Órdenes 270 (Stavka) y 227 (Stalin)

La guerra en el este de Europa

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José Luis
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Órdenes 270 (Stavka) y 227 (Stalin)

Mensaje por José Luis » Lun Nov 01, 2010 11:13 am

¡Hola a todos!

He creído muy interesante traducir en su totalidad estas dos órdenes del mando soviético. Ambas órdenes, en especial la 227 ("Ni un paso atrás"), son un excelente material para el análisis de las diferentes concepciones del liderazgo enfrentado (Stalin/Hitler) y su exposición de la situación a sus tropas. Más allá de su enfoque propagandístico, el realismo de un Stalin implacable (pero tremendamente eficaz) es incuestionable, a mi juicio.

He utilizado para la traducción los apéndices del libro de Geoffrey Roberts, Victory at Stalingrad (London: Pearson Education Limited, 2002), que son la traducción inglesa de los textos rusos. El primer documento, Stavka Order No.270, 16
August 1941,viene recogido en las páginas 197-202, y el segundo, Stalin Order No.227 (‘Not a Step Back’), 28 July 1942, en las páginas 203-210.

ORDEN NO. 270 CUARTEL GENERAL DEL MANDO SUPREMO DEL EJÉRCITO ROJO, 16 DE AGOSTO DE 1941.
Con respecto a la Cobardía y Rendición al Cautiverio y Medidas para Restringir Tales Acciones.

No sólo nuestros amigos reconocen, sino que nuestros enemigos están obligados a reconocer, que en nuestra guerra de liberación contra los invasores germano-fascistas la gran masa del Ejército Rojo, especialmente sus comandantes y comisarios, se está conduciendo de forma irreprochable, tenazmente y, por momentos, heroicamente. Incluso las unidades del ejército que se encuentran cortadas y rodeadas mantienen su moral y tenacidad, no se rinden al cautiverio, se esfuerzan por infligir más daño al enemigo, y evaden el cerco. Como es bien sabido, unidades aisladas de nuestro ejército, al encontrarse rodeadas por el enemigo, usan toda posibilidad para infligir la derrota sobre el enemigo y escapar al cerco.

El Comandante Suplente de las tropas del Frente Occidental, teniente general Boldin, mientras estaba en el área del 10º Ejército cerca de Belostok y rodeado por tropas alemanas, organizó destacamentos de los restos del Ejército Rojo en la retaguardia del enemigo para luchar desde atrás durante 45 días y para romper las fuerzas principales del Frente Occidental. Destruyeron los cuarteles generales de dos regimientos, 26 tanques, 1.049 vehículos blindados, transportes y coches de estado mayor, 147 motocicletas, 5 baterías de artillería, 4 morteros, 15 ametralladoras pesadas, 5 secciones de ametralladoras, 1 avión en un aeródromo y un almacén de bombas de aviación. Mataron a unos 1.000 soldados y oficiales alemanes. El 11 de agosto el teniente general Boldin atacó a los alemanes desde la retaguardia, penetró el frente alemán, y, reuniéndose con nuestras fuerzas, sacó del cerco militar a 1.654 hombres del Ejército Rojo y a su comandante, 103 de los cuales estaban heridos.

El comisario del 8º Cuerpo Mecanizado, Comisario de Brigada Popel', y el comandante del 406º Regimiento de Fusiles, coronel Novikov, condujeron la lucha de 1.778 hombres desde el cerco militar. En constante batalla con los alemanes, el grupo Novikov-Popel' atravesó 650 kilómetros, infligiendo enormes pérdidas en la retaguardia del enemigo.

El comandante del 3º Ejército, teniente general Kuznetsov, y el miembro del consejo militar, Comisario de Ejército de 2ª Clase Birukov, condujeron la lucha fuera del cerco de 498 hombres y comandantes armados del 3º Ejército y organizaron la salida del cerco de las divisiones de fusiles 108ª y 64ª.

Todos esos y numerosos incidentes similares demuestran la determinación de nuestras tropas, y la alta moral de nuestros soldados, comandantes y comisarios.

Pero no podemos ocultar el hecho de que en el reciente periodo han tenido lugar varios casos vergonzosos de rendición al cautiverio enemigo. Determinados generales han han dado un mal ejemplo a nuestras tropas.

El comandante del 28º Ejército, teniente general Kachalov, junto con su estado mayor, se encontró rodeado, demostró cobardía y se rindió al cautiverio fascista alemán. El estado mayor de Kachalov se abrió camino fuera del cerco, junto con partes del grupo Kachalov, pero el teniente general Kachalov prefirió rendirse al cautiverio, prefirió desertar al enemigo.

El teniente general Penedelin, comandante del 12º Ejército, rodeado por el enemigo, tuvo toda oportunidad de romper, como lo hizo la gran mayoría de su ejército. Pero Penedelin no mostró la determinación y voluntad necesarias para la victoria, cedió al pánico y la cobardía y se rindió al cautiverio enemigo, desertó al enemigo, cometiendo así un crimen contra la patria como violador de su juramento militar.

Rodeado por fuerzas germano-fascistas, el comandante del 13º Cuerpo de Fusiles, mayor general Kirillov, en vez de llevar a cabo su deber para con su patria y organizar a las unidades a él confiadas para rechazar al enemigo y escapar del cerco, desertó del campo de batalla y se rindió al cautiverio enemigo. Como resultado, unidades del 13º Cuerpo fueron destruidas y algunas de ellas se rindieron al cautiverio enemigo sin una resistencia seria.

Debería observarse que a la vista de todos los indicadores de rendición al cautiverio enemigo, los miembros de los consejos militares, comandantes, trabajadores políticos y fuerzas especiales ('osoboot-del' shchiki') en el área del cerco demostraron una confusión inaceptable y una vergonzosa cobardía, y no hicieron ningún esfuerzo incluso para evitar la rendición al cautiverio enemigo de los atemorizados Kachalov, Kirillov y otros.

Estos vergonzosos casos de rendición a nuestro acérrimo enemigo son la evidencia de que en las filas del Ejército Rojo están no sólo los generosos y entusiastas defensores de su patria soviética de la invasión, sino también inestables, timoratos y cobardes elementos. Y estos elementos no están sólo en las filas del Ejército Rojo, sino entre sus estructuras de mando. Es bien sabido que algunos comandantes y trabajadores políticos en su comportamiento en el frente no son un modelo de coraje, tenacidad y amor por el país para los soldados del Ejército Rojo, sino que, al contrario, se esconden en las trincheras, se dan al papeleo, sin ver u observar el campo de batalla, y a la vista de las primeras dificultades serias en batalla se entregan al enemigo, rompen sus insignias de rango y desertan del campo de batalla.

¿Es posible tolerar en las filas del Ejército Rojo cobardes desertando al enemigo y rindiéndose al cautiverio, o comandantes pusilánimes que a la primera complicación en el frente rompen sus insignias y desertan a la retaguardia? ¡No. Es imposible! Si cedemos antes estos cobardes y desertores, pronto desmoralizarán a nuestro ejército y arruinarán nuestro país. Los cobardes y desertores deben ser eliminados.

¿Es posible considerar como comandantes de batallones o regimientos a comandantes de batallón y regimiento que se ven a sí mismos como comandantes pero que se esconden en las trincheras durante la batalla, sin ver el campo de batalla u observar el desarrollo de la batalla? ¡No. Es imposible! Estos son impostores, no comandantes de batallones y regimientos. Si cedemos ante tales impostores, convertirán en poco tiempo a nuestro ejército en una burocracia masiva. Es necesario removerlos rápidamente de sus puestos como impostores, degradarlos, transferirlos a filas, ejecutarlos en el sitio si es necesario, y reemplazarlos con gente firme y valiente de entre las filas de los oficiales subalternos o soldados del Ejército Rojo.

ÓRDENES

1. Los comandantes y trabajadores políticos que durante la batalla rompan sus insignias de rango y deserten a la retaguardia o se rindan al cautiverio enemigo serán considerados desertores intencionados, cuyas familias estarán sujetas a arresto como familiares de violadores de su juramento, traidores y desertores de su país.

El deber de todos los comandantes y comisarios superiores es ejecutar en el sitio a semejantes desertores entre oficiales.

2. Las unidades y elementos que se encuentren el el cerco enemigo deben luchar generosamente hasta el final, guardando el equipo con sus vidas, atacando a las fuerzas enemigas desde la retaguardia e infligiendo la derrota a los perros fascistas.

La responsabilidad de todo soldados si su unidad es rodeada, sin consideración a su posición oficial, es demandar de los oficiales superiores combatir hasta el final y romper el cerco. Y si los oficiales y soldados en vez de organizar un rechazo del enemigo prefieren rendirse al cautiverio, destruirlos con todos los medios, terrestres y aéreos.

Las familias de los hombres del Ejército Rojo que se rindan al cautiverio serán privadas de los derechos y ayuda del estado.

3. La responsabilidad de todos los comandantes y comisarios divisionales es remover inmediatamente del puesto a los comandantes de batallón y regimiento que se escondan en las trincheras durante la batalla, con miedo a dar liderazgo en el campo de batalla, y degradar a esos oficiales como impostores, transferirlos a filas y si es necesario ejecutarlos en el sitio, promoviendo en su lugar gente generosa y valiente de los oficiales subalternos o de las filas de destacados soldados del Ejército Rojo.

Las órdenes serán leídas en todas las compañías, escuadrones, baterías, mandos y planas mayores.


CUARTEL GENERAL DEL MANDO SUPREMO

Presidente del Comité de Defensa del Estado I. Stalin
Vicepresidente del Comité de Defensa del Estado V. Molotov
Mariscal de la Unión Soviética S. Budennyi
Mariscal de la Unión Soviética K. Voroshilov
Mariscal de la Unión Soviética S. Timoshenko
Mariscal de la Unión Soviética B. Shaposhnikov
General del Ejército G. Zhukov


ORDEN NO. 227 DE STALIN (“NI UN PASO ATRÁS”)
Orden No. 227 del Comisario de Defensa del Pueblo
28 de julio de 1942

El enemigo arroja al frente nuevas fuerzas y, a pesar de grandes pérdidas, está penetrando profundo en la Unión Soviética, invadiendo nuevas regiones, devastando y destruyendo nuestras ciudades y pueblos, violando, robando y matando al pueblo soviético. La batalla ruge en el área de Voronezh, en el Don, en el sur a la entrada del Cáucaso septentrional. Los ocupantes alemanes están penetrando hacia Stalingrado, hacia el Volga, y quieren a cualquier precio capturar Kuban y el Cáucaso septentrional y sus recursos de pan y petróleo. Los alemanes ya han tomado Voroshilovgrad, Starobel’sk, Rossosh’, Kupyansk, Valuiki, Novocherkassk, Rostov en el Don y la mitad de Voronezh. Unidades del Frente Meridional, sucumbiendo al pánico, abandonaron Rostov y Novocherkassk sin oposición seria y sin órdenes de Moscú, cubriendo así sus estandartes con vergüenza.

