Angustia extrema en tiempos de guerra.

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Juan M. Parada C.
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Angustia extrema en tiempos de guerra.

Mensaje por Juan M. Parada C. » Mar Sep 01, 2020 5:40 pm

A manera de introducción.

Era la mañana de un viernes primero de septiembre de 1939 y el día se presentaba simplemente magnífico. Las previsiones meteorológicas relativas a la zona que se extendía desde el Báltico a los Cárpatos eran inmejorables. Había finalizado ya la recolección de las cosechas, y la tierra endurecida por el verano resultaba más propicia que nunca para los carros de combate. En la mañana de aquel viernes, a las 4,45, fue cuando las vanguardias alemanas traspasaron la frontera de Polonia. Aquel día, el mundo conoció un nuevo tipo de guerra: La "Blitzkrieg". En aquel mismo momento, por el automatismo de las alianzas internacionales, Francia e Inglaterra se veían envueltas en el conflicto al lado de Polonia.
Constituyendo tal episodio la génesis de un gran descalabro en sacudir al mundo en ese entonces, por ser el mismo de grandes proporciones hasta ahora nunca visto, que llevaría la muerte y la destrucción a millones de seres humanos por espacio de seis años de arduos combates por durar. Muchas serían las consecuencias en arrojar este segundo gran conflicto global, pero para los efectos de este escrito -como meta principal en enfatizar- son los momentos de angustia y de desesperanza entre la gente en esos tiempos de vorágine bélica en resaltar.
¿ Por qué? Sería la pregunta central, en un primer momento, ya que pareciera ser un un tanto sobreentendida dicha premisa en tratar de esgrimir aqui. La razón a esta acometida, para justificar así este escrito en cuestión, es hacer una suerte de comparación de un momento común de bajas expectativas globales de dos etapas en el tiempo (tanto pasado y presente) para hallar ciertas semejanzas y descernir lo que emanan hacia al colectivo común que se ve afectado por igual. Otorgándole, en consecuencia, un término muy en boga de los estudiosos de la conducta humana, como es la de "resilencia", que ahora estamos viviendo como un común denominador sin excepciones padecemos. Rasgo muy típico de esta clase de tiempos de constante zozobra general en no verse librado nadie en padecer.
De ahí entonces, en virtud de vivir una nueva etapa de incertidumbre total, que esta nueva pandemía -denominada Covid-19- nos embarga, me he propuesto ver algunos fragmentos de noticias e impresiones de la época de la segunda guerra mundial, los cuales, a manera de comparación, guardan un cierto parecido a este tipo de sentimiento colectivo que nos toca soportar con este problema global en marcar ahora nuestras visiones existenciales. Esperando poder establecer así tal conexión en común.
Las referencias en cuestión para tratar de hacer este tipo de comparaciones son extraidas de un texto editado en 1943, que lleva por título "Nuestro Porvenir descifrado" de Arturo S. Maxwell, que he estado hojeando con mucho interés personal. Por hallar algunos pasajes que revelan tal apremio y sus sombrías expectativas despertaban entonces. Todo esto con el fin de pasar una suerte de revista de estos sentimientos tenían en esos días y compararlos con los que nos tienen azotados ahora. Siendo tal metodología básica la dirección en seguir para remarcar el propósito aqui perseguido.

-Capítulo Primero: Frustaciones globales.

No cabe duda que en esos años eran muchas las expectativas y temores generalizados que esta gran contienda global incitaba a las personas en pensar, que sumado a los desengaños, tendía a pintar un panorama de colores muy oscuros a un futuro un tanto incierto. Dejando atrás todo optimismo y demás expectativas de tener una existencia sosegada y plena de logros para todos. Siendo esta guerra todo un espejo roto que no auguraba nada bueno por venir.
Tal estado de ánimo, a manera de ejemplo se observa en este texto que he mencionado, se ve reflejado en un pasaje de la obra del Dr. Harry Emerson Fosdick en su libro "Living Under Tension", que dice lo siguiente:

