homer5275 escribió:Intentare contar aquí que tiene de cierto la película y quien dio la orden de asesinar a los fugados.
No había visto este hilo. Muy buen trabajo Homer. Con tu permiso, ampliaré un poco los datos aquí expuestos.
El Stalag Luft se construyó para acoger al creciente número de aviadores aliados capturados en la Europa ocupada por los nazis.
El
Stalag Luft III era un campo de prisioneros para unos 10.000 aviadores aliados ubicado en un oscuro bosque de abetos en Sagan, unos 130 kilómetros al sudeste de Berlín. En Sagan, los prisioneros de la RAF, a los que se unían cada vez más aviadores estadonidenses derribados, habían establecido una organización de fugas que en escala y experiencia superaba a cualquier otra de Europa. La organización, compuesta por cientos de sastres, falsificadores, cartógrafos y otros especialistas era tan compleja que se necesitaba un gráfico para explicar todos sus departamentos y subsecciones.
Campo grande y complejo, se erigió con la idea de conseguir el Stammlager perfecto, que fuera imposible escapar de él, siguiendo la consigna específica de que resultara “a prueba de fugas”.
Los alemanes consideraron que su lucha contra los mejores "escapistas" era una lucha de ingenios. Estudiaron larga y detenidamente todos los antiguos libros británicos de escapismo y establecieron "museos de fugas" donde se mostraban fotografías de ingeniosos disfraces y demás parafernalia usados en fugas reales. Incluso consultaron a Franz von Werra para conocer el punto de vista de quien ha estado dentro de un campo de prisioneros.
Un término que, como comprobaron los alemanes más tarde, no existía en el vocabulario inglés.
En lo referente a los aliados, la preeminencia de los británicos como escapistas no era realmente sorprendente, dada su historia, geografía y motivación. Los británicos atesoraron una rica tradición de huidas. Un descarado corresponsal de guerra de 24 años llamado Winston Churchill, que había sido apresado en Sudáfrica durante la Guerra de los Boer en 1899, fue el primero en llamar ampliamente la atención al escapar de una prisión en Pretoria. Durante la Primera Guerra Mundial se produjeron tantas huidas británicas que los libros publicados sobre ellas en Inglaterra habían provocado alarma: aparecieron cartas en el
The Times de Londres expresando el temor a que los futuros intentos de huida en tiempo de guerra se vieran abocados al fracaso porque se habían desvelado demasiados secretos de las fugas con éxito.
La perspectiva de una larga guerra y un concepto de rigurosa obligación militar también mantuvieron a muy alto nivel los incentivos para los británicos. Capturados en gran número en 1940, durante la batalla de Francia, se enfrentaban a un terrible futuro a menos que escaparan. Por el contrario, los estadounidenses no empezaron a poblar en cifras considerables las instalaciones alemanas para prisioneros de guerra hasta la invasión de Europa en 1944, cuando la posibilidad de victoria aliada estaba reduciendo la necesidad de correr los riesgos de la huida.
Durante toda la guerra, un poderoso estímulo para los británicos fue la insistencia de su Gobierno en que escapar era un deber. Aunque todas las demás tropas aliadas, especialmente los oficiales, recibieron instrucciones similares, el MI-9, la rama del servicio de información británico responsable de la supervisión y apoyo de los esfuerzos de huida, insistió especialemnte en esta obligación.
Cuando se abrió, en el año 1942, los alemanes habían tomado buena nota de sus errores pasados e incorporaron multitud de nuevas medidas de seguridad. El perímetro estaba rodeado por una doble hilera de alambradas de espino, controlado por guardias apostados en torres de vigilancia equipados con reflectores, y era patrullado constantemente por centinelas y perros.
Los campos especialmente construidos para albergue de prisioneros de guerra estaban diseñados para frustrar cualquier intento de fuga. Normalmente estaban compuestos por hileras de barracones de madera elevados sobre pilares, con lo que resultaba difícil ocultar la construcción de túneles a los inspectores especiales antifugas (los hurones, como les llamaban los prisioneros). Una doble barrera de alambre de espino de más de 3,5 metros de altura rodeaba los recintos. A intervalos regulares dentro de la barrera había torres de centinelas con reflectores y ametralladoras. Los guardia patrullaban constantemente el perímetro del campo. Tanto ellos como los soldados encargados de las ametralladoras tenían órdenes de disparar a cualquiera que cruzase la línea de advertencia dentro del recinto, un cable normalmente colocado a unos 9 metros por dentro de la barrera. Los alemanes trabajaban incesantemente para mejorar la seguridad. Para el año 1942, las medidas antifugas incluían micrófonos ocultos a 3 metros bajo el suelo con objeto de detectar el ruido producido al excavar.
Al principio hubo muchos fracasos, planes de fuga ridículos y simples, sin la sofisticación que caracterizarían a las empresas futuras, pero de ellos los prisioneros aprendían lecciones muy valiosas en el arte de la evasión, la principal, que se necesitaba una preparación profesional para no llevarse a cabo con el espíritu de una travesura.
Como bien dices, en los primeros compases de la guerra, los intentos de burlar las medidas de seguridad alemanas fueron de aficionados, "
no se trataba de algo científico, sino de un estallido emocional", como dijo un fugado. Algunos prisioneros intentaron individualmente reducir a un guardia o deslizarse a través de la alamabrada, con trágicos resultados, frecuentemente.
