Los aliados y el Holocausto

El genocidio nazi contra los judíos

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Robert H. Jackson
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Mensaje por Robert H. Jackson » Mar Sep 07, 2010 2:40 am

wintermute escribió:Si es tal cual ... ahora, una cosa es negar una visa en 1939 y otra muy diferente es avalar un exterminio masivo.

Saludos
Tienes razón. Ahora bien, yo no citaba el caso con el propósito de decir que una cosa es equivalente de la otra, sino sólo para ilustar que, en esa época, se prefirió ignorar lo que estaba pasando, porque existía un gran antisemitismo en todos los niveles de las sociedades europeas, estadounidense y latinoamericanas.

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Mensaje por José Luis » Mar Sep 07, 2010 8:26 am

¡Hola a todos!

La política anti-judía nazi durante 1933-1938 fue relativamente bien conocida en todo el mundo, en especial en los lugares de destino de los alemanes judíos que pudieron emigrar durante esos años. Debo decir que de los países que aceptaron emigrantes judíos, Estados Unidos se llevó la palma con unos 200.000. También me gustaría recordar que el gobierno de Estados Unidos fue el único que materializó su protesta formal ante lo sucedido en la Noche de los Cristales Rotos (Kristallnacht, 9-10 de noviembre de 1938) retirando a su embajador en Berlín. Y por terminar con estos ejemplos (que no completar las acciones de USA), decir que Roosevelt ordenó la creación del War Refugee Board en enero de 1944, agencia que jugó un papel decisivo para salvar a unos 200.000 judíos (la mayor parte de Hungría y de la Transnistria). Acepto, sin embargo, que alguien argumente que se pudo hacer más y, sobre todo, antes.

La inexistencia de una denuncia mundial (unilateral o multilateral) de los crímenes de genocidio que estaban cometiendo (o ya habían cometido) el régimen nazi y los gobiernos cómplices de países sometidos o aliados, no impidió que muchos civiles, grupos, militares y políticos se comprometieran para salvar las vidas de muchos europeos judíos y no-judíos. Por poner algunos ejemplos ilustrativos de lo anterior: la resistencia danesa ocultó y ayudó a escapar a cerca de 8.000 judíos; el ejército italiano (parte de su liderazgo) se negó a deportar a los campos nazis a los judíos (decenas de miles) que tenían bajo su poder en los territorios ocupados; el gobierno búlgaro salvó de la deportación a la mayoría de sus ciudadanos judíos (algunas decenas de miles).

Y la lista de ejemplos es mucho más amplia, pero llega para lo que quiero significar: que los esfuerzos para salvar y rescatar a las víctimas de los horrores nazis no fueron ni vanos ni anecdóticos, pese al millonario número de sus víctimas. Sin embargo, y como ya dejé escrito, estas acciones no exoneran, en mi opinión, al liderazgo aliado de su errado silencio sobre los genocidios cometidos por el régimen nazi. Y recalco finalmente lo que ya se ha dicho: que el silencio del liderazgo aliado (y del Papa Pío XII) no fue el autor de los genocidios nazis.

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Mensaje por Eckart » Mar Sep 07, 2010 10:20 am

José Luis escribió:Y recalco finalmente lo que ya se ha dicho: que el silencio del liderazgo aliado (y del Papa Pío XII) no fue el autor de los genocidios nazis.
Eso ha de quedar bien claro y comprendido.

Un saludo.
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Mensaje por 27Pulqui » Mar Sep 07, 2010 5:49 pm

Robert H. Jackson escribió:... en esa época, se prefirió ignorar lo que estaba pasando, porque existía un gran antisemitismo en todos los niveles de las sociedades europeas, estadounidense y latinoamericanas.
José Luis escribió:La política anti-judía nazi durante 1933-1938 fue relativamente bien conocida en todo el mundo, en especial en los lugares de destino de los alemanes judíos que pudieron emigrar durante esos años. Debo decir que de los países que aceptaron emigrantes judíos, Estados Unidos se llevó la palma con unos 200.000.
(...)
Y por terminar con estos ejemplos (que no completar las acciones de USA), decir que Roosevelt ordenó la creación del War Refugee Board en enero de 1944, agencia que jugó un papel decisivo para salvar a unos 200.000 judíos (la mayor parte de Hungría y de la Transnistria).
Quisiera complementar o contradecir (según el caso) los asertos de los compañeros. Con previa aclaración, no comprendo la repetición de la cifra proporcionada por José Luis (pareciera 200.000 en el período 1933-1938, más otros 200.000 de 1944-1945).

Según las estadísticas de inmigración oficiales tomadas por Strauss (1) en los años críticos anteriores y de comienzos de la guerra (o sea cuando se dio la mayor afluencia de Alemania y Austria), en los Estados Unidos ingresaron alemanes y austríacos 17.870 en 1938, 27.370 en 1939 y 26.080 en 1940. Solamente en 1939 se completó el 100% de la cuota asignada a Alemania y Austria, es decir, pese a existir una cuota bastante restrictiva únicamente se alcanzó la totalidad en un solo año.