"Nuestra generación ha vivido a través de una larga serie de desengaños mayores. Sin ir más lejos que la Gran Guerra (1914-18), nos abalanzamos en ella esperando afianzar el mundo para la democracia, sólo para encontrar más tarde ue el esfuerzo era fútil. Entonces muchos de nosotros nos volvimos con elevadas esperanzas a los planes de una paz organizada en la Corte Mundial y la Liga de las Naciones, pero hemos vivido hasta ver aquellos vastos edificios a orillas del lago de Ginebra transformados en vacios cascarones, entretanto que millones marchan a la guerra. Entonces pareció amanecer un día de opolencia económica, lleno de esperanza de una vida abundante para todos los pueblos, solo para desvanecerse en una penuria difusa que no ha recibido jamás ayuda alguna...Hemos vivido por una generación de sucesivos y colosales desengaños, con esperanzas frustradas amontonadas una encima de la otra".

Otro ejemplo, que se ve también en dicho libro, proviene del Dr. Adolf Keller de su texto "Christian Europe Today", para resaltar lo anteriormente expuesto pero agregando el factor de un ser supremo indiferente, que dice a continuación:

"Oscuridad donde los últimos habitantes sobrevivientes de las aldeas bombardeadas y quemadas se esconden en húmedos sótanos y lodosos huecos. Oscuridad en los campamentos de prisioneros, donde millones de jóvenes viven en un ambiente de deseperación y suicidio. Oscuridad que envuelve de absoluta falta de esperanza a aquella caravana...los refugiados. Así que todos aquellos seres humanos que preguntan si Dios se ha ausentado de este mundo o si está buscando alguna excusa...¡ Oscuridad en que parece imposible, aun para cristianos, creer en un Dios de amor en medio de un mundo de horror!"

Tal era el sentimiento generalizado en esos días, que estaba socavando todo fundamento moral aceptado hasta ahora, que demandaba respuestas pero la más urgente, como lo veía un economista estadounidense en esos días llamado Stuart Chase, la cual, de manera apremiante, era:

"Puede oirse un rugido sordo que se repite alrededor de todo el mundo. Es la voz del pueblo que demanda seguridad".

No era entonces de extrañarse que la gente en esos días estaba impactada por la lucha que se estaba llevando a cabo en los ditintos rincones del planeta, como de la crueldad extrema que se originaba en la misma y de estar molesta con los gobiernos débiles que no podían evitar tales desmanes. Poniendo en duda todo lo alcanzado en materia de derechos civiles y demás prebendas de los regímenes democráticos frente a la barbarie de los sistemas totalitarios de la época que exhibían con total impunidad. Dado que los sistemas de corte democrático de esos momentos habíam asegurado que una nueva guerra global no sería posible de llevarse a cabo sin acarrear sus consecuencias a los que la iniciaran. Especialmente a los de corte anglosajónico, que para el autor de este libro que cito de Arturo Maxwell, se ubicaría en los siguientes puntos:

A) Se aseguró que la Línea Maginot de Francia era inexpugnable.
B) La ciudadela de Singapur no caería.
C) Las Filipinas podían defenderse.
D) Aviones de guerra no podrían hundir acorazados.
E) Los Estados Unidos derrotaría al Japón en menos de seis meses.

Tal era el desconcierto que estos hechos habían acarreado al público en general en esos días, que hacia presagiar un panorama muy tétrico con respecto a las libertades básicas del resto de los países que estaban aún ilesos de los estragos de esta gran contienda en no saber afrontar ante estas fuerzas malignas. Siendo así la frustración global en imperar por el descalabro militar de los poderes del mundo libre, que marcaban entonces la pauta al resto del planeta, que no tenía parangón en esos momentos.


-Capítulo Segundo: Progreso en ser entredicho.

