Richard SORGE – "El espía que salvó a Moscú”
Publicado: Mié Oct 26, 2005 12:39 pm
Comando en Jefe del Ejército – Jefatura II Inteligencia
Manual de Informaciones
Espionaje – Selección de los casos mundiales más famosos del Espionaje mundial – Tomo 1 – 1979 – Bs As, Argentina.
EL CASO SORGE
En Enero de 1945 las agencias periodísticas acreditadas en Moscú irradiaron una insólita noticia: el gobierno soviético había condecorado a varios agentes secretos –espías- por su destacada actuación durante la última guerra mundial. Eran ellos, Richard Sorge, jefe de una vasta red de espionaje que operara en el Japón, y algunos de sus colaboradores inmediatos: Max Klausen y su esposa Anna, y Branko Vukolich, el cual como el primero recibieron las condecoraciones a título póstumo.
Todas estas personas recibieron las condecoraciones de la “Orden de la Bandera Roja” y la “Orden de la Estrella Roja” mediante un decreto firmado por Anastas Mikoyan, haciendo la salvedad de que la actuación de los mismos había ahorrado millares de vidas y dinero a la causa comunista.
Poco después, una nueva circunstancia se unía a esas condecoraciones para revelar la importancia de la actuación la “red Sorge”: a mediados del año 1965 el Ministerio de Comunicaciones de la URSS editó un sello postal con la efigie de Richard Sorge, como un reconocimiento más de la extraordinaria labor de espionaje cumplida por este agente comunista.
Como lo reconociera el ex Comandante en Jefe Aliado en el Pacífico, General Douglas Mac Arthur, el caso Sorge constituye una de las páginas más conspicuas del espionaje internacional, tanto por sus resultados como por las enseñanzas que ha dejado.
Richard Sorge
¿Cuáles fueron los méritos de Sorge, por qué tuvo éxito, y cuál fue la razón de su arresto y muerte? Eso es lo que desarrollamos a continuación.
LA RED SORGE
Hábilmente dirigida por Richard Sorge, comunista ruso, hijo de padre alemán, nacido en Bakú en el año 1895, y nieto del ex secretario de Carlos Marx en tiempos de la Primera Internacional, la “red Sorge” que operaba en el Japón llegó a lo que parece ser el ideal inasequible de todo autor policial: el crimen perfecto, y si bien fue descubierto, ello se debió a una circunstancia fortuita originada en un eslabón lejano de unos de sus colaboradores, y no a un error de parte del jefe directo. Además, conspiró el excesivo tiempo -9 años- que hacía que venía actuando la red.
Sorge, que había logrado hacerse pasar como alemán genuino, obteniendo hasta su afiliación al partido nazi, contaba con increíbles conexiones estratégicamente ubicadas. Personalmente, el jefe de la red había logrado ganarse la confianza del Coronel Eugene Ott, cuando éste se desempeñaba como agregado militar en Tokio, que al ascender a General fue nombrado Embajador en el Japón. Explotando la antigua amistad, Sorge logró ser designado nada menos que agregado de prensa de la embajada alemana, pasando por experto en cuestiones asiáticas, siendo considerado por todos los diplomáticos germanos acreditados en Tokio. Su más íntimo amigo era el encargado de seguridad y vigilancia de todos los residentes alemanes en el Imperio del Sol Naciente, el Teniente Coronel de la Gestapo, Meissinger.
Mientras tanto sus agentes principales tendían sus tentáculos en otros círculos. Osaki Hozumi, su principal agente local, mantenía análoga confianza con el príncipe Konoye, tres veces Primer Ministro del Japón. Otro agente, Branko Vukolich –de origen yugoslavo- pasaba como periodista, corresponsal de la importante Agencia Havas, habiendo logrado la confianza de varios diplomáticos occidentales, en especial del General Piggo, agregado militar británico en Tokio. Además, era íntimo amigo de James M. Cox, corresponsal de la Agencia Reuter, que tenía libre acceso a la mayoría de las embajadas occidentales. Günther Stein –judío alemán ciudadanizado británico- actuaba como corresponsal de un diario británico y también tenía acceso a las embajadas occidentales.
De tan bien situadas fuentes, la ‘red Sorge’ obtenía un caudal de información calificada de primer orden, relativa a todos los asuntos vitales, políticos, militares y económicos del área, que luego transmitía a la URSS mediante radios clandestinas y correos secretos atendidos por Max Klausen.
