¡Buenos días a todos!
maximus escribió:El objetivo de Hitler era unificar todos los pueblos arios de Europa (finlandeses, suizos, holandeses, suecos…), germanizarlos dentro de una Gran Alemania y expandirlos en los nuevos territorios conquistados a los eslavos al Este. Con eso yo creo que ya tenían bastante. Hitler probablemente se dedicaría a la arquitectura de su nueva capital, Germania, en compañía de su querido amigo el arquitecto Speer.
¡Qué paisaje más idílico! Pero sólo mostraría una muy pequeña parte de la historia, y no muy veraz, por cierto. Hitler no tenía amigos; tenía servidores. Y en cuanto a "su objetivo".........
Esa historia nazi del "venerable ancianito" dedicando los últimos días de su vida al mundo de la arquitectura nazi tendría que explicar a sus nuevas generaciones de vasallos cómo el "gran dictador" había llegado a forjar el imperio nazi del Tercer Reich de los Mil Años, es decir, cómo había llegado a conseguir sus verdaderos objetivos.
Entre otras cosas, tendría que contar cómo fue asesinada, encarcelada u obligada a dejar Alemania toda la ciudadanía alemana que a partir de principios de 1933 se opuso a la política interior criminal nazi liderada por Hitler. Tendría que narrarse cómo para destruir a la República de Weimar fueron asesinados y perseguidos muchos de los miembros y principales líderes políticos de los partidos comunista, socialdemócrata, católico, etc., hasta la absoluta prohibición en la nueva Alemania nazi de los partidos políticos y sindicatos de trabajadores, a excepción, claro está, del Partido Nacionalsocialista y su sindicato. Para que los nuevos acólitos nazis comprendieran cabalmente estos hechos, sería conveniente explicarles que para ejecutar esos crímenes se abolieron las libertades política, de prensa, de expresión, de asociación, etc., y se instauró oficialmente un régimen de terror ciudadano simbolizado en las golpizas, torturas y asesinatos que se realizaron en las calles, en las oficinas de la policía de seguridad, en las cárceles y prisiones, en los campos de concentración, en los hogares de los ciudadanos y hasta en los ministerios de ese Estado criminal nazi.
Y cuando se “limpió” el país de “indeseables” políticos, los pedagogos nazis deberían enseñar a sus nuevos pupilos como siguió la “limpieza” cultural y la “uniformidad” de las ciencias mediante la quema gigantesca de libros “decadentes” y el ostracismo y/o expulsión de los científicos “incompetentes”. Y como en ese mundo nuevo todo tenía que ser monocolor, también deberían enseñar cómo las religiones tuvieron que ser erradicadas en aras de la nueva religión nazi, aunque no se supiera muy bien en qué consistía.
Pero además, dejando al margen otras “menudencias”, faltaría explicar cómo los gángsteres nazis dieron solución a su mayor obsesión: el “problema” judío. Los nuevos vasallos nazis deberían aprender cómo se persiguió y apaleó a la ciudadanía alemana judía, cómo se legisló específicamente contra ella, cómo los nuevos glotones nazis de riquezas ajenas expoliaron sus propiedades y confiscaron sus bienes, cómo fueron forzados a una emigración casi imposible, cómo fueron segregados de la sociedad y marcados como ganado, cómo fueron encarcelados y concentrados en lugares olvidados de la civilización, y cómo, finalmente, fueron vejados completamente en su espíritu y en su cuerpo antes de ser asesinados a escala industrial. Hombres, mujeres, ancianos y niños, primero de Alemania; después, de todo el imperio nazi europeo.
Pero los formadores del nuevo espíritu nazi también tendrían que enseñar a su rebaño el milagro de la ausencia total en el Gran Tercer Reich de enfermos incurables, de esas “bocas inútiles” del Estado nazi que en otro tiempo sangraban sus arcas injustificablemente. Simplemente, se habían destruido, como destruía la apisonadora nazi por sistema todo aquello y todo aquel que no encajaba en la mente de su viejito venerable, ahora dedicado a la arquitectura. Porque la destrucción, y no la construcción, era el verdadero objetivo de tan taimado criminal.
Y si algún díscolo alumno preguntaba qué había sido de los antiguos moradores de los territorios orientales conquistados para saciar la sed de sangre y destrucción del venerable ancianito, habría de respondérsele que, al igual que había ocurrido en Polonia al principio de la “cruzada” nazi, los que no habían sido torturados y asesinados, es decir, los que no se consideraban intelectualmente independientes o diferentes a los nazis, más los judíos, agonizaban lentamente ahora esclavizados bajo el yugo nazi.
Después de estos y otros titánicos “esfuerzos”, había que entender que el Führer del Tercer Reich bien se merecía un descanso.
Afortunadamente para quienes gustamos de la libertad y del respeto a la vida, la posible vida retirada arquitectónica de ese psicópata criminal fue abortada de raíz por las fuerzas conjuntas de quienes él mismo llamaba “débiles democracias occidentales” y “sub-humanos del este”.
Saludos cordiales
José Luis