Las gentes de nuestro país, por todo su amor y respeto por el Ejército Rojo, están comenzando a desilusionarse por ello, están perdiendo la fe en el Ejército Rojo, y muchos de ellos están maldiciendo al Ejército Rojo por entregar nuestro pueblo al yugo de los opresores alemanes, mientras él mismo escapa hacia el este.

Algunos tontos del frente se conforman diciendo que podemos retirarnos más al este, que tenemos mucho territorio, muchas tierras, montones de gente, y que siempre tendremos mucho pan. Con esto excusan su vergonzosa conducta en el frente. Pero, mediante falsedades y mentiras, tales voces ayudan a nuestros enemigos.

Cada comandante, soldado y trabajador político deben entender que nuestros recursos no son ilimitados. El territorio del estado soviético no es un desierto vacío sino gentes, trabajadores, campesinos, intelectualidad, nuestros padres, madres, esposas, hermanos e hijos. El territorio de la Unión Soviética, que el enemigo ha capturado, es pan y otros productos para el ejército y la retaguardia, metal y combustible para la industria, fábricas, empresas, los ferrocarriles, y suministros para las fuerzas armadas y sus reservas. Tras la pérdida de la Ucrania, Bielorrusia, las repúblicas bálticas, el Donbas y otras áreas tenemos mucho menos territorio, muchos menos metales, mucho menos pan, y mucha menos gente, fábricas y empresas. Hemos perdido más de 70 millones en población, y más de 8.000 millones puds de pan al año y más de 10 millones de toneladas de metal al año. Ya no tenemos más reservas de gente que los alemanes, ni cualesquiera reservas de pan. Retirarse más significaría la ruina de nuestro país y de nosotros mismos. Cada nuevo trozo de territorio que perdamos reforzará de forma importante al enemigo y debilitará gravemente nuestra defensa, nuestra patria.

Por tanto, es necesario que paremos toda voz de que tenemos la posibilidad de retirada ilimitada, que tenemos un montón de territorio, que nuestro país es grande y rico, con mucha gente, y pan en abundancia. Tal decir es mentira y nocivo, nos debilita y fortalece al enemigo, porque si no hay fin a la retirada, quedaremos sin ningún pan, ningún combustible, ningún metal, ninguna materia prima, ninguna empresa, ninguna fábrica y ningún ferrocarril.

Sigue de esto que es hora de acabar con la retirada.

¡Ni un paso atrás! Este debe ser ahora nuestro principal eslogan.

Es necesario defender hasta la última gota de sangre cada posición, cada metro de territorio soviético, aferrarse a cada trozo de tierra soviética y defenderla hasta lo máximo.

Nuestra patria está atravesando días difíciles. A cualquier coste, debemos detener y luego echar y destruir al enemigo. Los alemanes no son tan poderosos como les parece a los que son presa del pánico. Están avanzando con sus últimas fuerzas. Resistir sus golpes ahora durante los siguientes meses y esto significará la garantía de nuestra victoria.

¿Podemos absorber el ataque y luego hacer retroceder al enemigo al oeste? Sí podemos, porque nuestras fábricas y empresas en la retaguardia están trabajando ahora excelentemente y el frente está recibiendo cada vez más aviones, tanques, artillería y morteros.

¿Qué no tenemos suficiente?

No tenemos suficiente orden y disciplina en compañías, batallones, regimientos, divisiones, unidades de tanques y escuadrones aéreos. Esta es ahora nuestra principal deficiencia. Debemos establecer en nuestro ejército estricto orden y disciplina de hierro si queremos salvar la posición y defender la patria.

No es permisible tolerar más comandantes, comisarios, trabajadores políticos, unidades y formaciones que abandonen deliberadamente posiciones militares. No es permisible tolerar más comandantes, comisarios y trabajadores políticos que permitan a los que caen presas del pánico determinar la posición en el campo de batalla y atraer a otros soldados para retirarse y abrir así el frente al enemigo.

Las víctimas del pánico y los cobardes deben ser eliminados al momento.

En lo sucesivo se exige una disciplina de hierro de cada comandante, soldado y trabajador político, ni un paso atrás sin órdenes de autoridades superiores.

Los comandantes de compañías, batallones, regimientos y divisiones, y los comisarios y trabajadores políticos responsables que se retiren de posiciones militares sin órdenes de arriba son traidores a su país. Tales oficiales y trabajadores políticos serán tratados como traidores a su país.

Tales son los llamados de nuestra patria.

Implementar esta orden significa la defensa de nuestras tierras, la salvación de la patria, y el exterminio y destrucción de un odioso enemigo.

Tras su retirada de invierno ante la vigorosa presión del Ejército Rojo, cuando la disciplina de las fuerzas alemanas comenzó a resquebrajarse, los alemanes implementaron varias medidas para restaurar la disciplina, y con no malos resultados. Organizaron más de 100 compañías penales para soldados culpables de infracciones disciplinarias de cobardía o vacilación y los colocaron en las secciones más peligrosas del frente, ordenándoles expiar sus pecados con su sangre. Organizaron unos 10 batallones penales más para oficiales culpables de infracciones disciplinarias de cobardía o vacilación, los privaron de sus medallas y los colocaron en secciones del frente incluso más peligrosas y les ordenaron expiar sus pecados. Finalmente, organizaron destacamentos de bloqueo especiales, los colocaron detrás de divisiones vacilantes, y les ordenaron disparar en el sitio a los que caían presas del pánico en el caso de intentos de abandono deliberado de posiciones o intentos de rendirse al cautiverio. Como es bien sabido, esas acciones tuvieron su efecto y ahora las fuerzas alemanas combaten mejor de lo que combatieron en el invierno. En consecuencia los alemanes tienen buena disciplina, aunque no tienen ningún objetivo noble de defender su patria, sólo un objetivo depredador -subyugar otro país- mientras que nuestras fuerzas, teniendo el noble objetivo de defender su profanado país, no tienen semejante disciplina y por tanto toleran la derrota.

¿Se debería aprender del enemigo en este asunto, como en el pasado aprendieron nuestros ancestros del enemigo y luego continuaron para lograr la victoria?

Creo que deberíamos.

El Mando Supremo del Ejército Rojo ordena:

1. Consejos Militares de Frente y, sobre todo, Comandantes de Frente:

(a) liquidar incondicionalmente la atmósfera de retirada entre las tropas y cortar con mano de hierro la propaganda de que podríamos y deberíamos retirarnos más al este, como si tal retirada no fuese dañina;

(b) remover sin reservas del puesto y enviar al cuartel general para un consejo de guerra a los comandantes de ejército que permitan una deliberada retirada de tropas de posiciones ocupadas sin órdenes del comandante del Frente;

© organizar en la línea del frente 1-3 (dependiendo de la situación) batallones penales (de 800 personas), a los que serán enviados oficiales superiores y de rango medio, y los correspondientes trabajadores políticos de todos los tipos de fuerzas, culpables de infracciones disciplinarias de cobardía o vacilación, y colocarlos en las más difíciles secciones del frente para que tengan la posibilidad de expiar con sangre por sus crímenes contra la patria.

2. Consejos Militares de Ejército y, sobre todo, Comandantes de Ejército:

(a) remover incondicionalmente de los puestos a los comandantes y comisarios de cuerpos y divisiones que permitan una retirada deliberada de tropas de posiciones ocupadas sin órdenes de comandantes de ejército y enviarlos al Consejo Militar del Frente para consejo de guerra;

(b) organizar dentro del ejército 3-5 destacamentos de bloqueo bien armados (de hasta 200 personas cada uno), colocarlos en la inmediata retaguardia de divisiones vacilantes con la responsabilidad, en el caso de pánico y retirada desordenada de las unidades de división, de ejecutar en el sitio a las víctimas del pánico y los cobardes, ayudando así a los soldados honestos de la división a cumplimentar su deber para con la patria;

© organizar dentro del ejército 5-10 (dependiendo de la situación) compañías penales (de 150-200 personas cada una), a las que serán enviados soldados y oficiales subalternos culpables de infracciones disciplinarias de cobardía o vacilación y que serán colocados en las más difíciles situaciones del ejército para que se les dé la oportunidad de expiar con su sangre por sus crímenes contra la patria.

3. Comandantes y Comisarios de Cuerpos y Divisiones:

(a) remover sin reservas del puesto a comandantes y comisarios de regimientos y batallones que permitan la retirada deliberada de unidades sin órdenes de los comandantes de cuerpo o divisionales, retirando sus medallas y condecoraciones y enviándolos al Consejo Militar del Frente para consejo de guerra;

(b) prestar toda ayuda y apoyo a los destacamentos de bloqueo del ejército fortaleciendo el orden y la disciplina en las unidades.

La orden será leída en todas las compañías, escuadrones, baterías, mandos y planas mayores.

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Órdenes 270 (Stavka) y 227 (Stalin). Comisarios

Mensaje por jesus2 » Lun Nov 01, 2010 4:18 pm

Buenos días, José. Echo en falta la "Orden de los comisarios" (soviética) que privaba a los mismos de los privilegios de estar a la par con los comandantes miliares, tan importante como las dos citadas. Aunque seguramente se encuentra en alguna parte del foro.

La orden 270 trataba de evitar las increíbles cifras de prisioneros cosechadas por los alemanes en las primeras semanas y bolsas de la Operación Barbarroja, en especial tras las bolsas de Volkovysk y Minsk. No se consiguió el objetivo, por cierto. La 227 trataba de eliminar el clima de mirar hacia atrás más que adelante cuando las tropas soviéticas eran atacadas o estaban en vísperas de serlo.

En general, la idea que subyace bajo estas órdenes es el temor a que las unidades del Ejército Rojo (y con ello el propio Ejército Rojo en su conjunto) se disuelvan en situaciones complicadas, rindiéndose o retirándose sin haber estado prácticamente en combate (en ocasiones sin entrar en combate) o sin poder haber hecho todo lo que podían haber hecho en ese sentido. Stalin apela al pueblo, la familia, la patria más que el Estado. Al ciudadano. A la Madre Patria como algunos han descrito. Se deja a un lado el sistema político propio (nada de glorificar el comunismo, la lucha de clases, etc.) para atacar al sistema político ajeno (perros fascistas, etc.) y sobre todo glorificar al soldado y su máxima expresión: el Ejército Rojo. Es curioso observar cómo casi siempre, por no decir siempre, se nombra primero a los militares y después a los comisarios políticos, aunque en términos de toma de decisiones los comisarios tenían la última palabra y por ello estaban por encima de sus comandantes. De ahí la importancia de la Orden de los comisarios. Y cuando los comisarios son citados en primer lugar es para remarcar la importancia de los militares sobre los comisarios.