No cabe duda que desde el albor del siglo viente, en todo los campos de la actividad humana, se ha realizado el más notable aceleramiento jamás visto por el hombre. Es como si repentinamente se hubiese puesto una máquina a toda marcha.
Un ejemplo de ello se ve reflejado en un editorial del "Saturday Evening Post" de 1941, por afirmar que:

"La invención ha superado los precedentes de mil maneras -materiales inauditos han adquirido forma- las ideas antiguas de velocidad y eficiencia se pasan a la historia... los hombres en la industria logran milagros jamás soñados. Los hombres de ciencia echan al olvido los métodos que habíamos llamados modernos. Velocidad increible ha reemplazado lo que llamábamos celeridad. Nuevos materiales, nuevos métodos, progreso".

No obstante, tales logros se habían enfilado en el campo de la destrucción que ahora estaba siendo usados de forma despiadada a un nivel nunca antes visto hasta ahora. Constituyendo un claro retroceso de la doctrina del inevitable progreso humano se vea en ese entonces irremediablemente defectuosa. Dado que los mejores esfuerzos del hombre por elevar el cuociente de sus cualidades morales, o de inaugurar una edad de oro, han fracasado miserablemente. Tal como lo plantea el Dr. Leslie D. Weatherhead en su texto "This Is the Victory" en el primer capítulo, "Fe en el progreso estrellada", al decir:

"Durante años las ideas dominantes que nos han rodeado nos han animado a creer que la humanidad progresaba. La mágica palabra 'evolución' desempeñó su parte...El pensamiento se arraigó en la mente de los hombres que física, mental y espiritualmente la humanidad se hallaba en un ascensor y, como dicen en las tiendas, iba hacia 'arriba'...¡ Pero cuán diferente hablan los psicólogos de hoy!"
"Evidentemente, muy lejos de tildar de progreso el rumbo actual, solo podemos contemplar con desmayo. Cuando la responsabilidad espiritual no guarda paso con el descubrimiento y la invención material, el verdadero progreso cesa".

Tales poderíos, que se enfilaban en el aspecto bélico, en manos de estos agresores de corte totalitaristas, que mellaban la seguridad de sus vecinos, eran vistos como un signo de gran debilidad y de frustración del público común de los sistemas democráticos; ya que se sentían indefensos por esta falta de previsión de sus líderes en poder contrarrestarlos y de ahí ese sentimiento de frustración generalizada en ganar terreno.

-Capítulo Tercero: Temores cimentados y valores destruidos.

La consecuencia central, como hemos estado enfatizando, ha sido de frustración global a la que suma también los temores en prevalecer y frenar toda respuesta ante estos avatares junto a los valores humanos, que han sido seriamente dañados por esta clase de tormenta. Condicionando con mayor dureza este panorama que este conflicto global marcaba en su accionar en esos días.
El temor derivado de esta frustración se orientaba a las posibles depredaciones de estas potencias agresivas; temor a las bombas y muerte repentina; temor a las pérdidas en los negocios. Los hombres temen que todo lo que más estiman puede hundirse en el vórtice de dificultad y desastre universal. Así se percibía entonces tal estado de ánimo en el público en esos años aludidos.
Un ejemplo, que extraemos del texto de Maxwell, es de un corresponsal que describe las condiciones de Europa que han resultado de dicha conflagración en ocasionar, por describir que:

"Los que viven en un país libre no pueden saber lo que es la vida en un país donde repentinamente pueden enfrentarse a la muerte por algo que no les concierne ni remotamente..."
"Significa que la gente teme a sus propias sombras. Su espíritu está entumecido por una especie de de temor paralizante que hace que la vida sea una mera existencia sin esperanza ni brillo. Cuando estuve en Praga los habitantes de la ciudad cerraban las persianas de las ventanas aun en pleno día. Amigos que había conocido durante años temían encontrarse o hablar conmigo...El temor dominaba todos sus pensamientos, y con el temor se manifestaba un odio negro que oscurecía todo lo demás".
"En el pueblo de Bromberg...los habitantes se saludaban solamente con los ojos. El temor llenaba las calles y los vacíos cafés".
"En Viena las mujeres en las ilímites filas de menesterosas no se hablaban unas a otras. En Amsterdam sucedía lo mismo. 'Europa hiede de odio y temor', me dijo un profesor holandés. Tenía razón".

