Hauptmann Wilm Hosenfeld

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Eckart
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Hauptmann Wilm Hosenfeld

Mensaje por Eckart » Mié Nov 30, 2005 9:25 am

Fue el oficial alemán que ayudó a sobrevivir a varios civiles Polacos y que quedó inmortalizado en la película "El Pianista". He aquí un texto publicado en "El País" en 2004. Las dos pequeños datos que aparecen entre corchetes son añadidos míos.
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Wilm Hosenfeld nació el 2 de mayo de 1895 en una familia relativamente acaudalada de un pequeño pueblo [Rhoendorf] de la región de Hesse. Su padre fue maestro de escuela, la misma profesión por la que también él optaría. A los 19 años fue enviado a la I Guerra Mundial antes de acabar sus estudios y enrolarse a fondo en los Wandervögel, un movimiento juvenil que pregonaba la vuelta a la naturaleza y la camaradería entre los sexos, pero también coqueteaba con la mitología germánica. Combatió en Flandes, en los países bálticos y en Rumania. Herido de gravedad en dos ocasiones, nunca dejó de considerar como una humillación la derrota alemana, más aún por la manera como quedó sellada en el Tratado de Versalles.

De regreso a casa, se casó con Annemarie Krummacher. La pareja tuvo cinco hijos, y se interesaba por la música, el arte y la literatura. Hosenfeld tenía verdadera vocación de maestro y era un apasionado de una pedagogía más respetuosa con las personalidades individuales de los alumnos. Pero pese a este espíritu crítico y a alguna que otra simpatía republicana, el ex combatiente de la I Guerra Mundial rápidamente sucumbió al discurso nacionalsocialista de Adolf Hitler, una vez que su partido tomó el poder, en 1933. Se afilió a las fuerzas parapoliciales de las SA y al partido único, NSDAP, a cuyos congresos de Núremberg asistió en dos ocasiones. "Una vez más se apodera de mí la experiencia de la gran comunidad de la que formo parte. Es como en la guerra", escribió a propósito de uno de ellos, en 1936.

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Hosenfeld aparece a la izquierda, junto a su hijo

Sin embargo, nunca llegó a ser "cien por cien nazi", según se le reprochó en su entorno. A juzgar por sus escritos, ni compartía el virulento antisemitismo del Tercer Reich, ni estaba de acuerdo con los métodos de adoctrinamiento imperantes en las Juventudes Hitlerianas. Tampoco comprendía cómo el régimen podía prescindir del sustento de la Iglesia.

Pero la subordinación al designio nacional fijado por el Führer seguía incólume. Cuando Hitler ordenó atacar Polonia, en 1939, Hosenfeld sentenció: "Ahora, todas las diferencias políticas e ideológicas han de relegarse a un segundo plano. Todos tenemos que ser alemanes y dar la cara por nuestro pueblo".

El oficial de la reserva fue enviado a Polonia, donde hasta el final de la guerra formó parte del mando medio de las fuerzas de ocupación. Se encargó de la administración de un campo de prisioneros de guerra y de labores de capacitación en los batallones [Offizier und Leiter des Wehrmachts-Sportamtes en Varsovia]. "Me desvivo por mis tareas porque la entereza del soldado fluye por mis venas y me satisface la responsable dirección de mis hombres", anotó en una ocasión.

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Hosenfeld sonríe con los niños

Al mismo tiempo, fue temprano testigo de las atrocidades cometidas en contra de la población civil tanto por parte de las SS y del llamado Servicio de Seguridad (SD) como por el mismo Ejército alemán, aunque en menor medida. La II Guerra Mundial apenas había comenzado y Hosenfeld ya se indignaba en su diario por los "crímenes contra la humanidad" que en Polonia cometían los alemanes.

Sabía lo que estaba ocurriendo. Su interpretación de la barbarie tendía a ser religiosa: "¿Será que el diablo ha tomado forma humana? No lo dudo". Hosenfeld, el patriota, se fue volviendo fatalista y apocalíptico: "Nos hemos llenado de una vergüenza inexpugnable, de una maldición imborrable. No merecemos misericordia, todos somos culpables. Me avergüenzo de caminar por la ciudad, cualquier polaco tiene el derecho de escupirnos en la cara", escribió en su diario el 16 de junio de 1943. Los alemanes acababan de reducir a escombros el gueto de Varsovia.