En una palabra: unidad. Para vencer a Alemania la URSS debe estar unida. Todos son iguales, y vale lo mismo un ruso y un uzbeko, tiene el mismo valor la tierra ucraniana y la siberiana. El Ejército Rojo ya no es el ejército del Estado o del Partido, es el ejército de la Patria. Es curioso observar cómo con el paso del tiempo el Ejército Rojo y Stalin acabaron pareciéndose más a la Wehrmacht y a la primera época de Hitler, y viceversa. Stalin con el tiempo y la necesidad vio qué debía hacer para vencer a Alemania, y lo hizo. Todo lo contrario que Hitler, cuyas ideas políticas y su desprecio/odio hacia el pueblo eslavo y el comunismo siempre fueron en primer lugar sobre la situación de la guerra en el Frente Oriental.

Un saludo.

P.D. ¿No debería estar este tema en el subforo de documentos? Aunque también tiene cabida aquí.
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Mensaje por Angel » Lun Nov 01, 2010 7:00 pm

La traducción de la Orden número 227, me parece bastante cercana a su verdadero sentido, si la comparan con la traducción al español en la edición soviética de 1985:

“En la orden se exigía:… “cortar de raíz las habladurías de que… nuestro territorio es extenso, nuestro país es grande y rico, con una población numerosa, y que nunca careceremos de pan. Semejantes habladurías son mentirosas y perjudiciales, nos debilitan a nosotros y fortalecen al enemigo, pues si no dejamos de retroceder, nos quedaremos sin pan, sin combustible, sin metal, sin materias primas, sin fábricas, sin ferrocarriles… Es hora de acabar con la retirada. ¡Ni un solo paso atrás! Este debe ser ahora nuestra consigna principal”. (1)

El autor se extiende más aún sobre las causas y efectos de la famosa orden, dada en un contexto donde el Mando Supremo, luego del análisis de la ofensiva alemana, cayó en la cuenta de que la dirección de Stalingrado era particularmente peligrosa. El Frente de Stalingrado, mandado por V. Gordov, no pudo cumplir determinadas ordenes dadas desde el Estado Mayor General y por el propio Stalin en comunicación telegráfica. En ellas decía tajantemente a Gordov: “Exijo, sin admitir discusión, que se mantenga en nuestras manos la línea defensiva al oeste del Don, desde Klétskaya hasta Nízniaya Kalínovka pasando por Rozhkóvskaya…” y finalizaba agregando: “Tiene fuerzas suficientes para hacerlo. Prohíbo categóricamente que el abandono de dicha línea defensiva…”. (2)

Demás está decir que la orden no fue cumplida y Stalin lo atribuyó a la falta de disciplina, y el 25 de julio de 1942 dirigió a través de Vasilevski una advertencia aún más severa:
“La actitud del Frente de Stalingrado provoca indignación en el Gran Cuartel General… El GCG exige incondicionalmente que en los próximos días esté recuperado el frente de Stalingrado –la línea defensiva desde Klétskaya hasta Kalmyki– y que el enemigo sea expulsado más allá del río Chir. Si el Consejo Militar del Frente no es capaz de hacerlo, que lo diga franca y honestamente.
El GCG exige del mando del Frente de Stalingrado una respuesta clara acerca de su disposición a cumplir la presente directiva”. (3)

Stalin se percató de que la Directiva dada al Frente de Stalingrado era no solo de un tono excepcionalmente brusco, sino que carecía de fundamento suficiente, dada la superioridad de las fuerzas alemanas, especialmente en tanques y aviación; lo que exigía que se pusiera en un máximo de tensión a los soldados soviéticos; de ahí que mandó preparar la Orden 227, particularmente severa, ordenando que se mantuvieran incondicionalmente las líneas ocupadas, pues que con la continuación de la retirada hacia el Este, se avecinaba el desastre.

Saludos

(1) S. Shtemenko. El Estado Mayor General Soviético durante la guerra. Libro Primero. Traducido del ruso por J. Rodríguez. Editorial Progreso. Moscú. 1985; pág 96.
(2) Ibid.; pág. 92.
(3) Ibid.; págs. 94-95.

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Mensaje por José Luis » Lun Nov 01, 2010 8:14 pm

¡Hola a todos!
jesus2 escribió:
P.D. ¿No debería estar este tema en el subforo de documentos? Aunque también tiene cabida aquí.
Buenas tardes, Jesús. En un principio así lo pensé. Sin embargo, teniendo en cuenta que este tipo de documentos pueden resultar muy necesarios para acompañar el contexto político/de liderazgo de las operaciones, decidí finalmente incluirlos en este subforo para hacerlos más fácilmente accesibles al mismo.
jesus2 escribió:
Echo en falta la "Orden de los comisarios" (soviética) que privaba a los mismos de los privilegios de estar a la par con los comandantes miliares, tan importante como las dos citadas.
Me gustaría señalar que la eliminación del sistema de mando dual tuvo lugar en varias ocasiones desde la propia época de la creación de la institución de los comisarios (julio de 1918). La última antes del inicio de la Gran Guerra Patriótica fue ya casi al año de iniciarse la SGM, en agosto de 1940, cuando, de nivel de cuerpo para abajo, los comisarios volvieron a su papel como jefes de las actividades políticas de la unidad a la que pertenecían. Es decir, se ponía fin al sistema de mando dual (cuya última re-introducción había tenido lugar en 1937), bajo el cual “el comisario militar responde junto con el comandante de todas las esferas de la vida militar, política y económica de la unidad”, y se restablecía el mando único (Edinonachalie), donde las órdenes de los comandantes ya no tenían que ser refrendadas por los comisarios, quedando los comandantes plenamente al cargo de todos los asuntos militares y políticos de sus unidades. Esa misma orden de agosto de 1940 introdujo la designación de comandante suplente para asuntos políticos (zampolit), que reemplazó gradualmente al término comisario.

El cambio duró hasta el 10 de julio de 1941, cuando Stalin ordenó que se restableciese el sistema de mando dual. La orden, en su posterior desarrollo, volvió a establecer que los comisarios respondían junto con los comandantes de la plena cumplimentación de las tareas militares de sus unidades, haciéndolos igualmente responsables por los fracasos. El mando dual duró hasta que fue finalmente abolido el 9 de octubre de 1942, restableciéndose, ya de forma permanente, el mando único.

He recogido estos datos, cierto que rápidamente, de uno de mis autores favoritos, Roger R. Reese, en concreto de su libro The Soviet Military Experience (London & New York: Routledge, 2000). Reese es de la opinión que el tema del mando dual o único tuvo poco impacto en el frente. Las relaciones entre los comandantes y los comisarios eran normalmente buenas por una serie de razones. En primer lugar, a nivel de división para arriba, los comandantes escogían personalmente a sus comisarios, de tal modo que era improbable un choque de personalidades. En segundo lugar, hubo un constante intercambio de personal entre el PUR (Administración Política del Ejército Rojo, también abreviada PURKKA) y el cuerpo de oficiales que sirvió para reducir cualquier posible conflicto de identidades. Durante la guerra se aceleró este intercambio, mayormente fluyendo desde el PUR al cuerpo de oficiales. Algunos hombres estuvieron yendo y viniendo constantemente de sus asignaciones ora al PUR, ora a comisiones de mando. En tercer lugar, estaba el importante hecho de que comandantes y comisarios compartían los mismos peligros del frente.
Angel escribió: Demás está decir que la orden no fue cumplida y Stalin lo atribuyó a la falta de disciplina.....
Efectivamente. Reese expresa que la orden (227) no fue bien recibida por el liderazgo de línea de frente. Un corresponsal militar que servía en el frente escribió en su diario: “El comandante de división anunció la NKO 227. Cuando la leyó la gente se puso rígida. Nos puso la piel de gallina”. Hubo quien interpretó la orden como una acusación de cobardía contra el ejército, provocando el resentimiento; otros la aceptaron como una fatalidad, Sin embargo, los comandantes del frente no obedecieron el espíritu de la orden. Como señala Reese, en vez de crear destacamentos de bloqueo con sus mejores tropas (cuestión que los comandantes veían como una pérdida de buenas fuerzas), los llenaron con sus soldados más inútiles asignándoles tareas de ínfima importancia o bien utilizaron esos destacamentos como unidades de choque para actuar como reservas de emergencia. Algunos comandantes los utilizaron como destacamentos de guardia para proteger sus cuarteles generales. La orden 227 fue rescindida en octubre de 1942, si bien los batallones penales (shtrafnyi) permanecieron hasta el final de la guerra (Reese, Op. Cit., p. 115).

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Re: Órdenes 270 (Stavka) y 227 (Stalin)

Mensaje por jesus2 » Mar Nov 02, 2010 11:44 pm

Buenas noches, José. Tenia bastante claro desde el primer momento que si decidiste colocar esta información en esta parte del foro tus razones tendrías para ello, tras haber sopesado las diversas opciones.

Te agradezco la información sobre los comisarios. Sin embargo me resulta curioso el observar que, al mismo tiempo que determinados autores pecan de germanofilia, otros lo hacen de rusofilia o sovieticofilia. Por supuesto no soy nadie para poner en duda lo escrito por Reese, pero decir que el tema del mando dual o único tuvo poco impacto en el frente me parece algo temerario. David Glantz, en su primer libro sobre la trilogía de Stalingrado, indica claramente que la caída de la Península de Crimea en mayo-julio del 42, para mayor gloria del futuro Mariscal von Manstein, fue debida en parte a la incompetencia y sobre todo las acciones por coacciones del comisario Mekhlis, enviado por Stalin a dicha zona. El propio Glantz en el mismo libro enumera alguna de las "hazañas" de dicho personaje durante la Operación Barbarroja.

Un saludo.
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Mensaje por José Luis » Mié Nov 03, 2010 8:43 am

¡Hola a todos!