Conviene agregar que para otro autor la correspondencia del Departamento de Estado indica números más grandes: para 1938 un total de 28.316 personas procedentes de Alemania, de las cuales 23.775 eran judías. No obstante este número, encuentro discutible la cifra de 200.000 judíos recibidos en Estados Unidos entre 1933-1940, ya que ni siquiera después de la Kristallnacht se autorizó un aumento del restringido cupo de admisión, medida que debía contar con la aprobación del Congreso por más buenas intenciones de Roosevelt. Por cierto, hubo una revisión parcial de la política inmigratoria, con medidas como la prolongación de visas de turistas a 15.000 refugiados judíos que vivían en los EEUU para luego otorgarles la visa de inmigración, pero aun así me cuesta creer que dichas medidas hicieron posibles los 200.000.

Ya durante la guerra y más precisamente con el genocidio en marcha, los funcionarios del Departamento de Estado fueron reticentes a intercambiar ciudadanos alemanes retenidos en los EEUU (algunos se presentaron voluntariamente para la repatriación) por judíos con papeles (reales o falsos) de países latinoamericanos detenidos por los nazis en Europa. Esta negativa se hizo palmaria en Bergen-Belsen, donde miles de concentrados esperaron en vano el intercambio previsto por Alemania de 10.000 prisioneros según las previsiones del Himmler o 30.000 de acuerdo con el ministerio del exterior.

Las disputas internas en el gobierno y la resistencia a un compromiso mayor con las víctimas llevaron a Roosevelt a crear la Junta de Refugiados de Guerra (WRB), de manera que el Departamento de Estado y otras oficinas quedaron con la obligación de cooperar con la Junta. Sin embargo, el secretario de Estado Cordell Hull se negó a prestarle colaboración hasta principios de abril de 1944, y tuvo que ser después de un pedido de Henry Morgenthau, el secretario del Tesoro. No tengo información respecto de judíos estadounidenses, pero estoy al tanto de evidencias de nuevos obstáculos a proceder con el intercambio de judíos con papeles latinoamericanos. De manera que, en mi opinión, para la mayoría de las víctimas de esos 30.000 a salvar y dada la escasa cantidad de rescatados de Bergen-Belsen con dichos documentos, la diferencia entre la criminalidad del régimen nazi y la reticencia de Washington fue inmaterial (2). No podría decir que con esto último es posible rebatir la cifra 200.000 de 1944-1945, pero a primera vista resulta menos aceptable.

Para no prolongar el mensaje no respondo en cuanto al papel de los gobiernos de Latinoamérica. Quedará para otra oportunidad, pero vale decir que por lo significativo del antisemitismo en ciertos casos (en algunos funcionarios argentinos la indiferencia moral extrema fue casi criminal) da para abrir un tema específico.

(1) Strauss, H. “The inmigration and Acculturization of the German Jews in the United States of America”, en Leo Back Institute Year Book, Nº 16, 1971, p. 68.

(2) Friedman, Max Paul Nazis y buenos vecinos, Madrid, Machado Libros, 2008, p. 384 y ss.
La historia tergiversada no es historia inofensiva. Es peligrosa.
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Mensaje por José Luis » Mar Sep 07, 2010 9:17 pm

¡Hola a todos!

A las dudas de 27Pulqui sobre la cifra de 200.000 (que yo cité de memoria, como todas las demás, y que sólo cité con la intención de realzar el esfuerzo americano) que he dado anteriormente, he buscado la fuente y la copio a continuación en su original:

The prewar immigration policy of the United States: From the beginning of the Hitler era (1933), understanding the Nazi fanaticism against the Jews, Franklin and Eleanor Roosevelt identified themselves with efforts to assist the persecuted. Eleanor Roosevelt, for example, was a founder in 1933 of the International Rescue Committee, which became the major nonsectarian refugee agency in America and which had a heroic role in assisting and resettling Jewish immigrants and refugees in America. Professor Gerhard L. Weinberg, a noted historian of World War II, points out that the United States, itself decimated by unemployment and hostile to all immigration, "accepted about twice as many Jewish refugees as the rest of the world put together: about 200.000 out of 300.000....". Fuente: William J. vanden Heuvel, "An Amplification", en Verne W. Newton (Ed.), FDR and the Holocaust (Franklin and Eleanor Roosevelt Institute, 1996), p. 163.

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Mensaje por mont » Mar Sep 07, 2010 10:57 pm

Recuerdo haber leido sobre el hecho que comenta el compañero Robert H. Jackson , sobre éste debo de leer y documentarme mas: circustancias , contexto que lo justifiquen etc. ( y no del tipo tasas..o impuestos ) De lo contrario, no voy a entender cómo una de las pocas oportunidades puesta en manos de los paises aliados de actuar en favor de una causa humana se transforma a través del rechazo expreso en una participación.
De no encontrarlas en este revelador ejemplo histórico el criterio para juzgar el comportamiento global sería desolador, el mismo que para Alemania fué. Unicamente ya me cabría la opción de pensar como el compañero Jose Luis me induce: sólo unas pocas personas actuan a favor de otras , y según deduzco : más tarde este comportamiento de la minoria es permitido por una mayoria que lo reconoce, lo asume - se apunta a el carro - y despues se pronuncia y juzga.

edito: disculpen la disertación personal que a modo de respuesta hago de las preguntas de Tass.

