¡Hola a todos!
fermat escribió:
Pues intentaré hacerme con ellos para tener otro punto de vista.
No sé si sus lecturas te servirán para tener otro punto de vista (lo dudo) sobre los hechos principales en torno a la muerte de Hitler, pero sin duda creo que te serán muy útiles para comprender los motivos por los que muchos lectores quedan cautivos (y no me refiero sólo a los ya proclives a dar por buena cualquier teoría de la conspiración) de estas historias, así como las sutilizas de sus autores para presentar teorías como hechos o pruebas, y un sin fin de argucias más. O eres un experto en el tema de la muerte de Hitler y estás al tanto de todo lo que se publica al respecto, o tendrás dificultades para desenredar la madeja y descubrir las trampas. Voy a poner unos cuantos ejemplos.
En la nota de la editorial a
Grey Wolf, el editor dice que cuando le presentaron la idea del libro, su reacción inicial fue desecharlo como una teoría más de la conspiración. Todo el mundo sabía, dice, que “
Hitler y Eva Braun se suicidaron en el búnker para escapar de la humillación y la ejecución cierta que les esperaba”. Pero dos cosas le hicieron aceptar finalmente la idea: por una parte, la reputación de los autores, y de la otra, “
el reciente descubrimiento independiente de que los restos recuperados en el búnker no eran los de Hitler o Eva Braun”.
A esto vuelven los autores en el prólogo cuando establecen: “
El famoso fragmento del 'Cráneo de Hitler' mantenido en Moscú durante décadas ha sido finalmente analizado por ADN. Es el de una mujer menor de cuarenta años de edad y no es Eva Braun”.
Bien, este libro fue publicado en 2011, dos años después de que se anunciasen en la TV y la prensa las conclusiones del análisis del Dr. Bellantoni. En su momento, yo no hice mucho caso de esta noticia porque en el fondo no demostraba nada en contra de la muerte de Hitler. Incluso dando por bueno el susodicho análisis, lo único que demostraría era que ese fragmento craneal no era de Hitler, pero no demostraba que Hitler no hubiera muerto en el búnker el 30-4-1945.Y esto fue lo que comenté, si no recuerdo mal, en un hilo del foro donde se habló de esa noticia. Por otra parte, tampoco encontré ningún artículo del propio Bellantoni en alguna revista científica. No le presté más atención al asunto.
Pero cuando leí este año el libro de Brisard y Parshina comprendí que todo el asunto Bellantoni era realmente oscuro y que sus conclusiones fueron contestadas por otros científicos. Voy a intentar resumir esta historia.
El Dr. Bellantoni, un profesor de arqueología en la Universidad de Connecticut, afirmó que había tomado una muestra del cráneo, supuestamente de Hitler, que los rusos mantienen en el Archivo Estatal de la Federación Rusa (GARF), y que dicha muestra fue analizada en el laboratorio de genética de su universidad. El resultado del análisis fue emitido en un documental de TV por
History Channel, en el que Bellantoni dijo que “
el hueso parecía ser muy delgado”, que “
el hueso del hombre tiende a ser más robusto, y las suturas donde se juntan las placas del cráneo parecen corresponder a alguien menor de cuarenta años”. Basando su análisis en una prueba de ADN, también afirmó que el cráneo conservado en Moscú era el de una mujer.
La primicia que dio Bellantoni en
History Channel (HC en adelante) se repitió inmediatamente en toda la prensa mundial, y su resumen venía a decir que los rusos habían estado mintiendo durante años. Como era de esperar, en Moscú no sentó nada bien esta noticia, y el director del GARF afirmó que jamás había visto al arqueólogo americano en sus archivos. Añadió que tampoco había autorizado ninguna toma de una muestra del fragmento de cráneo que allí se custodia en el expediente de Hitler. La polémica estaba servida, con Bellantoni asegurando que todo su trabajo era legal, y los rusos desmintiéndolo.
