Kameraden. Die Wehrmacht von innen. Felix Römer

Recensiones personales de libros leídos

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Kameraden. Die Wehrmacht von innen. Felix Römer

Mensaje por Chuikov » Jue Oct 29, 2015 11:41 pm

Una pareja de soldados que estaban recluidos en Fort Hunt, un centro especial de reclusión de soldados de la Wehrmacht en los EEUU, comentan:
A- Yo creo que escuchan y graban todo lo que hablamos.
B- No creo, ten en cuenta que necesitarían kilómetros de cinta....


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Siguiendo la senda abierta por Sönke Neitzel y Harald Welzer con el análisis de las actas de las escuchas a soldados alemanes recluidos en cárceles británicas, el Dr. Felix Römer se ha enfrentado a las 100.000 páginas que la administración del ejército americano elaboró a base de interrogatorios, encuestas y escuchas a soldados de la Wehrmacht recluidos en un campo especial para ello, en Fort Hunt, Virginia. A pleno funcionamiento desde 1943, por sus instalaciones pasaron unos 3000 soldados alemanes. El principal objetivo era hacerse con secretos de guerra, sobre todo en lo relacionado con la tecnología. De ahí que, por ejemplo, el número de soldados del arma submarina fuera proporcionalmente alto. Aunque levantado y organizado tomando como ejemplo los centros de escuchas británico, los americanos fueron mucho más meticulosos a la hora de recoger y organizar la información. Recogieron, por ejemplo, información sobre la identidad y la trayectoria vital previa a la guerra de los soldados, o sobre sus familias. En las actas británicas hay veces que no sabe más que el nombre de los espiados, y hay casos en que ni eso. Los americanos, por ejemplo, también dejaron por escrito conversaciones de un día entero, sin dejar nada fuera, por inocuo o poco interesante que pareciera.

No es casualidad que Römer haya tocado un tema tan afín al trabajo que ha realizado Neitzel en los últimos años (1). Entre 2007 y 2012 el Dr. Felix Römer ha trabajado becado por la Fundación Fritz Thyssen como colaborador del proyecto Kriegswahrnehmung und Kollektivbiographie, coordinado por el Dr. Neitzel en la Universidad de Mainz.

El libro está estructurado en 10 capítulos, contando la introducción y la conclusión. Además cuenta con un prologuista de lujo, Johannes Hürter. En cada uno de los capítulos se analiza una faceta de la guerra, siempre tomando como materia prima las actas de Fort Hunt. Así, los dos primeros capítulos son Cautiverio e Ideología. Cuenta Römer en éste último que, según los informes de inteligencia sobre los prisioneros alemanes en campos europeos y según se desprende de los cuestionarios de Fort Hunt, durante los nueve primeros de meses de 1944 la mayoría de los soldados alemanes aún confiaban en su Führer. Los resultados de estos cuestionarios constituyen la prueba empírica más potente de que la generación Hitler Jugend ( criada en los años 30 ) había sido calada en lo más profundo de su ser por el sistema educativo nacionalsocialista (p81). Según las encuestas, la principal causa de apoyo a Hitler estaba en el progreso material que la población había experimentado entre 1933 y 1939 (p84).

Todo el libro está jalonado por chistes y chascarrillos graciosos que los soldados se contaban entre ellos que, más allá del valor como objeto de estudio que puedan tener, provocan una agradable sonrisa. Por ejemplo a un soldado, concretamente el Unteroffizier Friedrich Schmidt, le gustaba gustaba contar el siguiente:

En un discurso en una empresa, Robert Ley tuvo la idea de explicar a los trabajadores los símbolos nacionales. Asió un águila, y comenzó a explicar:
“Queridos camaradas, seguramente hay alguien entre vosotros que conoce el simbolismo de esta águila. Pero creo que la mayoría no. Comenzaré por la cabeza. La cabeza. Ese es nuestro Führer. Las alas son nuestra Luftwaffe invencible. El torso, el torso es el pueblo alemán, poderoso.” Y entonces salió uno del público y dijo: - El ojo del culo: ¡Eso eres tú!
Ahí se queda la anécdota, y nada más se sabe (p89-90)

