Belaya Tserkov
Publicado: Mar Nov 13, 2007 7:14 pm
¡Hola a todos!
El asesinato de 90 niños judíos por órdenes del mariscal de campo von Reichenau en el verano de 1941 en la ciudad de Belaya Tserkov está tratado muy sucintamente en Antony Beevor, Stalingrado (Círculo de Lectores, S. A., 2000), p. 68.
Una cuenta más detallada se encuentra en Raul Hilberg, Perpetrators Victims Bystanders: Jewish Catastrophe 1933-1945 (New York: HarperCollins Publishers, Inc., 1993).
Traduzco:
[Una ciudad en la que sus dificultades* afloraron llamativamente fue Belaya Tserkov, a unas 50 millas al sur de Kiev. Belaya Tserkov había sido capturada en un rápido ataque por el Sexto Ejército. En el momento, el comandante de este ejército era el mariscal de campo Walter von Reichenau. La 295ª División de Infantería, subordinada directamente al Grupo de Ejércitos Sur como reserva, estaba localizada en la ciudad durante mediados de agosto. Se estableció un gobierno militar: una Feldkommandantur regional y una Ortskommandantur local. En la ciudad también había pequeños elementos del Sonderkommando 4a, que estaba mandado por el Standartenführer Paul Blobel, un arquitecto. El suplente local de Blobel era el Oberstturmführer August Häfner. Como observó un candidato a oficial del ejército, el Kommando estaba matando (a tiros) de ochocientos a novecientos judíos adultos en pequeños grupos de nueve. Dos hombres debían apuntar a cada víctima desde una distancia de unos veinte pies. Algunas veces volaba la tapa de un cráneo y los hombres quedaban cubiertos de sangre.
En la mañana del 20 de agosto varios soldados alertaron a dos capellanes militares en el hospital de campaña acerca de un edificio en el que unos noventa niños judíos -desde pequeñines a niños de cinco, seis y siete años- permanecían con unos cuantos adultos judíos en dos o tres habitaciones guardadas por un ucraniano. Los chiquillos, que habían estado llorando de noche y no tenían nada que comer o beber desde hacía por lo menos un día, yacían sobre su propia mugre. Algunos estaban lamiendo las paredes. Los más pequeños parecían comatosos. Los dos clérigos, que sospechaban que los ucranianos habían actuado sin órdenes alemanas, llamaron la atención de los dos capellanes de la división, el católico y el protestante, sobre el descubrimiento, y estos oficiales a su vez se allegaron al 1º Oficial de Estado Mayor General de la división, el teniente coronel Helmuth Groscurth.
Groscurth era un oficial profesional alto y de 42 años de edad, que era hijo de un ministro luterano. Antes de su comisión en la 295ª DI, había servido en el OKW bajo el Jefe de Inteligencia almirante Wilhelm Canaris. Veterano de la IGM, en la que había sido herido y capturado, Groscurth era profundamente pesimista. Un crítico del generalato, suspicaz del régimen nazi, y desdeñoso de las SS, escribió prolíficamente en diarios, cartas y memorandos. A la media hora de la visita de los dos capellanes divisionales en Belaya Tserkov, Groscurth se fue a la casa donde estaban encerrados los chiquillos e inspeccionó la habitación él mismo. Al día siguiente resumió lo que había visto y hecho en un lúcido y extensivo informe.
El olor era insufrible. Un miembro del Sonderkommando le dijo que las familias de los niños ya habían sido matadas (a tiros) y que los chiquillos también iban a ser eliminados. Groscurth exigió una explicación del Ortskommandant, quien se declaró incompetente y sugirió a Groscurth que hablara con el Feldkommandant, teniente coronel Riedl. Este oficial subrayó que la acción estaba en las manos de un teniente SS que tenía órdenes de las más altas autoridades. La corrección y necesidad de las órdenes, dijo Riedl, no podían ponerse en duda. Groscurth exigió que se prohibiera una continuación de la acción hasta que se obtuviera una decisión del Grupo de Ejércitos Sur. El Oficial de Estado Mayor General del grupo de ejércitos remitió a Groscurth al Sexto Ejército. A las 20:00 horas Groscurth consiguió una demora del mariscal de campo von Reichenau, y la Feldkommandantur suministró agua y comida a los niños.