Buenos días, Jesús. Lo expuesto por Glantz es un hecho (a un nivel de formación superior) y aquí no hay discusión; sólo falta que esta excepción (y probablemente alguna más de menor calado) adquiera categoría de norma. Yo no he estudiado este asunto, pero cuando leí las biografías que Armstrong dedicó a los comandantes de tanques soviéticos* me llamó la atención la buena relación que, en general, mantuvieron los Katukov, Romistrov y compañía con sus comisarios políticos. Por otra parte, no albergo duda alguna de que Reese habla con conocimiento de causa, no en vano ha escrito** tres excelentes libros sobre el Ejército Rojo, y su afirmación debe estar bien fundada. Tenemos que pensar que el sistema de mando dual, cuantitativamente hablando, tuvo mucho más impacto, en su desarrollo, a nivel táctico (cuerpo para abajo) que a nivel operacional (ejército) y estratégico (frente). En este sentido, cabe subrayar, que en los primeros meses de la guerra nazi-soviética, el NKO asignó misiones de mando a 4.491 hombres del PUR y a finales de 1941 transfirió 3.000 hombres más al cuerpo de oficiales. Y en 1942 asignó a 1.562 trabajadores políticos (politruki) mandos a nivel de compañía, batallón e incluso regimiento. En los momentos más críticos de los combates hubo numerosos casos donde comandantes de compañías usaron a sus politruki como comandantes de sección (1). Los casos de incompetencia entre comisarios/trabajadores políticos no creo que fuesen estadísticamente más numerosos que los dados entre el cuerpo de oficiales y suboficiales. Y las desavenencias entre estos dos grupos, con resultados fatales, creo que fueron más la excepción que la norma. Todo ello, claro está, debe verse desde la perspectiva de la terrible situación bajo la que tuvieron que operar (bajo la mano vengativa de Stalin).

* Richard N. Armstrong, Red Army Tank Commanders: The Armored Guards (Schiffer Publishing, 2004).

** El ya citado, más Stalin's Reluctant Soldiers: A Social History of the Red Army, 1925-1941 (University Press of Kansas, 1996) y Red Commanders: A Social History of the Soviet Army Officer Corps, 1918-1991 (University Press of Kansas, 2005). Y por cierto, el año que viene (abril 2011) está programada la publicación de un nuevo libro suyo: Why Stalin's Soldiers Fought: The Red Army's Military Effectiveness in World War II.

(1) Reese, Red Commanders..., p. 169.

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Mensaje por jesus2 » Mié Nov 10, 2010 2:20 am

José Luis escribió:Tenemos que pensar que el sistema de mando dual, cuantitativamente hablando, tuvo mucho más impacto, en su desarrollo, a nivel táctico (cuerpo para abajo)
Exactamente a eso me refería y en eso estaba pensando, y cuanto más abajo, especialmente a nivel de batallón, peor fueron las cosas. Sin embargo no creo que sea ese, la diferencia entre los tres niveles de la guerra en referencia a los comisarios, el principal problema al tratar este asunto. El verdadero problema está en la, bajo mi punto de vista, amenazadora presencia a nivel directo y sobre todo indirecto de un comisario para su comandante. En especial la alargadísima sombra del, llamémosle de esta manera, comisario jefe: Stalin.

Si al poco de comenzar Barbarroja Stalin volvió a introducir el sistema dual de mando comisario-comandante militar fue por algo, y si se eliminó en octubre del 42, también. En el primer caso se trataba de que el Ejército Rojo siguiera las directrices de Stalin, que nadie actuara por su cuenta y sobre todo evitar el derrotismo, las deserciones, el escaso espítiru combativo y más aún, la rendición en masa a poco que se compliquen las cosas. En el segundo, viendo que esto ya no ocurría en masa, los soldados luchaban y los mandos obedecían las órdenes el sistema dual de mando ya no era necesario y Stalin, para dotar de la máxima confianza (y responsabilidad) a sus líderes militares, lo anuló. Pero lo que realmente anuló fue el quitar el peso y pensamiento a sus líderes militares de saber que, si las cosas no salían bien aun a pesar de haber hecho un buen trabajo (el enemigo y hasta la suerte también cuentan) ya no acababan en el GULAG, deportados, encarcelados, etc. como en los viejos tiempos de mediados de los años 30 y las purgas de Stalin sobre el ejército. Stalin había comenzado a levantar la mano y era severo únicamente cuando la situación así lo requería y únicamente actuaba en claros casos de grave incompetencia, cada vez menos numerosos.

El caso es que cada vez me parece más ligera la afirmación de Reese sobre los comisarios. A nivel táctico, en especial en Barbarroja, las tragedias colectivas fueron muy numerosas, y hay muchísimos casos que lo atestiguan. Si esto ocurre a nivel directo, al indirecto, con la maligna presencia de un comisario que se sabe es el representante de un líder que no hace muchos años eliminaba a sus líderes militares sin ningún motivo, peor aún. Ni siquiera es necesario que haga nada: solamente con estar allí y la labor coaccionadora, sugestiva e incluso coercitiva de su presencia, el comandante militar no se atreve a hacer las cosas de otra manera a como se le han ordenado, aun sabiendo que se harán mal o no del mejor modo posible. Los casos y sobre todo las personas como Zhukov son excepciones escasas en ese sentido.

En 1.941 el sistema dual estaba en su máximo apogeo, y su incidencia en las unidades militares, bien de manera directa, bien en la indirecta, era altísima. En 1.942 poco a poco se empiezan a ver cambios, y en 1.943, ante los cambios político-militares y la creciente competencia de los comandantes militares, prácticamente la totalidad de los mismos ven en su comisario político un aliado, en ocasiones un amigo, y no un enemigo o una persona jugando a un doble juego como ocurría antes.

Un saludo al foro.
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Mensaje por José Luis » Mié Nov 10, 2010 12:11 pm

¡Hola a todos!

Buenos días, Jesús. Verás, el desastre militar sufrido por el Ejército Rojo durante la mayor parte de la Operación Barbarroja no tuvo nada que ver con el tema del mando único-dual. Regía el mando único cuando los alemanes invadieron la URSS el 22 de junio, y se restableció el mando dual el 10 de julio, cambio que no tuvo sustancial incidencia en el comportamiento posterior de las unidades y formaciones de combate del Ejército Rojo.

Los verdaderos motivos de las deserciones en masa y las rendiciones voluntarias que caracterizaron a una parte relativamente importante de las unidades y formaciones de combate del Ejército Rojo durante las primeras semanas de Barbarroja se encuentran en las carencias de un adecuado entrenamiento militar y, sobre todo, una razonable motivación política de sus tropas y oficiales, incluyendo aquí buena parte de sus comisarios y trabajadores políticos. El descontento general de esta gente, que por cierto venía de muy antiguo, por las condiciones de vida en el Ejército Rojo y por el padecimiento que sufrieron sus familias como consecuencia de algunas de las políticas más drásticas del régimen, los sentimientos nacionalistas de muchos de ellos y una preparación militar generalmente muy insuficiente combinaron el desencadenante principal de las decenas de miles de deserciones y rendiciones voluntarias que se produjeron en los primeros días de la guerra, especialmente en los territorios fronterizos de los estados bálticos, Bielorrusia y Ucrania. Esta gente mal entrenada y equipada no estaba dispuesta a sacrificar sus vidas por un régimen político que detestaban, y tuvieron la ilusión, nunca mejor dicho, de que los nazis suprimirían esas indeseadas políticas comunistas de las granjas colectivas, del gulag, de la falta de libertad religiosa, etc., devolviéndoles finalmente su independencia o una cierta autonomía política. Fue precisamente la política criminal de los nazis con los habitantes de los territorios ocupados, que pronto se hizo pública entre las tropas del Ejército Rojo, y no la restauración del mando dual, la que convirtió el descontento y las aspiraciones políticas de las tropas que así sentían en el Ejército Rojo, y de la población en general, en una auténtica motivación patriótica para defender sus tierras, sus vidas y las de sus familias del criminal invasor nazi.

Quiero recordar, amigo Jesús, que los comisarios y trabajadores políticos del Ejército Rojo nunca gozaron de una especie de inmunidad a las represalias del liderazgo político por los fallos o fracasos de sus cometidos. Cabe señalar que las purgas militares de 1937/1939 no afectaron exclusivamente a oficiales y soldados, sino también a comisarios y trabajadores políticos del Ejército Rojo; fueron miles de comisarios y politruki los que fueron purgados. Por otra parte, como ya he dicho en un mensaje anterior, el restablecimiento del mando dual en julio de 1941 significaba, además del mando compartido, que comandantes y comisarios o trabajadores políticos corrían la misma suerte caso de un fracaso de la unidad o formación en la que servían. Por eso, en general, las relaciones entre estos hombres eran armoniosas y de sincera colaboración, y sólo en los casos en que había un choque de personalidades podía surgir la fricción, con resultados negativos para el desempeño de la unidad o formación. Pero, en el conjunto, estos casos de personalidades antagónicas no fueron la norma, sino la excepción.

En el lamentable desempeño militar de muchísimas unidades durante 1941 (y después), el auténtico motivo de fondo fue, por una parte, el catastrófico entrenamiento militar de comandantes de sección, compañía, batallón e incluso regimiento, y, por otra, la escasez de estos comandantes para cubrir los puestos resultantes de la precipitada expansión del Ejército Rojo que tuvo lugar en los años inmediatamente anteriores a la invasión alemana. Ambos problemas crearon un círculo vicioso de incompetencia por falta del tiempo requerido para una adecuada preparación. Hubo muchos oficiales, reclutados de la reserva, que mandaron regimientos y batallones sin tener previamente ninguna experiencia de mando. No fue infrecuente que el cuadro general pintara a un mayor mandando un regimiento (en vez de un teniente coronel) o una brigada (en vez de un coronel), a un capitán mandando un batallón (en vez de un mayor), o a un teniente mandando una compañía (en vez de un capitán). Y este cuadro siguió pintando incluso en 1945.

¿Y qué decir de los suboficiales u oficiales no-comisionados (NCOs)? ¿Sabías que el Ejército Rojo, a diferencia de los ejércitos occidentales, no tenía un cuerpo de suboficiales propiamente profesional? Los suboficiales eran reclutas, no profesionales. Eran seleccionados de entre los reclutas y, sin necesidad de recorrer los grados existentes hasta el rango, servían como suboficiales durante el tiempo de su servicio militar, dos años (tres después). Una vez seleccionados eran entrenados en una escuela regimental, tras lo cual los comandantes de sección y compañía perdían todo interés en entrenar a sus suboficiales por más tiempo. En general, los comandantes de unidad nunca se preocuparon de mejorar el liderazgo y las habilidades militares de sus suboficiales, y no pocas veces los destinaron a trabajos no-militares. Esta carencia de entrenamiento adecuado o entrenamiento chapucero junto con su empleo en trabajos ajenos al cometido propiamente militar (por fuerza recuerdo mi servicio militar y las muchas veces que me destinaron a “encomiendas” más propias de un civil que de un soldado, por decirlo suave), socavó la posición y autoridad de los suboficiales tanto a ojos de sus superiores como de sus subordinados. Si uno piensa en el cuerpo de suboficiales del ejército de tierra alemán, que fue, junto con el cuerpo de oficiales subalterno, la auténtica columna vertebral del Heer, y lo compara con su homólogo soviético, no es difícil entender el desastre soviético que siguió al inicio de la invasión alemana.

