Creo que no puede hablarse de una relación causa-efecto entre el Tratado de Versalles y la Segunda Guerra Mundial.
En mi opinión el origen de ésta última reside en la "visión del mundo" de Hitler, según la cual las distintas razas
compiten entre sí por unos recursos escasos, y por tanto la raza más fuerte (según él, la raza aria) debe adquirir
espacio vital a costa de otros paises (principalmente Rusia), mediante el uso de la fuerza ("por la espada" como solía
decir el Führer). El propio Hitler manifestó en diversas ocasiones que sus objetivos en política exterior no consistían,
simplemente, en volver a las fronteras de 1914 si no en garantizar el espacio vital que Alemania necesitaría para
desarrollarse, si necesidad de recurrir a medidas de control de natalidad o "colonización interior". Es decir que
incluso sin el Tratado de Versalles, lo más probable es que Hitler hubiera llevado igualmente a Alemania a la guerra.
Ahora bien, Hitler nunca hubiera podido ni siquiera soñar con llevar adelante su cosmovisión si no se hubiera hecho
con el poder en un Estado avanzado como era Alemania. Y en ese proceso de hacerse con el poder en Alemania, el
Tratado de Versalles si desempeñó un papel que, aunque no determinante, tampoco se puede considerar desdeñable.
En primer lugar hay que tener en cuenta que pese a su nombre, el Tratado de Versalles no fue un acuerdo entre
Alemania y los aliados; si no un conjunto de condiciones impuestas por estos últimos y que Alemania no tuvo más
remedio que aceptar (de lo contrario continuarían las hostilidades hasta su derrota total). De hecho, en Alemania el
Tratado se conocía como Diktat (la palabra tiene la misma raíz que Diktatur,es decir dictadura) lo que indica que
para los alemanes era algo impuesto y no aceptado libremente.
A esto hay que añadir el hecho de que estaba bastante extendida la opinión de que Alemania no había sido derrotada en
el campo de batalla, si no que en realidad la derrota se debía a la traición de una serie de elementos "judíos y
bolcheviques". Cuando el Presidente de la República, Friedrich Ebert, recibió a los soldados que volvían del frente
con las palabras: "Os saludo a vosotros que volveis invictos del campo de batalla"; sin querer dio alas al mito
de la "puñalada por la espalda"; ya que no era un fanático nacionalista quien así se expresaba, si no un destacado socialdemócrata.
La leyenda de la "puñalada por la espalda" hizo aún más difícil de digerir el Tratado de Versalles,
puesto que para muchos alemanes, Alemania no había perdido la guerra como tal, y por tanto no tenía porque sufrir las
consecuencias.
Algunas de esas consecuencias tenían implicaciones de tipo moral, como por ejemplo aceptar que la culpabilidad de la
guerra era exclusivamente de Alemania. Otras sin embargo eran de tipo material y afectaban negativamente a las vidas
de los ciudadanos, por ejemplo las reparaciones. Es verdad que las reparaciones quedaron canceladas en 1932, pero
antes de llegar a esa situación pasaron otras cosas. En 1923 como consecuencia de unos retrasos en los pagos, tropas
francesas y belgas ocuparon el Ruhr. El gobierno de la República de Weimar llamó a la resistencia pasiva, y por parte
de elementos extremistas se dieron brotes de resistencia no tan pasiva, que las tropas ocupantes reprimieron con
detenciones y ejecuciones. Estos sucesos provocaron la hiperinflacción y el consiguiente derrumbe de la ya de por sí
frágil economía alemana. En esas condiciones era fácil clamar contra el Tratado de Versalles, argumentando que mientras
que en Alemania reinaba la miseria, debían destinar importantes recursos económicos para pagar reparaciones a otros
paises. Paises que ademas ocupaban parte del territorio alemán (las tropas no se retiraron hasta 1930, casi doce años
después de acabada la guerra, a pesar de los esfuerzos de Stresseman en Locarno para conseguir una retirada más
temprana) y reprimían a su población civil.
Este tipo de argumentaciones no es raro que encontrara eco entre la población alemana, que identificaba sus propias
dificultades con las dificultades del pais. Desde luego mucho más eco que las teorías geopolíticas de Hitler y sus
ambiciones en materia de política exterior.
Con todo y con eso el apoyo popular a los nazis en 1928 era aún muy bajo, 810.127 votos en las elecciones al Reichtag. Fue necesaria la crisis de 1929 para que los nazis se convirtieran en el partido con más seguidores de Alemania. En 1930, menos de un año después del comienzo de la crisis, pasaron a 6.406.379 y en julio de 1932 en plena crisis llegaron a 13.745.680.