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Mensaje por José Luis » Mié Sep 08, 2010 8:11 am

¡Hola a todos!
Robert H. Jackson escribió: No dudo, como lo menciona José Luis, que algunos líderes de la época realizaron algún tipo de manifestación de simpatía hacia el pueblo judío, pero, lamentablemente, se quedó solo en eso. Me viene a la memoria la triste historia de los pasajeros del buque "San Luis". En mayo de 1939, más de 900 judíos embarcaron en Hamburgo con destino final a Estados Unidos. Ninguno de los pasajeros pudo desembarcar en la Habana, para tramitar su visa a los EE.UU. El buque fue obligado a abandonar las aguas cubanas, luego de que no se llegara a un acuerdo sobre el monto del peaje cobrado para desembarcar (se dice que el Presidente de turno de la Isla exigió 435.500 dólares). Mientras el barco navegaba hacia Estados Unidos, se envió mensaje al Presidente Roosevelt requiriéndole refugio para los pasajeros, pero éste nunca contestó y así el barco tuvo que volver a Alemania. Se pidió a las autoridades Holandesas, Belgas, Británicas y Francesas recibir a los refugiados, pero sólo se admitieron unos pocos. 670 de esos pasajeros murieron en campos de concentración.
No conozco en profundidad la historia del St. Louis, pero al repasar la fuente que he citado en mi último mensaje (la de Heuvel en el libro editado por Newton), observo importantes discrepancias o matices con la historia relatada por el compañero Robert H. Jackson.

Según Heuvel, el St. Louis partió del puerto de Hamburgo en mayo de 1939 con destino a Cuba. Con anterioridad otros barcos habían hecho la misma travesía y sus pasajeros fueron desembarcados con éxito. Sin embargo, las negociaciones financieras y de otro tipo (en las que participaron agencias judías americanas) en el caso del St. Louis quedaron rotas con el gobierno cubano a pesar de la presión que el gobierno americano ejerció sobre el gobierno cubano para cumplir su acuerdo original.

El Secretario de Estado, Cordell Hull, el Secretario del Tesoro, Henry Morgenthau Jr., y otros políticos intentaron varios medios para evitar las duras leyes de inmigración (como un intento de desembarcar a los pasajeros como "turistas" en las Islas Vírgenes), pero esos intentos fracasaron ante un Congreso intransigente con las leyes de inmigración (El congresista Samuel Dickstein era el presidente del Subcomité sobre Inmigración). A pesar de la incapacidad legal de los Estados Unidos para aceptar a los pasajeros del St. Louis, el Departamento de Estado realizó esfuerzos cruciales para realojar a los pasajeros de tal forma que ninguno de ellos regresó a la Alemania nazi. Todos ellos fueron destinados a países democráticos (Reino Unido, Francia, Países Bajos, Bélgica y Dinamarca). Fuente: Ibid., pp. 162-64.

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Mensaje por José Luis » Mié Sep 08, 2010 10:59 am

¡Hola a todos!

Quisiera resumiros la parte que Richard Breitman* dedica a la Conferencia de Bermuda celebrada en abril de 1943 entre representantes políticos de USA y GB. Creo que es interesante para ver algunos de los motivos, ideas, prejuicios o intereses que gobernaron el pensamiento político angloamericano en torno a la cuestión de ayudar y salvar a los judíos.

Según Breitman, la Declaración Aliada de 17 de diciembre de 1942 (el primer reconocimiento oficial de que la Alemania nazi estaba persiguiendo una guerra de exterminio contra los judíos) generó una crítica entre el público y los medios de comunicación contra Estados unidos y Gran Bretaña en el sentido de que no estaban haciendo nada para detener las masacres nazis contra los judíos. La Conferencia de Bermuda se concibió, en parte, para refutar esas críticas y demostrar que "los dos gobiernos estaban trabajando para salvar vidas".

El rabino Stephen Wise (Congreso Judío Americano) y Joseph M. Proskauer (Comité Judío Americano) se reunieron con Anthony Eden (ministro de Exteriores británico que a finales de marzo de 1943 viajó a Estados Unidos) y le pidieron una declaración aliada solicitando a Hitler que permitiera a los judíos abandonar la Europa ocupada por los nazis. Eden rechazó esta idea como "fantásticamente imposible"; más tarde, ese mismo día, Eden, en una reunión con funcionarios del Departamento de Estado, advirtió que Hitler podía tomar la palabra de los aliados sobre la liberación de grandes números de judíos, y que no había suficientes barcos ni medios de transporte en el mundo para manejar esa situación.

El 7 de abril de 1943, el Subsecretario de Estado, Summer Welles, que favorecía algunos planes concretos para evacuar judíos de los Balcanes, dijo a los líderes judíos que sólo el presidente Roosevelt podía cambiar la actitud poco favorable dentro del gobierno con respecto a una apelación a Hitler para liberar judíos.