Y la situación, aún no siendo de la misma escala, no pintó mucho mejor en la oficialidad superior, especialmente el generalto soviético. A finales de 1940, el Ejército Rojo tenía 407 generales; esta cifra se dobló generosamente seis meses más tarde, cuando atacaron los alemanes, con 994 generales, y la guerra acabó con 2.952 generales en el ER. Parece claro que este aumento de oficiales generales en un tiempo relativamente tan corto llevó aparejada una disminución en la calidad de los mismos. De los 2.956 generales soviéticos que había a mediados de 1944, sólo 80 se habían graduado en la Academia Militar Superior; 74 habían asistido a un curso reducido en la Academia Militar Superior, 768 se habían graduado en varias academias militares, 318 en cursos reducidos de academias militares, 999 en cursos avanzados especiales, 494 en escuelas militares sin entrenamiento avanzado, y 223 de varios cursos cortos de menor intensidad que la escuela militar. Los generales de los servicios de retaguardia, administración política y servicio jurídico no tenían educación militar per se. En opinión del propio Stalin, la mitad de sus generales no había sido adecuadamente preparada a través del sistema de educación militar (1).

En resumidas cuentas, un material humano en gran parte falto de preparación y entrenamiento militar junto con los defectos de organización del Ejército Rojo y de cadena de mando, control y comunicaciones, y otros errores estratégicos y operacionales, amén del factor sorpresa, fueron las causas de las terribles derrotas militares que sufrió el ER durante Barbarroja (y después). En este lamentable estado de cosas, el restablecimiento del mando dual el 10 de julio de 1941 tuvo una incidencia insignificante para el desempeño de unidades y formaciones del ER durante el tiempo de su vigencia hasta el 9 de octubre de 1942. No fueron los comisarios y trabajadores políticos quienes infundieron entre las tropas y oficiales del ER el temor o la convicción para luchar hasta el final, sino el propio reconocimiento de estas gentes que sabían que luchaban a vida o muerte por sus vidas, sus familias y su país. Al margen de casos particulares y concretos donde se dieron actuaciones lamentables de comisarios y politruki o actuaciones heroicas por sus decisiones en materia militar, la norma obedeció a los motivos que he expuesto. Prueba de lo que digo es que siguió habiendo deserciones, indisciplina y auténticos desastres militares después de la abolición del mando dual en octubre de 1942, pero Stalin jamás lo restauró. Y quiero subrayar, porque es fácil confundirse u olvidarse, que el mando dual significó, durante su vigencia, la necesidad que tenía un comandante de ver sus órdenes militares refrendadas por su comisario o politruki. Cuando se abolió este mando dual, los comisarios y politruki siguieron ejerciendo sus otras funciones, fundamentalmente de adoctrinamiento y propaganda política entra las tropas, de insuflar y levantar la moral de sus tropas, de dar a conocer acciones heroicas, de apoyar o solicitar ascensos, galardones y recompensas, pero también de denunciar actitudes cobardes o vacilantes durante el combate.

En suma, creo que la valoración de Reese sobre el poco impacto que tuvo, en general, el tema del mando dual para el desempeño del ER es una opinión bien fundada y acertada.

(1) Reese, The Soviet Military Experience, p. 124.

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Mensaje por jesus2 » Jue Nov 11, 2010 1:10 am

Buenas noches, José. A medida que leía tu mensaje iba perfilando una respuesta, pero esta frase me ha hecho reflexionar:
José Luis escribió:Y quiero subrayar, porque es fácil confundirse u olvidarse, que el mando dual significó, durante su vigencia, la necesidad que tenía un comandante de ver sus órdenes militares refrendadas por su comisario o politruki.
Nunca he presumido de conocer este mundo de los comisarios, y ciertamente no me atrae. Siempre he creído en base a lo que he leído que los comisarios tenían un poder poco menos que similar al de su comandante militar: planificar ataques, tomar decisiones, dar órdenes, etc. El concepto del mito, por así escribirlo. Sin embargo, tal como lo has descrito se trata de un concepto similar al de los estados regidos por una monarquía parlamentaria: mientras los ministros (estado mayor) planifican los pasos a dar cada uno en su área, el presidente del gobierno (comandante militar) coordina de manera global y toma las decisiones que al final el rey (comisario político) aprueba o no. Me gustaría que pudieras confirmarme si realmente es así.

De momento úncamente escribo que buena parte de lo escrito en mi anterior mensaje se trataba de generalidades que no quise detallar en exceso para no estar demasiado tiempo enganchado. Si al final se trata de no saber los motivos por los que el Ejército Rojo se hundió de tal manera en las primeras semanas de Barbarroja y achacarlo todo a la actuación de los comisarios, mejor dejarlo de mi parte.

Un saludo.
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Mensaje por José Luis » Jue Nov 11, 2010 5:30 pm

¡Hola a todos!

Buenos días, Jesús. En primer lugar, he añadido al título original del tema la palabra “Comisarios” para sustentar la deriva que hemos tomado, con ser una deriva necesaria para comprender realmente el entramado de los comisarios políticos en el Ejército Rojo.

En segundo lugar, no sirve, a mi juicio, el ejemplo de “monarquía parlamentaria” que has ilustrado para comparar ese supuesto sistema con el sistema político del Ejército Rojo. En los países europeos occidentales de la época, las fuerzas armadas eran (y son hoy en día) una institución del estado ajena al color político del gobierno y del partido en el gobierno (o de cualquier otro partido político), independientemente de que siempre estuvieran (y estén) inmediatamente subordinadas a un órgano de gobierno (normalmente del Ministerio de Guerra o Defensa) y tengan como comandante supremo al Jefe del Estado. Como norma, ni los políticos ni los jefes de estado intervenían o interferían en la organización interna de las fuerzas armadas, en su sistema de entrenamiento, etc., y en tiempo de guerra se limitaban a señalar a sus jefes militares los objetivos estratégicos, no interfiriendo en la planificación operacional para la consecución de de los mismos ni en la conducción de las operaciones militares (campañas y batallas). Las únicas excepciones, a nivel de jefatura del estado, fueron Hitler y Stalin en tiempos de guerra, y, a nivel político, la Unión Soviética. En tiempos de paz, la excepción sólo fue la Unión Soviética.

Lo anterior, al margen de los matices necesarios que se quieran subrayar, se comprenderá mucho mejor si se tiene en cuenta una particular realidad: que el Ejército Rojo fue, desde su creación hasta su extinción, el ejército del Partido Comunista, a diferencia del resto de ejércitos de la época. Ni siquiera, en el ámbito dictatorial, el Reichswehr-Wehrmacht llegó a ser jamás, ni por asomo, el ejército del NSDAP, ni el ejército italiano el ejército del Partido Fascista o el japonés el de cualquier color dominante en el gobierno. En cambio, el Ejército Rojo fue organizado, controlado, supervisado y dirigido siempre, tanto en tiempos de paz como de guerra, por diversos órganos políticos de las diferentes estructuras de la burocracia política soviética. Desde su propia creación a finales de 1917 y en la reorganización acometida por Trotsky a partir de marzo de 1918, el Ejército Rojo fue organizado y controlado por comisarios políticos en todos los niveles (aunque en grado obviamente diferente según su nivel).

No es cuestión de explayarme aquí sobre la historia del Ejército Rojo, pero algunos datos son necesarios para introducir el tema de los comisarios. Con la revolución bolchevique de octubre de 1917, uno de los objetivos principales de Lenin fue el de conseguir el control del ejército revolucionario, especialmente de su alto mando para evitar que los generales reaccionarios pudiesen montar o liderar una contrarrevolución. Inició un proceso de disolución del “viejo ejército” para crear un “ejército nuevo” que sirviera exclusivamente al partido bolchevique. A tal fin creó en diciembre de 1917 el Comisariado para la Guerra como sustituto del antiguo Ministerio de Guerra, y lo puso bajo la dirección de Nikolai I. Podvoskii, quien tenía que administrar el antiguo ejército para transformarlo en un nuevo Ejército Rojo, para lo cual, y también bajo su mando y en la estructura del Comisariado para la Guerra,, se creó en ese mismo mes el Collegium para la Organización del Ejército Rojo de Trabajadores y Campesinos (RKKA).

Este ejército “de Podvoskii”, todavía caracterizado por las tendencias anarquistas y democráticas que se habían asentado tras la desintegración del ejército zarista a partir de la revolución de febrero de 1917, recibió su primer gran varapalo con la derrota sufrida a manos de los alemanes a mediados de febrero de 1918, suceso que dio paso a la Paz de Brest-Litovsk firmada al mes siguiente y a la disolución del viejo ejército después de que millones de sus hombres abandonaran el frente y retaguardia en dirección a sus casas. Fue a partir de entonces cuando realmente Lenin encargó, a Trotsky, la creación de un nuevo ejército “regular” y la ruptura con la ideología socialista revolucionaria con respecto al ejército.

En 1918 había una triple estructura burocrática mediante la cual el gobierno (el Consejo de los Comisarios del Pueblo o Sovnarkom) y el partido bolchevique trataron de supervisar y controlar las fuerzas armadas.

En primer lugar estaba el Sovnarkom, presidido por Lenin, al cual estaba subordinado el Comisariado para Asuntos Militares y Navales (Narkomvoenmor), cuyo primer jefe fue Podvoskii y luego Trotsky. El Narkomvoenmor supervisaba el trabajo del Collegium para la Organización del RKKA y del Estado Mayor Supremo, este último dirigido por el antiguo general zarista y gran teórico doctrinal Aleksandr A. Svechin, responsable de la administración, movilización, entrenamiento y dirección de los frentes. En mayo de 1918 Trotsky creó el puesto de Comandante-en-Jefe del Ejército Rojo (cargo que recayó en antiguos oficiales zaristas: primero el teniente coronel Mikhail A. Muravev, luego en julio de 1918 el coronel Ioakhim I. Vatsetis, que fue reemplazado en 1919 por el coronel coronel Sergei S. Kamenev). Para racionalizar el sistema, Trotsky dejó que el Estado Mayor Supremo de Svechin absorbiera el Collegium-RKKA. El siguiente escalón de esta estructura burocrática venía dado por los comisarios militares de las provincias, distritos y consejos (soviets), y el Departamento de Operaciones (del Distrito Militar de Moscú). La cadena seguía con varios comisariados militares de menor nivel (uezd y volost) y terminaba en las secciones militares de los soviets locales que constituían los órganos de gobierno más bajos involucrados en asuntos militares.

