Hiroshima

La guerra en el Pacífico

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Kurt_Steiner
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Hiroshima

Mensaje por Kurt_Steiner » Jue Ago 04, 2005 8:30 pm

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Durante la Segunda Guerra Mundial, Hiroshima era una ciudad de importancia militar considerable. Contenía los cuarteles del segundo ejército, los cuales gestionaban la defensa del sur de Japón. La ciudad era también un centro de comunicación, un punto de almacenamiento y un área de ensamblaje de tropas.

El centro de la ciudad contenía un número de edificios de hormigón reforzados y estructuras más livianas. En el área de los alrededores se encontraba una conglomeración de pequeños talleres de madera entre casas japonesas y algunas plantas industriales. Las casas eran de madera con techos de tejas. Muchos de los edificios industriales eran también de madera. La ciudad en general era extremadamente susceptible al fuego.

Algunos de los edificios de hormigón reforzado eran construcciones mucho más fuertes que las requeridas por los estándares de Estados Unidos, debido a los peligros de terremoto presentes en Japón. Esto tuvo una gran incidencia en el hecho de que muchas de estas estructuras hayan permanecido de pie tras la explosión. Otro factor importante para este fenómeno es que la explosión fue más poderosa hacia abajo que hacia los lados.

La población de Hiroshima había alcanzado un pico de más de 380.000 habitantes al comienzo de la guerra pero previamente al ataque atómico la población fue reducida a aproximadamente a 255.000 habitantes debido a evacuaciones.

Hiroshima sufrió el el primer bonbardeo atómico llevado a cabo por el ejército de los Estados Unidos.

La bomba explotó sobre Hiroshima a las 8:15 de la mañana del 6 de agosto de 1945. Cerca de una hora antes los radares japoneses habían detectado algunas aeronaves estadounidenses acercándose al sur de Japón. Se dio la alerta y las transmisiones de radio pararon en varias ciudades, entre ellas Hiroshima. Los aviones se acercaron a la costa a gran altura. Cerca de las 8:00 de la mañana, el operador de radar en Hiroshima pudo determinar que el número de aviones acercándose era mucho menor y se levantó la alerta antiaérea. Se transmitió por radio una alerta sugiriendo el uso de refugios al avistamiento de B-29s. A las 8:12, el B-29 Enola Gay soltó la bomba atómica Little Boy (pequeño niño) sobre el centro de la ciudad y la bomba estalló con una explosión de la magnitud de 12.000 toneladas de dinamita, matando más de 80.000 personas de inmediato.

Al mismo tiempo, el operador de control de la compañía de transmisión japonesa en Tokio notó que la estación de Hiroshima se encontraba fuera del aire. Intentó utilizar otra línea telefónica para restablecer su programa, pero falló también. Cerca de 20 minutos más tarde, el centro telegráfico en Tokio notó que la línea de telégrafo había dejado de funcionar al norte de Hiroshima. De algunas estaciones de tren pequeñas a las cercanías de la ciudad llegaron informes oficiosos y confusos de una terrible explosión en Hiroshima. Todos estos comunicados fueron transmitidos a los cuarteles generales japoneses. Los cuarteles militares intentaron comunicarse en reiteradas veces con la estación de control del ejército en Hiroshima. El absoluto silencio proveniente de la zona confundió a los hombres del cuartel; sabían que ningún ataque enemigo a gran escala podría haber ocurrido, y sabían que en aquel entonces no existían depósitos de explosivos de gran tamaño en Hiroshima. Se le ordenó a un joven oficial el volar inmediatamente a Hiroshima, aterrizar, identificar los daños y regresar a Tokio con información fiable para los miembros del cuartel general.

El oficial se dirigió al aeropuerto y despegó hacia el sudoeste. Tras cerca de tres horas de vuelo, mientras se encontraba todavía a alrededor de 100 millas de Hiroshima, él junto con su piloto divisaron una enorme nube de humo sobre la ciudad. A la media tarde ardían los restos de Hiroshima.

Su avión pronto llegó a la ciudad, la cual bordearon en descreimiento. Una gigantesca cicatriz sobre la tierra, aún ardiendo, y cubierta por una muy espesa nube de humo, era todo lo que quedaba de una gran ciudad. Aterrizaron al sur de la ciudad y el oficial comenzó a organizar medidas de ayuda, después de informar de lo visto a Tokio.

Las primeras noticias de la causa del desastre en llegar a Tokio provinieron de la Casa Blanca, 16 horas después del ataque. Se estima que hacia fines de 1945 murieron más de 60.000 personas debido a los daños causados por la explosión. Sin embargo, este total no incluye las víctimas a largo plazo debidas a enfermedades causadas por la radiación.

Casi de inmediato después del término de la Segunda Guerra Mundial, y persistiendo hasta el día de hoy, los bombardeos atómicos sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki han sido cuestionados. Su uso ha sido calificado de bárbaro bajo las premisas de que el presidente Harry Truman sabía que Hirohito tenía la intención de rendirse en breve y de que, en el momento del ataque, el territorio estadounidense no estaba en peligro. Además de destruir una base militar y un centro industrial militar, decenas de miles de civiles fueron asesinados. Algunos alegan que los japoneses se encontraban ya esencialmente derrotados y que el uso de las bombas era innecesario.

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Mensaje por Kurt_Steiner » Jue Ago 04, 2005 8:30 pm

Dos dias antes de producirse la prueba de Alamogordo, salieron de los laboratorios de Los Alamos los componentes de «Little Boy», la bomba de uranio que el 16 de julio iba a ser embarcada a bordo del crucero «Indianápolis».

Mientras en la vencida Alemania se desarrollaba la conferencia de Potsdam, la bomba atómica cruzaba el Pacífico hacia un destino que provocaría la mayor tragedia hasta entonces conocida. El 26 de julio llegó a Tinian, en las Marianas, al tiempo que las potencias aliadas dictaban a Tokio las condiciones para la capitulación. Un destacamento de científicos del «Proyecto Manhattan», encargados de poner a punto sus secretos mecanismos, la esperaban soportando el húmedo calor del verano tropical.

