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Hola amigos,
Me gustaría compartir con vosotros un comentario de este magnífico libro:
Operation Barbarossa and Germany’s Defeat in the East
David Stahel.
Si el 22 de Junio de 1941 cuando el ejército alemán invade la Unión Soviética el mundo contuvo la respiración, el curso de las operaciones hacia mediados de Agosto haría que el mundo volvería a respirar. Esa es la frase con la que Stahel acaba el libro y la esencia de la tesis que defiende: Que Barbarroja y, por tanto la guerra contra La Unión Soviética, está perdida para los alemanes después de la batalla de Smolensko en Agosto de 1941, cuando los grupos Panzer alemanes están tan exhaustos y desgastados que ya no pueden continuar con el momentum de las primeras semanas, entrando en una segunda fase de la guerra donde el peso de las batallas y las conquistas tendría que ceder y dar paso a la guerra del desgaste y de la producción industrial.
David Stahel se define a sí mismo como un investigador independiente, y para escribir este libro se ha basado en una revisión de su tesis doctoral realizada en la Humboldt-Universität de Berlín: “And the world held its breath. The July/August 1941 crisis of Army Group Centre and the Failure of Operation Barbarossa”, dirigida por Rolf-Dieter Müller, del Militärgeschichtliches Forschungamt (MGFA) de Potsdam.
El trabajo de David Stahel está centrado en el análisis de las operaciones los dos Grupos Panzer del Grupo de Ejércitos Centro ( el 2, comandado por Guderian, y el 3, comandado por Hoth), por su importancia en el desarrollo de las operaciones. Para ello se ha basado completamente en fuentes procedentes del BA-MA (Bundesarchiv-Militärarchiv): archivos personales de los principales generales implicados y diarios de batalla del grupo de Ejércitos Centro y de los grupos Panzer alemanes 2 y 3, así como en bibliografía secundaria alemana y anglosajona.
El libro está dividido en dos partes: La primera, que explora magistralmente el camino de la planificación de Barbarroja desde sus primeros estadíos allá por Junio de 1940, hasta la misma invasión; y la segunda parte, que va desde el comienzo de la invasión hasta que Hitler finalmente toma la decisión de virar sus ejércitos Panzer hacia el sur, hacia Kiev, en detrimento de Moscú.
La primera parte hasta ahora mismo podría afirmar, después de haber leído y estudiado con detenimiento los trabajos referencia en la planificación de Barbarroja, ( esto es ,”German Strategy against Russia 1939-1941” , de Barry Leach y el cuarto tomo de “Germany and the Second World War”, de Ernst Klink entre otros) que constituye el mejor resumen de la planificación vista desde el punto de vista de las fricciones y diferencias de opinión de Hitler y Halder, sin perjuicio de la vastedad y amplitud de miras del cuarto volumen del MGFA. Contado cronológicamente, Stahel descubre que las primeras etapas de la planificación de Barbarroja revelan un proceso en el cual la información es producida para que cuadre con las decisiones ya tomadas. Así Stahel cuenta “Halder planea una invasión según sus amplias miras, y luego adapta los requisitos logísticos a su voluntad, con la confianza de que la operación va a salir bien” . “Una prueba de ello” -prosigue- “es que el mismo día que Marcks presenta a Halder su plan de operaciones (el 1 de Agosto de 1940) éste encarga la planificación logística al Major-General Wagner.” Continuamente los generales del OKH desacreditan o directamente ignoran cualquier información que no sea optimista para el desarrollo futuro de las operaciones. “La disociación de la realidad no sólo afecta a las etapas de la planificación de la operación en sí, sino que también afecta a otros departamentos de la Wehrmacht, incluyendo del programa de armamentos. La gran expansión en el número de divisiones de infantería y motorizadas produjo tal demanda productiva que no sería posible cumplir con ella a menos que todo el sistema productivo se dedicara al Ejército”…” Los planes para montar las divisiones Panzer exigían una producción de unos 380 tanques al mes, a partir de Junio del 40. En Agosto eran 200 los que se producían. En Septiembre 121…”(pag 52).
Eso por un lado, pero donde Stahel lo borda en esta parte del libro es en el seguimiento de las disensiones entre Halder y Hitler. Desde el principio tenemos a dos hombres, Hitler y Halder, enfrentados en cuanto a los fundamentos estratégicos de la operación: ¿Primero los flancos y los objetivos económicos, o primero Moscú? Esta disensión comienza en los albores de la planificación, y no se pondrán realmente las cartas sobre la mesa hasta el 23 de julio, cuando Halder por primera vez se “enfrenta” dialécticamente a Hitler defendiendo la idea de Moscú, para perder en su empeño. Las líneas generales del enfrentamiento están sacadas en su mayoría de la obra maestra de Ernst Klink, “The military concept of the War against the Soviet Unión”, “Land Warfare”, del citado cuarto tomo del MGFA. Citar aquí todas las situaciones en las cuales la disensión o el enfrentamiento directo entre Hitler y Halder y el OKH es evitado por el segundo, para en el futuro, aprovechándose de lo que el OKH pensaba que serían victorias fáciles, imponer sus principios, esto es, dirigir el grueso de los ejércitos a Moscú, sería un trabajo largo. En cualquier caso, una más que interesante reflexión de Stahel sobre “el complot” , como él mismo llama a los planes subversivos del OKH: “La conspiración de silencio era un medio para conseguir la victoria [se entiende, la victoria en el campo de batalla] y, por tanto, era una actividad en servicio del régimen más que oposición al mismo”. Pero claro, esta “conspiración de silencio” tendría consecuencias funestas para el ejército, porque ese silencio también lo guardan Halder y Brauchitsch para con sus generales de ejércitos implicados en Barbarroja: Bock , Hoth , Guderian, se quejan de la vaguedad de las instrucciones y de la poca claridad de algunas operaciones. Así lo cuenta Hoth: “De hecho, en el seno del Grupo Panzer 3 todo el mundo creía que nuestro objetivo sería ir hacia Moscú. Yo entiendo que si Brauchitsch hubiera querido seguir las órdenes de Hitler, entonces se las hubiera comunicado a sus generales”, p92. En este mismo sentido Bock y Hoth protestan sobre el comprometido movimiento que tendría que hacer el Grupo Panzer 3 hacia el noreste, después de dirigirse al sur para cerrar el cerco de Minsk: Pero claro, ellos no saben los planes que se cuecen en lo más alto del OKH, a saber, que Halder no quería que el Grupo Panzer se alejara peligrosamente del camino de Moscú.