En segundo lugar, existían, además, órganos políticos de supervisión y control paralelos a los órganos de gobierno. En cabeza estaba el Comité Ejecutivo Central (VtsIK) del Congreso de los Soviets, al que estaba subordinado a finales de 1918 el Consejo de Defensa (compuesto inicialmente por Lenin, Trotsky, Stalin y otros tres miembros más). Le seguía el Consejo Militar Supremo (que había sido creado por el Sovnarkom el 4 de marzo de 1918 y estuvo inicialmente dirigido por el antiguo general zarista Bonch-Bruevich y dos comisarios), dirigido por Trotsky con el antiguo general zarista Bonch-Bruevich como Jefe del Estado Mayor; a continuación venía el Soviet (Consejo) Militar Revolucionario de la República (RVSR), establecido el 2 de septiembre de 1918 y dirigido también por Trotsky, y que fue el órgano que realmente supervisó la conducción de la guerra civil. Dentro del RVSR estaba el Estado Mayor de Campaña, que dirigía las operaciones de combate, también bajo la dirección de Trotsky e incluía al Comandante-en-Jefe del Ejército y un comisario. También estaba dentro de la estructura del RVSR el Departamento Político del RVSR, que se convirtió en mayo de 1919 en la Administración Política (PUR) del RKKA (también abreviada como PURKKA). El RVSR respondía ante el Comité Central del Partido Comunista, ante el VtsIK y ante el Sovnarkom.

El tercer elemento de control burocrático sobre el ejército era el Partido Comunista Ruso (RKP), cuyo máximo órgano era el Politburó, presidido por Lenin (en incluía, entre otros, a Trotsky y Stalin). Subordinado al Politburó estaba el Comité Central del Partido que debatía, aprobaba y ayudaba a supervisar la política militar y gobernaba las actividades de todos los comités subordinados del partido. Supervisaba las actividades del PUR y sus comisarios, y arbitraba los conflictos entre comisarios y comandantes.

Esta organización burocrática, al margen de su complejidad y dudosa eficiencia en su objetivo fundamental de centralización del poder, sirve para comprender la naturaleza completamente comunista del Ejército Rojo. Que el Partido era la fuerza motriz que hubo detrás del ejército “para su organización, entrenamiento y suministro, y definiría sus objetivos estratégicos y operacionales” fue algo que comprendieron todos, en palabras de Reese. El 28 de marzo de 1918, en una conferencia del RKP en Moscú, Trotsky se refirió a la necesidad de crear un ejército como una cuestión de vida o muerte, expresando que esto no se podía conseguir exclusivamente mediante un mecanismo administrativo, sino a través del mecanismo que ellos poseían plenamente, el ideológico; es decir, el Partido: “El Partido creará el Ejército, camaradas.....”.

De esta forma, cualquier asomo de idea de un ejército profesional sería considerado como una actitud sospechosa durante muchísimo tiempo, pues la lealtad del soldado debía ser al régimen comunista y no al ejército. Trotsky suprimió las prácticas democráticas del antiguo ejército, y a tal fin abolió en marzo de 1918 la elección de oficiales y ordenó la disolución de los comités de soldados (aunque algunas unidades continuaron con estas prácticas hasta 1919-1920). En compañías y batallones los comandantes ejercerían toda la autoridad, mientras que a nivel de regimiento, brigada y división los comandantes compartirían la responsabilidad con un comisario; a nivel de ejército y frente el poder sería ejercido por un Consejo Militar Revolucionario (RVS) compuesto de al menos tres hombres. En opinión de Sergei Gusev (durante un tiempo director del PUR), la necesidad del ejército de contar con RVSes no era tanto por razones de controlar a los antiguos oficiales zaristas que servían en el ER como de facilitar a los comandantes las muchas y complejas tareas que tenían que realizar durante la guerra (formar unidades, tratar con organizaciones emergentes locales del gobierno y del partido, suministros, insurrecciones de retaguardia, organización y “miles de cuestiones”).

Trostsky basó el liderazgo militar del Ejército Rojo principalmente en el mando de antiguos oficiales zaristas (los llamados especialistas militares o voenspetsy), pero se cuidó de tenerlos controlados mediante un sistema de mando dual bajo el cual los comandantes a nivel de regimiento, brigada y división estaban vigilados por un comisario. El Quinto Congreso de Soviets de julio de 1918, a urgente petición de Lenin y Trotsky, aceptó formalmente la institución de comisarios en el ejército. A nivel de ejército y frente el comandante compartía el poder en un triunvirato de RVS compuesto por él mismo, un jefe de estado mayor y un comisario. Bajo este sistema las órdenes solamente eran válidas cuando venían firmadas por el comandante y el comisario. De todas formas, la presencia de un “especialista militar” no determinó la presencia de un comisario, pues de regimiento para arriba siempre hubo comisarios independientemente de que dichas formaciones estuviesen o no bajo el mando de un voenspets.

Los poderes de los comisarios fueron delineados formalmente en el Octavo Congreso del Partido en 1919; los comisarios fueron declarados funcionarios del Partido, con lo que se redujo la autoridad del aparato militar sobre ellos. Hasta entonces se habían producido multitud de luchas de poder entre comandantes y comisarios que Trotsky arbitró generalmente a favor de los primeros pero sin dejar de asignar una gran autoridad a los segundos. Trotsky estableció el precedente de castigar a los comisarios por el fracaso militar de una unidad en 1918. En agosto de ese año cursó una orden que rezaba en parte: “....Si alguna unidad se retira sin órdenes, el primero en ser fusilado será el comisario, y el siguiente el comandante”. A finales de 1921 habían sido ejecutados centenares de comisarios, comandantes y soldados por sus crímenes y fracasos.

Tras la institución de los comisarios en julio de 1918 siguió el establecimiento de la PURKKA. Este órgano amplió su papel de reclutamiento de comisarios incluyendo la organización de comunistas en el ejército en forma de células (del partido), reclutamiento de soldados para el partido, dirección de la educación política de los soldados, alfabetización y en general toda tarea conducente a convertir el ejército en una escuela de socialismo. Además de la educación política, la disciplina militar también recayó en el PUR y los comisarios, si bien puede decirse que la indisciplina caracterizó al Ejército Rojo durante todo el periodo de 1917-1921.

La verdadera labor política en el ejército se hacía en los regimientos bajo la supervisión del comisario regimental. El aparato político regimental estaba formado por un comisario, una oficina regimental del partido dirigida por un secretario, una organización de Komsomol, los comisarios de los batallones, los trabajadores políticos o politruki de las compañías y los clubes y bibliotecas del regimiento. De todo este personal político, el que estaba más estrechamente relacionado con los soldados eran los politruki de compañías, organizadores de las discusiones políticas de estas unidades. El politruk era el político más activo a la hora de identificar a potenciales nuevos miembros para el partido, y era el responsable de establecer la célula del partido en su unidad, si bien éste era dirigida luego por un secretario que no era funcionario del PUR sino sólo un miembro de la unidad. Las tareas de los líderes políticos de regimiento eran “conducir con firmeza y claridad la línea bolchevique en todo el trabajo del partido” y dar una correcta educación leninista a todos los miembros del partido, candidatos y Komsomols, promoviendo la actividad e iniciativa de las células que debían establecerse en todas las compañías. Los órganos regimentales tenían que establecer una estrecha asociación con los soldados que no pertenecían al partido, esforzándose por descubrir y actuar en respuesta a sus sentimientos, necesidades y preguntas. El PUR debía prestar la máxima atención a los problemas de la vida e instrucción militar, y para reforzar la disciplina. Hacia 1934 unos 15.000 comisarios y politruki tenían la responsabilidad de educar a más de dos millones de soldados de los ejércitos regular y territorial.

En cuanto al sistema de mando, en 1925 se permitió a los comandantes de unidad más fiables el ejercicio del mando único, sistema que a comienzos de la década siguiente se hizo común para todos los comandantes. Esto no significó la desaparición de los comisarios, que continuaron en las unidades para supervisar los asuntos políticos. La relación entre los comandantes y sus comisarios solía ser muy armoniosa, aunque a veces se complicaba cuando los comisarios se inmiscuían en las actividades militares. De todas formas, ambos grupos debían (y lo hacían) cooperar para que la unidad tuviera un buen desempeño, pues si un comandante pagaba por el fracaso de su unidad, su comisario le seguía inmediatamente detrás.

Como ya he dicho días atrás, en agosto de 1937 el Comisariado de Defensa volvió a establecer el sistema de mando dual de regimiento para arriba. Se volvían a instituir de esta forma las viejas prácticas de la Guerra Civil, en tanto en cuanto las órdenes militares de los comandantes tenían que ser refrendadas por sus comisarios. A principios de 1938 el NKO restableció el liderazgo colegiado a niveles de cuerpo y ejército mediante la creación de consejos militares con la misma forma de triunvirato de la Guerra Civil; es decir, comandante, jefe de estado mayor y comisario. Junto con el mando dual y los consejos militares, el PUR creó dos nuevas posiciones políticas: el suplente de instructor político (zamestitel' politruk) para ayudar al comandante de sección, y el ayudante de instructor político (pomeshchnik politruk) para ayudar al politruk de compañía. Estas medidas tuvieron por objeto capacitar al PUR para realizar un mayor entrenamiento político, reforzar la disciplina a nivel de compañía y salvaguardar al ejército de traición desde dentro.

Los términos del mando dual rezaban oficialmente: “El comisario militar es responsable junto con el comandante de todas las esferas de la vida militar, política y económica de la unidad”. Es decir, estaban condenados a entenderse so pena de pagar ambos las consecuencias. Antes del restablecimiento del mando dual el comisario no podía ser culpado por los fallos de una unidad en cuestiones estrictamente militares. Ahora, con el mando dual, el comisario ganaba autoridad, pero también se convertía en corresponsable de los errores militares de su unidad.

En agosto de 1940 se volvió a eliminar el mando dual y los comisarios se limitaron a ejercer sus funciones como jefes de las actividades políticas de sus unidades. Se restauró el mando único plenamente, poniendo al comandante al cargo total de todos los asuntos militares y políticos de su unidad. La misma orden que restableció el mando único introdujo la designación de comandante suplente para asuntos políticos (zampolit), denominación que gradualmente sustituyó al término comisario. La orden, sin embargo, no alteró, a nivel de cuerpo para arriba, los consejos militares que habían sido impuestos en 1937, permaneciendo intactos durante toda la guerra.

El resto ya ha sido dicho; en julio de 1941 se volvió al mando dual hasta que fue definitivamente abolido en octubre de 1942.

La fuente de la información es Reese y su The Soviet Military Experience ya citada.