LOS EXITOS DE SORGE
Los éxitos logrados por la ‘red Sorge’, y especialmente por éste en persona, fueron fundamentales y decisivos tanto para el desarrollo de la guerra como para la conducción futura del espionaje soviético.
En primer lugar, gracias a las informaciones suministradas por la red, el Kremlin pudo saber:
1ro- que el Japón no llevaría adelante en 1939 ningún plan agresivo en Manchuria después del sonado choque armado de Nomonhan entre fuerzas rusas y niponas,
2do- que Alemania estaba concentrando de 170 a 190 divisiones a lo largo de la frontera soviética y que la invasión alemana comenzaría el 20 de junio de 1941 (en realidad comenzó el 22 de dicho mes),
3ro- que a pesar de la alianza germano-japonesa, Japón no iba a seguir el ejemplo de su aliado y que no atacaría a la URSS. De esta manera, las numerosas divisiones soviéticas que guarnecían las fronteras manchurianas fueron trasladadas tranquilamente al frente occidental, llegando oportunamente para la defensa victoriosa de Moscú, cuya batalla decidiera prácticamente la suerte de la campaña en Rusia. De ahí el mote que rodeó después a Sorge: “el espía que salvó a Moscú”.
Asimismo, Sorge y sus colaboradores pudieron establecer con bastante exactitud que los japoneses iniciarían su campaña de conquistas en el sudeste asiático, y que antes de finalizar 1941 atacarían a las bases norteamericanas de las Filipinas, Wake y Hawaii. Como es obvio suponer, Stalin, en cuyo poder obraban estas informaciones, nunca alertó a sus ‘aliados y amigos’ occidentales sobre el inminente peligro que corrían. Veamos ahora el estudio crítico de la ‘red Sorge’.
LA MISION Y SU PLANEAMIENTO
La misión –o el objetivo- de la ‘red Sorge’ era obtener la mayor cantidad y calidad de informaciones sobre la política japonesa hacia la URSS después del incidente de Nomonhan, a fin de determinar las posibilidades y capacidades de un ataque japonés en Manchuria.
Análisis de la misión y plan de acción. Sorge había recibido instrucciones generales sobre la misión, pero por encima de todo estaba la necesidad de establecer si el Japón se proponía atacar a la URSS, y de ser así, cuál era su verdadera potencialidad militar y económica.
Sorge, luego de estudiar detenidamente la misión la desdobló en los siguientes objetivos fundamentales desde el punto de vista informativo:
1ro) Política del Japón con respecto a la URSS. ¿Tiene el Japón intención de atacar a la URSS? Después de 1939, este punto pasó a tener la mayor importancia.
2do) Organización, armamento y orden de batalla de la fuerzas armadas japonesas, con especial atención a sus preparativos militares en Manchuria.
3ro) Relaciones nipo-germanas. El gobierno soviético estimaba desde el principio que era inevitable que Alemania y el Japón estrecharan su amistad en detrimento de la URSS. Después de la firma del Pacto Anti-Komintern (27 de septiembre de 1940) esta cuestión pasó a primer plano.
4to) Política y actividades japonesas en China.
5to) Desenvolvimiento de las relaciones del Japón con EEUU y Gran Bretaña, ya que los jerarcas soviéticos creían que estos países irían a apoyar a los japoneses en su ataque a la URSS. Más tarde esas relaciones interesaban para determinar la posibilidad que tendrían para dilatar o suspender la agresión japonesa, y la reorientación de ésta hacia el sudeste asiático.
6to) Detallada observación del papel jugado por las fuerzas armadas japonesas en la política de este país.
7mo) Sistemática observación de las operaciones y desarrollo industrial del Japón.
Descripción del medio ambiente operacional. El antagonismo entre rusos y japoneses era antiguo y profundo, sobre todo después de la guerra de 1905 que terminara con la derrota rusa. Las ambiciones japonesas sobre la Manchuria y las tierras siberianas eran asimismo evidentes, y el choque de Nomonhan, donde intervinieron fuertes efectivos militares por ambos bandos, hacía suponer futuros choques de mayor envergadura.
El Japón estaba pasando por una etapa de desarrollo industrial intensa con el objeto de remontar sus fuerzas armadas para una guerra larga que se veía inevitable. La preponderancia de los jefes militares era decisiva, y todo funcionaba con fines bélicos. Paralelamente, los servicios de seguridad nipona en especial la ‘Tokkoka’ (policía secreta especial) perfeccionaban sus métodos de contrainteligencia, enfocándolos especialmente sobre las potencias occidentales que se oponían a sus planes. Por eso, la red Sorge, al operar desde la embajada alemana, país aliado del Japón, gozaba de tanta libertad y pudo obtener tan brillantes éxitos.