Mientras tanto, los reactores nucleares norteamericanos producían plutonio a un ritmo superior al esperado. En el momento de efectuarse la explosión de Alamogordo ya s e disponía de suficiente cantidad de plutonio para preparar una segunda bomba de características similares. Esta recibió el sobrenombre de «Fat Man» (Hombre gordo) por ser más voluminosa que la de uranio. A pesar de necesitar una masa menor que «Little Boy», su complicado mecanismo iniciador la hacía más aparatosa.

La llegada de «Fat Man» a Tinian, por vía aérea, se produjo casi al mismo tiempo que la de «Little Boy». En los primeros días del mes de agosto las dos bombas estaban listas para ser lanzadas, guardadas en un edificio de temperatura controlada, junto a las pistas de los B-29.

Muy pocos hombres, entre las siete tripulaciones, pertenecientes al Grupo 509 de la XX Fuerza Aérea, fueron informados de la verdadera naturaleza de su misión. Los bombarderos conocieron la lista de los objetivos, y dentro de estos, el punto exacto de lanzamiento, la altura a que harían explosión las bombas y las maniobras de alejamiento del lanzador y sus acompañantas. El Grupo 509, mandado por el coronel Paul W. Tibbets, había recibido un adiestramiento específico en lanzamiento de bombas especialmente pesadas y voluminosas.

El 5 de agosto las condiciones meteorológicas sobre el sur de Japón se presentaban favorables para un lanzamiento visual sobre Hiroshima, primera de la lista de las ciudades-objetivo. El blanco de «Little Boy» seria, por lo tanto, esta ciudad, situada al sudoeste de la isla de Houshu.

El día elegido seria el 6 de agosto. Uno de los gigantescos aviones de Tibbets era debidamente preparado para recibir la mortífera carga. Durante esa tarde, y mientras la bomba de cinco toneladas quedaba situada en la bodega del avión, el pintor de la unidad inmortalizó el nombre de la madre de Tibbets sobre el morro del avión: «Enola Gay».

BOMBA DE NAGASAKI.

A las tres menos cuarto de la madrugada, hora de Tinian, despegaban los tres B-29 que habían de realizar la misión. Acompañaban al «Enola Gay» dos aviones más con instrumentos de medida y material fotográfico. El objetivo principal era Hiroshima. En caso de que alguna circunstancia dificultase el lanzamiento sobre esta ciudad, eran objetivos alternativos las de Kokura y Nagasaki.

A bordo del «Enola Gay» volaban el propio Tibbets y el capitán de navío Williams Parsons, diseñador del ingenio balístico que lanzaría, en el momento de la explosión, las dos medias masas criticas, una contra la otra.

Quince minutos después del despegue, el capitán de navío Parsons armó el mecanismo de la bomba. Amanecía Hiroshima cuando el sonido de sirenas antiaéreas alarmó a los trabajadores que se dirigían hacia las fábricas.

A las ocho y cuarto de la mañana, hora de Hiroshima, los sirvientes de las baterías antiaéreas oyeron claramente el rugido de los motores de los aviones que se aproximaban a la ciudad. Sobre ellos, a 10.000 metros de altura, el oficial bombardero del «Enola Gay», comandante Thomas W. Ferehee anunció: «¡Fuera la bomba!».

<<Little Boy>> hizo explosión a unos 580 metros del suelo, con una potencia equivalente a 12.500 toneladas de TNT. En una millonésima de segundo, la reacción nuclear en cadena elevó la temperatura en el punto de explosión a varios millones de grados centígrados. Durante unos segundos una luz cegadora de colores cambiantes cubrió la ciudad, seguida de una oscuridad casi absoluta, producida por una densa nube de polvo y cenizas.

En la zona situada justo debajo de la explosión, la temperatura se elevó a unos 3.000 grados en un radio de cuatro kilómetros, lo que supuso que ardiera espontáneamente todo cuando existía dentro de ese círculo. Un viento huracanado comenzó a soplar de fuera adentro, elevando una inmensa seta hacia el cielo.

Una violentísima explosión siguió al destello, arrancando árboles, ventanas y tejados. Cientos de edificios se vinieron abajo.

Todas estas catástrofes fueron seguidas por la lluvia radiactiva, que arrastró sobre los desventurados supervivientes una peste hasta entonces desconocida: la contaminación nuclear.

Un año después del lanzamiento de la bomba de Hiroshima, el número de muertos causados directamente por ella se estimaba en unos 120.000.

La noticia del lanzamiento y de sus efectos fue comunicada al presidente Truman, que en ese momento cruzaba el Atlántico a bordo del crucero «Augusta». Reunido con toda la dotación, declaró: «Esto es lo más grande de la historia.»

LA SEGUNDA BOMBA.

El efecto producido en el Gabinete japonés por la noticia de la explosión de la bomba atómica en Hiroshima fue inferior al esperado por los occidentales. En Tokio continuaron las discusiones sobre las garantías que debían exigirse a los aliados sobre el futuro del Emperador.

En Tinian, la noticia de la aproximación de un cambio en las condiciones meteorológicas sobre Japón aceleró los preparativos para el lanzamiento de la bomba de plutonio. El avión seleccionado para llevar a cabo este segundo lanzamiento fue el B-29 bautizado «Bock's Car» por la dotación del comandante Charles W. Sweeney. El objetivo de esta misión era la ciudad de Kokura. En caso de que ésta estuviese cubierta por nubes, Sweeney habría de lanzar la bomba sobre Nagasaki. El capitán de fragata Fred Ashworth tenía a su cargo el armado de la bomba, una vez en vuelo.

A la una y cincuenta y nueve minutos de la madrugada del 9 de agosto, despegó «Bock's Car», seguido de otros dos B-29 de observación.