PD.: Jesús, no se trata de que haya entendido, ni mucho menos, que hayas insinuado el desastre soviético al sistema del mando dual. Me consta de sobra que no era tu intención. Si me extendí en subrayar las verdaderas razones tras ese gran fracaso militar fue para que comprendieras que entre todo ese desbarajuste la importancia o incidencia que podía tener el sistema de mando fue totalmente marginal.

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jesus2
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Mensaje por jesus2 » Vie Nov 12, 2010 3:11 am

Buenas noches, José. Te agradezco enormemente tu larga explicación sobre el tema de los comisarios, pero me sabe un poco mal la longitud de la misma; sé cómo es esto de escribir largos textos y el tiempo invertido en ello que puede ser usado en otros quehaceres. Con una breve respuesta de 5 líneas me valía. Por ello gracias doblemente.

Me he leído mis mensajes y es posible que hayas creído conveniente el explayarme sobre el Ejército Rojo por yo no haber sido, digamos, más contundente. Veamos si ahora queda claro:

- El que el verdadero efecto directo del sistema de los comisarios haya sido al nivel más táctico posible (batallón hacia abajo) y que en esos niveles haya muchos ejemplos de comisarios lanzando a sus tropas en asaltos frontales sobre las posiciones alemanas no quiere decir que tal medida haya sido decisiva a tal nivel, y yo así no lo he expresado. Es más, si alguien se ha tomado el trabajo (mira que lo dudo) de analizar estadísticamente el porcentaje de pequeñas unidades soviéticas destruidas por órdenes directas de los comisarios casi seguro no supera el 5%. A tener en cuenta en ese sentido las unidades “castigadas” y las unidades de castigo, que muy posiblemente la literatura tradicional confunde con la acción militar de los comisarios.

- Respecto a los planos operacional y estratégico, más allá del ejemplo del Comisario Mehklis, no he dicho nada más en ese sentido.

- Y respecto a la nula capacidad militar de las unidades, mandos y tropas soviéticas en Barbarroja, está claro que los comisarios de manera directa no tienen nada que ver en esto. Tampoco he escrito nada en ese sentido, y era consciente de que un ejército político es más un ejército de marchas militares, propaganda y represión interna que uno capacitado para la conquista fuera de sus fronteras.
En segundo lugar, no sirve, a mi juicio, el ejemplo de “monarquía parlamentaria” que has ilustrado para comparar ese supuesto sistema con el sistema político del Ejército Rojo.
Y yo era consciente de ello. :mrgreen: Fue lo primero que me pasó por la cabeza tras leer tu texto. Ya sabes, las prisas. La idea era la siguiente: los militares gestionan sus recursos, y los comisarios dan su aprobación. Tras leer tu texto tenía una duda en ese sentido, ahora no.

En todo caso, volvamos a la base de lo que estoy tratando de explicar. Ya he comentado varias veces que la incidencia directa de los comisarios fue meramente a nivel táctico, y en muy pequeña escala. Veamos un poco más la indirecta de los comisarios. Hay una frase tuya con la que estoy casi totalmente de acuerdo...
el Ejército Rojo fue, desde su creación hasta su extinción, el ejército del Partido Comunista
...que ilustra lo que quiero decir. El Ejército Rojo fue casi totalmente el ejército del Partido Comunista. Bajo mi punto de vista hubo un "pequeño" paréntesis: desde el inicio de las purgas de Stalin hasta el inicio de Barbarroja el Ejército Rojo se podría decir que fue el ejército de Stalin. Tal afirmación sin ninguna duda puede ser rebatida con miles de planteamientos, pero Stalin purgó de tal manera no solo al Ejército Rojo, sino además al Partido, los Comisarios e incluso la población en algunas zonas (la hambruna provocada en Ucrania que se llevó a unos 5 millones de ucranianos y un buen número, miles de cargos, altos y bajos del Partido, que trataron de convencer a Stalin de evitarlo) que en 1.938, con el Ejército "asentado" en esta nueva manera de hacer las cosas, totalmente servir y servicial al líder supremo como decía Nerón ("que nos odien: mientras nos teman...") ningún comandante militar (ni su comisario) se atrevería a desobedecer una orden que emanara de Stalin. Sencillamente, la obediencia a Stalin es ciega y total. De lo contrario, todos ellos conocen miles de ejemplos "purgados" por muchísimo menos que eso.

Así pues, tenemos a un Stalin que es el líder supremo del Estado, el Ejército y el Partido. Son los comisarios políticos sus representantes así como un mecanismo de control en el Ejército y en cada una de las unidades. Y hace sólo 4-5 años te mandaba al pelotón de fusilamiento sin motivo. Las cosas han cambiado desde entonces, pero ahora la URSS se enfrenta a una situación literalmente a vida o muerte, y Stalin puede querer buscar chivos expiatorios, aunque realmente no fuera así y fuera consciente de que necesitaba a esos mismos hombres a los que hace años mandaba a la muerte. Pero un comandante militar mira a su igual, el comisario político. ¿Me puedo fiar de él si las cosas empiezan a ir mal? debió pensar más de uno. Y los comisarios, que seguramente saben mejor que sus comandantes cómo se las gasta el Partido y sus órganos represores con Stalin a la cabeza, más de uno debió pensar: y si este tío no lo hace bien, ¿estaré a salvo? Tanto los de un bando como el otro miran arriba en la cadena hasta llegar a Stalin. ¿Qué pasará por su cabeza si fallamos? debieron pensar ambos bandos, cada uno a su manera. Misterio... y mejor no saberlo, debían pensar ambos.

Es en esto en lo que creo que falla Reese: el aparentemente no ser consciente del, como mínimo, temor psicológico que para un comandante militar tenía su comisario político. Quizás no por él mismo, sino por ser el representante de quien representa: al Partido. Y el líder militar ya sabe cómo se las gasta el líder supremo del mismo. Ahí si que creo que el sistema del comisariado tuvo una importancia brutal y gigantesca, aunque quizás no pasara de ser un mero hecho de psicología ampliamente superado por la necesidad de Stalin de tener que echar mano de esos mismos hombres a los que hace años aniquilaba y sobre todo por el implacable desarrollo de los acontecimientos.

Ese mismo temor psicológico se apoderó de la Wehrmacht de Hitler y sus competentes oficiales profesionales, cada vez más y más serviles ante el dictador, especialmente tras el atentado del 20 de julio; el cambio de la situación fue espectacular. Pero en este caso a Hitler le sobraban los comandantes competentes, y necesitaba algo más que eso para ganar la guerra a esas alturas de la misma.

Un saludo.
En la vida no existe la Suerte, ni siquiera la buena o mala suerte, como dicen los que dicen que saben de ella. Existe el Destino. Y sobre todo, el Destino que cada uno quiera labrarse para sí mismo. ( Yo mismo )

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Mensaje por Grossman » Vie Nov 12, 2010 10:10 am

¡Hola!
jesus2 escribió:Buenas noches, José. Te agradezco enormemente tu larga explicación sobre el tema de los comisarios, pero me sabe un poco mal la longitud de la misma; sé cómo es esto de escribir largos textos y el tiempo invertido en ello que puede ser usado en otros quehaceres
Pues a mí en absoluto me sabe mal por José Luis :wink: y me alegro de que haya sacrificado otros quehaceres para dejar clara la cuestión de que el ER era un ejército del PC, para mí hasta ahora algo desconocido.

Lo que aprovecho para lanzar una pregunta que me ronda hace tiempo: ¿era requisito para ser oficial del ER, ser miembro del PC? Y en caso negativo ¿se conoce la proporción de oficiales que lo fueran?

Saludos
Grossman
Espérame y yo volveré, pero espérame mucho
Espérame cuando las tristes lluvias lleguen, y cuando el calor llegue no dejes de esperar
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Mensaje por José Luis » Vie Nov 12, 2010 10:47 am

¡Hola a todos!

Buenos días, Jesús. Hasta cierto punto llevas razón al decir que el RKKA fue el Ejército de Stalin, y el punto viene dado por el periodo de tiempo al que, en mi opinión, puede aplicarse esa afirmación. Stalin se hizo con el control de los órganos de poder político y burocrático de la Unión Soviética alrededor de 1930 y acabó de eliminar cualquier oposición política real o imaginaria por vuelta de 1936 con el final de las purgas políticas que venía llevando a cabo. Luego siguieron las purgas militares, especialmente en 1937-38, por lo que puede decirse que a partir de 1936-37 se convirtió en dueño y señor de las fuerzas armadas de la Unión Soviética. Y conservó y ejerció ese poder absoluto y temido por el liderazgo militar hasta el día de su muerte. Dicho lo cual, el control y ejercicio de semejante poder sobre el ejército sería completamente inviable sin el concurso de todo el complejo burocrático de poder ejercido por los órganos de gobierno, políticos y del partido comunista sobre las fuerzas armadas, dentro de las cuales muchos de sus líderes eran igualmente miembros del partido y de órganos del gobierno u otros órganos políticos.

Esta naturaleza única del Ejército Rojo se hace más esclarecedora si la contrastamos con las fuerzas armadas de la nación que la invadió en 1941. El Reichswehr (Reichsheer y Reichsmarine) fue organizado y desarrollado como un pequeño ejército profesional por auténticos militares profesionales, oficiales bregados y competentes como los generales Reinhardt, inicialmente, o Seeckt, quien sentó los conceptos doctrinales bajo los cuales organizó y desarrolló el ejército de tierra. El Ministerio de Defensa, al que estaban directamente subordinados esos jefes militares, trataba fundamentalmente cuestiones de presupuesto y, como peculiaridad, cuestiones relativas al Tratado de Paz de Versalles que tenían que ver directamente con sus fuerzas armadas, pero jamás se involucró ni interfirió en la organización y desarrollo del ejército, ni siquiera cuando sus ministros fueron militares retirados como Groener o Schleicher. ¿Cómo tenía que ser organizado el nuevo ejército? ¿Cómo debía desarrollarse, esto es cuál debía ser su doctrina militar? Eran preguntas que se hicieron, discutieron y decidieron (dentro de los escasos márgenes dejados por Versalles y dentro de los limitados presupuestos gubernamentales de la época) los jefes militares alemanes, militares de carrera.

