Otto Abetz et les français-Barbara Lambauer

Recensiones personales de libros leídos

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Otto Abetz et les français-Barbara Lambauer

Mensaje por David L » Jue Oct 20, 2011 7:15 pm

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Otto Abetz et les français ou l'envers de la Collaboration
Autora: Bárbara Lambauer
Editorial: Fayard
Páginas: 895
Año: 2001
Prólogo: Jean-Pierre Azéma
EAN: 9782213610238


Barbara Lambauer es una historiadora austriaca profesora asociada al Centro de Historia de la Europa del Siglo XX. Este libro es la plasmación al papel de su tesis defendida en el año 2000 sobre el período de actividad del embajador del III Reich en la Francia ocupada, Otto Abetz.

Lo primero que me gustaría remarcar es que, al menos yo no la he encontrado, no hay una versión en inglés, ni por supuesto en español, sobre este extenso trabajo publicado en francés por la editorial Fayard en el año 2001. Es una limitación importante, pero siempre podemos mantener la esperanza de que estudios de este tipo vean la luz en español algún día.

Entrando ya en materia destacar que la obra más que reseñar una biografía al uso del que fuera embajador del Tercer Reich en la Francia Ocupada, Otto Abetz, es en realidad un análisis detallado de la ocupación alemana en territorio galo teniendo como eje central de la misma al diplomático alemán. Otto Abetz fue el único embajador civil que llegó a ocupar ese puesto en un país ocupado, de ahí que la autora resalte la importancia del personaje, un representante de primer nivel bajo la batuta del Ministro de AAEE alemán, Joachim Ribbentrop y, por supuesto, del canciller alemán Adolf Hitler.
El libro es sumamente extenso, son más de 800 páginas, de las cuales 100 son de notas realmente interesantes. El problema es que están situadas al final del libro y eso resulta en ocasiones un incordio a la hora de seguir la trama, pero desde luego bien vale “frenar” la lectura para recoger los apuntes de la autora.
El estudio comienza con los primeros pasos “políticos” de Otto Abetz (1903-1958) , nacido en una ciudad cercana a la frontera franco-alemana, ese hecho y la historia de enfrentamientos llevados al sumun en la Gran Guerra(1914-1918) entre ambos países alientan a este profesor de instituto a implicarse, primero en asociaciones juveniles y, posteriormente, a un nivel más elevado, en la creación de grupos de carácter franco-alemán que contribuyesen a un acercamiento entre ambos estados intentado con ello conseguir acabar de una vez por todas con todos los nefastos desencuentros que entre ambas naciones existían desde hacía más de 50 años. La vena pacifista, muy típica en los períodos de entreguerras, servía como acicate para trabajar en una dirección de franca amistad entre Alemania y Francia. Las asociaciones juveniles, los excombatientes y una parte de la intelectualidad de ambos países parecían querer contribuir a dar ese paso definitorio que acabara en una sincera amistad entre germanos y galos. Todo parecía discurrir con normalidad y parecía que las diferencias entre ambas naciones verían por fin un final feliz, a pesar de que en ocasiones estas relaciones tan estrechas entre alemanes y franceses seguían creando desconfianza en los respectivos gobiernos. Todo esto cambió, y de una manera fatal, tras la llegada de los nacionalsocialista al poder en 1933. A partir de ahora los nexos de unión empezarían a estar marcados por los pasos dados por el gobierno de Adolf Hitler, él con sus acciones haría que la marcha se ralentizase o se acelerar según el momento político. 1938 fue una fecha clave para distanciar a ambos movimientos de unión franco-alemán, la ocupación de Austria y la posterior ocupación de una parte de Checoslovaquia empañan las delicadas relaciones entre Francia y Alemania.