Le siguen dos capítulos sobre la ética del soldado y otro sobre la camaradería. El de la camaradería me ha parecido especialmente interesante porque Römer pone al descubierto que los principales censores del individuo eran sus propios compañeros. Había una serie de valores que todo soldado estaba obligado a observar porque de otro modo se arriesgaba a la marginación. Quizás, después del propio acto de la guerra, la principal preocupación del soldado fue mantenerse en una buena posición dentro de su grupo social.

El siguiente capítulo se titula Kampfmoral, algo así como moral en la batalla. Es uno de los más interesantes. Para mí, apasionante. Aquí Römer se entretiene mucho en explicar la diferencia de actitud del soldado alemán según en qué frente luchara. Como se puede imaginar, la guerra en el este era una galaxia distinta a cualquier otro escenario. Así, entre las páginas 271 y 274 cuenta cosas como esta: Los distintos estilos de guerra con que se luchó en los diferentes escenarios no se pueden explicar tan sólo echando mano de la Situación [entendida como contexto, coyuntura. Más adelante volveré sobre este concepto y su contrabalanza, la Intención]. Tan sólo con el enfoque, las ideas preconcebidas, con las que los soldados afrontaron la guerra en la Unión Soviética se puede explicar esta brutalidad sin límites, difícil de encontrar en otros escenarios. Porque las erupciones de violencia que se produjeron entre soviéticos y alemanes no fueron simplemente el resultado de una escalada comenzada con un choque armado. Para los alemanes, esa violencia sin límites que aplicaron era un precepto para esa campaña en concreto. Ya antes del ataque en Junio del 41 se prepararon sistemáticamente: mediante órdenes criminales como la Orden de los Comisarios o el [ Kriegsgerichtsbarkeitserlass] “Decreto de jurisdicción de guerra”, se creó un nuevo marco de acción a través del cual los soldados estaban obligados a ejercer una violencia que estaba por completo fuera del derecho internacional. Hitler y sus generales quisieron dejar claro asimismo que esa guerra se trataba de una “Cruzada contra el bolchevismo”, contra seres humanos inferiores y que en ella el pueblo alemán se jugaba la vida o la muerte, ergo había que actuar sin contemplaciones. Y, por cierto, estas directivas fueron seguidas por la Wehrmacht. Apenas hubo unidad que no siguiera estas órdenes criminales... Las ejecuciones de soldados soviéticos a la ligera, muchas veces hechas por ahorrarse el camino de llevarlos a la retaguardia, sin las premisas racistas, de superioridad racial, con las que acudieron los soldados a la guerra, es difícil explicárselas... La historia de la guerra en el Este demuestra claramente que la forma de hacer la guerra en un conflicto no depende exclusivamente de la propia dinámica de la violencia, sino también de las Intenciones de los contendientes. Los soldados tenían bien claro que en el Oeste no se luchaba como en el Este, y viceversa... sabían que en el Este la opción de capitular era impensable... En consecuencia se lanzaban al combate especialmente motivados y preparados para asumir riesgos altos, y los combates eran más largos, se luchaba más obstinadamente y había más bajas.

Un soldado, al comparar la lucha en el este y el oeste comentó: Comparado con el frente del Este, la lucha en otros frentes es un paseo en un escarabajo [K.d.F. -Fahrt]”(p274). Otro, el Stabsfeldwebel Gustav Kirchner comentaba: "Todavía no me he encontrado con un ruso cobarde. Allí no hay cobardía.. Esta no es una guerra como contra los americanos, ingleses o franceses: esta es una guerra de exterminio. El soldado aguanta en su puesto hasta que es herido grave, o hasta que lo matan.” (p280). Estas y otras conversaciones revelan que los soldados sabían y eran conscientes de que en el Este no se respetaba ninguna ley internacional.