FORMAS DE OPERAR Y SEGURIDAD
Sorge se constituyó en un verdadero maestro en el arte de la reunión de informaciones. Sus medidas de seguridad y directivas operativas constituyen todo un modelo en su género y, decididamente, fueron adoptadas por el resto del espionaje soviético.
Los tres principales principios en que basó su trabajo eran los siguientes:
1ro) La red debe evitar todo contacto con el partido comunista local, legal o ilegal.
2do) En lo posible no debía figurar ningún agente de nacionalidad soviética declarada en la red.
3ro) La red debía ser del tipo celular ramificada, evitándose que los integrantes se conocieran entre sí, ni supieran la misión concreta de la red, y aun para qué organismo estaban trabajando.
La base general del trabajo se basaba en la división de las tareas de reunión, asignándolas a las personas más aptas para cada tipo de información, de acuerdo con su capacidad, conocimientos e infiltración lograda. No obstante, en determinados casos particulares, todos los miembros de la red estaban concentrados en un solo problema, independientemente de su especialidad habitual. Las necesidades eran planteadas a cada agente o jefe de célula en particular, de manera que los miembros de la red sólo sabían lo que el Jefe les decía respecto a las misiones encomendadas y a las partes específicas asignadas a cada uno de ellos.
En cada reunión, los agentes debían suministrar datos sobre todos los problemas en los que aquél estuviera interesado o creyese importante. Dentro del enorme caudal de informaciones recogidas, Sorge seleccionaba a veces, y llamaba la atención a sus agentes sobre cuestiones que consideraba dignas de una actuación especial. Otras veces decía que un problema carecía de interés en lo referente a las finalidades perseguidas, o llamaba la atención sobre el hecho de que se había aportado mucha información contradictoria y que era preciso que se recogieran informes más exactos a fin de determinar las verdaderas causas de los acontecimientos.
Como regla general, no acostumbraba a revelar a sus colaboradores la forma en que él utilizaba la información recogida; solamente Klausen, que manejaba el cifrado y la transmisión, sabía lo que su jefe enviaba a Moscú, y lo que desechaba por superfluo. De todas maneras, Sorge se reservaba la decisión del medio de transmisión a utilizar.
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Manual de Informaciones
Espionaje – Selección de los casos mundiales más famosos del Espionaje mundial – Tomo 1 – 1979 – Bs As, Argentina.
EL CASO SORGE
En Enero de 1945 las agencias periodísticas acreditadas en Moscú irradiaron una insólita noticia: el gobierno soviético había condecorado a varios agentes secretos –espías- por su destacada actuación durante la última guerra mundial. Eran ellos, Richard Sorge, jefe de una vasta red de espionaje que operara en el Japón, y algunos de sus colaboradores inmediatos: Max Klausen y su esposa Anna, y Branko Vukolich, el cual como el primero recibieron las condecoraciones a título póstumo.
Todas estas personas recibieron las condecoraciones de la “Orden de la Bandera Roja” y la “Orden de la Estrella Roja” mediante un decreto firmado por Anastas Mikoyan, haciendo la salvedad de que la actuación de los mismos había ahorrado millares de vidas y dinero a la causa comunista.
Poco después, una nueva circunstancia se unía a esas condecoraciones para revelar la importancia de la actuación la “red Sorge”: a mediados del año 1965 el Ministerio de Comunicaciones de la URSS editó un sello postal con la efigie de Richard Sorge, como un reconocimiento más de la extraordinaria labor de espionaje cumplida por este agente comunista.
Como lo reconociera el ex Comandante en Jefe Aliado en el Pacífico, General Douglas Mac Arthur, el caso Sorge constituye una de las páginas más conspicuas del espionaje internacional, tanto por sus resultados como por las enseñanzas que ha dejado.
Richard Sorge
¿Cuáles fueron los méritos de Sorge, por qué tuvo éxito, y cuál fue la razón de su arresto y muerte? Eso es lo que desarrollamos a continuación.
LA RED SORGE
Hábilmente dirigida por Richard Sorge, comunista ruso, hijo de padre alemán, nacido en Bakú en el año 1895, y nieto del ex secretario de Carlos Marx en tiempos de la Primera Internacional, la “red Sorge” que operaba en el Japón llegó a lo que parece ser el ideal inasequible de todo autor policial: el crimen perfecto, y si bien fue descubierto, ello se debió a una circunstancia fortuita originada en un eslabón lejano de unos de sus colaboradores, y no a un error de parte del jefe directo. Además, conspiró el excesivo tiempo -9 años- que hacía que venía actuando la red.