El comandante Sweeney puso rumbo hacia Iwo Jima, pasando por la vertical de la isla a las cinco de la mañana. Allí corrigió su navegación y siguió con destino a Kokura. Las observaciones meteorológicas realizadas en el momento del despegue indicaban que existían suficientes claros entre las nubes para realizar el lanzamiento, tanto en Kokura como en Nagasaki. Pero los «espíritus sintoístas de Kokura» cubrieron la ciudad con un delgado velo de niebla y polución industrial.

El B-29, con su carga letal, realizó varios círculos sobre ella, mientras el cielo se llenaba de explosiones de fuego antiaéreo. En cualquier momento aparecerían los cazas japoneses. No quedaba más alternativa que poner rumbo a Nagasaki. Tampoco sobre esta ciudad las condiciones visuales eran óptimas, pero un claro entre las nubes permitió a los norteamericanos avistar el punto de caída previsto.

A las once y dos minutos inició «Fat Man» su corta caída hacia el corazón de una de las primeras ciudades japonesas que en el siglo XVI se habían abierto al cristianismo y al comercio con Occidente.

La bomba de plutonio hizo explosión a una altura de 500 metros sobre el distrito de Ura-kami. Aunque su poder explosivo era equivalente al de 22.000 toneladas de TNT, la magnitud de su efecto se vio ligeramente apantallada por las colinas que dividen la ciudad. Con todo, el infierno que se abatió sobre Nagasaki arrastró consigo la vida de 73.000 almas.

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Mensaje por Kurt_Steiner » Jue Ago 04, 2005 8:38 pm

“The Little Boy” (El pequeño Muchacho) fue el sobrenombre dado a la bomba atómica arrojada sobre Hiroshima el lunes 6 de agosto de 1945 desde el Enola Gay, uno de los bombarderos B-29 que volaron sobre Hiroshima aquel día.

The Little Boy
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Luego de ser lanzada, le tomó aproximadamente un minuto alcanzar el punto de explosión. Eran las 8:15 de la mañana (Hora de Japón) cuando llegó a una altitud de 580 metros encima del edificio que hoy se conoce como “El Domo de la Bomba Atómica”.

“Una luz brillante llenó el avión. Volvimos para mirar Hiroshima. La ciudad había sido ocultada por aquella nube horrible... Hervía por encima, se multiplicaba. Por un momento, nadie habló. De pronto todos hablaron al mismo tiempo. ¡ Mire eso! ¡Mire eso! ¡Mire eso!, gritó el copiloto, Robert Lewis, golpeando sobre mi hombro. Dios mío, qué hemos hecho?”. Hiroshima: 6 de agosto de 1945. Diario del Coronel Paul Tibbets, piloto del Enola Gay.

La bomba generó una enorme cantidad de energía en términos de la presión de aire y el calor. Además, generó una cantidad significativa de radiación (rayos Gama y neutrones) que posteriormente causaron consecuencias devastadoras.

Las personas que vieron la explosión decían: “Vimos otro sol en el cielo”. El calor y la luz generados eran mucho más fuertes que las bombas que habían visto antes. Cuando la onda de calor alcanzó el nivel de la tierra quemó todo a su paso, incluyendo a la gente.

La onda expansiva destruyó la mayor parte de las casas y edificios dentro de un radio aproximado de 2km y medio. Cuando alcanzó las montañas, “rebotó” y otra vez golpeó a la gente en el centro de la ciudad.

La radiación causó problemas a corto y largo plazo a los afectados, muchas personas murieron dentro de los primeros meses y muchas más en años subsiguientes. Algunos tuvieron problemas genéticos que a veces causaban nacimientos de bebés mal formados o esterilidad.

Se cree que más de 140.000 personas murieron hacia finales de ese año, el número total de muertos debido a la bomba se estima en 200,000.

ImagenLas Bombas Atómicas usadas sobre Japón: “Little Boy” (izquierda) y “Fat Man” (derecha)

Tres días después de Hiroshima, la segunda bomba atómica llamada “Fat Man” (el hombre gordo) fue arrojada en Nagasaki. Aunque la cantidad de energía generada por la bomba caída en Nagasaki fue considerablemente más grande que la de Hiroshima, el daño causado a la ciudad fue más leve debido a la estructura geográfica de la ciudad. Se estima que aproximadamente 70,000 personas murieron hacia el final del año.

Energía generada por la explosión
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La bomba atómica arrojada sobre Hiroshima generó una cantidad enorme de energía cuando explotó, equivalente a la energía generada por 15.000 toneladas de TNT. La mitad de la energía fue consumida cuando la explosión generó una presión de aire extremadamente alta causando fuertes ráfagas de viento. Un tercio de la energía fue consumida generando calor, mientras el resto de la energía fue consumida con la radiación generada.

Calor
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Sobre la tierra, bajo el centro de explosión (hipocentro), la temperatura se elevó a más de 1.000.000º C. En un segundo la bola de fuego se expandió en un diámetro de 280m. Los rayos de calor emitidos en todas direcciones trajeron a la tierra cercana al hipocentro temperaturas entre 3.000ºC y 4.000ºC (el hierro se funde a 1.536ºC). Sobre la escalera de entrada a un banco, a unos 280m del centro de la explosión, un hombre estaba sentado esperando su apertura. La superficie de la escalera de piedra fue cambiada por el inmenso calor, la parte donde el hombre estaba permaneció inalterada porque su cuerpo absorbió el calor (ver foto A). En Nagasaki se encontró la sombra de un hombre y una escalera sobre una pared de madera, a unos 4km del hipocentro (ver foto B).

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foto A

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foto B

Las tejas de cerámica de los techos de las casas en un radio de 2km se derritieron, y las piedras grises que contenían partículas de silicio se tornaron blancas. La vestimenta que la gente llevaba resultó totalmente quemada por el calor dentro de un radio de 2km del centro de la explosión.