Pero esa idea (la solicitud a Hitler) todavía estaba viva cuando se iba a celebrar la Conferencia de Bermuda, a tenor de un documento recientemente desclasificado. Pocos días antes de la conferencia, el jefe de la División de Visas del Departamento de Estado, Robert C. Alexander, dijo a S. S. Alden, funcionario del FBI, que Roosevelt había tenido alguna dificultad para encontrar a alguien que encabezara la delegación americana para la Conferencia de Bermuda. Alden anotó:

Mr. Alexander avisó más tarde bajo la más estricta confidencia que el plan provisional era pedir a Hitler, a través de intermediarios neutrales, que liberara a varios millones de refugiados judíos que estaban en territorios ocupados. Si Hitler declinaba, su posición moral se vería más agravada. Pregunté a Mr. Alexander si, en el caso de que [Hitler] aceptara, los Estados Unidos y las otras naciones representadas en la Conferencia de Bermuda no se toparían frente a una obligación ineludible para hacerse cargo de forma inmediata de varios millones de personas, y [Alexander] acordó que tal era el caso.

Alexander trabajaba estrechamente y bajo Breckinridge Long, ayudante secretario de estado para Special War Problems. Long, desde el comienzo de la guerra, era contrario a la entrada de refugiados en Estados Unidos, y ahora no quería que la Conferencia de Bermuda relajara las restricciones a la inmigración; tampoco deseaba que se hiciera una apelación a Hitler para liberara a los judíos de los territorios nazis. Long estaba al cargo de las preparaciones para la conferencia, y no fue una coincidencia que su amigo Harold Dodds, un republicano que era presidente de la Universidad de Princeton, acabara como jefe de la delegación americana. El segundo miembro de la delegación era Scott Lucas, un senador demócrata de Illinois que no quería que ningún proyecto de rescate afectara al esfuerzo de guerra. El tercer miembro era Sol Bloom, demócrata de Brooklyn que era el jefe del House Foreign Aff airs Committee, y de quien Long había dicho entonces que era un tipo fácil de manejar. Pasado por alto estaba Samuel Dickstein, otro congresista (judío) que era presidente del House Committee on Immigration and Naturalization y un duro crítico de las políticas de Long.

Según las actas de la Conferencia de Bermuda, Bloom abogó fuertemente por una apelación aliada para la liberación de judíos. Después de la intervención de Richard Law, el jefe de la delegación británica, el 20 de abril criticando "sugerencias extravagantes" como la de tratar con Hitler la liberación de grandes cantidades de judíos, Bloom recomendó que al menos se viera lo que se podía lograr a través de negociaciones privadas. Sugirió que los aliados dieran a la Alemania nazi un número determinado, el número de refugiados por mes que los aliados podían manejar. Dodds recordó a Bloom que la política oficial del gobierno estadounidense prohibía cualquier tipo de negociación con la Alemania nazi. A las críticas de Dodds sobre la propuesta de Bloom se unieron las de los delegados británicos y la del secretario de la delegación americana, Robert Borden Reams, Una de las excusas que expuso Law en su primera intervención fue la de que, si Alemania aceptaba soltar a uno o dos millones de judíos, enviarían espías entre ellos y colapsarían la capacidad de navegación aliada.

Breitman se pregunta si una petición pública habría movido a Hitler a liberar judíos, y responde que, retrospectivamente, parece una completa ilusión, aunque quizás habría afectado las actitudes de los países satélites nazis, quienes, tras los reveses militares alemanes, estaban comenzando a dudar de las posibilidades de Alemania en la guerra, y también podría haber animado a los países neutrales a aceptar que más judíos pudiesen alcanzar sus fronteras. Además, una petición ampliamente pública podría haber alertado a muchos países y ciudadanos sobre la verdadera naturaleza de los objetivos de la Alemania nazi.

*Richard Breitman, "Other Responses to the Holocaust", en Richard Breitman et al, U. S. Intelligence and the Nazis (Cambridge University Press, 2005), pp. 45-47.

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Mensaje por Robert H. Jackson » Jue Sep 09, 2010 2:40 am

José Luis escribió:¡Hola a todos!
Robert H. Jackson escribió: No dudo, como lo menciona José Luis, que algunos líderes de la época realizaron algún tipo de manifestación de simpatía hacia el pueblo judío, pero, lamentablemente, se quedó solo en eso. Me viene a la memoria la triste historia de los pasajeros del buque "San Luis". En mayo de 1939, más de 900 judíos embarcaron en Hamburgo con destino final a Estados Unidos. Ninguno de los pasajeros pudo desembarcar en la Habana, para tramitar su visa a los EE.UU. El buque fue obligado a abandonar las aguas cubanas, luego de que no se llegara a un acuerdo sobre el monto del peaje cobrado para desembarcar (se dice que el Presidente de turno de la Isla exigió 435.500 dólares). Mientras el barco navegaba hacia Estados Unidos, se envió mensaje al Presidente Roosevelt requiriéndole refugio para los pasajeros, pero éste nunca contestó y así el barco tuvo que volver a Alemania. Se pidió a las autoridades Holandesas, Belgas, Británicas y Francesas recibir a los refugiados, pero sólo se admitieron unos pocos. 670 de esos pasajeros murieron en campos de concentración.
No conozco en profundidad la historia del St. Louis, pero al repasar la fuente que he citado en mi último mensaje (la de Heuvel en el libro editado por Newton), observo importantes discrepancias o matices con la historia relatada por el compañero Robert H. Jackson.