En 2010 en el canal NTV de la TV nacional rusa, Bellantoni aseguró que su trabajo había sido completamente legal: “
We received official authorisation from the Russian Archives, with whom we signed a contract to carry out our work.” Cuando el presentador del programa le preguntó sobre el análisis que había realizado sobre el cráneo, Bellantoni respondió que no, que ellos no habían hecho eso: “
You know, there are a lot of difficulties involved in working on burnt remains. For geneticists, exploring this subject is a real nightmare. It’s extremely difficult to extract markers from this matter that capture the sex of the subject. But we can conclude that the skull in your collection belonged to a woman. Perhaps it was Eva Braun, but we can’t be sure.” (Aquí ya podemos observar cómo el editor y los dos autores de
Grey Wolf manipularon las conclusiones de Bellantoni sobre Eva Braun, pues el arqueólogo dijo que el cráneo quizás era de Eva Braun, pero que no podían estar seguros, mientras que los tres anteriores afirmaron que el cráneo no era de Braun).
Cuando una invitada al programa le preguntó cómo había conseguido las muestras (acusándolo de ladrón), Bellantoni respondió que “
él sólo era un científico que había sido invitado a examinar este cráneo”. Cuando la invitada le volvió a preguntar que contara quién le dio esas muestras, si el personal del GARF o los representantes de HC, Bellantoni contestó que habían sido autorizados a examinar y tomar esas muestras, que era parte del contrato, y que debía subrayar de nuevo que estaba trabajando en el proyecto como científico. Que si querían más detalles que le preguntaran a los productores de HC. Y esto fue lo que hicieron Brisard y Pershina siete años más tarde.
Cando Brisard y Parshina visitaron el GARF con la nueva directora que había sustituido hacía muy poco tiempo al antiguo director, fueron obligados a escribir sus nombres en el libro de registros del GARF. La directora les comentó que cualquier periodista o investigador que quisiera examinar los restos que allí se mantenían de Hitler tenía que escribir su nombre en ese libro. Brisard y Parshina observaron que el libro no contenía mas de diez nombres en los últimos 20 años, y que ninguno de ellos pertenecía a Bellantoni. Cuando le preguntaron por este asunto vía email, Bellantoni respondió que “
all procedures for my work in the Russian archives were managed by the producers of the History Channel. So it is no surprise that my name does not appear on this list. It must have been recorded under the name of the History Channel or the producers.” Es decir, “
Todos los trámites de mi trabajo en los archivos rusos fueron gestionados por los productores del History Channel. Por tanto, no es de extrañar que mi nombre no aparezca en esta lista. Debe haber sido registrado bajo el nombre de History Channel o de los productores”. Esto fue desmentido por la directora del GARF, quien escribió a Brisard y Parshina: “
I wish to inform you that GARF did not sign any agreements with any television channel, Mr. Bellantoni or anyone else to carry out a DNA examination based on the fragment of Hitler’s skull.” Esto es: “
Deseo informarles que GARF no firmó ningún acuerdo con ningún canal de televisión, Mr. Bellantoni ni nadie más para realizar un examen de ADN basado en el fragmento del cráneo de Hitler”.
Bien, Brisard y Parshina le pidieron a Bellantoni que les explicara cómo se las había arreglado para hacerse con esos fragmentos de cráneo. Bellantoni les respondió rápidamente diciendo: “
Our team was authorised to take some small pieces of burnt bone that had become detached from the skull. We didn’t damage or take samples from the skull itself […] I didn’t take those pieces to the United States. They were sent to us by the producers when we came back to the university to carry out the analyses. I imagine that these pieces were given to us by officials. You can check that with the History Channel.” Vale la pena traducirlo: “
Nuestro equipo fue autorizado a tomar unas pequeñas piezas de hueso quemado que se habían desprendido del cráneo. No dañamos ni tomamos muestras del propio cráneo […] No llevé esas piezas a los Estados Unidos. Nos las enviaron los productores cuando regresamos a la universidad para realizar los análisis. Imagino que estas piezas nos las dieron los funcionarios. Pueden comprobar esto con HC”.
