¡Hola a todos!
Una vez aclarado que Alemania no presionó (ni siquiera informó) a Japón para que se sumara a la guerra contra la Unión Soviética, ni inmediatamente antes del 22 de junio de 1941 ni inmediatamente después, me gustaría subrayar que la única presión para que Japón entrara en la guerra después del 22 de junio de 1941 procedió de algunos estamentos políticos y militares del propio Japón.
Por ejemplo, el embajador japonés en Berlín, Oshima, telegrafió a su gobierno el 22 de junio de 1941 que "el estallido de la guerra entre Alemania y Rusia nos da una perfecta oportunidad para eliminar, de una vez para siempre, la amenaza en el norte y resolver el incidente de China". Si Japón adoptaba una política de esperar y ver, añadía Oshima, perdería la confianza de Alemania y dañaría su propio prestigio (1).
A esas alturas, en junio de 1941, el gobierno de Japón se enfrentaba a varios proglemas de gran calado estratégico y de complicada solución, dados los distintos puntos de vista e intereses de sus líderes políticos y militares. En mi opinión, había dos grandes cuestiones a resolver: poner fin a la guerra (que se llamaba "incidente", pues nunca fue oficialmente declarada ni reconocida como guerra) con China, y decidir el curso final de la política expansionista japonesa: hacia el norte o hacia el sur. Para resolver favorablemente la primera, Japón necesitaba de la intermediación de Estados Unidos y, quizás, la Unión Soviética, pues ambas potencias ayudaban en mayor o menor grado a la China nacionalista. Con la URSS, Japón ya había firmado un pacto de neutralidad en abril de 1941, una buena base para negociar el cese de la ayuda soviética a China. Con USA, los diplomáticos japoneses mantenían conversaciones tendentes a una negociación más amplia que incluía la resolución política del "incidente" con China. La segunda cuestión, avance al norte-sur, dependía fundamentalmente de la resolución de la primera, especialmente en lo tocante a USA.
En la vena de Oshima, el ministro Tsutsui Kiyoshi en Bucarest telegrafió a Tokyo exponiendo su confianza de que los alemanes destruirían el régimen comunista en Rusia "por lo menos a principios de octubre", que la URSS se desintegraría y se formaría un nuevo gobierno en lo que quedara de la Rusia europea. Si Japón no se unía al ataque a la URSS, razonaba Kiyoshi, Alemania no debería nada a Japón y decidiría el futuro de Rusia al margen de los deseos japoneses. Para evitar este desastre, Japón debería atacar y capturar las provincias siberianas para eliminar su amenaza a los intereses japoneses en el noreste asiático. Este movimiento violaría el tratado de neutralidad, pero según Kiyoshi los bolcheviques ya habían violado este acuerdo al apoyar a las fuerzas anti-japonesas en China. Una vez conseguido este objetivo, el nuevo gobierno ruso cooperaría con Alemania, Italia, China, Manchukuo y Japón en una lucha común contra los países anglosajones (2).
Por supuesto, de un tenor similar opinaba el ministro de Exteriores japonés, Matsuoka, que presionó a su gobierno para fijar la política japonesa. Pensaba que unos ataques militares exitosos en Rusia liberarían a las fuerzas armadas de Japón para, tras la guerra con Rusia, moverse hacia el sur y capturar sus áreas coloniales ricas en recursos materiales. Y a estas alturas, según Matsuoka, Alemania y Japón serían dos potencias tan poderosas que con toda probabilidad USA se abstendría de cualquier intervención militar. La conclusión de Matsuoka era, pues, "ir primero al norte y luego virar al sur" (3).
En Tokyo, el liderazgo militar, perdida su esperanza de una mediación americana para resolver el problema chino, estaba de acuerdo con que la invasión alemana de la URSS brindaba a Japón una oportunidad para actuar con resolución y fijar finalmente su política estratégica. Pero no apoyaba un primer movimiento "hacia el norte", debido, en parte, a que necesitaba tiempo para preparar una guerra contra la URSS. A esas alturas, el Ejército de Kwantung estaba formado por doce divisiones desplegadas en Manchuria con unos 350.000 hombres, un potencial muy inferior al que desplegaba el Ejército Rojo en Extremo Oriente. Había que movilizar unas 500.000 tropas más, tarea que no estaría completada hasta el 10 de agosto, y se necesitaría un mes más para los preparativos de guerra. Determinado a llevar a cabo estos movimientos, el 2 de julio de 1941, el liderazgo militar y político japonés, en presencia del emperador, decidió "resolver el problema septentrional por la fuerza" si los acontecimientos en Europa se desarrollaban favorablemente a tal fin. Pero también decidió apoderarse del sudeste asiático por la fuerza "para consolidar la base de nuestra existencia nacional y autodefensa". En primer lugar, el ejército ocuparía Indochina, al tiempo que se preparaba para una ofensiva contra la URSS. El jefe del EM del ejército, el general Sugiyama Gen, creía que la ocupación de la Indochina meridional irritaría a los países angloamericanos, pero no hasta el punto de meterlos en la guerra. Así, pese a las presiones de Matsuoka para golpear primero en el norte, se decidió golpear primero en el sur, con la invasión de la Indochina meridional el 28 de julio de 1941 (4).