Según Heuvel, el St. Louis partió del puerto de Hamburgo en mayo de 1939 con destino a Cuba. Con anterioridad otros barcos habían hecho la misma travesía y sus pasajeros fueron desembarcados con éxito. Sin embargo, las negociaciones financieras y de otro tipo (en las que participaron agencias judías americanas) en el caso del St. Louis quedaron rotas con el gobierno cubano a pesar de la presión que el gobierno americano ejerció sobre el gobierno cubano para cumplir su acuerdo original.

El Secretario de Estado, Cordell Hull, el Secretario del Tesoro, Henry Morgenthau Jr., y otros políticos intentaron varios medios para evitar las duras leyes de inmigración (como un intento de desembarcar a los pasajeros como "turistas" en las Islas Vírgenes), pero esos intentos fracasaron ante un Congreso intransigente con las leyes de inmigración (El congresista Samuel Dickstein era el presidente del Subcomité sobre Inmigración). A pesar de la incapacidad legal de los Estados Unidos para aceptar a los pasajeros del St. Louis, el Departamento de Estado realizó esfuerzos cruciales para realojar a los pasajeros de tal forma que ninguno de ellos regresó a la Alemania nazi. Todos ellos fueron destinados a países democráticos (Reino Unido, Francia, Países Bajos, Bélgica y Dinamarca). Fuente: Ibid., pp. 162-64.

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Tomado del Museo del Holocausto de los Estados Unidos:

"Many of Germany's Jews sought refuge abroad in 1939 as Nazi anti-Jewish measures dramatically intensified. Throughout the Reich, tens of thousands lined up at foreign consulates desperate for visas. Despite worldwide sympathy for their plight, few countries, even the United States with its restrictive quota system, were willing to open their doors any wider.

In April 1939, Germany's Hamburg-America Line announced a special voyage to Havana on the luxury liner St. Louis, departing May 13. The 937 tickets were quickly sold out, with more than 900 of them purchased by Jews. Most had purchased landing permits for Cuba, where they hoped to wait for the United States to call their quota number. Unknown to them, their landing permits, issued by the corrupt Cuban director of immigration, had already been invalidated by the Cuban government.

The St. Louis arrived in Havana harbor on May 27, but Cuban officials denied entry to all but 28 passengers. For a week, while the ship sat at anchor in sweltering heat, representatives of the American Jewish Joint Distribution Committee (JDC) negotiated with Cuban president Federico Laredo Brú. The Cuban government rejected the JDC's proposals and forced the ship to leave the harbor.

The ship's captain, Gustav Schröder, piloted the St. Louis to the Florida coast in hopes that the U.S. would accept the passengers or that Brú would reverse his decision. The State Department, however, refused to intervene in Cuban affairs, and the Coast Guard denied the ship entrance into American waters. The St. Louis turned back to Europe.

Fearful of returning to Germany, the passengers pleaded with world leaders to offer them refuge. Through the efforts of the JDC and other agencies, the governments of France, Great Britain, the Netherlands, and Belgium granted the refugees temporary haven. After being at sea for over a month, the St. Louis docked in Antwerp on June 17, 1939".

Y este otro extracto:

"The St. Louis passengers greeted with great jubilation the news that France, Great Britain, Belgium, and the Netherlands had agreed to provide them with temporary refuge away from Nazi Germany. For many, however, it marked not the end but the beginning of an even more tragic journey.

After disembarking in Antwerp, the passengers traveled to their assigned countries: 214 remained in Belgium, 287 went to Great Britain, 224 to France, and 181 to the Netherlands. Like other refugees from the Reich, the former St. Louis passengers faced immense challenges and uncertainties. Dispossessed of their assets by the Nazis and prohibited from working by their host nations, they depended on Jewish relief agencies and relatives for aid. Of the more than 700 former passengers on quota lists to enter the United States, only a small number surmounted the bureaucratic regulations to emigrate across the Atlantic legally by 1945".

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Mensaje por Robert H. Jackson » Jue Sep 09, 2010 2:56 am

De acuerdo con la nota de prensa que transcribo a continuación, con excepción de los refugiados admitidos por Gran Bretaña, el resto terminó en manos de los nazis, producto de la guerra.

La nota de prensa se realizó por el Museo del Holocausto, con ocasión de la publicación del libro "Refuge Denied".

October 6, 2006
UNITED STATES HOLOCAUST MEMORIAL MUSEUM COMPLETES TEN-YEAR SEARCH TO UNCOVER THE FATES OF ST. LOUIS PASSENGERS
Researchers’ Book on Subject to Be Released November 2006
WASHINGTON, D.C. — For ten years, beginning in 1996, U.S. Holocaust Memorial Museum researchers Sarah Ogilvie and Scott Miller have worked to uncover the fates of all 937 refugees aboard the MS St. Louis. The search is now complete and a book about how this incredible effort solved the mystery of the St. Louis—Refuge Denied (University of Wisconsin Press)—will be available on November 3, 2006. Unfolding like a detective novel, Refuge Denied follows Ogilvie and Miller as they scour archives in Havana, Europe, Israel and the U.S.; knocking on doors in New York City neighborhoods; and tracking down leads provided by friends, family members and others who knew these passengers to learn what happened to them after they were refused entry to Cuba and then the United States.