El siguiente capítulo lleva por nombre Truppenführer, comandantes de tropa. Si he hablado más arriba sobre la obligada observancia por parte de los soldados de comportamientos de acuerdo a clichés castrenses, el caso de los comandantes de tropa era la quintaesencia de esto. Incluso las situaciones extremas de la guerra eran momentos en los que también se observaba cuál tenía que ser el comportamiento de un mando. Por ejemplo, el Hauptmann Georg Pfeiffer comentó lo siguiente sobre la actitud adoptada por el célebre general Erich Marcks durante un bombardeo en Normandía, que le llevó a la muerte: [cuando empezó el bombardeo] él no salió corriendo. Salió andando. No es digno de un General salir corriendo. No está bien. Marcks simplemente se quedó de pie. Dijo que no había que dar mal ejemplo. (p312).

Había que hacerlo bien, porque el entorno estaba atento a si el comandante de tropa, en general, se comportaba como su rango se lo exigía. También hay ejemplos de soldados que se ríen de sus superiores porque salieron corriendo cuando hubo un bombardeo. La transcripción más desternillante que encontré es una anécdota de un oficial alemán que roba un trozo de mantequilla estando prisionero, y otro oficial se escandaliza. Se trata del soldado Meyer, con el Oberst von Stössel, en un episodio en un campo de prisioneros parisino. Allí Stössel, en un momento de despiste de los guardias había cogido un trozo de mantequilla y se lo comió ( davon gefressen – como los animales) . Un comportamiento poco digno de un oficial, que indignó a Meyer, que decía: - Y encima y todo se reía, y decía que estaba bueno. Yo no le dije nada, y hoy me arrepiento de no haberle dicho que me parecía increíble lo que estaba haciendo.... Se ríe y se alegra de lo que ha hecho. Para cortarle la mano...
El compañero de celda de Meyer, el Oberst Dirauf reaccionó moviendo la cabeza y diciendo: -
“ Das ist heute der deutsche Offizier”. Ese es el oficial alemán de hoy.(p319)

El papel de los mandos en los crímenes de guerra es sometido a un lúcido escrutinio por parte del autor. Como conclusiones clarificantes, Römer afirma que el cumplimiento o no de las órdenes criminales dependió mucho de los mandos. La investigación sobre los crímenes de guerra de la Wehrmacht en el Ostfront ha demostrado que las órdenes criminales del Führer, su interpretación y su implementación dependieron en gran medida del comandante que estaba a pie de campo y que tomaba las decisiones(p323). Siguiendo la línea abierta por Johannes Hürter en su célebre Hitlers Heerführer - Die deutschen Oberbefehlshaber im Krieg gegen die Sowjetunion 1941/42, Römer termina este capítulo escribiendo que ya fueran nacionalsocialistas o de pensamiento tradicional, la cúpula nazi podía confiar en ellos (en los mandos). La mentalidad del mando fue, por tanto, una precondición fundamental para que la Wehrmacht, a pesar de las numerosas derrotas, siguiera luchando.

El capítulo ocho se titula Lucha y muertos. Otra vez, aparte de localizar fragmentos de conversaciones y declaraciones de los soldados sobre este tema, Römer realiza un ejercicio crítico de los documentos muy hábil y afinado. Saca petróleo de las fuentes. Y eso no es fácil. En este capítulo analiza y compara la Wehrmacht con las Waffen-SS (p371-379). El autor afirma que las divisiones de las SS, las primeras (de la 1 a la 5 creo yo que se referirá), tendieron a luchar durante más tiempo y jugándose más la vida en batalla, mientras que las divisiones de la Wehrmacht se inclinaron hacia lo inevitable , ante la imagen de la derrota. En Normandía lucharon claramente más soldados de las Waffen SS hasta la muerte que soldados de la Wehrmacht pertenecientes a unidades de élite, que capitularon más fácilmente. De la misma forma, fuera de la linea de frente, en operaciones antipartisanas, los SS fueron más radicales. Este diferencia estriba según Römer en el adoctrinamiento.