Sorge, que había logrado hacerse pasar como alemán genuino, obteniendo hasta su afiliación al partido nazi, contaba con increíbles conexiones estratégicamente ubicadas. Personalmente, el jefe de la red había logrado ganarse la confianza del Coronel Eugene Ott, cuando éste se desempeñaba como agregado militar en Tokio, que al ascender a General fue nombrado Embajador en el Japón. Explotando la antigua amistad, Sorge logró ser designado nada menos que agregado de prensa de la embajada alemana, pasando por experto en cuestiones asiáticas, siendo considerado por todos los diplomáticos germanos acreditados en Tokio. Su más íntimo amigo era el encargado de seguridad y vigilancia de todos los residentes alemanes en el Imperio del Sol Naciente, el Teniente Coronel de la Gestapo, Meissinger.
Mientras tanto sus agentes principales tendían sus tentáculos en otros círculos. Osaki Hozumi, su principal agente local, mantenía análoga confianza con el príncipe Konoye, tres veces Primer Ministro del Japón. Otro agente, Branko Vukolich –de origen yugoslavo- pasaba como periodista, corresponsal de la importante Agencia Havas, habiendo logrado la confianza de varios diplomáticos occidentales, en especial del General Piggo, agregado militar británico en Tokio. Además, era íntimo amigo de James M. Cox, corresponsal de la Agencia Reuter, que tenía libre acceso a la mayoría de las embajadas occidentales. Günther Stein –judío alemán ciudadanizado británico- actuaba como corresponsal de un diario británico y también tenía acceso a las embajadas occidentales.
De tan bien situadas fuentes, la ‘red Sorge’ obtenía un caudal de información calificada de primer orden, relativa a todos los asuntos vitales, políticos, militares y económicos del área, que luego transmitía a la URSS mediante radios clandestinas y correos secretos atendidos por Max Klausen.
LOS EXITOS DE SORGE
Los éxitos logrados por la ‘red Sorge’, y especialmente por éste en persona, fueron fundamentales y decisivos tanto para el desarrollo de la guerra como para la conducción futura del espionaje soviético.
En primer lugar, gracias a las informaciones suministradas por la red, el Kremlin pudo saber:
1ro- que el Japón no llevaría adelante en 1939 ningún plan agresivo en Manchuria después del sonado choque armado de Nomonhan entre fuerzas rusas y niponas,
2do- que Alemania estaba concentrando de 170 a 190 divisiones a lo largo de la frontera soviética y que la invasión alemana comenzaría el 20 de junio de 1941 (en realidad comenzó el 22 de dicho mes),
3ro- que a pesar de la alianza germano-japonesa, Japón no iba a seguir el ejemplo de su aliado y que no atacaría a la URSS. De esta manera, las numerosas divisiones soviéticas que guarnecían las fronteras manchurianas fueron trasladadas tranquilamente al frente occidental, llegando oportunamente para la defensa victoriosa de Moscú, cuya batalla decidiera prácticamente la suerte de la campaña en Rusia. De ahí el mote que rodeó después a Sorge: “el espía que salvó a Moscú”.
Asimismo, Sorge y sus colaboradores pudieron establecer con bastante exactitud que los japoneses iniciarían su campaña de conquistas en el sudeste asiático, y que antes de finalizar 1941 atacarían a las bases norteamericanas de las Filipinas, Wake y Hawaii. Como es obvio suponer, Stalin, en cuyo poder obraban estas informaciones, nunca alertó a sus ‘aliados y amigos’ occidentales sobre el inminente peligro que corrían. Veamos ahora el estudio crítico de la ‘red Sorge’.
LA MISION Y SU PLANEAMIENTO
La misión –o el objetivo- de la ‘red Sorge’ era obtener la mayor cantidad y calidad de informaciones sobre la política japonesa hacia la URSS después del incidente de Nomonhan, a fin de determinar las posibilidades y capacidades de un ataque japonés en Manchuria.
Análisis de la misión y plan de acción. Sorge había recibido instrucciones generales sobre la misión, pero por encima de todo estaba la necesidad de establecer si el Japón se proponía atacar a la URSS, y de ser así, cuál era su verdadera potencialidad militar y económica.