“While a tiny fraction of those seeking escape from Nazi Germany on the eve of World War II, the St. Louis passengers are representative of the world’s indifference to the plight of Europe’s Jews under Nazism,” says Ogilvie. “We hope our research will not only reaffirm the individuality of these victims, but remind us that the actions, and inactions, of governments and individuals have real consequences.”

The St. Louis departed from Hamburg, Germany, on May 13, 1939. The 937 passengers were mostly German Jews. After Cuba and then the United States denied these refugees entry, the St. Louis was forced to return to Europe on June 6. After difficult negotiations, initiated by the American Jewish Joint Distribution Committee, the ship was able to dock in Antwerp, Belgium, and the governments of Belgium, Holland, France, and the United Kingdom agreed to accept the refugees. By 1940, all of the passengers, except those who escaped to England, found themselves once again under Nazi rule. A number of these Jewish refugees, who had seen the lights of Miami, subsequently perished in the Holocaust.

The search for St. Louis passengers began in 1996 in the Benjamin and Vladka Meed Registry of Holocaust Survivors. Four former ship passengers visited the Registry seeking information about others aboard the ship. Little information was available, but the curiosity of Registry researchers Ogilvie, and later Miller, was piqued. They began seeking out whatever information they could find in the U.S. and abroad.

The search developed into a much larger project than either of them initially anticipated. Over the course of ten years they traveled thousands of miles to access archives, developed an exhibition on the subject, spoke to audiences nationwide, and began writing a book about their research.

“The publication of Refuge Denied marks the culmination of an intensive effort to uncover the fates of a group of Jewish refugees from Nazi Germany who were literally within sight of freedom, but sent back to a Europe soon to fall under Nazi tyranny,” says Miller. “We hope its publication spurs renewed interest in the ship’s story and what meaning it has for us today.”

Me quedo para mí con la frase de la nota de presensa, en el sentido de que de que la investigación no solo sirvió para reafirmar la individualidad de las víctimas, sino también para recordar que las acciones e inacciones de los gobiernos y los individuos tienen consecuencias reales.


http://www.ushmm.org/museum/press/archi ... 2006-10-06" onclick="window.open(this.href);return false;

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Mensaje por Robert H. Jackson » Jue Sep 09, 2010 3:05 am

Tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/San_Luis_(refugiados" onclick="window.open(this.href);return false;)

"El rechazo del asilo
En Cuba, ese mismo año de 1939 el gobierno había establecido un decreto ley (Decreto 55), que restringía el acceso a su territorio según el caso del solicitante de entrada, distinguiendo dos categorías, los turistas y los refugiados. Al contrario de los turistas, los refugiados necesitaban de una visa de entrada, además de pagar 500 dólares con el fin de demostrar que no iban a constituir una carga publica al estado cubano.

No obstante, había una falla pues no se definía claramente la diferencia entre un turista y un refugiado. El director de emigración de aquel entonces, Manuel Benítez, aprovechando esto vendía permisos de entrada. A fin de terminar con este trafico, el presidente de la República, Federico Laredo Brú, hizo aprobar un nuevo decreto (Decreto 937) por el cual quedan derogadas las visas dadas anteriormente. Como consecuencia, a los pasajeros del San Luis se les negó la entrada a Cuba a pesar de las visas ya otorgadas por la embajada de Cuba en Alemania.

Sin embargo, el escritor de origen judío Jaime Sarosky afirma que la verdadera razón de la negativa de entrada fue que las autoridades cubanas actuaron por presiones del Departamento de Estado norteamericano. Cordell Hull, titular de esa secretaría, pidió a La Habana que se les negara el derecho de asilo con el pretexto de que las cuotas para los potenciales emigrantes provenientes de Europa central estaban ya cubiertas en los Estados Unidos.

El regreso y el destino de los pasajeros
Después del rechazo de entrada en La Habana el capitán del San Luis buscando una nueva solución tomó rumbo a Florida y pidió un nuevo permiso de asilo a las autoridades estadounidenses. El presidente Franklin Delano Roosevelt intentó acoger a una parte de los pasajeros, pero nuevamente la oposición vehemente del secretario de estado, Cordell Hull, y los demócratas del sur lo impidieron llegando incluso a amenazar a Roosevelt con retirarle el apoyo en las elecciones de 1940 que se avecinaban.

El 4 de junio se prohibió al San Luis, que esperaba una respuesta anclado entre Florida y Cuba, la entrada en territorio norteamericano.

El 5 de junio se hizo un intento desesperado, esta vez con Canadá, pero nuevamente reciben una respuesta negativa. Ante la imposibilidad de continuar buscando posibles huéspedes entre los países vecinos, la situación de casi amotinamiento, los intentos de suicidios entre los pasajeros, la falta de comida, que ya se hacia sentir, y otras agravantes, el capitán, Gustav Schroder, tomó la decisión de regresar a Europa.

Durante el trayecto de regreso el American Jewish Joint Distribution Committee intentó buscar una solución entre los países europeos. Bélgica, Reino Unido, Francia y los Países Bajos aceptaron repartirse por cuotas parte de los pasajeros. El San Luis llega a la ciudad de Amberes ciudad a partir de la cual los pasajeros fueron repartidos a su destino final.