Más o menos por esas mismas fechas (1919-1921) había las mismas preguntas en el Ejército Rojo, pero los debates y decisiones finales que siguieron no fueron protagonizados fundamentalmente por los únicos militares profesionales existentes dentro de sus filas, los ex oficiales zaristas, sino por unos líderes revolucionarios carentes totalmente de educación militar (salvo sus experiencias de guerra en la Guerra Civil y la guerra con Polonia). La decisión final sobre el debate surgido acerca de cuál debía ser la forma del nuevo ejército de tiempos de paz (si un ejército regular permanente o una milicia de ciudadanos) la tomó el Partido en un congreso (por el camino del medio, un ejército mixto: uno pequeño regular y uno mayor territorial), al igual que la decisión sobre el debate acerca de la doctrina militar (fundamentalmente entre Frunze y Trotsky, dos revolucionarios). Esto sería totalmente imposible en la Weimar que salió de posguerra.

Cuando Hitler fue nombrado canciller del Reich el 30 de enero de 1933 y, a partir de entonces, comenzó a concentrar poco a poco el poder absoluto en sus manos, no se le ocurrió ni por asomo inmiscuirse o interferir en la organización del Reichswehr (más allá de los planes de expansión y los presupuestos), de cuya confianza y colaboración (o pasividad) dependía que pudiera asentar su poder absoluto. Es más, cuando la SA amagó con desplazar al Reichswehr como ejército profesional para imponer su idea de milicia popular durante 1933-34, Hitler decidió finalmente eliminar al liderazgo de la SA, pues no tenía solución de continuidad sin el apoyo del liderazgo del Reichswehr. Y ni cuando el ministro de Defensa (Blomberg) y su brazo derecho (Reichenau) obsequiaron a Hitler con el juramento de lealtad y obediencia incondicional a su persona que de propia iniciativa impusieron a todos los integrantes del Reichswehr, ni cuando Hitler “purgó” la jefatura de la Wehrmacht en 1938, en ninguna ocasión, ni entre esos dos sucesos ni después, se le ocurrió al Führer asignar a miembros de su gobierno, del aparato del partido o de las organizaciones políticas y policiales del estado con funciones de supervisión, de control, de asesoramiento o ejecutivas en los órganos de gobierno de la Wehrmacht. Sin embargo, eso sí sucedió en el Ejército Rojo.

La única similitud existente entre ambos ejércitos, en este aspecto, fue el adoctrinamiento ideológico-político que se llevó a cabo, adoctrinamiento que, a pesar de la inexistencia de una estructura política dentro de la Wehrmacht, cuajó mucho más en sus principios básicos en el ejército alemán que en el ejército soviético, sin duda porque el adoctrinamiento nazi llenó todas las esferas de la sociedad alemana en una medida que -por razones históricas, culturales, políticas, étnicas, tecnológicas, geográficas, económicas, etc.- era inalcanzable en la Unión Soviética, cuya sociedad, además, estaba generalmente descontenta con el régimen comunista, a diferencia de lo que sucedía, en general, con la sociedad alemana respecto del régimen nazi. Estas diferentes situaciones de adoctrinamiento ideológico y político de partida dentro de las fuerzas armadas del Tercer Reich y la Unión Soviética explican, en buena medida, su diferente grado de compromiso con los objetivos militares e ideológicos marcados por Hitler y Stalin al inicio y durante la invasión alemana de la URSS en 1941. Mientras que los integrantes de la Wehrmacht se mostraron, en general, convencidos de las razones ideológicas y políticas esgrimidas por Hitler para conquistar la URSS, legitimados para luchar por ellas y conseguir la victoria, y cómplices activos o pasivos de la naturaleza criminal que las fundamentaba en su ejecución y desarrollo, una parte relativamente importante del Ejército Rojo (integrada principalmente por tropas y oficiales procedentes de los estados bálticos, de Bielorrusia y Ucrania) mostró la otra cara de la moneda al enfrentarse al invasor.

Las órdenes que cursó Stalin a través de sus órganos de gobierno para castigar, corregir y mejorar esas actitudes, para reforzar y levantar la moral y el espíritu de lucha entre las tropas, en especial las órdenes de 1941 y 1942 que recoge este hilo, fueron, en mi opinión, un ejemplo magistral de auténtico liderazgo político más allá de la cruel naturaleza de parte de sus contenidos. Sin embargo, tengo para mí que esas órdenes de poco habrían servido de no existir en el bando invasor una política de prisioneros de guerra, de ocupación y conquista muchísimo más terrible y criminal que las amenazas y castigos de las órdenes de Stalin. Enfrentados ante esa terrible disyuntiva, la decisión final de quienes de entre el Ejército Rojo no estaban comprometidos con el régimen comunista o lo detestaban fue, mayoritariamente, la de luchar hasta el final por sus vidas, por sus familias y por su patria (cualquiera que fuera el sentido que ésta tuviera para ellos), aunque para ello tuvieran que luchar igualmente por el régimen comunista. La política criminal y genocida nazi no les dejó otra opción.

PD.: Grossman, no era necesario. Me imagino que se conoce la proporción sin ningún problema y será cuestión de consultar las fuentes.

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Mensaje por José Luis » Vie Nov 12, 2010 10:28 pm

José Luis escribió: PD.: Grossman, no era necesario. Me imagino que se conoce la proporción sin ningún problema y será cuestión de consultar las fuentes.
Bueno, he consultado un poco la información a mi alcance sobre este asunto, y hay algunos datos interesantes. Por ejemplo, durante la Guerra Civil Rusa el porcentaje de oficiales miembros del partido rondó alrededor del 20 por ciento; como curiosidad, la mayoría de los antiguos oficiales zaristas que al acabar la guerra civil continuaron en el RKKA ingresó en el partido. En 1926 la cifra estaba por debajo del 50 por ciento (Reese); este porcentaje se superó en casi 7 puntos porcentuales en 1930 (Erickson, The Soviet High Command). En 1933 todos los comandantes de distritos militares y comandantes de cuerpo eran miembros del partido; el 93 por ciento de los comandantes de divisiones de fusiles y el 95 por ciento de los comandantes de divisiones de caballería y el 88 por ciento de los comandantes de regimientos de fusiles eran miembros del partido. En 1934 el cuerpo de oficiales, en su conjunto, era miembro del partido en su 67,8 por ciento (Erickson). Las purgas de 1936-1940 mermaron ese porcentaje que, sin embargo, se incrementó nuevamente con nuevos oficiales de promoción o de escuelas y academias (en 1937 se expulsó del partido a 10.341 militares, pero durante el mismo tiempo se admitieron a 23.599 oficiales y hombres en el partido; al año siguiente se admitieron en el partido 100.000 oficiales y soldados, y más de 10.000 ingresaron en los primeros meses de 1939. Reese). En 1941 casi todos los comandantes de regimiento para arriba eran miembros del partido. No he encontrado un porcentaje documentado (aunque tampoco he hecho una búsqueda exhaustiva) de membresía del partido entre el cuerpo de oficiales en su conjunto durante la guerra, pero yo estimo que debió andar entre el 60/70 por ciento. La cifra record se alcanzó muchos años después, en 1981, con el 80 por ciento (Reese). Obsérvese que todos los porcentajes dados incluyen aquellos oficiales que estaban en posición de candidatos a miembros del partido.

Lo que parece claro es que era prácticamente imposible ascender a posiciones superiores (coronel para arriba) si no se era miembro del partido (los comisarios debían firmar las órdenes de ascensos). Y también debo señalar que los requisitos temporales para convertirse en miembro del partido (es decir, el tiempo de espera como candidato) se redujeron para incrementar más rápidamente el número de miembros del partido. Por último, debo subrayar la vía contraria, es decir, aquellos miembros del partido que pasaron a servir como oficiales del ejército (decenas de miles). Y ya finalmente, no podemos saber realmente cuántos oficiales se hicieron miembros del partido por convicción y cuántos por interés profesional (para ascender más fácil y rápido), aunque sospecho que la balanza se inclina sustancialmente hacia segundo grupo.

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Mensaje por José Luis » Sab Nov 13, 2010 5:50 pm

¡Hola a todos!
jesus2 escribió:Buenos días, José. Echo en falta la "Orden de los comisarios" (soviética) que privaba a los mismos de los privilegios de estar a la par con los comandantes miliares, tan importante como las dos citadas. Aunque seguramente se encuentra en alguna parte del foro.
Pues vamos a llenar ese vacío con la inclusión de la traducción (del inglés) de la orden, que abolió el mando dual, de 9 de octubre de 1942.

Sobre el establecimiento del mando unitario pleno y la abolición del instituto de comisarios en el Ejército Rojo. Decreto del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, 9 de octubre de 1942

El sistema de los comisarios militares establecido en el Ejército Rojo durante los años de la Guerra Civil surgió sobre la base de una cierta falta de confianza hacia los cuadros de mando, a cuyos rangos fueron atraídos los especialistas militares de la vieja-escuela, quienes no creían entonces en la permanencia del poder soviético e incluso eran extraños a él. Durante los años de la Guerra Civil los comisarios jugaron un papel decisivo en la tarea de fortalecimiento del Ejército Rojo y elección de sus comandantes, en su educación política y en la inculcación de la disciplina militar.

...

La Gran Guerra Patriótica con los ocupantes alemanes ha templado nuestros cuadros de mando, moldeando un profundo cuerpo de nuevos y talentosos comandantes, con experiencia en batalla y hasta el mismo final fieles a sus responsabilidades militares y al honor del mando. En dura lucha con el enemigo, los comandantes del Ejército Rojo han mostrado su lealtad a nuestra patria y han adquirido una importante experiencia de la guerra moderna, creciendo y volviéndose más fuertes en aspectos militares y políticos.

...

Por lo tanto, se ha convertido en inevitable disolver el instituto de los comisarios en el Ejército Rojo y establecer el mando unitario, y la responsabilidad para todos los aspectos de trabajo con las tropas se convierte en la responsabilidad de los comandantes.

Por tanto, el Presidium del Soviet Supremo decreta que:

1. Sea establecido el mando unitario pleno en el Ejército Rojo y que todos los aspectos de la vida militar y política de una unidad, formación o institución del Ejército Rojo se convierta en la única responsabilidad de los comandantes....

2. Sea disuelto el instituto de los comisarios.....

3. Sea introducido el instituto de comandantes suplentes en asuntos políticos.....

4. Sea mejorada la transferencia de los comisarios militares y trabajadores políticos más preparados militarmente y que han ganado experiencia de guerra moderna a responsabilidades de mando.

5. Sean establecidas las insignias y rangos militares comunes al Ejército Rojo en general para los comandantes suplentes en asuntos políticos y los otros restantes trabajadores políticos.

El Presidente del Presidium del Soviet Supremo de la URSS
M.Kalinin


Fuente: KPSS o Vooruzhennikb Silakh Sovetskogo Soiuza, 1981, pp. 326-327, citado y extractado en inglés en Alexander Hill, The Great Patriotic War of the Soviet Union, 1941-1945 (Routledge, Taylor & Francis e-Library, 2008), p. 114, Documento 84.

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