Los artículos sobre el presunto asesinato de Oberfohren, o su suicidio forzado, también estaban equivocados: el exministro había cometido suicidio porque había sido derrotado por Hugenberg en la batalla por el poder dentro del DNVP y "
en su desesperación había elegido el suicidio", confió su viuda veinte años después.
Otros detalles del "memorando" también resultaron ser incorrectos. Por ejemplo, el hombre del que se dijo que era el cabecilla del equipo de pirómanos, el líder de las SA Edmund Heines, había estado en Gleiwitz la noche del 27 de febrero de 1933, a 450 km de Berlín.
En fin, éstas y otras recreaciones del equipo de Münzenberg formaron la principal "base de datos" para su libro
The Brown Book of the Hitler Terror and the Burning of the Reichstag publicado en París en agosto de 1933.
Saludos cordiales
JL