De los más de 900 pasajeros a bordo del San Luis, sólo 240 pudieron sobrevivir al holocausto, el resto terminaron capturados por los nazis o murieron en los campos de concentración".

De acuerdo con la fuente que ahí se cita (el escritor de origen judío Jaime Sarosky), más bien el Secretario Cordell Hull fue uno de los que más presionó para que se rechazara el asilo.
Última edición por Robert H. Jackson el Jue Sep 09, 2010 4:15 am, editado 1 vez en total.

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Los aliados y el Holocausto

Mensaje por Robert H. Jackson » Jue Sep 09, 2010 4:06 am

Según mencionan Ogilvie y Miller en el libro al que hice referencia en uno de mi mensaje trasanterior, el saldo final de los pasajeros del San Luis fue el siguiente:

"Of the 620 St. Louis passengers who returned to continental Europe, we determined that eighty-seven were able to emigrate before Germany invaded western Europe on May 10, 1940. Two hundred and fifty-four passengers in Belgium, France and the Netherlands after that date died during the Holocaust. Most of these people were murdered in the killing centers of Auschwitz and Sobibór; the rest died in internment camps, in hiding or attempting to evade the Nazis. Three hundred sixty-five of the 620 passengers who returned to continental Europe survived the war."

Refuge Denied: The St. Louis Passengers and the Holocaust. Sarah A. Ogilvie and Scott Miller. United States Holocaust Memorial Museum. pp. 174-175.

Los datos arrojan una tasa de sobrevivencia del 59% (o, visto de otro modo, 41% de muertes). Se mire por donde se mire, resulta una historia trágica.

En siguientes mensajes, aunque dentro de este mismo hilo, si el moderador me lo permite, espero tocar el tema de la Conferencia de Evian, realizada en 1938, con el propósito de discutir el problema de los refugiados judíos, víctimas de las políticas discriminatorias del régimen nazi. Muchos historiadores han interpretado en los resultados fallidos de esta conferencia una suerte de luz verde a Hitler para el genocidio, ante la indiferencia de la comunidad internacional por el problema. Concluyo mi aporte con las declaraciones premonitorias del Dr. Chaim Weizmann al Diario Británico Manchester Guardian, con ocasión del fin de la conferencia:

"The world seemed to be divided into two parts – those places where the Jews could not live and those where they could not enter." (El mundo parece estar dividido en dos partes: Una donde los judíos no pueden vivir y la otra donde no pueden entrar)

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Los aliados y el Holocausto

Mensaje por José Luis » Jue Sep 09, 2010 5:57 am

¡Hola a todos!

Estimado Robert H. Jackson,

No se trata de convertir el tema en un monográfico sobre la historia de los pasajeros del St. Louis, sino de ajustarse a los hechos en la medida de lo posible. Si me extendí un poco en los datos que aporté sobre el St. Louis, fue para aclarar principalmente el destino de sus pasajeros a tenor de lo que tú escribiste en tu mensaje original:

[Se pidió a las autoridades Holandesas, Belgas, Británicas y Francesas recibir a los refugiados, pero sólo se admitieron unos pocos. 670 de esos pasajeros murieron en campos de concentración].

No es cierto que esos países sólo admitieran unos pocos pasajeros (los admitieron a todos), y está fuera de contexto decir que 670 murieron en campos de concentración. Esos judíos antiguos pasajeros del St. Louis sufrieron el destino final que dices (salvo los acogidos en Gran Bretaña) cuando o después de que los países de acogida fueron invadidos y ocupados por las fuerzas armadas de Alemania en 1940, al igual que que otra infinidad de judíos de esos países.

Saludos cordiales
JL
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Los aliados y el Holocausto

Mensaje por 27Pulqui » Jue Sep 09, 2010 3:21 pm

Hola a todos.

De la pregunta que abrió el tema, en castellano puede leerse de Monty Naom Penkower, “Los Aliados y el Holocausto”, en Ignacio Klich y Mario Rapoport (editores), Discriminación y racismo en América Latina, Buenos Aires, GEL, 1997. Entre otros puntos está la Conferencia de Bermuda (José Luis explicó con más detalle la dimensión norteamericana).

Respecto de las cifras, sospecho que no debe haber acuerdo en los investigadores dadas las dificultades para el conteo. Es cierto que en términos absolutos Estados Unidos se ubica en primer lugar bastante lejos de otros receptores, sin embargo su trayectoria es menos favorable de acuerdo con la capacidad de absorción. Así lo expresa Penkower en la nota 4 (p. 148) respecto de 1933-1939: “Si bien 136.000 refugiados ingresaron a los EE.UU. en ese período, las cifras para Gran Bretaña son de 56.000, para Francia de 40.000, para los Países Bajos de 23.000, para Bélgica de 25.000, y para Suiza de 10.000”.

Hay un país muy poco considerado en estas comparaciones. Es probable que (a excepción de Palestina) Bolivia ocupe el primer lugar entre los receptores de refugiados per cápita en el período de preguerra. Los claroscuros del caso están en Dos naciones andinas y los refugiados judíos. De todos modos no es el punto quien encabeza una u otra lista, sino comprender los hechos en su contexto por más ominosos que nos parezcan a priori muchos comportamientos.