A las 11:00 horas de la mañana siguiente, Groscurth, acompañado por un subordinado, se encontró con Riedl, el oficial de contra-inteligencia del ejército, capitán Luley, el Oberstturmführer Häfner, y Blobel. De acuerdo con el resumen del informe de Groscurth, Luley declaró que, incluso aunque él mismo era cristiano evangélico (luterano), hubiera preferido que los clérigos se hubieran limitado al cuidado de las almas de los soldados. Rield se tornó en actitud filosófica y dijo que el “extermino” de las mujeres y niños judíos era urgentemente requerido, independientemente de la forma en la que fuera a continuar después, y que la división había demorado innecesariamente la eliminación de los chiquillos durante veinticuatro horas. Blobel dio su acuerdo, explicando que Reichenau comprendía la necesidad de la acción y sugiriendo que los soldados que fisgoneaban ejecutaran ellos mismos las matanzas.
Groscurth estaba en inferioridad. Ya había sido informado por el oficial de inteligencia de la división que la descripción de Blobel de la actitud de Reichenau era precisa. Groscurth, replegándose, dijo que el clero tenía que suponer una iniciativa inapropiada de la milicia ucraniana. En cuanto a la división, él había intervenido exclusivamente por la forma en la implementación de la orden. Concluyendo su informe, Groscurth no se abstuvo de declarar su posición de que las “medidas involucradas contra mujeres y niños no se distinguían en forma alguna de las atrocidades del enemigo”. Añadió que toda la acción pareció haber sido instigada por el teniente coronel Riedl. El Feldkommandant había declarado repetidamente que el rebaño judío tenía que ser exterminado y que, una vez que los adultos hubieran sido matados, los chicos, especialmente los bebés, tenían que ser eliminados como una cuestión de rutina.
El mariscal de campo von Reichenau tenía la última palabra. El 28 de agosto de 1941 culpó a la división por la “interrupción” de la acción y rechazó específicamente la opinión de que la medida era comparable a las atrocidades del enemigo. Semejantes asertos incorrectos no eran propios de un informe que había pasado por muchas manos. El informe en su conjunto, declaró, nunca debía haberse realizado en primer lugar.
Los chiquillos fueron liquidados, no por el personal alemán del Sonderkommando, sino por la milicia ucraniana] pp. 58-60
*Las dificultades surgidas por la orden de Himmler -1 de agosto de 1941- al 2º Regimiento de Caballería de la Brigada de Caballería SS: “Órdenes explícitas del RF-SS. Todos los judíos deben ser matados (a tiros). Las mujeres judías deben ser arrojadas a los pantanos”. El problema consistía en que muchos pantanos no tenían suficiente profundidad para ocultar los cadáveres.
Saludos cordiales
José Luis
El asesinato de 90 niños judíos por órdenes del mariscal de campo von Reichenau en el verano de 1941 en la ciudad de Belaya Tserkov está tratado muy sucintamente en Antony Beevor, Stalingrado (Círculo de Lectores, S. A., 2000), p. 68.
Una cuenta más detallada se encuentra en Raul Hilberg, Perpetrators Victims Bystanders: Jewish Catastrophe 1933-1945 (New York: HarperCollins Publishers, Inc., 1993).
Traduzco:
[Una ciudad en la que sus dificultades* afloraron llamativamente fue Belaya Tserkov, a unas 50 millas al sur de Kiev. Belaya Tserkov había sido capturada en un rápido ataque por el Sexto Ejército. En el momento, el comandante de este ejército era el mariscal de campo Walter von Reichenau. La 295ª División de Infantería, subordinada directamente al Grupo de Ejércitos Sur como reserva, estaba localizada en la ciudad durante mediados de agosto. Se estableció un gobierno militar: una Feldkommandantur regional y una Ortskommandantur local. En la ciudad también había pequeños elementos del Sonderkommando 4a, que estaba mandado por el Standartenführer Paul Blobel, un arquitecto. El suplente local de Blobel era el Oberstturmführer August Häfner. Como observó un candidato a oficial del ejército, el Kommando estaba matando (a tiros) de ochocientos a novecientos judíos adultos en pequeños grupos de nueve. Dos hombres debían apuntar a cada víctima desde una distancia de unos veinte pies. Algunas veces volaba la tapa de un cráneo y los hombres quedaban cubiertos de sangre.
En la mañana del 20 de agosto varios soldados alertaron a dos capellanes militares en el hospital de campaña acerca de un edificio en el que unos noventa niños judíos -desde pequeñines a niños de cinco, seis y siete años- permanecían con unos cuantos adultos judíos en dos o tres habitaciones guardadas por un ucraniano. Los chiquillos, que habían estado llorando de noche y no tenían nada que comer o beber desde hacía por lo menos un día, yacían sobre su propia mugre. Algunos estaban lamiendo las paredes. Los más pequeños parecían comatosos. Los dos clérigos, que sospechaban que los ucranianos habían actuado sin órdenes alemanas, llamaron la atención de los dos capellanes de la división, el católico y el protestante, sobre el descubrimiento, y estos oficiales a su vez se allegaron al 1º Oficial de Estado Mayor General de la división, el teniente coronel Helmuth Groscurth.