Otro aspecto que toca, y relacionado con el anterior, es la motivación de los individuos en el campo de batalla, y su influencia en el grupo. Así por ejemplo, el autor escribe que en el global la motivación de los individuos influyó mucho en el desempeño de la unidad a la que pertenecían. Esto era algo completamente asumido en la Wehrmacht: Nadie esperaba algo grande de una unidad que estuviera compuesta por soldados desmotivados, muy viejos o insuficientemente formados. Hay ejemplos (p371) de cómo las estructuras estaban influenciadas por individuos particulares. Hasta tal punto que las actitudes de algunos colectivos influyeron en el comportamiento de toda una división: Cómo se comportaba una división en el frente, dependía no sólo del armamento con el que estuviera equipada, sino también de su personal y sus disposiciones frente a la lucha. Y, relacionándolo con el capítulo anterior, Römer piensa que uno de los motivos por los que la Wehrmacht aguantó tanto, sobre todo en los últimos años de la guerra fue por el comportamiento y alta motivación de sus mandos (p 380-81)

En la página 381, después de haber dejado pinceladas aquí y allá, Römer se enfrenta a una de las preguntas que, sobre todo los investigadores jóvenes del mundo académico, actualmente ocupa lugar preferente en los debates historiográficos sobre la Wehrmacht. La sinopsis del libro editado por Timm Richter(2) lo dice así: ¿Cuáles son las causas principales de la creciente barbarización de las guerras en el siglo XX? ¿Pueden considerarse los crímenes de guerra como una simple reacción directa hacia las circunstancias de cada momento o más bien como el resultado de una premeditación a largo plazo? Dicho de otra forma: En qué medida las actitudes u opiniones individuales influyeron en la acción de los individuos, o si más bien fue el contexto, los condicionantes sociales, las obligaciones “contractuales” derivadas de la pertenencia a un determinado grupo . En el mundo académico este debate se cristalizó en el análisis y ponderación de los factores Intención vs Situación. ¿Qué aspecto tuvo más peso para explicar el comportamiento de los soldados alemanes en la 2GM? Römer cuenta que en los últimos años se han defendido distintas interpretaciones sobre este asunto, movimientos pendulares: En un principio la historiografía se concentró en el poso político, los clichés que el Landser tenía sobre el soldado enemigo y en los motivos personales de los miembros de la Wehrmacht, partiendo de la premisa de que la disposiciones individuales del soldado eran factor determinante en su comportamiento. La generación más joven de investigadores fijan la atención en cambio en la praxis militar dentro del grupo al que el soldado pertenece, el efecto de patrones de comportamiento psicosociales y en la propia dinámica de la violencia. ( Como esta traducción me ha costado, transcribo el original: auf die soziale Praxis der militärischen Gruppenkultur, die Wirkung psychosozialer Verhaltenmuster und die Eigendynamik der Gewalt) Básicamente, esta postura defiende que cuando se presentaba con una situación extrema, el soldado miraba a su alrededor, miraba a ver lo que hacía el vecino de al lado, y se comportaba como el resto de soldados esperaba que se comportara. En este modelo explicativo del comportamiento, las opiniones e Intenciones de los soldados claramente jugaban un papel secundario. La perspectiva psicosocial (sozialpsychologische) eliminaba el pensamiento ilusorio del soldado de actuar según sus astucias: La dinámica del colectivo en situaciones extremas daba pie a que los soldados fueran capaces de hacer cosas que nunca antes habían imaginado que podían hacer.
¿Cuál es la opinión de Römer? (p382-383):
1) Por un lado está la fuerza del momento, de la cual no hay duda: las obligaciones derivadas de la situación y de lo social en muchos casos dictaron el proceder del soldado.
2) Aunque, siempre quedaba un pequeño marco o ventana de libertad de acción, y en qué dirección la utilizara el soldado dependía en gran medida de las tendencias personales de cada uno. Siempre quedaba y quedó la posibilidad de que el carácter individual del soldado prevaleciera sobre lo que la presión del grupo o la situación esperaba de él.