Sorge, luego de estudiar detenidamente la misión la desdobló en los siguientes objetivos fundamentales desde el punto de vista informativo:
1ro) Política del Japón con respecto a la URSS. ¿Tiene el Japón intención de atacar a la URSS? Después de 1939, este punto pasó a tener la mayor importancia.
2do) Organización, armamento y orden de batalla de la fuerzas armadas japonesas, con especial atención a sus preparativos militares en Manchuria.
3ro) Relaciones nipo-germanas. El gobierno soviético estimaba desde el principio que era inevitable que Alemania y el Japón estrecharan su amistad en detrimento de la URSS. Después de la firma del Pacto Anti-Komintern (27 de septiembre de 1940) esta cuestión pasó a primer plano.
4to) Política y actividades japonesas en China.
5to) Desenvolvimiento de las relaciones del Japón con EEUU y Gran Bretaña, ya que los jerarcas soviéticos creían que estos países irían a apoyar a los japoneses en su ataque a la URSS. Más tarde esas relaciones interesaban para determinar la posibilidad que tendrían para dilatar o suspender la agresión japonesa, y la reorientación de ésta hacia el sudeste asiático.
6to) Detallada observación del papel jugado por las fuerzas armadas japonesas en la política de este país.
7mo) Sistemática observación de las operaciones y desarrollo industrial del Japón.
Descripción del medio ambiente operacional. El antagonismo entre rusos y japoneses era antiguo y profundo, sobre todo después de la guerra de 1905 que terminara con la derrota rusa. Las ambiciones japonesas sobre la Manchuria y las tierras siberianas eran asimismo evidentes, y el choque de Nomonhan, donde intervinieron fuertes efectivos militares por ambos bandos, hacía suponer futuros choques de mayor envergadura.
El Japón estaba pasando por una etapa de desarrollo industrial intensa con el objeto de remontar sus fuerzas armadas para una guerra larga que se veía inevitable. La preponderancia de los jefes militares era decisiva, y todo funcionaba con fines bélicos. Paralelamente, los servicios de seguridad nipona en especial la ‘Tokkoka’ (policía secreta especial) perfeccionaban sus métodos de contrainteligencia, enfocándolos especialmente sobre las potencias occidentales que se oponían a sus planes. Por eso, la red Sorge, al operar desde la embajada alemana, país aliado del Japón, gozaba de tanta libertad y pudo obtener tan brillantes éxitos.
FORMAS DE OPERAR Y SEGURIDAD
Sorge se constituyó en un verdadero maestro en el arte de la reunión de informaciones. Sus medidas de seguridad y directivas operativas constituyen todo un modelo en su género y, decididamente, fueron adoptadas por el resto del espionaje soviético.
Los tres principales principios en que basó su trabajo eran los siguientes:
1ro) La red debe evitar todo contacto con el partido comunista local, legal o ilegal.
2do) En lo posible no debía figurar ningún agente de nacionalidad soviética declarada en la red.
3ro) La red debía ser del tipo celular ramificada, evitándose que los integrantes se conocieran entre sí, ni supieran la misión concreta de la red, y aun para qué organismo estaban trabajando.
La base general del trabajo se basaba en la división de las tareas de reunión, asignándolas a las personas más aptas para cada tipo de información, de acuerdo con su capacidad, conocimientos e infiltración lograda. No obstante, en determinados casos particulares, todos los miembros de la red estaban concentrados en un solo problema, independientemente de su especialidad habitual. Las necesidades eran planteadas a cada agente o jefe de célula en particular, de manera que los miembros de la red sólo sabían lo que el Jefe les decía respecto a las misiones encomendadas y a las partes específicas asignadas a cada uno de ellos.
En cada reunión, los agentes debían suministrar datos sobre todos los problemas en los que aquél estuviera interesado o creyese importante. Dentro del enorme caudal de informaciones recogidas, Sorge seleccionaba a veces, y llamaba la atención a sus agentes sobre cuestiones que consideraba dignas de una actuación especial. Otras veces decía que un problema carecía de interés en lo referente a las finalidades perseguidas, o llamaba la atención sobre el hecho de que se había aportado mucha información contradictoria y que era preciso que se recogieran informes más exactos a fin de determinar las verdaderas causas de los acontecimientos.
Como regla general, no acostumbraba a revelar a sus colaboradores la forma en que él utilizaba la información recogida; solamente Klausen, que manejaba el cifrado y la transmisión, sabía lo que su jefe enviaba a Moscú, y lo que desechaba por superfluo. De todas maneras, Sorge se reservaba la decisión del medio de transmisión a utilizar.
continuará...