Perfil del Daño de la Bomba Atómica
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Onda Expansiva
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Una presión extremadamente alta fue generada, la velocidad del viento superó los 1500 km/h, cinco veces más fuerte que el viento generado por el huracán más fuerte. La presión fue de 3.5 kilogramos por centímetro cuadrado. La mayor parte de los edificios de concreto en un radio de 2km fueron completamente destruidos.

Radiación
La explosión generó rayos Alfa, Beta, Gama y de neutrón. Los rayos Alfa y Beta fueron absorbidos por el aire y no alcanzaron a la tierra. Los rayos gama y de neutrón eran lo bastante fuertes para alcanzar la tierra; son los que afectaron a la gente.
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Dentro de un radio de hasta casi 2km del centro de la explosión, la mayoría de la gente murió en un lapso de unas horas (aún en los casos que no habían sido expuestos directamente al calor o el viento). En un radio de más de 2km, la mayoría murió dentro de los 30 días siguientes a la explosión.

Las personas que ingresaron a un área dentro del radio de 2km del hipocentro en las 100 primeras horas posteriores a la explosión también fueron afectadas por la radiación remanente sobre la tierra.

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Gráficos: “A-Bomb Radiation Effects Digest”, Editado por Hiroshima International Council for Medical Care of the Radiation-Exposed.

Hacia finales de 1945 el número estimado de personas que murieron como resultado directo de la bomba fue de 140.000. Este gráfico muestra el número de sobrevivientes que murieron hasta el final de cada año. La recolección de datos estadísticos por el Gobierno de la Ciudad de Hiroshima, no comenzó hasta 1952. Durante el período 1946 a 1951 el número de muertes debido a la bomba fue estimada en 60.000. Como el número de muertes entre sobrevivientes, en los diez primeros años de la revisión, mostró poca diferencia de la población en total se concluyó que el número de personas que murieron como un resultado directo de la bomba fue de aproximadamente 200.000.

información obtenida de http://redmarcial.com.ar/hiroshima/

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Mensaje por Kurt_Steiner » Vie Ago 05, 2005 1:00 am

El hombre que fue "atomizado" dos veces

El ingeniero Enemon Kawaguchi trabajaba en la fábrica Mitsubishi de Hiroshima. En 1945 tenía 40 años y nunca había parado de practicar deporte ni siquiera en los momentos de máximo trabajo. En la mañana del 6 de agosto de 1945 se encontraba en su despacho cuando el ruido de un avión le distrajo. Era un bombardero americano y aún no se había tocado la sirena no obstante los obreros ya se dirigían a los refugios. Kawaguchi fue sorprendido por un resplandor. Perdió el sentido, probablemente a causa del aire enrarecido. Se encontraba a 5 kilómetros del punto de explosión y se encontró desnudo en medio de una fábrica desierta y en llamas.
El ingeniero descubrió que estaba herido, un hierro le había golpeado y una teja le había abierto una brecha en la espalda. Se puso en pie y advirtió que "un viento candente como una llama oxhídrica" soplaba del centro de Hiroshima hacia el mar.
Empezó a huir, primero hacia el mar y luego por la parte del río que rodeaba las instalaciones. Kawaguchi se echó a nadar hasta la orilla opuesta pero sólo para descubir el infierno que se había desencadenado allí. Se quedó mucho tiempo en el agua . Al fin salió del agua y encima de un montículo vio la ciduad convertida en un inmenso brasero que había destruido de golpe a 35.000 viviendas. Después de 6 horas de la explosión Kawaguchi estaba al fin de sus fuerzas y se echó adormir en la orilla del río. Se desperto hacia las 17 horas. El dolor de las quemaduras se había calmado un poco y la brisa del mar le había devuelto un poco las fuerzas. Al principio de la noche llegó a la periferia, a una estación de ferrocarril, donde encontró vías arrancadas y un tren abandonado. Subió a un vagón y se acurrucó. Se despertó dos días después sin recordar nada pero estaba en un tren que avanzaba lentamente. El tren paró en la mañana del día 9 en la estación de Nagasaki.
El ingeniero bajo por su propio pie y se dirigió al centro de la ciudad. Nagaski era entoncés una ciudad intacta y tranquila. Kawaguchi no se quería separar de sus compañeros de viaje. Caminaron hacia Yunin Maki, por un camino vuelto hacia el mar. Kawaguchi oyó el ruido de un avión e instintivamente se tiró al suelo. Paralizado de terror observaba el cielo mientras los que pasaban le miraban atónitos de su reacción. La bomba cayo a 4 kilomterode distancia de donde se encontraba el ingeniero.
Kawaguchi volvió a ver el resplandor cegador del sol atómico, el horror del hongo arremolinado hacia el cielo, el mar de ruinas y el horror de la muerte.
Durante años el ingenerio Kawaguchi, vagará como un deseperado, incapaz de concentrarse, dejandose llevar a la deriva por el flujo de la vida. Continuará huyendo deseperadamente hasta su muerte, con el terror de ver aparecer en el horizonte la silueta de un B-29 con su carga de muerte. Su vagar acabará en 1957 cuando su cuerpo reventará en pústulas inconfundible consecuencia de la contaminación atómica. Morirá con el número 163641 en una cama de hospital, de cáncer atómico, uno de los poquísimos comprobados en Nagasaki.

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Mensaje por Kurt_Steiner » Vie Ago 05, 2005 1:01 am

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La tripulación del "Enola Gay". Se distingue al comandante Tom Ferebee (al centro, con bigote), apuntador, y al coronel Tibbets, comandante del avión (segundo por la derecha).

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Mensaje por Kurt_Steiner » Vie Ago 05, 2005 1:21 am

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Mensaje por Kurt_Steiner » Vie Ago 05, 2005 1:23 am

A las 11.02 de la mañana del 9 de agosto de 1945, el bombardero B-29 Bock’s car soltó una bomba de plutonio de 4,5 toneladas, bautizada con el nombre Fat man, sobre la vertical del centro de Nagasaki. Menos de un minuto después se produjo la explosión, de menos de 10 kilotones. El área de evaporación y destrucción total tuvo un diámetro de unos 1.500 metros. En un primer momento murieron entre 35.000 y 40.000 personas y otras 40.000 sufrieron heridas; la mayoría de ellas fallecieron en los meses siguientes.