Y eso hicieron Brisard y Parshina, poniéndose en contacto con Joanna Forscher, la productora del documental de Bellantoni. Su respuesta fue: “
I have often been asked that question, and unfortunately I cannot reveal any details about how we had this access to the skull.” Es decir: “
Me han hecho esa pregunta a menudo, y lamentablemente no puedo revelar ningún detalle sobre cómo tuvimos acceso al cráneo”. Concluyó su respuesta con esta frase: “
The circumstances of our access can no longer be reproduced in any way.” Esto es, “
Las circunstancias de nuestro acceso ya no se pueden reproducir de ninguna manera”.
Bien, después de exponer este resumen de los datos aportados por Brisard y Parshina sobre el asunto Bellantoni&HC, parece evidente que la impactante noticia de 2009 hace agua por todos lados. En primer lugar, el científico es incapaz de explicar cómo se consiguió esa supuesta muestra del fragmento del cráneo supuestamente de Hitler en poder del GARF. Afirma que eso fue cosa de los productores de HC. Su análisis de ADN carece de todo rigor científico, pues no se puede trazar el proceso de la toma de la muestra desde el GARF en Rusia al laboratorio de la universidad estadounidense, y por tanto no hay certeza de su autenticidad, y caso de que lo fuera, no se puede garantizar que no fuera contaminada en el proceso. La directora del GARF afirma por escrito que no hubo ningún contrato con ningún canal televisivo, con Bellantoni o con cualquier otra persona o institución para realizar un examen de ADN basado en el fragmento del cráneo de Hitler. Y ni HC ni Bellantoni pueden desmentir esa afirmación presentando el contrato. Así las cosas, cómo se puede garantizar que la muestra analizada por el laboratorio de genética de la universidad de Bellantoni era realmente del fragmento del cráneo de Hitler (supuestamente) en poder del GARF? Parece ser que no hay forma de demostrarlo. Todas estas irregularidades me imagino que son la razón fundamental por la cual Bellantoni fue incapaz de publicar sus hallazgos en una revista científica. Ninguna revista académica aceptaría una publicación así con semejantes lagunas.
Ahora bien, lo que cabe reseñar aquí en relación con lo que escribí al principio de esta intervención, es que las particularidades que acabo de exponer en torno a todo el asunto Bellantoni&HC jamás recibieron, que yo sepa, la cobertura mediática en Estados Unidos y Europa. Sólo diez años después, con la publicación del libro de Brisard y Parshina, en lo que yo conozco, se hicieron públicas estas particularidades. ¿Pero cuántos lectores ha tenido hasta el momento el libro de Brisard y Parshina? Seguramente una minucia en comparación con los millones de personas que vieron el documental de HC y leyeron las noticias de la prensa mundial en 2009. Y es aquí, en base a esta avalancha mediática de un más que dudoso análisis de ADN, de donde partieron el editor y los autores de
Grey Wolf (y el autor de
Hunting Hitler) para montar su historia, cuando ya había millones de potenciales lectores previamente “preparados” por los medios de comunicación para dar una exitosa acogida a la publicación del libro, que viene a contar el cuento de que Hitler escapó a la Argentina. En otras palabras, el éxito del libro ya estaba garantizado antes de su publicación, y por eso mismo fue publicado. Y los resultados hasta el día de hoy lo han confirmado. Y lo mismo con el DVD. Sin embargo, se parte de una premisa (una afirmación en realidad) muy cuestionable que muy pocos lectores (aventuro) serán capaces e cuestionar con fundamento, pues muchos de ellos desconocen todas esas particularidades y otros más son de antemano devotos de las teorías de la conspiración.
Me he extendido bastante en este ejemplo y ya es un poco tarde, por lo que dejo la refutación científica de Charlier para otra ocasión. Y si me animo, pondré otras sutilizas de estos autores que siguen el mismo patrón.
Saludos cordiales
JL