Otra visión más, que cita este autor aqui tratado, es del Sr. Samuel Hoare en un discurso en la universidad estadounidense de Reading, al afirmar:

"¿Cuál es hoy la fuerza dominante en extensas porciones de Europa? Es el temor, el más terrible temor, el temor del espanto que cuaja la sangre y paraliza el cerebro, el temor del irresistible monstruo que oscurece la tierra, esparciendo por todas partes destrucción inevitable".

A la destrucción material se sumaba la de tipo espiritual, la que marcaba en el proceder de todo mortal en su devenir diario, que se traducía a la pérdida de todos aquellos valores que el género humano tenía en gran estima, tales como los de tipo familiar, religioso y de fraternidad universal por ser reemplazados por los de la sumisión y deseperanza extrema. Representando todo un desafío para el resto del mundo que no había sucumbido todavía en esta vorágine destructora en tratar de mantener. Siendo necesario, a juicio de Maxwell, un sentido de orientación decisiva y fiable que aglutinase tal acometidad de vital importancia.

-Capítulo cuarto: Angustia vs esperanza.

Ahora tratemos de situarnos entre estos dos extremos, como es la angustia y la esperanza, ya que a este sentimiento de frustación se puede transformar, de manera paulatina, en angustia y temor ante lo desconocido, como hemos tratado de esquematizar ante lo expuesto hasta ahora. Por tratarse de estados de ánimo que van escalando hasta llegar a un punto de quiebre para superarlo o de parálisis, según el temple de las personas sometidas a esta suerte de circunstancias, que ahora me valgo de dos ejemplos para graficar tales actitudes.
El primero es de un corresponsal que estaba en la fortaleza de Corregidor, durante los últimos días de Bataán, en la defensa de las Filipinas, al contar lo siguiente:

"Vi muchas cosas que me afectaron en Bataán. Vi la base naval de Cavite en llamas, la destrucción por fuego del aeródromo de Nichols, y el vuelo por dinamita de puentes y otras estructuras e instalaciones de importancia. Los grandes fuegos y las explosiones permanecen aún frescos en mi mente, pero recuerdo más vívidamente los pequeños destellos de luz que vi en las costas de Bataán en la noche del 9 de abril después de la capitulación. Eran de los soldados escondidos en las riberas y provenían de linternas eléctricas. Todos repetían pacientemente, a Corregidor que se hallaba a ocho kilómetros de distancia:
" '..._ _ _...' '..._ _ _...' "
"Aquellos puntos y rayas, enviados en pequeños destellos de luz, formaban las familiares letras SOS, el llamado universal de los hombres en aprietos. Cuantas de aquellas llamadas obtuvieron respuesta, jamás sabremos; pero todo aquel que lee de aquella lucha heróica, quisiera haber estado en Corregidor con un barco".