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Mensaje por Kurt_Steiner » Vie Ago 05, 2005 1:30 am

El Proyecto Manhattan desarrolló dos clases de bombas atómicas: de uranio enriquecido y de plutonio. La investigación se realizó en paralelo y, cuando se tomó la decisión de efectuar los bombardeos atómicos, también se optó por utilizar un artefacto de cada clase. Los ataques a Hiroshima y Nagasaki fueron autorizados sin que los científicos estuvieran en condiciones de determinar el alcance real de los daños, el área que resultaría destruida y los efectos de la radiación a corto, medio y largo plazo. Varios de los científicos implicados en el Proyecto Manhattan se dirigieron por carta al presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, para que no autorizara el uso de bombas atómicas.

Little Boy (Hiroshima)
Nombre: Little boy
Tipo: bomba de fisión de uranio
Peso: 4.400 kg
Longitud: 3,2 m
Diámetro: 0,737 m
Potencia explosiva: 15.000 toneladas de TNT

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Fat Man (Nagasaki)
Nombre: Fat man
Tipo: bomba de fisión de plutonio
Peso: 4.535 kg
Longitud: 3,25 m
Diámetro: 1,52 m
Potencia explosiva: 21.000 toneladas de TNT

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Comparación de los ataques atómicos con los ataques con bombas incendiarias sobre Tokio

PARÁMETRO HIROSHIMA NAGASAKI TOKIO
MUERTOS / DESAPARECIDOS 70.000-80.000 (1) 35.000 - 40.000 (1)
HERIDOS 70.000 (2) 40.000 (2) 102.000
DENSIDAD DE POBLACIÓN 13.514 hab/km2 25.097 hab/km2 50.193 hab/km2
TOTAL BAJAS 140.000 - 150.000 75.000 - 80.000 185.000
ÁREA DESTRUIDA 12,17 km2 4,66 km2 40,92 km2
PLATAFORMA DE ATAQUE 1 B-29 1 B-29 334 B-29
ARMAS Little Boy Fat Man 1.667 tons 1

(1) En el momento de la explosión
(2) En el momento de la explosión. La mayoría murieron en los meses siguientes

fuente: http://www.elperiodico.com/info/galeria ... efault.asp

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Mensaje por Kurt_Steiner » Vie Ago 05, 2005 1:34 am

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TRIPULACIÓN DEL ENOLA GAY

Detrás, de izquierda a derecha, mayor Ferebee, capitán Van Kirk, coronel Tibbets y capitán Lewis. Delante, de izquierda a derecha, sargento Caron, sargento Stiborik, sargento Duzenbury, soldado de primera clase Nelson y sargento Shumard.

TRIPULANTES FUNCIÓN
Coronel Pal Tibbets Comandante
Capitán Robert Lewis Copiloto
Capitán Theodore van Kirk Navegante
Mayor Thomas Ferebee Bombardero
Teniente Jacob Beser Oficial de electrónica
Sargento Joseph Stiborik Operador de radar
Soldado de primera Richard Nelson Operador de radar
Sargento Wyatt Duzenbury Ingeniero de vuelo
Sargento Robert Caron Artillero de cola
Capitán Deke Parson Armero
Teniente segundo Morris Jeppson Oficial de enlace

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TRIPULACIÓN DEL BOCK'S CAR

Detrás, de izquierda a derecha, capitán Beahan, capitán Van Pelt, Jr., primer teniente Albury, segundo teniente Olivi y major Sweeney. Delante, de izquierda a derecha, sargento Buckley, sargento Kuharek, sargento Gallagher, sargento Dehart y sargento Spitzer.

TRIPULANTES FUNCIÓN
Mayor Charles Sweeney Comandante
Teniente primero Charles Albury Copiloto
Capitán James van Pelt, Jr. Navegante
Capitán Kermit Beahan Bombardero
Teniente Jacob Beser Oficial de electrónica
Sargento Ed Buckly Operador de radar
Sargento Abe Spitzer Operador de radar
Sargento John Kuharek Ingeniero de vuelo
Sargento Raymond Gallagher

Ayudante del ingeniero de vuelo
Sargento Albert Dehart Artillero de cola
Comandante Frederick Ashworth Armero
Segundo teniente Fred Olivi Tercer piloto

Totemkopf
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Mensaje por Totemkopf » Mar Nov 15, 2005 7:00 am

La ciudad de Hiroshima fué elegida como campo de pruebas atómico con bastante tiempo de antelación , por eso se ordenó que no se atacara de manera convencional, ya que querían probar el invento con una ciudad intacta para así comrpobar mejor sus efectos, que por cierto fueron terribles, una cuestión de la que no se habla mucho fué que debido al terrible calor generado muchos ciudadanos de Hiroshima, con la piel hecha jirones deambulaban por las calles muertos de sed, entonces se produjo una lluvia radiactiva ( mas que lluvia era barro negro debido a las cenizas en suspensión) los desdichados ciudadanos bebieron de esa lluvia radiactiva y al poco tiempo, literalmente se pudrieron vivos.
Las fronteras de los paises son las cicatrices de la historia

Domper
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Mensaje por Domper » Lun Feb 05, 2007 6:06 pm

Totemkopf escribió:La ciudad de Hiroshima fué elegida como campo de pruebas atómico con bastante tiempo de antelación , por eso se ordenó que no se atacara de manera convencional, ya que querían probar el invento con una ciudad intacta para así comrpobar mejor sus efectos, que por cierto fueron terribles, una cuestión de la que no se habla mucho fué que debido al terrible calor generado muchos ciudadanos de Hiroshima, con la piel hecha jirones deambulaban por las calles muertos de sed, entonces se produjo una lluvia radiactiva ( mas que lluvia era barro negro debido a las cenizas en suspensión) los desdichados ciudadanos bebieron de esa lluvia radiactiva y al poco tiempo, literalmente se pudrieron vivos.
Esto no es del todo cierto.

