¡Hola a todos!
JS-2 escribió:
Sobre la contestacion al estimado compañero Jose Luis, obviamente no puedo extenderme, pero entiendo perfectamente sus correcciones, y sigo defendiendo que igual que las tesis Darwinistas de la era Victoriana y su justigicacion biologica, las cruzadas mediavales y su justificacion religiosa y el imperialismo nazi y su justificación racial, todas ellas tienen en esencia, una motivación, ECONOMICA. El papa , Hitler, Churchill o quien sea, puede aludir a las razónes misticas , cientificas, esotericas que considere oportunas pero ¿ el interes principal es el economico si o no ?
¡Hola, JS-2!
Verás, tu exposición arriba citada es un desarrollo fundado, pero sustancialmente matizable, para cualquiera que acepte el postulado del materialismo marxista. Como imagino sabrás muy bien, para Marx la formación y estructuración social están determinadas por el materialismo, donde el materialismo es sinónimo o equivalente de la economía. Así que, partiendo de este postulado que yo acepto inicialmente como eje central del desarrollo histórico, se puede explicar la historia conocida de la humanidad en base a la historia de las relaciones entres las fuerzas de la economía. En lo que discrepo, pues precisa y mucho del matiz, es en algunas de tus conclusiones, de las que no debo ni puedo iniciar aquí una refutación que escaparía a la temática del hilo y del foro. En cambio, son pertinentes algunas consideraciones sobre la figura de Churchill y, por las comparaciones realizadas con respecto al motivo o causa desencadenante de algunas de sus decisiones o pensamiento político, de Hitler.
En primer lugar, comparto plenamente que Churchill, como tantos otros prohombres de la política británica, fue un producto intelectual de la Inglaterra Victoriana y del Imperio Británico. Fue, en esencia, un hijo de su tiempo. Cuando utilizo esta “frase hecha” estoy significando que Churchill era un exponente, con las matices propios de cualquier individualidad, del pensamiento hegemónico de la cultura y la política británicas. De esta forma, el pensamiento político de Churchill podía ser diferente del pensamiento político del resto de sus colegas políticos, y los de éstos entre sí, exclusivamente en el matiz, no en la finalidad, pensamientos políticos que, por otra parte, siempre convergieron en la defensa del imperio británico y el
statu quo de la vida política y social de la Inglaterra en que vivieron y del imperio que explotaron. La ausencia de Churchill (si no hubiera existido) no se habría notado lo más mínimo en la política británica, y sólo fue su protagonismo político durante la IIGM el que lo colocó entre los grandes estadistas de la historia, y significo aquí por “grandes” aquellos políticos que tuvieron una influencia decisiva en el desarrollo de un periodo crucial de la historia (ya se quede dentro de su nación o traspase sus fronteras). Churchill encarnó en su persona la resistencia al nazismo y la lucha por su derrota final a cargo del imperio británico (y otras naciones del mundo). Pero en este sentido, fueron igualmente grandes Hitler, Stalin, Roosevelt o Mussolini, por nombrar quizás a los más encumbrados de la IIGM. Ahora bien, no hubo diferencias esenciales entre Churchill y Roosevelt como “hijos de su tiempo”, y la única diferencia sustancial, en este sentido, que tuvo Mussolini con ellos fue políticamente formal: Mussolini fue una especie de líder “revolucionario” que logró implantar en Italia un estado autoritario. Pero en lo demás, era igualmente un “hijo de su tiempo” y su visión del mundo no se alejaba de la que tenían Churchill y Roosevelt, salvo en el papel que debía jugar Italia en ese mundo.
Si sometemos la historia de Gran Bretaña, Estados Unidos e Italia bajo el liderazgo político de estos tres líderes a la lupa de la filosofía del materialismo marxista, sólo veremos diferencias formales, nunca esenciales (de fondo), en tanto en cuanto la economía y la relación de sus fuerzas, dentro y fuera de sus estados, y el poder resultante explican su imperialismo dentro de una visión del mundo común a los tres y ortodoxa de su tiempo. Sin embargo, esto ya no se puede aplicar a Hitler (dejo a Stalin a un margen para no hacer más compleja esta deriva comparativa con Churchill), porque en Hitler no fue primordialmente la economía, bajo el postulado marxista, quien formó y modeló el estado nazi ni la cosmovisión del mundo de Hitler, radicalmente diferente de la de los tres líderes citados anteriormente (y también radicalmente opuesta a la de Stalin). El estado nazi no fue el resultado del materialismo histórico marxista, que no sirve, en mi opinión, para explicarlo cabalmente, sino el resultado de la cosmovisión de Hitler aplicada, primero, a la propia Alemania. La economía y sus relaciones pudieron condicionar, y sin duda lo hicieron, la implantación y el desarrollo de ese modelo hitleriano del estado (y del mundo), pero no pudieron impedirlo.