Groscurth era un oficial profesional alto y de 42 años de edad, que era hijo de un ministro luterano. Antes de su comisión en la 295ª DI, había servido en el OKW bajo el Jefe de Inteligencia almirante Wilhelm Canaris. Veterano de la IGM, en la que había sido herido y capturado, Groscurth era profundamente pesimista. Un crítico del generalato, suspicaz del régimen nazi, y desdeñoso de las SS, escribió prolíficamente en diarios, cartas y memorandos. A la media hora de la visita de los dos capellanes divisionales en Belaya Tserkov, Groscurth se fue a la casa donde estaban encerrados los chiquillos e inspeccionó la habitación él mismo. Al día siguiente resumió lo que había visto y hecho en un lúcido y extensivo informe.
El olor era insufrible. Un miembro del Sonderkommando le dijo que las familias de los niños ya habían sido matadas (a tiros) y que los chiquillos también iban a ser eliminados. Groscurth exigió una explicación del Ortskommandant, quien se declaró incompetente y sugirió a Groscurth que hablara con el Feldkommandant, teniente coronel Riedl. Este oficial subrayó que la acción estaba en las manos de un teniente SS que tenía órdenes de las más altas autoridades. La corrección y necesidad de las órdenes, dijo Riedl, no podían ponerse en duda. Groscurth exigió que se prohibiera una continuación de la acción hasta que se obtuviera una decisión del Grupo de Ejércitos Sur. El Oficial de Estado Mayor General del grupo de ejércitos remitió a Groscurth al Sexto Ejército. A las 20:00 horas Groscurth consiguió una demora del mariscal de campo von Reichenau, y la Feldkommandantur suministró agua y comida a los niños.
A las 11:00 horas de la mañana siguiente, Groscurth, acompañado por un subordinado, se encontró con Riedl, el oficial de contra-inteligencia del ejército, capitán Luley, el Oberstturmführer Häfner, y Blobel. De acuerdo con el resumen del informe de Groscurth, Luley declaró que, incluso aunque él mismo era cristiano evangélico (luterano), hubiera preferido que los clérigos se hubieran limitado al cuidado de las almas de los soldados. Rield se tornó en actitud filosófica y dijo que el “extermino” de las mujeres y niños judíos era urgentemente requerido, independientemente de la forma en la que fuera a continuar después, y que la división había demorado innecesariamente la eliminación de los chiquillos durante veinticuatro horas. Blobel dio su acuerdo, explicando que Reichenau comprendía la necesidad de la acción y sugiriendo que los soldados que fisgoneaban ejecutaran ellos mismos las matanzas.
Groscurth estaba en inferioridad. Ya había sido informado por el oficial de inteligencia de la división que la descripción de Blobel de la actitud de Reichenau era precisa. Groscurth, replegándose, dijo que el clero tenía que suponer una iniciativa inapropiada de la milicia ucraniana. En cuanto a la división, él había intervenido exclusivamente por la forma en la implementación de la orden. Concluyendo su informe, Groscurth no se abstuvo de declarar su posición de que las “medidas involucradas contra mujeres y niños no se distinguían en forma alguna de las atrocidades del enemigo”. Añadió que toda la acción pareció haber sido instigada por el teniente coronel Riedl. El Feldkommandant había declarado repetidamente que el rebaño judío tenía que ser exterminado y que, una vez que los adultos hubieran sido matados, los chicos, especialmente los bebés, tenían que ser eliminados como una cuestión de rutina.
El mariscal de campo von Reichenau tenía la última palabra. El 28 de agosto de 1941 culpó a la división por la “interrupción” de la acción y rechazó específicamente la opinión de que la medida era comparable a las atrocidades del enemigo. Semejantes asertos incorrectos no eran propios de un informe que había pasado por muchas manos. El informe en su conjunto, declaró, nunca debía haberse realizado en primer lugar.
Los chiquillos fueron liquidados, no por el personal alemán del Sonderkommando, sino por la milicia ucraniana] pp. 58-60
*Las dificultades surgidas por la orden de Himmler -1 de agosto de 1941- al 2º Regimiento de Caballería de la Brigada de Caballería SS: “Órdenes explícitas del RF-SS. Todos los judíos deben ser matados (a tiros). Las mujeres judías deben ser arrojadas a los pantanos”. El problema consistía en que muchos pantanos no tenían suficiente profundidad para ocultar los cadáveres.
Saludos cordiales
José Luis