Una vez finalizada la batalla del Mar de las Filipinas, (Junio 1944) la Armada Imperial Japonesa había perdido las últimas tripulaciones entrenadas de su aviación de combate. Por lo que la Marina japonesa tuvo que entrenar nuevas tripulaciones de pilotos de manera apresurada, los cuales llegarían a los sucesos de Leyte con muy escaso entrenamiento. Los japoneses perdieron en esta acción los portaviones
Shokaku, el ligero Hiyo y el nuevo
Taiho. Ozawa logró escapar con los buques sobrevivientes.
Una ves tomada la isla de Saipán, en las Filipinas, el territorio metropolitano japonés quedaba dentro del alcance de los bombarderos B-29. Habían sido roto el perímetro defensivo exterior japonés, por lo que éstos comenzaron a esbozar planes ataques defensivos, en lo que participarían tanto la aviación naval y del ejército, como las restantes unidades de superficie que aún sobrevivían al conflicto, entre los que estaban los dos superacorazados, los mayores del planeta, el
Musashi y el Yamato.
El Yamato, gemelo del Musashi, ambos con 9 cañones de 450mm.
Estos planes recibieron el nombre de SHO (plan de victoria). Existían hasta tres planes SHO, los cuales preveían la defensa del territorio japonés, desde el Sur, para las Filipinas (SHO-1), hasta las Kuriles al norte, (SHO-4).
Después de la batalla de Mar de Filipinas, los norteamericanos se debatían entre desembarcar y tomar las islas de Luzón o Formosa. El avance norteamericano se venía realizando, como sabemos, a través de las Fuerzas del Pacífico Sur, comandadas por el general Douglas MacArthur, quien quería desembarcar en las Filipinas; y la Flota del Pacífico Central, del almirante Nimitz, quien proponía atacar directamente la isla de Formosa, más cercana al Japón, dejando atrás a las Filipinas.
Fuente: MACINTYRE DONALD. LA BATALLA DEL GOLFO DE LEYTE, una armada en el Pacífico. Editorial San Martín. 1977. Madrid