Por ello, muchos se dedicaron, a tiempo completo, a la organización de los planes y se fundó un Comité de Fugas. En sus comienzos una organización rudimentaria, que se nutría de la voluntad y el propósito de escapar de los prisioneros, pronto empezó a crecer hasta convertirse en un formidable equipo.
La puesta en marcha de la Organización X marcó el inicio de una nueva etapa en la estrategia de las escapadas, creó un nuevo estilo de evasión. Atrás quedaban los intentos de aficionados del pasado y los riesgos insensatos. Hasta entonces, la mayoría de los reclusos se habían tomado las fugas como un deporte, una forma de mantener el espíritu combativo y de elevar la moral de los prisioneros. En adelante, la cuestión de las huidas sería tratada de forma profesional y dirigida con eficacia militar. Cada plan sería evaluado con sumo detenimiento y ejecutado minuciosamente, prestando atención al más mínimo detalle. Toda fuga se sometería al visto bueno y a la supervisión del Comité. Éste controlaría todos los intentos y preparativos, sus detalles y aspectos principales.
El núcleo del sistema de fugas lo formaba un comité de fuga del campo (Organización X), presidido normalmente por un jefe conocido como "Gran X". El comité coordinaba todos los planes para escapar y el prisionero que quisera escapar tenía que registrar su idea como en tiempo de paz podría haber solicitado una patente.
Una vez que la idea se aprobaba, el comité ofrecía una amplia gama de apoyo logísitico. Los prisioneros con habilidades o aptitudes como dibujantes y sastres eran los encargados de falsificar las documentaciones personales y los papeles de viaje a los fugitivos, y de confeccionar ropas con que disfrazarse. A los hombres con aptitudes como negociantes se les suministraba café, chocolate y cigarrillos de los paquetes de la Cruz Roja para que hicieran trueques, sobornaran y chantajearan a los guardias para conseguir dinero alemán con que comprar billetes de tren y ropa de paisano en buenas condiciones y para reunir información sobre las mejores rutas hacia la libertad. También el comité organizaba la manera de distraer la atención de los guardias durante el intento de huida organizando un combate de boxeo, por ejemplo, o incluso un partido de fútbol.
Un personaje clave, sin el cual la Gran Evasión no habría ocurrido, fue el comandante Roger Bushell. De origen surafricano, se trasladó a Inglaterra y acabó uniéndose a la RAF, hasta ser abatido sobre Francia durante la evacuación de Dunkerke. Hombre de enorme envergadura física y de imponente personalidad, su gran determinación inspiraba el respeto de todos sus compañeros. Llegó a convertirse, posiblemente, en el evadido más perseverante e indomable de todos los prisioneros aliados. Antes de la guerra, Bushell había profesado una gran simpatía y admiración por la nación alemana, pero pasó un tiempo en manos de la Gestapo y aquella experiencia alteró radicalmente su opinión.
Fuente: http://www.elsham.pwp.blueyonder.co.uk/ ... index.html
El jefe de escuadrilla Roger Bushell era el "Gran X", el jefe de la organización de fugas en Sagan.
Nativo de Sudáfrica y abogado en tiempo de paz, Bushell era un antiguo campeón de esquí británico y una estrella del rugby. En una de sus anteriores fugas, Bushell había llegado hasta Praga donde fue apresado e interrogado por la Gestapo, que asesinó a la familia checa que le había dado refugio. Después de la experiencia, la fuga dejó de ser un deporte para Bushell. Odiaba a los alemanes y dirigió la organización de fugas en Sagan con una inexorable eficiencia y prestando mucha atención a los detalles.
El Junto a Roger, infinidad de reclusos carismáticos: Bergsland, Bethell, Birkland, Brodrick, Buckley, Bull, Casey, Clark, Day, Dodge, Dowse, Fanshawe, James, Kirby-Green, Krol, Long, Marcinkus, Massey, Marshall, Plunkett, Reavell-Carter, Scheidhauer, Tobolski, Valenta, Vander Stok, Walen y muchos otros, veteranos artistas de la evasión, que acabarían constituyendo el núcleo de la organización de fugas.
Fuente: http://www.elsham.pwp.blueyonder.co.uk/ ... index.html
Harry "Wings" Day era el oficial británico de más alta graduación en el campo. Junto a Bushell lideraba la organización de fugas de Sagan. Anteriormente, se había fugado de otros campos, temporalmente, en cuatro ocasiones. Después de su apresamiento tras el intento de fuga del
Stalag Luft III, fue trasladado a Sachsenhausen, un gran campo de concentración. En el plazo de 24 horas después de su llegada, Day y cuatro miembros de la RAF que sobrevivieron a la masacre de Sagan iniciaron otro túnel. Escapó con dos compañeros, pero le volvieron a apresar.
Uno de los prisioneros, por cierto, era Paul Brickhill, autor del libro en el que se basa la película.
Paul Brickhill, un joven piloto de caza de la RAF nacido en Australia, fue descartado para el intento de fuga por Bushell debido a que padecía claustrofobia. Como bien dice el compañero Homer, después de la liberación del campo, escribió unas fascinantes memorias sobre las que se basa la película "La gran evasión".
Más adelante seguiré ampliando información sobre esta fascinante y épica fuga.