Römer piensa que ni el paradigma de la situación ni el de la intención tienen la potencia suficiente por sí solos como para poder explicar al cien por cien el comportamiento del soldado. Dependiendo de múltiples factores, de cada caso, el peso de la situación o el de la intención fueron más o menos determinantes.

Cuando habla de la convivencia del soldado con la muerte, Römer se detiene en un caso que, creo que por luctuoso, grotesco, dantesco, y lo que se quiera más, despierta el interés de más historiadores (3). Me refiero al turismo de ejecución (p 400-401). Muchos soldados, por mil causas puede ser, en su tiempo libre se acercaron a presenciar ejecuciones. Esa cercanía con el crimen y la brutalidad sigue quitando el sueño a los estudiosos y no estudiosos.

Y el último capítulo, antes de la conclusión, es el referido a los crímenes de guerra. Quizás por ser, si no el más interesante, sí el más delicado y esperado, el Dr. Römer lo ha dejado para el final. Para comenzar, las escuchas de Fort Hunt no sirvieron para condenar a ningún soldado, incluso a algunos que reconocieron que habían ejecutado a sangre fría a soldados americanos, porque primó el secreto sobre la justicia.

La investigación histórica ha demostrado que no es necesario tener un convencimiento ideológico para ser capaz de cometer crímenes de guerra. Porque muchas veces fueron “ganz normale Männer” (hombres completamente normales), así tituló Browning su libro, editado en español como “Aquellos hombres grises”, los que participaron proactivamente en fusilamientos y demás. En este caso, la presión del grupo y la propia dinámica de la Situación a menudo tenía más peso que la voluntad del individuo.
Aún así, Römer vuelve sobre una de las preguntas estrella del libro ¿Intención o situación? La presión del grupo estaba ahí, pero también las intenciones y convencimientos.
¿Qué se desprende del análisis crítico de los documentos de Fort Hunt?
Cada caso de violencia extrema se resolvió dependiendo de la libertad de acción de los implicados y del estatus de los actores, moviéndose entre los dos polos.

Comparando los papeles de Fort Hunt con lo que hasta el día de hoy se sabe sobre el Holocausto y los crímenes de guerra, la única novedad que aportan es que pueden ilustrar cómo pensaban los soldados realmente sobre los crímenes de guerra: Muestran el nivel de violencia al que estaba acostumbrados. Por regla general Römer afirma que las atrocidades jugaban un papel secundario en los pensamientos y conversaciones de los soldados. Se podría decir que reprimían el conocimiento de estas cosas.. Tenían claro que en el Este el asunto era distinto a cualquier otro sitio, y se mostraban de acuerdo con cumplir con la orden de los comisarios, aunque renegaban de las masacres de mujeres y niños, e incluso las matanzas de judíos, aún incluso cuando muchos de ellos se declaraban antisemitas redomados. Grosso modo, ahí estaba su límite sobre qué violencia estaban dispuestos a ejercer. Aunque, como bien demostró Browning en el libro citado, esta postura ante esas atrocidades no era suficiente como para que no participaran en ellas.