Hiroshima no fue preservada para el ataque atómico (por lo que sé) sino se escogió como blanco por cumplir los siguientes criterios:

- No haber sido atacada todavía.
- Tener gran importancia para el esfuerzo bélico.
- Gran densidad de población.

Los blancos seleccionados fueron Kioto, Niigata, Kokura, Nagasaki e Hiroshima. Kyoto fue descartado rápidamente al tratarse de una ciudad monumental y religiosa. Se decidió que el objetivo sería el arsenal de Kokura, pero se supo que en él había prisioneros aliados, pro lo que el blanco designado fue Hiroshma (Kokura y Nagasaki serían los blancos secundarios). Un avión de reconocimiento notificó que la visibilidad era buena, e Hiroshima fue atacada.

La ciudad era un blanco de gran importancia militar, siendo la base de un ejército japone´s (que fue destruido, unas 20.000 víctimas eran soldados), instalaciones industriales y una de las principales bases navales de Japón. Asimismo era una ciudad muy poblada y por tanto los efectos de la bomba serían mayores. Me refiero no a mortandad, sino a la posibilidad de crear una “tormenta de fuego” como las de Hamburgo, Dresde o Tokio y que efectivamente se produjo.

La catástrofe es de sobras conocida. Pero los afectados por la lluvia radiactiva no “se pudrieron vivos” sino que fallecieron por envenenamiento por radiación, que dependiendo del grado tiene unas características u otras, pero no incluye “pudrirse”. Dependiendo de la dosis, se puede sufrir:

- Síndrome neurológico, con dosis muy elevadas (10.000 rems), con lesión de células nerviosas, produce inconsciencia y muerte en minutos u horas. Normalmente esto sólo puede afectar a personas muy próximas al centro pero protegidas en refugios.

- Si la dosis es algo inferior, la afección neurológica es transitoria, pero la víctima aunque se recupera fallece a los días por lesión digestiva: pierde la mucosa digestiva y sufre una diarrea sanguinolenta letal.

- Una dosis menor produce afección sobre todo hematológica: anemia, descenso de las plaquetas y de las células inmunitarias, con hemorragias graves y sobre todo infecciones incontenibles. Se sufren otros trastornos como la caída del pelo, fatiga, etc., pero no son letales.

- Lógicamente, un envenenamiento localizado produce lesiones concretas: los que ingirieron agua contaminada sufrieron afección prefdominantemente digestiva, y si sobrevivieron, hematológica y luego ósea.

Kokura volvió a salvarse. Blanco primario de la segunda bomba, la mala visibilidad hizo desviar el ataque a Nagasaki. Una tercera bomba estaba siendo enviada, y aunque no hay consenso parece que hubiese sido lanzada sorbe el 21 de Agosto. Esta vez el blanco primario parece que iba a ser Sapporo, pero Kokura seguía en la lista. La rendición anuló este ataque.

Saludos

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Mensaje por Shindler » Lun Ago 06, 2007 12:02 am

Mañana 6 de Agosto de 2007 se cumple un nuevo aniversario de el lanzamiento de la primer bomba atómica en la historia. Tres días después pasaba lo mismo en Nagasaki, dos golpes muy duros no solo a la nación japonesa sino que un duro y asfixiante golpe a la humanidad.
Esta fué lanzada en Hiroshima, hace 62 años del fatal hecho, uno más dentro de los márgenes de la SGM.
Le costó a la humanidad muchas vidas, más allá del número exacto, fueron miles de almas, un muy caro precio por la paz, esperemos no cometer el mismo error.

100 Imágenes de Hiroshima
Advertencia; imágenes fuertes algunas. http://hiroshima45.blogspot.com/


Gracias por estar
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Ernst Jünger

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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Ago 15, 2007 8:18 pm

Aprovechando que hace poco se ha cumplido el 62 aniversario del lanzamiento de la bomba, voy a incluir en este gran tema del compañero Steiner el dossier nº 82 de la revista La Aventura de la Historia aparecido en el ejemplar de agosto de 2005. Espero que sea de su agrado.

El terror nuclear HIROSHIMA

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El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos arrojó su primera bomba atómica; tres días más tarde, la víctima de la segunda fue Nagasaki. El objetivo militar de ganar la guerra con el menor daño propio, la curiosidad científica, los dos mil millones de dólares invertidos en el Proyecto Manhattan y el sueño de la hegemonía universal fueron los argumentos para abrir la Caja de Pandora


Saludos cordiales

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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Ago 15, 2007 8:36 pm

Japón, en guerra APLASTADO

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Tras la destrucción de Pearl Harbor, en 1941, las armas japonesas dominaron el Pacífico durante un semestre. José Díez-Zubieta analiza la reacción norteamericana hasta llegar a los aniquiladores bombardeos de la primera mitad de 1945, ante los que Tokio no supo reaccionar

La guerra tuvo en el Pacífico tres fases bien definidas. En la primera, Japón, de victoria en victoria, se expandió por todo un área que consideraba indispensable para su prosperidad, con algunas correcciones exigidas por los militares, para que la zona de donde procederían las materias primas que su Imperio necesitaba coincidiera con los puntos de apoyo imprescindibles para su defensa. La zona económica abarcaba la fachada continental asiática, desde Corea hasta Birmania; en el Pacífico: las Filipinas, las grandes islas de Java, Sumatra, Borneo y Nueva Guinea y los archipiélagos de las Salomón, Gilbert, Marshall, Marianas, Carolinas... La de seguridad se extendía por el Pacífico más al oeste y aún trató Tokio de ampliarla con las islas Midway, Samoa, Tonga, Fidji, Nueva Caledonia y Nuevas Hébridas. Si el proyecto inicial lo realizó casi por completo y en apenas cinco meses, el segundo se les atragantó en Midway.