Hasta aquí la primera parte del libro, que ya de por sí es sobresaliente, incluyendo, por cierto, la suculenta introducción del libro, donde se hace un repaso bibliográfico y del estado de la investigación más que notable.
En la segunda parte de libro el autor demuestra que tiene las ideas claras: su objetivo es mostrar la debacle del Ejército Alemán, durante el tiempo que va de Julio a Agosto del 41. Para ello los focos de atención de Stahel son: el juego de mentiras y de silencios entre el OKH y Hitler, el desgaste de los Grupos Panzer 2 y 3 y el desastre logístico de la campaña.
Una vez empieza la invasión el antagonismo existente entre Halder y el OKH y Hitler sobre el rumbo que deben tomar las operaciones se mantiene, y hasta se agudiza, provocando situaciones ridículas: Halder adopta la postura de darle la razón a Hitler y de “regalarle el oído” dando informes positivos de las operaciones en los flancos, para que de esta forma Hitler no se viese en la necesidad de desviar tropas del Grupo de Ejército Centro. Es decir, ante la dificultad, Halder opta por ir a por todas.
El seguimiento que Stahel realiza sobre la logística de los Grupos Panzer 2 y 3 es sobresaliente, por lo minucioso. Es un punto estrella en el libro y, en opinión del autor, clave para entender el fracaso de Barbarroja. Simplemente, se intentó hacer demasiado con pocos recursos. El inferior octanaje de la gasolina soviética rompió en los primeros estadíos de la campaña puñados de tanques, los problemas ferroviarios, no sólo el consabido ancho de las vías del tren, sino aspectos como que los trenes soviéticos eran máquinas con mucha más autonomía, por lo que las estaciones quedaban muy lejos unas de otras para los estándares alemanes, el estado de los caminos y los chaparrones que los embarraban, la fatiga de los soldados, la falta de motores, los puentes que no aguantan, etc... Cada uno de estos aspectos ponderado y documentado escrupulosamente. Se pasan páginas y páginas analizando estos tipos de problemas y las implicaciones conllevan para con los Ejércitos alemanes.
Y, como consecuencia de la desorganización desde los más altos estamentos y sobre todo del desastre logístico, el desgaste es mayor: Así por ejemplo, en la página 316: “El 22 de Junio Guderian entra con 953 tanques en Rusia. El 29 de Julio cuenta con sólo 286, de los cuales 132 son Mark I y II”. O en la página 419: “Para finales de Agosto las pérdidas alemanas en Panzers son 1488. De los 815 tanques que se producen en Alemania entre Junio y Agosto, sólo 96 van hacia el Este”. Así se llega hasta la segunda quincena de Agosto, cuando el avance sobre el mapa es espectacular, pero de una debilidad, sobre todo en la retaguardia especialmente escalofriante.
Smolensk, ¿Victoria o derrota? Es incuestionable que las cifras de pérdidas rusas son oceánicas, pero lo importante de esta batalla, argumenta Stahel, es el estado de los ejércitos después de la misma: el alemán definitivamente no está en condiciones de seguir con el ritmo de las 6 primeras semanas, mientras que el Ejército Rojo sí es capaz de seguir resistiendo. “La fatal sobreextensión del sistema logístico alemán y el estado de fatiga de sus divisiones panzer y motorizadas ante Smolensk no parece una derrota muy espectacular al estilo de Waterloo o de Tanneberg, pero sigue siendo una derrota. “
Tiene el autor un especial empeño de dejar claro a lo largo de todo el libro , la responsabilidad que tiene el historiador para contribuir a la desmitificación de los militares alemanes: tanto en su habilidad militar como en su inocencia con respecto a los crímenes de guerra. Y muestra ejemplos como Bartov, los historiadores del MGFA o Johannes Hürter, especialmente su libro Hitlers Heerführer. Habrá que aprender alemán.
Para terminar, una reflexión de Stahel: “Mientras los generales alemanes más tarde creyeron conveniente culpar a las interferencias de Hitler en la derrota, la dureza del clima soviético y el peso de la superioridad numérica soviética, permanece el hecho de que los planes de conquista sobre la Unión Soviética eran simplemente tratar de abarcar demasiado”.
Saludos