El año 1940 será clave para la vida de Otto Abetz, tras la invasión es enviado como embajador destacado del Tercer Reich en el París ocupado. Su pasado como francófilo convencido, su propia esposa era francesa, serían determinantes para que éste ocupara el puesto. Es a partir de este hecho cuando la autora quiere desenmascarar la figura del embajador alemán, un personaje que ha pasado a la historia como un decidido partidario de la unión franco-alemana, un sincero francófilo, pero también el mejor representante de la política nacionalsocialista en la Francia ocupada. Para Bárbara Lambauer, Otto Abetz resulta un partidario de la amistad con Francia muy peculiar, no duda de la decidida apuesta de éste para conseguir una colaboración en todos los aspectos con el país galo, pero siempre remarcando el carácter de representante del Reich y, por supuesto, de sus fines político-económicos de su país. Es decir, Otto Abetz buscaba una relación de amistad entre ambos países, pero bajo la inalterable posición de preeminencia de Alemania. Francia debía quedar asociada bajo la egida maquinaria alemana, líder indiscutible en Europa. No habría trato de igual a igual. Su propia política para con el régimen del mariscal Petain, sito en Vichy, así lo atestigua. Abetz, asociado y protegiendo a su buque insignia, Pierre Laval, hombre que serviría desde un primer momento como garante de esa colaboración deseada a la manera alemana. Su propio apoyo a los movimientos ultras de París, caso de Marcel Deat, Eugen Deloncle, Doriot, aunque a este último menos, servían de contrapoder frente al reaccionario régimen de Vichy. La división entre franceses era utilizada hábilmente por Abetz para conseguir los fines marcados desde Berlín. Nadie como él para llevar a cabo tal tarea. Destacado es su papel en la persecución de los Judíos en Francia, atizador desde primera hora contra su presencia en el país, promueve y alienta las medidas antisemitas adoptadas por Vichy y París. No habría piedad para el responsable de la guerra: el pueblo Judío.

En descarga del embajador, la autora quiere ver también su decidido papel de defensor de su política de contrapeso entre París y Vichy, aunque en el caso Judío fue una excepción, frente a medidas draconianas dirigidas desde Berlín. Famosos fueron sus desencuentros con el plenipotenciario jefe nazi Fritz Sauckel, encargado de reclutar, ya fuera por las buenas o por las malas, mano de obra esclava que nutriera la falta de trabajadores en Alemania.
Finalmente, para no alargar en demasía esta reseña, Bárbara Lambauer nos relata en la última parte la “rehabilitación” de la figura de Otto Abetz en la posguerra, muy bien dirigida desde la nueva República Federal de Alemania por un hombre que había sido su mano derecha en París, Ernst Acenbach, un hombre que había conseguido, a pesar de su pasado, situarse en las altas esferas de poder de la Alemania surgida de la guerra. Otto Abetz tuvo un misterioso final, falleció junto a su mujer en un accidente de tráfico en la autopista Colonia-Düsseldorf en mayo de 1958. Nunca se sabrá si fue un sabotaje a su coche por su pasado antisemita o para callar lo mucho que sabía, e incomodaba, sobre el colaboracionismo francés en París.


Un saludo.

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Otto Abetz et les français-Barbara Lambauer

Mensaje por Chuikov » Jue Oct 20, 2011 10:11 pm

Hola David,

Gracias por la reseña.

No creo que este libro se traduzca nunca al español, por desgracia.

El tema de la rehabilitación de los acólitos nazis en la RFA después de la guerra resulta a veces espeluznante. El final, de novela negra, ciertamente.

Saludos.
Carpe Diem

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Mensaje por David L » Jue Oct 20, 2011 10:38 pm

Sí, una pena que no se traduzca al español. En cuanto a la rehabilitación de Otto Abetz, tuvo mucha importancia la futura génesis de lo que hoy llamamos Unión Europea, en cierta manera Abetz reclamaba su "contribución" a este nuevo y anhelado proyecto.