Me parece que llego tarde a la cuestión del barco con destino Cuba. Preparé el siguiente texto anoche pero recién ahora puedo mandarlo, sería una lástima que el mundo se pierda mi aporte :sgm118:, por eso lo envío sin cambios, ustedes ya dijeron casi todo, sin embargo puedo agregarle elementos desde otra perspectiva:

En cuanto al incidente del St. Louis, en la arriba citada compilación, Robert M. Levine le dedica un buen espacio (pp. 174-184) en “El papel de los Estados Unidos en la política cubana respecto de los refugiados del nazismo (1933-1942)”. Varios factores confluyeron en el rechazo del contingente israelita, desde disputas internas del gobierno cubano que incluyen el desacuerdo por el reparto de las coimas entre el presidente Laredo Brú y el funcionario a cargo de la inmigración (Manuel Benítez, de quien se supone una fortuna personal en más de 600.000 dólares acumulada en la preguerra), hasta una operación preparada por Berlín para incitar a la opinión pública mundial contra los refugiados judíos a fin de obtener una mejor comprensión de la política antijudía alemana. El papel estadounidense merece algunas consideraciones.

Cuba era un escala de la corriente de refugiados en su intento de acceder a EEUU, de hecho los permisos llevaban escrita la condición de que el portador permanecería en la isla tan sólo “el tiempo necesario para obtener una visa de ingreso a los Estados Unidos”. Por esta razón, para La Habana las actitudes del gobierno norteamericano pesaban más que las declaraciones de buena voluntad de sus funcionarios. Hay otros autores en esta línea de interpretación, por ejemplo recuerdo que algunos señalan que las exhortaciones de la Conferencia de Evian fueron tomadas por los gobiernos latinoamericanos como una imposición para recibir refugiados que Estados Unidos no estaba dispuesto a aceptar en vista de la rigidez de su política inmigratoria. Aquí entra el St. Louis, pues el abrupto cambio en el gobierno cubano respecto de los refugiados (canceló retroactivamente permisos concedidos por Benítez) también guarda relación con las barreras aplicadas por Washington.

Levine es contundente: “No sólo el Departamento de Estado no presionó a La Habana para que permitiera que el St. Louis atracara, sino que, cuando el capitán del buque, en su viaje de vuelta a Europa lo condujo cerca de las costas de Miami Beach, la guardia costera de los Estados Unidos envió sus lanchas y aviones para prevenir que los pasajeros del buque se arrojaran al agua para nadar a la costa. Miembros destacados de la comunidad judía cubana luego sospecharon que las presiones de los Estados Unidos contra el desembarco de los refugiados fue un factor determinante en la decisión gubernamental cubana de cerrar sus puertas sorpresivamente, ya que en el pasado, los contactos personales aceitados por la coima siempre habían funcionado”.

El trágico final para muchos pasajeros del St. Louis –yo creo- no debe imputarse a la indiferencia mundial, o por lo menos debe ser matizado, pues Bélgica, Holanda, Francia y Gran Bretaña acordaron aceptar cada uno aproximadamente la cuarta parte de los pasajeros. A los seis meses la Alemania nazi asumió el control de los tres países del continente, como consecuencia de ello se supone que 667 de los 927 pasajeros del barco finalmente perecieron a manos de los nazis.
La historia tergiversada no es historia inofensiva. Es peligrosa.
Eric Hobsbawm

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Los aliados y el Holocausto

Mensaje por Robert H. Jackson » Jue Sep 09, 2010 7:56 pm

José Luis:

Tienes razón. Quizá me emocioné más de la cuenta al citar tanto dato. El objetivo general de tu intervención, en orden a aclarar el destino de los pasajeros del San Luis, me parece, queda cubierto con la cita de Ogilvie y Miller que es una fuente acreditada.

Ahora, más allá de la polémica puntual del número de personas que fueron o no acogidas y que murieron o no en el Holocausto, mi invocación del caso del San Luis tenía como propósito establecer la atmósfera de antisemitismo que existía en esa época, en todos los países que finalmente terminaron formando parte del bloque aliado, y cuando hablo de aliados, me refiero no sólo a las potencias (EE.UU., GB, URSS, Francia) sino, también, a los otros países, incluidos algunos latinoamericanos que, aunque no combatieron, declararon la guerra a los países del Eje. También la de aquellos que permanecieron neutrales.

Por otro lado, el caso del San Luis, aunque puntual (y tal vez estadísticamente no relevante) es, a mi manera de ver, de gran importancia para entender mucho de lo que ocurrió, pues a partir de la Conferencia de Evian, algunos estudiosos del tema han sostenido que el San Luis fué el intento solapado de Hitler por comprobar el compromiso de la comunidad internacional para con la población judía.

En cualquier caso, y brindada la explicación, si los moderadores del foro me lo permiten, me gustaría en este mismo hilo, poder tocar el tema de la Conferencia de Evian, para poder unir los puntos.

Saludos a todos.

P.D.: favor tener por corregido cualquier error inicial sobre el destino de los pasajeros del San Luis, teniendo como fuente formal, seria y acreditada la obra "Refuge Denied: The St. Louis Passengers and the Holocaust. Sarah A. Ogilvie and Scott Miller. United States Holocaust Memorial Museum".

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