No cabe duda, por demostrar la determinación de supervivencia de un hombre ante un peligro, que tal relato es un reflejo del estado de ánimo de un grupo muy nutrido de hombres por agotar sus últimas esperanzas de salvación ante este tipo de asedio. Muchos se rendirían a los nipones al verse imposibilitados de lograr escabullirse de la trampa tendida por estas fuerzas; algunos, en cambio, lograrían escapar en los pocos transportes que se pudieron acercar ahí; pero el resto de los sobrevivientes se replegarían a las montañas para formar grupos de resistencia con los filipinos para hostigar a las fuerzas niponas durante casi tres años.
Es evidente, en un primer momento, que no todos van a actuar de la misma forma en esta clase de circunstancias y sólo los más audaces pueden marcar la diferencia a la hora de la verdad. Siendo los mismos los pioneros de la esperanza en tratar de labrar un sendero que estimule después a los demás en salir de la angustia de una forma expedita. Es decir, en dar ejemplo de arrojo e iniciativa que rompa con esta clase de estancamiento colectivo por uno más dinámico.
El segundo ejemplo, que es del mismo corresponsal en las Filipinas en 1942, es sobre el último avión que saldría de Bataán. Habiendo sido derribado días antes en la guerra, y pescado del fondo de la bahía de Mariveles, y reparado con partes de otros aviones destrozados, apenas podía llamarse un medio deseable de transporte. Pero se acercaba el enemigo, y esta era la última oportunidad de escape del ejército que no tardaría en presentarse.
Poco después de la una de la mañana, el piloto logró poner en marcha el motor. Calentando muy brevemente el motor, el avión despegó. Pero al mismo momento de despegarse y levantarse a vienticinco metros de altura sobre el agua, se oyeron tiros, y el zumbido de las balas.
El piloto procuró ganar mayor altura, pero el motor estaba debilitado, y no podía subir un centímetro más. Sabiendo que no podía regresar al campo de aterrizaje, y temiendo que podría desplomarse la máquina en el agua, gritó a sus pasajeros, "Echen fuera el equipaje. ¡Dense prisa!" Los pasajeros obedecieron. Pero no era suficiente. Echaron mano de todos los aparejos sueltos que había en el avión y los botaron al agua. El desvencijado aeroplano subió a trienta y cinco metros, vaciló y entonces gradualmente ascendió a mayor altura.
Y de esa manera lograron alcanzar el amparo de una isla amiga. Pero había sido un escape arriesgado, y hubo prisa en deshacerse de todo el peso posible, de todas sus posesiones a fin de salvar sus vidas.
Tal relato es un claro testimonio del arrojo y el sacrificio necesario es menester hacer en procura de un objetivo se desea alcanzar.

-A manera de conclusión.

El presente escrito, que ha tratado de reflejar este tipo de emociones colectivas que se suelen dar, nos daría una cierta idea de lo que es vivir una situación de angustia extrema para comparar a la que estamos viviendo ahora con esta pandemía. Es cierto, a todas luces, que existen muchas diferencias pero la angustia y el temor son, hasta cierto punto, semejantes. Dado que la incertidumbre, en un primer momento, gana terreno y toda actitud en esa dirección se encuadra enevitable a esta "resilencia" en asumir.
No obstante, se debe asumir el valor necesario y la fe de superación ante todo trance que se presente y no dejarse llevar por el estado general que se presente una situación de este tipo en un momento dado. Veamos lo que sufrieron las personas durante este gran conflicto junto a los demás dilemas que los pudieron paralizar al principio y con el tiempo lograrían apaliarlas hasta superarlas totalmente. Es evidente que no fue fácil en sus inicios pero la tenacidad y el liderazgo necesario marcarían la diferencia; a la que debemos ahora asumir y enfrentar nuestros temores no sólo con la obstinación necesaria, sino también con la sabiduría requerida y la fe al ser supremo para materializar tal acometida.
Después de todo estamos viviendo una etapa histórica que saldremos invictos de la misma, como hicieron en su momentos todos aquellos que habían sido víctimas de la guerra y de sus penurias. De ahí entonces, para finalizar, citemos al gran Cervantes sobre lo que opinaba de la historia, al decir:

" La historia es el testigo mudo del pasado, el émulo del presente y la advertencia del provenir".


Saludos y bendiciones a todos por siempre.

-Bibliografía consultada.

Maxwell S. Arturo "Nuestro porvenir descifrado" (1943) California: Pacific Press Publishing Assoctation.
"¡Ay,señor! Tú sabes lo ocupado que tendré que estar hoy.Si acaso te olvido por un instante,tu no te olvides de mi". Sir Jacob Astley antes de la batalla de Edge Hill el 23 de octubre del año de nuestro señor de 1642

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