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Fue aquélla una operación acometida por Tokio con una superioridad tan abismal que sus jefes, en vez de trazar una operación práctica, diseñaron una fantasía tan compleja que bastaron algunos contratiempos para que su ventaja se convirtiera en una formidable derrota. En la batalla aeronaval de Midway, el 4 de junio de 1942, perdieron los japoneses cuatro de sus mejores portaaviones contra uno norteamericano. A partir de entonces, las armas japonesas comenzarían a batirse a la defensiva y las norteamericanas –con apoyo inglés, australiano y neozelandés– al ataque.

La segunda fase de la guerra se sitúa entre el desembarco norteamericano en Guadalcanal, el 7 de agosto de 1942, y en la segunda mitad de 1944, con la recuperación de las Carolinas –desde donde las fortalezas volantes podían alcanzar Japón– y de las Filipinas. Esta larga fase de la guerra se caracterizó por la progresiva superioridad material norteamericana y una visión estratégica supeditada a la política y la cautela, distante de una concepción militar original: Washington dividió sus fuerzas para llevar las operaciones en dos direcciones diferentes, tratando de contentar al Ejército y a la Marina, dirigidos, respectivamente, en el teatro de operaciones por el general Douglas MacArthur (Pacífico suroeste) y el almirante Chester W. Nimitz (Pacífico central). Optó, además, por la táctica de la apisonadora: atacar todas y cada una de las guarniciones japonesas, incluso las más insignificantes. El resultado fue una guerra muy lenta y costosa porque los japoneses aunque limitados técnica y materialmente– resistían en sus destinos hasta la muerte. Hito inicial de esta fase de la guerra fue la batalla de Guadalcanal, donde se manifestaron claramente los síntomas de la impotencia japonesa para operar a tan larga distancia de sus bases: el declive de su marina y, sobre todo, de sus portaaviones. Mientras que Estados Unidos lanzaba sobre el Pacífico sus inmensos recursos, Japón sufría la impotencia de su industria militar para compensar sus pérdidas y los avances científicos y tecnológicos de los norteamericanos.

Resistencia a ultranza

Por encima de cualquier análisis militar, resulta elocuente comparar las cifras de la producción de la industria aeronaval de ambas potencias: en 1943, Estados unidos construyó 85.898 aviones, 2 acorazados, 15 portaaviones, 11 cruceros, 128 destructores y 200 submarinos; Japón, 16.639 aviones, 1 portaaviones, 2 cruceros, 11 destructores y 58 submarinos. Esa abismal diferencia –duplicada en 1944– se reflejó con brutal claridad en el escenario bélico, donde casi todos los encuentros se resolvieron a favor de Estados Unidos.

Tokio resolvió apretar los dientes y fortificarse en las islas ocupadas, formando un inmenso cinturón defensivo en torno a la metrópoli, en la esperanza de frenar a los norteamericanos y forzarles a un resultado de tablas ante la indudable sangría humana que tendrían que padecer para dominar centenares de reductos. El espíritu de resistencia japonés se basaba en su código militar que consideraba gloriosa la muerte por el emperador y la patria y despreciaba al soldado que se rendía, juzgando un deshonor el cautiverio. Eso les haría, por un lado, inasequibles a la desmoralización y, por otro, terriblemente crueles con sus prisioneros.

A mantener ese espíritu de resistencia contribuía el servicio de propaganda del Gobierno de Hideki Tojo, que brindaba a sus conciudadanos listas de victorias y de destrucciones navales enemigas, extraordinariamente hinchadas y alejadas de la realidad. Nadie podía rebatir esos datos, ni comentar las pérdidas propias: de ello se ocupaba la omnipresente Kempitei Tai (contraespionaje o policía política), que llegó a contar con 75.000 miembros y nada tenía que envidiar a la Gestapo alemana.

Ese sistema defensivo requería un monumental esfuerzo para sostener centenares de guarniciones aisladas en tan inmenso escenario y que, conforme fue imposible realizarlo por falta de medios, se condenó a aquellas tropas al aislamiento, a la inoperancia por escasez de armas y municiones y a la desesperación por falta de alimentos y atención médica. La progresiva carencia de medios aeronavales fijó a aquellas guarniciones a los perímetros de sus islotes, convirtiéndolas en absolutamente inútiles.



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Mensaje por Erich Hartmann » Vie Ago 17, 2007 11:51 am

EE UU entra al trapo

Sin embargo, eso sólo ocurrió al final de la guerra. La doctrina militar norteamericana entró en el juego planteado por Japón y fue incapaz de hallar una vía rápida para derrotarlo. Su estrategia de atacar isla tras isla hizo entrar en combate a numerosas guarniciones que, de otra manera, hubieran quedado aisladas a miles de kilómetros de la metrópoli y marginadas de la guerra. Caso emblemático de operaciones prescindibles fue la toma de la isla de Attu (Aleutianas) ante la costa norteamericana. Hubiera bastado destruir sus instalaciones aeronavales para olvidarse de ella; sin embargo, la atacaron hasta la capitulación de los últimos 28 soldados, sin municiones. La guarnición entera –2.600 hombres– combatió hasta la última bala y, luego, en cargas nocturnas a la bayoneta. Aquella victoria costó a los norteamericanos 1.800 bajas (600 muertos).