Hitler no buscaba que su Alemania fuera
primus inter pares en una supuesta visión del mundo imperialista compartida por sus rivales, sino que buscaba imponer por la fuerza una visión del mundo radicalmente diferente a la que dominaba entre sus rivales. Y esa cosmovisión hitleriana estaba, por encima de cualquier otro principio o realidad, guiada y modelada por una ideología racial, donde la economía jugaba, para Hitler, un papel secundario. No fueron los principios o realidades económicas los que modelaron el estado nazi, sino los principios raciales del nacionalsocialismo de Hitler, quien quería que el mundo, que dominaría y explotaría la “raza aria” superior del Tercer Reich, estuviese igualmente modelado según esos principios raciales que, en última instancia, buscaban la aniquilación de todas las “razas” que consideraba inferiores (que no sólo eran las “razas” coloniales).
Si el eje central de la política hitleriana hubiese girado en torno a la consecución de la desaparición de la lucha de clases sociales o de las clases sociales, como se afirmaba en su programa fundacional y se aludía en el nombre de su partido, entonces Hitler habría tenido que cambiar radicalmente la situación existente en la relación de las fuerzas económicas para conseguir finalmente una sociedad sin clases, una justicia social. Pero no hizo tal cosa. La intervención del estado nazi en la economía alemana no buscó, como demostraron los resultados, la implantación de una justicia social conducente a la desaparación de la lucha de clases, sino que persiguió fundamentalmente el rearme de Alemania encaminado a erradicar del mundo la visión hegemónica de los Churchill, Roosevelt y Mussolini para imponer su cosmovisión racial. La economía y el poder resultante de su dominio no fueron las motivaciones que impulsaron a Hitler, sino los medios que utilizó para conseguir imponer su ideología racial, primero en Alemania y después en Europa.
Debo terminar, pero no sin subrayar lo que a mi juicio es tu errada interpretación del crimen en Churchill y en Hitler. Sin duda alguna, Churchill podía recurrir sin reparos a decisiones criminales (aunque en la época fuesen frecuentes en todos los gobiernos de potencias imperiales con respecto a las poblaciones explotadas en sus colonias) y justificarlas ante cualquier tipo de resistencia o rebelión contra los intereses de Inglaterra. Aquí, como en tantos otros ejemplos, el fin justificaba los medios, pero los medios (el crimen) no constituían el fin. Por otra parte, Churchill jamás recurrió a decisiones similares, que ni se le pasaron por la cabeza, contra una resistencia igual o parecida dentro de Inglaterra. Podía ordenar la represión policial de los manifestantes o resistentes a las políticas o ideología dominantes del partido en el gobierno, pero jamás se le ocurrió asesinarlos. En Hitler todo esto fue diferente puesto que su ideología racial hacía una y la misma cosa de los fines y los medios. Churchill podía llegar a un acuerdo con los líderes de las colonias que explotaba antes de recurrir, caso de no llegar a él, al crimen. Hitler no podía llegar a ninguna clase de acuerdo, salvo táctico si le convenía, con los líderes de los estados soberanos europeos cuyas poblaciones él consideraba racialmente inferiores. Simplemente los asesinaba a todos, salvo la mano de obra que él considerase necesaria para el trabajo esclavo. Y si a Churchill jamás se le pasó por la mente encerrar en campos de concentración o asesinar a sus compatriotas, Hitler no dudó un instante en hacerlo si los consideraba racialmente inferiores, socialmente inútiles, sexualmente diferentes o políticamente resistentes.
Estas diferencias sustanciales entre Churchill y Hitler hacen que sea indecente o ignorante la afirmación (no tu persona, estimado JS-2) de equipararlos en la naturaleza de sus decisiones criminales, y explicar el estado nazi y sus crímenes recurriendo al materialismo histórico.
Y no tengo tiempo, de momento, para extenderme más.
Saludos cordiales
JL