La muerte de Abetz y su esposa, tal y como relata la autora, se produjo debido a que la dirección de su coche-un "coccinelle" Volkswagen- ,que le fue regalado por un amigo francés, quedó bloqueada y estos acabaron chocando de frente contra otro vehículo. Su esposa murió en el acto y él falleció carbonizado dentro del vehículo. Curiosamente ambos venían de un encuentro de la Freideutscher Kreis, una formación de antiguos miembros de las ligas de los años 20 dónde Abbetz había dado una conferencia sobre su tema preferido, " Francia y Alemania"

Un saludo.
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Mensaje por Antonio Machado » Jue Oct 20, 2011 10:46 pm

Hola de nuevo, David L.:

Interesante, intrigante tu comentario "En cuanto a la rehabilitación de Otto Abetz, tuvo mucha importancia la futura génesis de lo que hoy llamamos Unión Europea, en cierta manera Abetz reclamaba su "contribución" a este nuevo y anhelado proyecto."

Podrías ampliar y extenderte más sobre ese punto en específico, por favor ? y si fuera posible compartir algo más del contenido de tan interesante obra. Entiendo que Otto Abetz era un hombre muy culto, un humanista amante de las artes y de las letras, qué relación tuvo con el mundo cultural francés, en general ?

Te anticipo agradecimientos,

Saludos cordiales desde Nueva York, Antonio Machado.
Con el Holocausto Nazi en contra de la Raza Judía la inhumanidad sobrepasó a la humanidad.

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David L
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Mensaje por David L » Vie Oct 21, 2011 12:02 am

Bueno, Otto Abetz había trabajado desde muy joven desde asociaciones que buscaban acercar a las juventudes de ambos países, Francia y Alemania, hacia una confraternización que acabara con el espíritu de Versalles, una paz vista desde la entonces República de Weimar como injusta y que podía comportar la semilla de posibles nuevos encontronazos entre alemanes y franceses. Abetz fue una persona sensible al respecto y no dudó en cultivar y alentar estos encuentros. El más conocido y de mayor éxito se produjo en el año 1930 en un pueblecito de montaña al sur de Alemania llamado Sohlberg, en el Bosque Negro, allí Abetz consiguió atraerse a una gran cantidad de jóvenes intelectuales parisinos, algunos tan destacados como Jean Luchaire, animador y máximo editorialista de la revista “Notre Temps”, dedicada a la juventud y al espíritu europeo y próximo a las concepciones de Aristide Briand, el famoso ministro de AAEE francés premio Nobel de la Paz en 1926, precursor de una Federación Europea que se acercara lo más posible a lo que hoy denominamos Unión Europea; entre otros destacados también se encontraban Bertrand de Jouvenel, Pierre Mendes France, Paul Marion, miembros también de la mencionada revista. Además hay un hecho curioso en la vida de Abetz, él no fue un nacionalsocialista de primera hora, se acercó relativamente tarde al NSDAP, no se unió definitivamente al partido hasta 1937, es decir, no fue un nazi de primera hora. Abetz aprovechó la coyuntura que le daba la nueva fuerza política en Alemania para seguir moviéndose entre los círculos intelectuales franceses en busca de una colaboración sincera entre ambos países, posteriormente, con una Alemania dominadora de Europa el rol a jugar por ambas naciones cambiaría sustancialmente, ahora Alemania iba a actuar como protectora de una Francia desorientada. Es aquí donde una parte de la élite intelectual francesa, Drieu la Rochelle, Robert Brasillach, Georges Blond, etc..ven en la Alemania de Hitler un ejemplo a seguir para la “renovación espiritual” de Francia. El desastre de 1940 afianzaría la lealtad de algunos de estos intelectuales y acabaría por alejar a otros, pero Abetz siempre fue sensible a mantener un contacto de altura con una parte de esa mencionada intelectualidad de Francia. El embajador se convirtió, como había sido durante el período de entreguerras, en un patrocinador de los movimientos culturales franco-alemanes, eso sí, no hay que perder nunca de vista, como así lo reafirma la autora, que Abetz buscaba preservar París y la cultura francesa siempre al servicio de un poder superior, en este caso supeditada a la triunfante Alemania de Hitler. Aquí radica la falta de comprensión de algunos de esos intelectuales que se unieron definitivamente a la colaboración con Alemania, no habría una colaboración intelectual de igual a igual, aunque Abetz siempre trabajó para que este hecho pudiera quedar muy bien camuflado.

Un saludo.
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