Los soldados claramente sabían o tenían una idea de lo que se estaba haciendo con los judíos (p442-443). La prueba: Nunca se sorprendieron cuando se les preguntaba por ello. En muchos casos contestaban: “El asunto ese de los judíos...” Relacionado con esto, y sobre el mayor o menor conocimiento que se pudiera tener del Holocausto, Römer opina que más que no saber, era un negarse a sí mismos la realidad(p447). Una idea muy interesante que aporta el autor (p462) es la siguiente: Una y otra vez los soldados mostraban su regocijo al decir: Das muss doch der Führer wissen, so was kann man nicht ohne Wissen des Führers gemacht haben”. ( Eso tiene que saberlo el Führer, sin su conocimiento no se puede hacer) Sin embargo este “dogma” no lo aplicaban, por normal general cuando se trataba del Holocausto. En ese caso los soldados buscaban a otros culpables: Hitler no había sido: Himmler, Göring Goebbels... Esto mostraba la resistencia del mito de Hitler: Incluso en lo referente al exterminio de los judíos, el Führer quedaba fuera de las críticas de eso tan feo. Sí que le criticaron , le responsabilizaron, de forma más frecuente el hecho de prolongar la guerra inútilmente tanto tiempo.

Analizando el currículum de cada soldado que se mostró crítico con el Holocausto, se encuentran muchas coincidencias en el retrato robot (p464): Casi ninguno de ellos provenía de unidades de élite, ni mucho menos de unidades de los Fallschirmjäger ni las Waffen-SS. Y cuando los hubo de estos colectivos se trataban de soldados que se habían unido muy tarde a estas unidades o eran unidades, en el caso de las Waffen-SS, formadas ya tarde y que por tanto no eran representativas de lo que en un principio fueron. Quitando algunas excepciones, la mayor parte de los críticos de la violencia extrema tenían en común el hecho de que apenas habían experimentado situaciones de violencia extrema. O dicho de otro modo: La tendencia a aceptar o no la violencia dependió mucho de la carrera de cada soldado. El carácter individual de cada soldado marcaron las diferencias en su proceder en la guerra.

Y, por fin, en la conclusiones Römer expone con brillantez y riqueza los argumentos que ha venido desgranando a lo largo del libro, y trata de explicar el comportamiento del soldado alemán en la Segunda Guerra Mundial, desde 4 focos:
1) Por la influencia de los acontecimientos que se suceden en la lucha y dinámica que la violencia imprime en la acción.
2) Por el marco histórico cultural en el que el soldado ha crecido y se ha formado como militar.
3) Por la idiosincrasia o cultura de la unidad a la que pertenece.
4) Por las disposiciones individuales del propio soldado.

Por distintos motivos estas dimensiones pueden participar en la ponderación con más o menos peso y esa agregación creará en suma un Estilo de guerra.

Conocía el trabajo de Römer desde hacía tiempo, y fueron dos los factores que me hicieron decidirme por este libro: El año pasado mantuve una correspondencia por e-mail con el profesor D. Ángel Viñas, y me recomendó encarecidamente este libro. A eso se unió que la excelente Bundeszentrale für Politische Bildung lo editó en formato bolsillo por el ridículo precio de 4,50 €. El resto es historia.
(1) Neitzel, Sönke Los generales de Hitler. Transcripciones de conversaciones secretas: 1942-1945. Tempus (2008) y Neitzel, Sönke y Welzer, Harald, Soldados del Tercer Reich: Testimonios de lucha, muerte y crimen. Crítica (2012)

(2) Richter, Timm (editor), Krieg und Verbrechen. Situation und Intention: Fallbeispile (Martin Meidenbauer, Munich, 2006)

(3) Ahora mismo estoy pensando en Michaela Christ, que también analiza este fenómeno en su libro Die Dynamik des Tötens. Die Ermordung der Juden von Berditschew. Ukraine 1941-1944. Fischer Taschenbuch, 2011.
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Re: Kameraden. Die Wehrmacht von innen. Felix Römer

Mensaje por Chuikov » Mié Nov 04, 2015 9:16 am

Rafael Ballesteros, músico y filósofo, ha escrito un comentario sobre esta reseña, y creo que merece la pena leerlo porque explica el enigma, los resortes que inextricablemente quedan interrelacionados en el proceso de toma de decisión de una persona (Intención y Situación), un soldado en este caso.

http://ballesterror.blogspot.com.es/201 ... da-de.html

Saludos.
Carpe Diem

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