Y aquí tenemos, a mi juicio, el
turning point que decidió, en los meses siguientes a la invasión de Indochina, el desenlace final del ataque japonés a Pearl Harbor y su cancelación de una proyectada ofensiva contra la URSS. La reacción estadounidense a la invasión nipona de Indochina fue inmediata, fundamentalmente en el cese de las exportaciones de petróleo a Japón desde el 1 de agosto, seguida por el cese, en el mismo sentido, de las exportaciones de petróleo de las autoridades holandesas desde las Indias Orientales. Japón quedaba así con una reserva de petróleo para dos años, menos en caso de guerra. En los meses siguientes, sobre todo cuando se dio cuenta en agosto de 1941 que la guerra alemana en la URSS iba para largo, Japón intentó negociar con USA una vuelta a las relaciones comerciales (petróleo) y una solución al problema chino, pero para los estadounidenses era incompatible un acercamiento a Japón mientras continuase con su política pan-asianista. Frustrada finalmente esta vía de solución en octubre, Japón sólo tenía dos alternativas: recular en sus aspiraciones imperialistas o ir desesperadamente a una guerra contra USA, pues la opción norte (contra la URSS) carecía de sentido práctico a esas alturas, sabiendo además que los alemanes ya no podían concluir victoriosamente su campaña militar en la URSS en 1941.
Queda para las historias alternativas especular sobre cuál hubiera sido el posible curso de la guerra en la URSS si Japón hubiese decidido llevar a cabo una ofensiva contra la URSS a principios de septiembre de 1941, suspendiendo hasta entonces su ofensiva de Indochina. Claro que una historia alternativa con mucho más morbo, pues a mi juicio sería mucho más plausible e importante, sería especular sobre el futuro de la guerra contra la URSS si Hitler hubiera adelantado sus planes a Japón para llevar a cabo un ataque conjunto, y, en consecuencia, el Ejército de Kwantung estuviese ya reforzado y preparado para la guerra en junio de 1941. El problema, insalvable, de una historia alternativa semejante es su base completamente retrospectiva, pues tal como veía Hitler durante julio de 1940-junio de 1941 su aventura contra la URSS, Japón no tenía nada que pintar directamente en la misma. Y desde la perspectiva japonesa de la época, la opinión mayoritaria entre el liderazgo político-militar se inclinaba por una estrategia de avance hacia el sur, más en consonancia con su pan-asianismo y su política de
Greater East Asia Co-Prosperity Sphere.
(1), (2), (3), (4), Akira Iriye,
Power and Culture. The Japanese-American War, 1941-1945 (Cambridge, MA. & London: Harvard University Press, 1998), p. 25 y ss.
TigerII_IS-2 escribió:
... la verdad es que no me ha quedado del todo claro la razon por la cual Hitler no le exigio a Japon que le declarase la guerra a la URSS si queria que Alemania le declarase la guerra a USA, aparentemente le hizo ese "regalo" sin contraprestaciones...
Recuerda que esas negociaciones estaban en su punto más alto en los dos días previos al ataque japonés a Pearl Harbor (7 de diciembre) y prácticamente en vísperas de la contraofensiva soviética (6 de diciembre). Así que prácticamente a la cuestión de por qué Hitler no exigió una contrapartida a la petición japonesa (declaración de guerra de Japón a la URSS por declaración de guerra de Alemania a USA) está unida la cuestión de por qué Hitler se apresuró a declarar la guerra a USA el 11 de diciembre. El debate histórico se ha centrado más en este última cuestión que en la primera, aunque ambas van unidas. No creo que nadie sepa con certeza las razones, salvo Hitler. Los historiadores han especulado, con más o menos base y con más o menos lógica, distintas razones partiendo de la aparente gratuidad de la declaración de guerra de Hitler. Es decir, han intentado comprender y explicar ese movimiento innecesario de Hitler, difícil tarea si tenemos en cuenta que, casi con certeza, la razón se encuentra en la psique de Hitler más que en motivos tácticos o estratégicos, ya políticos, ya militares.
En mi opinión personal, esas dos cuestiones se resuelven en el reconocimiento de Hitler (para sus adentros y sólo expresado a algunos de sus colaboradores más íntimos) del fracaso del objetivo estratégico de Barbarroja de concluir victoriosamente la guerra contra la URSS en 1941. Cuando primero intuyó este desastre, a finales de julio, y luego se comenzó a manifestar, agosto, haciéndose finalmente evidente a principios de diciembre, Hitler quemó todos los puentes (como reconoció y asertó Goebbels) que pudieran posibilitar una vuelta atrás en su carrera genocida, radicalizada precisamente a medida que comprendió que no podía concluir victoriosamente su guerra contra la URSS y solucionar la “cuestión judía” y otras cuestiones raciales para después de la guerra, como tenía planeado cuando desató la guerra contra la URSS. Por tanto, si no podía ganar militarmente la guerra desde el otoño de 1941, al menos podía alargarla cuanto pudiera para ganar, en cambio, su guerra racial con el exterminio de los judíos europeos y otros grupos “subhumanos”. En ese tesitura, poco importaba a Hitler presionar a Japón en diciembre de 1941 para que entrara en guerra contra la URSS, como tampoco le importaba mucho esperar a que Estados Unidos le declarase la guerra a Alemania. Simplemente se adelantó y siguió con su política genocida en aumento, desechando cualquier posibilidad de negociar un fin político a la guerra. De todas las hipótesis que he barajado y de todas las explicaciones que he leído, sólo casa con ésta que he dado el aparente absurdo empeño de Hitler de continuar una guerra que estaba militarmente perdida. Y de aquí su desdén por las dos cuestiones aludidas.
Saludos cordiales
JL