Relevantes por su significado y su dureza fueron los desembarcos en Guadalcanal y Nueva Guinea, donde se combatió durante muchos meses en una guerra espantosa en la jungla. O los desembarcos en el archipiélago de las Salomón, donde se libraron las batallas de Rendova, Colombangara, Bella Labella y Bougainville. Terrible fue la resistencia japonesa en el archipiélago de las Islas Gilbert, donde se libró la batalla de Tarawa, tan dura y con tan elevadas pérdidas (“¡Más de 3.400 bajas norteamericanas por una insignificante isla!”, clamaba el Time) que el mando norteamericano reestudió la táctica seguida y la cambió a partir de comienzos de 1944. En efecto, hallaron una forma más racional de conducir la guerra: mientras MacArthur completaba las operaciones de Nueva Guinea, disponiéndose a renunciar a parte de la isla, controlada por guarniciones japonesas aisladas, planificaba el asalto a las Filipinas, despreciando las bases japonesas de Timor, Java, Sumatra y Borneo (sobre las que volvería más adelante) y apuntando directamente al corazón, al Japón. Igualmente, el almirante Nimitz comenzó a esquivar aquellas islas que constituyeran una amenaza menor para su retaguardia, tratando de neutralizar sus bases con bombardeos aéreos y poderosas incursionas navales, y fijándose como objetivo sólo aquellas islas con valor estratégico que le condujeran hacia Tokio. Así, dejó atrás los archipiélagos de las Marshall, Jaluit, Ponape y Carolinas, realizando algunos desembarcos con no muchas bajas, gracias a la protección de los desembarcos con bombardeos aeronavales aniquiladores y dotando a la infantería de grandes medios blindados anfibios, inimaginables hasta la fecha.

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En 1944, los grandes objetivos serían las Filipinas, empresa en la que colaboraron ambas líneas del ataque norteamericano y las islas del archipiélago de las Marianas mejor dotadas para establecer bases aéreas: Saipán, Tinian y Guan. Distaban unos 2.500 kilómetros de Japón, por lo que la metrópoli quedaba en el radio de acción de las nuevas fortalezas volantes B-29, que ese año se enseñorearon de los cielos del Pacífico. Los desembarcos en las Marianas costaron a los norteamericanos dos meses de lucha, 5.000 muertos y 20.000 heridos y los japoneses, con su habitual derroche de valor, opusieron la muralla de sus vidas al avance de los norteamericanos, que enterraron a más de 50.000 enemigos. Un derroche de sangre, pero aquellas islas serían la clave del final de la guerra.

En Tokio advirtieron enseguida la trascendencia de aquella pérdida, empeorada por varias derrotas de sus escuadras. La grave situación provocó la caída del Gobierno de Tojo. Cuando el nuevo primer ministro, Kuniaki Koiso, y el ministro de Marina, almirante Mitsumasa Yonai, acudieron a presencia del emperador, éste les habló de negociación:

–Tendréis que colaborar para terminar la guerra en la Gran Asia y os recomiendo que no irritéis a la Unión Soviética (Togo, Memorias).

No le hicieron mucho caso, pese a que el marino era plenamente consciente de que Japón estaba en las últimas, pues su flota amenazaba ruina ante el castigo que estaba sufriendo.

–¿Podremos resistir hasta finales de año? –le preguntó el ministro Yonai al almirante Soemu Toyoda, jefe de la Flota Combinada. La respuesta fue clara:

–Será sumamente difícil.

Viento divino

“Los japoneses perdieron la guerra porque sus oficiales y sus soldados fueron inferiores, no en valor, sino en su utilización inteligente. Siempre se mostraron competentes y fértiles en recursos cuando se enfrentaron a situaciones previstas que requirieran soluciones clásicas. Ante las contrariedades y lo imprevisto, la obsesión por su honor personal actuaba en detrimento de su intuición y les impedía ver la realidad”, escribió el periodista norteamericano Martin Caidin.

Resultado de esa visión fueron millares de sacrificios absurdos, que ningún beneficio reportaron a su país e infligieron sólo un daño relativo a los norteamericanos. Uno de los resultados de esa visión fue la formación de las unidades de pilotos kamikaze (Viento divino). Pilotos suicidas hubo durante toda la guerra, pero en actuaciones excepcionales. A partir de las gravísimas derrotas navales del verano de 1944, la actuación de los pilotos kamikaze se hizo sistemática, gracias a la creación de unidades de este género por parte del almirante Takihiro Onishi.

La primera misión oficial autorizada estuvo a cargo de un aviador competente, Yukio Seki, que el 25 de octubre de 1944 dirigió una misión suicida, de la que se convirtió en el primer caído. En su misión fue destruido el pequeño portaaviones St. Lo y dañado otro. Ese éxito y el agravamiento progresivo de la situación japonesa catapultó la acción de los pilotos kamikazes.

Su actuación se convirtió en una pesadilla para la flota norteamericana no tanto por lo que consiguieron, que a fin de cuentas tuvo escaso relieve en la contabilidad final del conflicto, sino porque sus ataques eran mucho más peligrosos que los de los pilotos convencionales. El capitán Dixie Kiefer, uno de los marinos que perdió su buque en un ataque kamikaze, escribía: “Es bastante fácil evitar otros tipos de bombardeo, pero es imposible esquivar una bomba que está siendo pilotada hacia ti. Los kamikazes acertaban cuatro o cinco veces más que los aviones normales”.

Con todo, fue mayor la aparatosidad que los efectos reales: en estos ataques perecieron más de 5.000 pilotos, con sus aviones, a cambio de menos de un centenar de buques: transportes, algunos portaaviones pequeños y numerosos destructores; además, dañaron de diversa consideración, 23 portaaviones, 5 acorazados, 9 cruceros y tres centenares de unidades menores y causaron unas doce mil bajas (la mitad, muertos) a los norteamericanos, además de la pérdida de unos 800 aparatos embarcados en los portaaviones alcanzados. El paroxismo de su actuación se registró en Okinawa, causando tanta impresión en Estados Unidos, que se convirtió en uno de los argumentos para el ataque atómico.

Pese a sus logros, después de la guerra no fue muy positiva la valoración de la estrategia kamikaze. El filósofo zen, Daisetzu Suzuki comentaba: “Al examinar la táctica kamikaze podemos descubrir una grave laguna del pueblo japonés: la carencia de espíritu científico”. Para este pensador, hubiera sido más efectivo mejorar sus aviones en vez de empecinarse en creer que eran superiores a los norteamericanos y afinar el entrenamiento de sus pilotos, en lugar de arrojarles a la muerte. La táctica kamikaze no podía conducir a la victoria; sólo ensangrentaba más el camino de la derrota.



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