La crisis económica fue sin duda un elemento decisivo en el avance de los nazis. Ahora bien, hay que tener en cuenta
que la crisis fue mundial, afectó a todos los paises industrializados; sin embargo en ninguno, excepto Alemania,
supuso un avance de los partidos de corte fascista (en Francia, por el contrario, es la época del Frente Popular).
En Alemania, los pagos de reparaciones y el crecimiento económico que se vivió hasta 1929, fueron financiados gracias
a los créditos de los bancos americanos, principalmente. Tras el crack bursátil los créditos se interrumpieron, y los
bancos empezaron a exigir la devolución de la deuda; con lo que la economía se derrumbó, aumentó el paro, etc. Es
decir que en Alemania la crisis golpeó con mayor intensidad que en otros paises, porque golpeó sobre una situación
mucho más frágil e inestable consecuencia de la derrota.
En mi opinión la llegada al poder de un individuo como Hitler fue un suceso tan extraordinario (en el sentido de raro,
infrecuente, sorprendente), que fue necesaria la coincidencia en el espacio (Alemania) y en el tiempo (principios de
la década de los 30) de una serie de circunstancias como: una gran crisis económica, un sentimiento de humillación a
causa de la derrota en la Gran Guerra, un tratado de paz que se consideraba injusto, la sensación de no haber sido
derrotados en el campo de batalla sino traicionados por los "enemigos internos" de Alemania, el ansia de venganza
contra esos "enemigos internos" y también contra los externos (especialmente Francia), el miedo a la amenaza
comunista ... Seguramente no todos estos factores tuvieron la misma importancia en el triunfo
de los nazis, pero quizás con que uno solo de ellos no se hubiera dado, podría haber cambiado la Historia; y tal vez
ahora recordaríamos a Hitler como un individuo que lideró a un pequeño partido político de corte nacionalista radical,
que tuvo una presencia minoritaria en el Reichtag en la Alemania de los años 20 y 30 y que acabó disolviéndose poco
después.
Cuando en 1932 quedaron canceladas las reparaciones, e incluso a finales de año empezaban a vislumbrarse algunas
señales de recuperación en la economía; ya era demasiado tarde, el mal estaba hecho. Los nazis estaban a las puertas
de la Cancillería y no tardarían en entrar en ella.
Escribió Maquiavelo en "El Príncipe":
El vencedor de una guerra debe elegir entre reconciliarse con su enemigo, o
destruirlo por completo. Sin entrar a valorar la frase en sí misma, me temo que los vencedores de la Primera Guerra
Mundial no hicieron ni lo primero, ni lo segundo; y quiza por ello veinte años después tuvieron que volver a las
andadas.
José Luis escribió:Sea como fuere, la capitulación alemana de 1945, a mi juicio el paradigma histórico por excelencia de una derrota total, no significó gran cosa para una posible paz futura en Europa, a diferencia de los acontecimientos políticos (y la amenaza nuclear) que se desarrollaron en los años siguientes.
Si volvemos a la frase de Maquiavelo que citaba anteriormente, vemos que tras la Segunda Guerra Mundial los aliados optaron por la primera opción, reconciliarse con Alemania. En parte sin duda debido a la amenaza soviética, pero lo cierto es que no se exigieron reparaciones, se llevó a cabo el Plan Marshall para la reconstrucción de Alemania y el resto de Europa, etc. Alemania tuvo una recuperación económica rápida, no hubo ni hiperinflacción ni paro galopante, ... En esas condiciones es lógico que el posible ansia de desquite quedase muy mitigada; y por tanto no significó gran cosa para la paz en Europa.
José Luis escribió:El liderazgo político y militar de una nación no debería iniciar jamás una guerra que no tiene certeza de ganar, y, en todo caso, debería poner fin a esa guerra en el primer momento que sus esperanzas (erradas o no) de ganarla se han ido al garete.
En mi opinión, el liderazgo político y militar de un país no debería iniciar jamás una guerra en ninguna
circunstancia. Dar por buena la frase citada significa aprobar las agresiones de los paises poderosos contra los
débiles; lo cual es, además de injusto, inaceptable desde un punto de vista ético.
Nunca se hace el mal tan plena y alegremente como cuando se hace por motivos de conciencia (B. Pascal)