Podía haber hecho igualmente una alocución "políticamente correcta" sin necesidad de llegar a esos extremos de adulación, alabanza y casi fanatismo. Pero esa sólo es una prueba más de entre otras actuaciones que no dejan al mariscal, más allá del terreno de las propias operaciones militares, en absoluto bien parado.Von Salza escribió:Jose Luis; ya sabía yo que tú habías tenido acceso a alguna información que te había hecho dudar de la "integridad" de Von Manstein. Es imposible saber si ciertamente dijo lo que pensaba o lo que, en esos momentos, era políticamente correcto. Pero si ya me pongo a dudar hasta de eso, no sólo este tema sino todo sería ya discutible.
Era un claro antisemita, no en el sentido racial del nacionalsocialismo, obviamente, (no deseaba la "erradicación" de los alemanes judíos), sino en el clásico prejuicio histórico-religioso-social del término. En este sentido, el prejuicio antisemita o antijudío de Manstein no era ninguna excepción en Alemania ni en Europa, como tampoco era una excepción, sino una norma, el prejuicio racial contra los negros en Estados Unidos. Pero mientras que en el US Army, con todas las dificultades y barreras que se quieran poner, se podían alistar los negros, la Wehrmacht estaba vedada, salvo excepciones, a los judíos. (Esta situación en el desarrollo histórico del ejército imperial, el Reichswehr y la Wehrmacht merecería un topic aparte, pues es un poco compleja). Así pues, Manstein era de los que defendían, dentro del Heer, el principio general de que un judío jamás podía convertirse en oficial (a no ser que fuese un converso).
Era un convencido defensor del expansionismo alemán hacia el Este, el Drang nach Osten, un fanático anti-comunista, y, a fin de cuentas, un perfecto pangermanista. Tampoco era ninguna excepción, en este sentido, entre el sentir general de sus camaradas de armas, aunque una buena parte de ellos se conformaba perfectamente con que la Alemania de entreguerras pudiera conseguir su status quo fronterizo pre-1914.
Del Frente Oriental es de donde sale más enfangado. No hay duda alguna sobre sus creencias en la superioridad racial aria sobre los inferiores eslavos y su desprecio por los judíos. Su actuación en Crimea no hay por donde cogerla, y su famosa y criminal orden al mando del Undécimo Ejército lo perdió en el juicio al que los británicos lo sometieron en posguerra. Incluso a nivel de relaciones personales con sus subordinados enseñó el plumero de su contumaz oportunismo y su desproporcionada soberbia y egolatría. No le importó acusar y condenar injustamente.
Finalmente, evitó por cualquier medio participar en la conspiración militar contra Hitler y el régimen nazi, prefiriendo dedicarse a "verlas venir". Stauffenberg y Tresckow lo calaron hondo.
Cuando fue destituido y destinado a la reserva del Führer, no tuvo inconveniente en aceptar las gratificaciones materiales del Führer, aunque yo no comparto la tesis "de soborno" defendida por varios autores.
Sus memorias de posguerra desprenden el tufo de lo que para mí tengo claro que fue: un auténtico oportunista.
Si ponemos todos los aspectos negativos del comportamiento de Manstein junto con los positivos en una balanza, ésta se inclina sensiblemente hacia el lado nazi, no hacia el no-nazi (el anti-nazi ni se menta).
Así pues, cada cual que saque sus conclusiones.
Saludos cordiales
José Luis