A su manera, y aunque perteneciente al bando de los asesinos, también fue víctima del horror. "Hay que sellar los ojos y el corazón. La población es destruida inmisericordemente. Menos mal que tengo mucho, mucho trabajo", escribió a su amada Annemarie en agosto de 1944, con Varsovia sumida en la hecatombe. Tres meses después, en una casona abandonada, salvaría la vida de Wladyslaw Szpilman. El pianista recordaría meses después: "Fue el único ser humano con uniforme alemán que yo conocí".

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Conversando con un civil

Hosenfeld lo predijo una y otra vez al final de la guerra: los alemanes acabarían pagando por sus crímenes. Como pueblo, pero también como individuos. Resultó ser la cruel premonición de un hombre que, pese a sucumbir a la alucinación nacionalista, nunca perdió su decencia personal. Hosenfeld fue hecho prisionero por el Ejército Rojo en enero de 1945 e internado durante siete años en diversos campos de detención soviéticos.

Al despedirse de él en la casona de Varsovia, Szpilman, el pianista, le había pedido que memorizara su nombre por si algún día necesitaba de un testigo que declarara a su favor. Cuando fue detenido Hosenfeld, alcanzó a transmitirle un mensaje, pero el pianista ya no pudo dar con él, entre otras razones porque ignoraba su nombre. También otros de sus protegidos -entre ellos un antiguo comunista alemán y una familia polaca- intercedieron a su favor y ayudaron a su esposa, Annemarie. "El hecho es que toda suerte de canallas y malhechores siguen libres, mientras que este hombre, que merece una condecoración, tiene que sufrir", se lamentó en 1950 Leon Warm, otro judío a quien Hosenfeld había salvado en Varsovia.

Las peticiones de clemencia, sin embargo, o nunca llegaron a oídos de las autoridades soviéticas o fueron descartadas de plano por el aparato represor de Stalin. En juicio sumario, sin abogados ni garantías jurídicas, Hosenfeld finalmente fue sentenciado a 25 años de prisión. Para entonces había sufrido varios infartos. Su salud se fue deteriorando, como evidencia la errática caligrafía en las pocas cartas que desde aquel infierno pudo enviar a su familia. Wilm Hosenfeld falleció el 13 de agosto de 1952 en un campo de prisioneros en Stalingrado.

Imagen Imagen Imagen

Fuente del texto: www.belt.es , tomado de El País, 25.07.2004
Fuente de las fotos:
www.zdf.de
www.hosenfeld.de
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Saludos.

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Re: Hauptmann Wilm Hosenfeld

Mensaje por Kurt_Steiner » Lun Ago 19, 2013 7:49 pm

En octubre de 2007 el presidente de Polonia concedió a Wilm Hosenfeld la Cruz de Comandante de la Orden Polonia Restituta (Krzyż Komandorski Orderu Odrodzenia Polski).

El hijo de Władysław Szpilman, Andrzej Szpilman, solicitó al Yad Vashem que reconociera a Wilm Hosenfeld como Justo entre las Naciones. El 25 de noviembre de 2008 se produjo dicho reconocimiento. Israel honró la figura de Hosenfeld el 19 de junio de 2009 en una ceremonia celebrada en Berlín. Hosenfeld se convertía así en uno de los pocos militares alemanes que participaron en la II Guerra Mundial en recibir el título de "Justo entre las Naciones". Los hijos de Hosenfeld y Szpilman asistieron a la ceremonia.

Hosenfeld fue interpretado por Thomas Kretschmann en El pianista, de Roman Polański, la película basada en las memorias de Władysław Szpilman.

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Re: Hauptmann Wilm Hosenfeld

Mensaje por Eckart » Lun Ago 19, 2013 10:12 pm

Importante información, Kurt.

Gracias.
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Re: Hauptmann Wilm Hosenfeld

Mensaje por Audie Murphy » Dom Oct 19, 2014 9:34 pm

"El mal existe cuando las personas buenas no hacen lo que es correcto"

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